Raúl Figueira.
Muy pocas personas conocen la existencia de un texto escrito por Oscar Wilde titulado EL ALMA DEL HOMBRE BAJO EL SOCIALISMO, una pieza que ha sido desterrada de la mayor parte de las compilaciones que se han hecho de este autor, creemos que debido a la radicalidad con la que el escritor aborda la utopía de un mundo libre ya en 1890, época de su mejor producción literaria a nuestro entender.
El texto aborda concepciones de un mundo en donde la justicia es hija de la libertad y en donde cada persona sería capaz de experimentar el placer del arte como una forma de emancipación del espíritu. Muchos de sus planteamientos se acercan a la sociedad que proponen los anarquistas, aun cuando no se manifestara evidentemente tal sino como alguien en pro de un socialismo antiautoritario (lo cual es otro de los signos de la ideología libertaria o anarquista), sin embargo, parte de concepciones que se nos antojan muy cercanas a Stirner y su particular visión del individualismo más en boga entre los intelectuales y artistas en aquellos tiempos que corrían (completamente anacrónica con las concepciones más contemporáneas y aceptadas de la utopía libertaria hoy).
En todo caso se sabe en la actualidad que el individualismo es contrario a la creación de una sociedad más justa por cuanto siempre termina por crear distancias y relaciones de opresión cuando se toma desde el ángulo egoísta o de la autoridad. Por ejemplo, una de las cosas que se decía mucho es que un escritor o pintor suele ser un solitario y que desarrolla un trabajo intelectual aislado. Nada más alejado de la realidad y la prueba está ya contenida en el manifiesto que Kropotkin, muchos años después en su "A los Jóvenes" comentaba que un escritor, por más innovador y "original" que fuera, no partía de la nada sino que sus esfuerzos eran básicamente la continuación del trabajo literario de cientos antes que él, y que incluso sus materiales de trabajo (papel y tinta por ejemplo), los habían siempre hecho obreros y artesanos no el propio escritor. Y que decir del pintor que no sólo era heredero de una cultura sino también de los progresos técnicos de generaciones anteriores. Así pues, por más individual que pueda ser el aporte de un individuo, éste siempre estará signado por el esfuerzo de otros muchos. Wilde no deja de referirse al papel del artista dentro de la sociedad pero principalmente como un ser revolucionario, capaz de anteceder e incluso provocar cambios en la manera que tienen sus congéneres de ver el mundo.
Hoy en día, tras leer este texto de Oscar Wilde, podemos entender mejor el énfasis puesto en muchas de sus obras de ficción sobre temas vinculados con la explotación de los más necesitados, las injusticias sociales y la esclavitud del ser humano por sus congéneres.
Wilde entendía que el Socialismo nos libraría de vivir de la explotación del otro. Para este autor, muchos artistas, filósofos y científicos, han podido alcanzar grandes logros aislándose de las exigencias de otros para con ellos. Pero quienes alcanzan el desarrollo de todas sus potencialidades creativas e imaginativas son excepciones. Wilde identifica que a lo largo de la historia ha habido seres formidables que, bajo un sentido altruista, se han hundido tratando de ayudar a quienes sufren sin poder remediar los males de éstos, ya que los remedios aplicados sólo prolongan los males, porque tanto los remedios como las enfermedades surgen de la misma sociedad podrida. Para Wilde lo adecuado es tratar de "reconstruir a la sociedad sobre una base tal que la pobreza resulte imposible". Wilde sugiere la abolición de la propiedad privada ya que ella genera relaciones de poder basadas en la explotación. En cuanto a la caridad, la benevolencia y otros actos altruistas, nos dice: "Es inmoral usar la propiedad privada a fin de aliviar los terribles males que resultan de la propiedad privada". Wilde proponía una Sociedad que convirtiera la propiedad privada en riqueza pública, reemplazando a su vez la competencia por la cooperación. Al asegurar el bienestar de todo individuo, se podrá mantener a su vez el bienestar de toda la comunidad. De ahí que el socialismo de Wilde parta del individuo hacia la comunidad y no al contrario, ya que todo sistema que promueva la mayor cantidad de bienestar posible para grandes grupos de personas, puede que olvide las necesidades del individuo o termine por relegar aunque sea, a una minúscula porción de la humanidad, lo cual no es de modo alguno aceptable. Nadie debe ser excluido del banquete de la vida, por ello Wilde aboga por el individuo, ya que sólo éste conoce sus limitaciones y necesidades vitales y logra reconocerlas en sus semejantes. De allí que la noción de Gobierno propuesta por Wilde sea la del individuo sobre sí mismo y su relación con las personas que le rodean; nunca desde arriba hacia abajo, nunca desde abajo hacia arriba: siempre bajo el signo de la horizontalidad.
