74 años del asesinato

Bartolomeo Vanzetti

El 23 de agosto de 1927 fueron ajusticiados por la pena capital en los Estados Unidos, los anarquistas Bartolomeo Vanzetti y Nicolas Sacco. Acusados de un crimen que no cometieron y tras pasar 7 años en prisión, la silla eléctrica silenció a dos seres humanos cuyo único delito era el de ser inmigrantes, pobres y activistas políticos. Con los años el mismo Estado reconoció su garrafal error, demostrando en los hechos la perversión de la pena de muerte. Como sentido recordatorio publicamos la última carta escrita por Vanzetti dirigida a sus familiares y amigos, retrato íntimo de un condenado a muerte, que ni en sus momentos postreros renuncia su fe en el porvenir de la humanidad.

Queridos amigos, hermana queridísima,

¡Soy inocente! ¡Puedo tener alta la frente! ¡Mi conciencia está limpia! Muero como viví, luchando por la libertad y por la justicia. ¡Ah, ojalá pudiera yo decir a todos los hombres que no fue por aquel monstruoso delito que me condenaron! Ningún veredicto de muerte, ningún juez Thayer, ningún gobernador Fuller, ningún Estado reaccionario como el de Massachusetts, pueden transformar a un inocente en asesino.

Mi corazón desborda amor para todos aquellos a quienes quiero. ¿Cómo decirles adiós? ¡Mis queridos amigos; mis queridos defensores! Para ustedes, todo el afecto de mi pobre corazón; para ustedes, toda la gratitud de un soldado caído por la Libertad. Ustedes lucharon con fe y coraje. No se les puede imputar el desastre. No desesperen. Continúen la batalla que emprendieron por la libertad y la independencia del hombre.

Mi hermana querida, que alegría el volver a verte y oír tus palabras de amor y aliento.

Pero creo que fue un terrible error el de hacerte atravesar el océano para vermne aquí. Tú no puedes comprender cuánto sufro al verte asistir a mi agonía, al verte constreñida a vivir los sufrimientos que debo afrontar.

Cuando hayas descansado y recuperado la fuerza necesaria, regresa a Italia, junto a nuestros seres queridos. A esos seres queridos, y a nuestros fieles amigos, llévales mi mensaje de amor y reconocimiento.

¿Qué importa que ningún rayo de sol, que ningún trozo de cielo, llegue jamás a las prisiones construidas por los hombres para los hombres?

Yo sé que no sufrí en vano. He ahí por qué cargo mi cruz sin duelo.

Pronto, los hermanos no se batirán con sus hermanos; los niños ya no serán privados del sol, ni alejados del verdor de los campos; ya no está lejano el día en que ha de haber un pan para cada boca, un lecho para cada cabeza, felicidad para cada corazón.

Y ese será el triunfo de vuestra acción y de la mía, mis compañeros y amigos.

Afectuosamente

Bartolomeo Vanzetti