Redacción
Reivindicaciones represadas comenzaron a desbordarse desde los días de la toma del Consejo Universitario. La profusión de volantes, propuestas, marchas y contramarchas desperezaban a una institución cuya dinámica es el letargo y el dejar pasar. Los tomistas desalojaban el espacio ocupado con una victoria política entre labios: la "transformación" era verbo conjugado por tod@s los ucevistas. Pero la desocupación daba inicio a una etapa menos simbólica y más ardua: el trabajo desde las bases.
El M-28, suma heterogénea y coyuntural de grupos e individualidades, vivió momentos agrios de discusión en la toma debido a la fragilidad de los vínculos entre los integrantes. Era la toma, con su defensa como principal aglutinante, la que de cara al exterior daba la imagen de movimiento. ¿Estaban las condiciones para que se articularan posterior y permanentemente como agrupación estudiantil? Los últimos días de la toma profundizaron las divisiones existentes, cuando el desgaste y la premura por viabilizar políticamente el desalojo dieron espacio a los sectores vanguardistas del M-28 para la imposición de criterios.
Quienes sintonizan con la línea gubernamental saben que no les conviene, mediáticamente, motivar la transformación desde abajo. En parte, por el poco carisma que cosechan entre sus compañer@s de estudio y la poca legitimidad que poseen en sus escuelas de origen; por otra, la necesidad de mantener un espacio de movilidad desarraigado pero fértil en micrófonos, declaraciones y reportajes de prensa, de fácil capitalización política. Son lo que apuestan a los cambios desde arriba y por decreto, los afectuosos a la negociación cerrada y no al consenso público, los que cargan tras tanto la experiencia y los errores de los que hoy se encuentran enquistados en la FCU.
Sociología: los cambios desde abajo
Con anterioridad a los días de la toma, la escuela de sociología contaba con estudiantes que hacían política apuntando a las más variadas direcciones. La toma posibilitó que ante la coyuntura, espontáneamente se formara un frente común que hiciera un eficaz contrapeso a los altavoces de la inmovilidad conservadora. El número de estudiantes de sociología involucrados en la toma, hicieron posible la comunicación entre el M-28 y una dinámica propia en la escuela. Desde el inicio se ampliaron los centros decisorios con la convocatoria a Consejos de Escuela Ampliados, en dónde no sólo se condenó la política retaliativa y desacertada de las autoridades, sino que se dieron pasos más allá al generar mesas de trabajo que desmenuzaran asuntos académicos y administrativos.
La efervescente dinámica sobrepasaba en los hechos organismos tradicionales como el Consejo de Escuela y el Centro de Estudiantes. La conformación de un Centro de Información, originó que se ganara un espacio físico para centripetar las propuestas al resto de la comunidad. Se ha venido publicando un boletín semanal con el fin de mantener al colectivo informado de los avances en las discusiones. Una de las mesas de trabajo elabora una propuesta para normar el Consejo de Escuela Ampliado, que como espacio colectivo de discusión y decisión constituiría una experiencia inédita en la universidad.
Los días, además de generar respuestas, han creado nuevas preguntas: ¿cómo mantener vivo el espíritu de participación entre el estudiantado y el resto de la comunidad?, ¿no son las formas conocidas de convocatoria (foros, mesas de trabajo...) de efectividad limitada?, ¿cómo superar permanentemente una dinámica académica rutinaria que desmoviliza al colectivo?, ¿de qué manera coordinarse con otras escuelas y el resto de la universidad?