La pobreza extrema a la que llega el sector más desvalido y numeroso de la sociedad, es el que aporta con su fuerza colectiva, todos los beneficios de la prosperidad material de la humanidad, pero a cambio de ello se le ofrecen migajas que no sirven más que para mantenerlo desmoralizado y esclavo. Incapaz de explotar sus propias potencialidades individuales, la persona así sometida a esta condición de perpetua búsqueda de medios de sobrevivencia, permanece alejada de otras capacidades más nobles, más relacionadas con el desempeño y disfrute de su plenitud. Por otro lado, Wilde considera que la propiedad en sí misma es un estorbo ya que comporta obligaciones y reclamos que la hacen insoportable. De hecho, en la concepción de Wilde , si la propiedad nace de la explotación a los que menos tienen, y es responsable de todos los crímenes que comete contra la humanidad, hasta el más inocente y beato de los propietarios lleva las manos manchadas del dolor y la muerte de la mayoría. Por ello "En el propio interés de los ricos, debemos desembarazarnos de la propiedad" dice Wilde.
Si bien es cierto que hay pobres agradecidos de la beneficencia y caridad de los ricos, los mejores entre éstos son quienes nunca están agradecidos, y lo son porque han logrado separarse un poco de la cadena de la opresión y han llegado a generar cierto desarrollo de su individualidad. Estos desobedientes, rebeldes, desagradecidos, descontentos, saben que la caridad es un modo ridículo de restitución que a su vez sirve para tiranizar sus vidas privadas bajo la opresión de una Iglesia, Estado o Patrono que les ayudan a sobrellevar su pobreza y por ello se les debe obediencia. Según Wilde: "La desobediencia es la virtud original del hombre". Nadie debe estar mal alimentado ni demostrar que se puede trabajar con el estómago casi vacío. Para esta sociedad basada en la propiedad privada, una de las alternativas que se le propone a la pobreza es el ahorro, y Wilde responde que recomendar el ahorro a un pobre es como decirle a alguien que se está muriendo de hambre que coma menos. A todas luces para Wilde: "aquel pobre que es desagradecido, que no es ahorrativo, que está descontento y en rebeldía, ese hombre probablemente tiene una verdadera personalidad y tiene mucho dentro suyo" Los agitadores son absolutamente necesarios porque llevan la semilla de la inconformidad a una clase adormecida por el efecto degradante de la pobreza y la miseria. Para Wilde ningún sistema de socialismo autoritario podrá ayudar a la emancipación de la Humanidad, porque ello sería pasar de un tipo de esclavitud a otra. Cualquier tipo de actividad que se le imponga hacer a una persona, bajo procedimientos coercitivos, no será beneficioso para tal persona, no será buena esta actividad en sí misma y no será buena para los demás. Wilde explica que toda asociación debe ser voluntaria, "es únicamente en asociaciones voluntarias que el hombre puede sentirse realmente bien". Wilde defendía la idea del individuo como la única potencia capaz de oponerse a la tiranía de la autoridad jerárquica, la autoridad que se fabrica cuando grandes grupos de personas delegan en una muy reducida, el poder de decisión o acción.
El arte no es mas que la emancipación del alma.
El arte, por lo pronto, se le antoja a Wilde, como la posibilidad que tiene la humanidad de sentir aquello que la autoridad y el afán de poder y dominio le ha negado al ser humano: la plenitud de ser. El arte es, todavía hoy, denuncia y regocijo, en síntesis la ventana por la cual la humanidad puede asomarse a mundos posibles que le han sido negados. Wilde conserva la esperanza durante toda la obra que la finalidad del arte será transformar a la sociedad y luego el arte será un vehículo para la expansión y plenitud de todas las capacidades humanas. De ahí que diga: "El hombre ha buscado vivir en forma intensa, completa, perfecta. Cuando pueda hacerlo sin limitar a los demás, y sus actividades le brinden placer, tampoco sufrirá, será más cuerdo, más sano, más civilizado, más él mismo. El Placer es la prueba de la naturaleza, su señal de aprobación. Cuando un hombre es feliz, está en armonía con él mismo y con su medio".
* Todas las citas hechas en este ensayo provienen de la edición de Ediciones Antorcha Segunda Edición México 1983.