Arte y Anarquía

Raúl Figueira

El arte no es más que la emancipación del alma -- Any Alarcón.

Hace mucho tiempo, mucho antes de que tuviera siquiera una noción aproximada de lo que es el anarquismo o la ideología libertaria, le escuché al artista plástico Miguel Von Dangel la Siguiente frase "el artista es el reservorio moral de su tiempo". Hace algo menos de un año, leyendo Sobre el principio del arte y su destinación social, un magnífico libro que, sobre cuestiones estéticas y anarquía escribiese a finales del siglo XIX Pierre Joseph Proudhon, éste teórico del anarquismo refería al artista como el portador de un medio revolucionario capaz de transformar a la sociedad y hacerla más justa, más humana, más libre. Para Proudhon el artista era el llamado a reconstruir la moral de su época. Siglo de por medio, la vigencia del pensamiento ético sobre lo que debería ser el arte y el artista, me resultan necesarios a la luz de una interpretación que no puede caducar: la del interés del arte por las cuestiones humanas, por dignificar, cuestionar y sacudir las conciencias colectivas. Von Dangel no es adepto a las ideas ácratas, al menos así me parece, pero existe un interés común por trascender el mercadeo de la obra de arte y cuestionar aquellos argumentos que la modernidad erige para esclavizar, tiranizar y demoler al artista y su obra. El ideal libertario se nutre de las mejores y mayores aspiraciones por conseguir un mundo libre de la opresión de caudillos y déspotas, y en fin, librar al ser humano de la cautividad que le envuelve cegándole. Estas aspiraciones trascienden a la ideología misma, viven en el alma de los artistas que se niegan a entrar en el mundillo de la dependencia institucional y el mecenazgo autoritario (como si existiese algún tipo de mecenazgo que, para mantener la "oferta y la demanda", no demandase a su vez concesiones de parte de los artistas). Wilde proclamaba en su texto el alma del hombre bajo el socialismo, escrita en 1890, la abolición de la propiedad privada porque era el origen de las desigualdades sociales, lo cual causaba injusticias y tras ellas la esclavitud y servilismo que conducía, al fin y al cabo, hacia el desarrollo de obras mediocres, carentes de alma. También avizoraba que bajo un socialismo autoritario, el artista sería cercenado en su creatividad, cosa que ocurrió décadas más tarde cuando bajo el imperio del capitalismo de estado de los bolcheviques, los constructivistas rusos (vanguardia artística que despuntaba revolucionariamente contra todas las hipocresías del arte de su tiempo) tuvieron que huir bajo pena de ser deportados a Siberia o enjuiciados y ajusticiados por el régimen, dándole paso al lacerante e hipócrita Arte Socialista, que no era más que un mecanismo de propaganda que ocultaba en sí los horrores y la realidad de la Rusia que había salido de un zarismo para entrar en otra dictadura cruel. Así, el alma de Wilde se había adelantado una vez más a los atropellos que sobre el artista se cernirían como sobre cualquier ser sensible bajo el yugo de la autoridad. Hay quien pueda ver en el arte socialista y sus carteles un cierto "avance" en la diagramación y diseño, una cierta estética novedosa, pero es una innovación nacida de un utilitarismo servil como el nacido de cualquier mecenazgo capitalista. Wilde cometió el error de separar el trabajo intelectual del artesanal, aludiendo al don individual que posee el artista sobre el resto de los mortales, típica premisa aburguesada que hoy en día podemos apreciar en su justa medida. Había caído en la trampa de considerar que una obra de arte era el resultado de la labor individual del artista y no estaba al tanto de lo expresado por Kropotkin en su panfleto revolucionario a los jóvenes, en el cual, refiriéndose a los jóvenes estudiantes de artes (literatura, pintura, escultura, grabado, etc), les conminaba a no caer en el error de considerar su trabajo superior por cuanto tenían la impresión de haber llegado por su propio esfuerzo, ya que toda obra de arte, es el resultado de miles de personas anónimas que subyacían al hecho de hacer los pigmentos y las telas para el pintor (los siglos de perfeccionamiento de técnicas por autores y artífices anteriores en su mayor parte desconocidos) o el papel y las tintas para el escritor (sin contar con miles de escritores anteriores que reformularon ideas previas, que también soñaron e hicieron el gran cuerpo del que se nutre la literatura, los genios olvidados, los poetas marchitos antes del alba de su historia). Wilde ofreció muchos aportes, sin embargo, no sólo en su idea de una sociedad más justa en donde el artista verdadero respondiera a las exigencias de su espíritu en la formación de un mundo nuevo y libre, o como le escuchara decir al pintor Osterman Velázquez hace algunos años "el artista debe hacer lo que considere necesario hacer y decir con su obra. Si ésta luego se vende es harina de otro costal". Osterman no es tampoco un pintor de raigambre libertaria pero formula aquí una de las mayores premisas para un arte que se precie de liberador para el artista y la sociedad en la que se inserta, el impulso artístico no debe ser coartado por el utilitarismo, la imposición de leyes de mercado ni mucho menos el mecenazgo de ningún tipo (que siempre lleva como acólito el autoritarismo en alguno o en todos sus matices). Proudhon también hace un aporte inconmensurable a una teoría del arte libertaria cuando afirma, tras un muy razonado análisis, que todo ser humano es potencialmente un artista (de hecho cualquiera tiene facultades artísticas porque es capaz de disfrutar de la belleza de un paisaje, entrever figuras en un trozo de pared mohosa, y ser capaz de estremecerse ante una obra sea ésta literaria, teatral, musical o plástica), expresión que ratifica Kropotkin en su panfleto a los jóvenes y muchos otros artistas que conozco o de los cuales he tenido conocimiento. La vanidad del Artista que se cree "creador", se derriba cuando se le plantea que de la nada, nada sale. Sumando ceros, multiplicándolos, restándolos, dividiéndolos, aplicándoles raíz cuadrada o cualquier operación matemática que se haga con ceros, el resultado será siempre el mismo: cero. Crear significa "sacar de la nada" hacer desde la nada. En el mundo del mito eso sirve como metáfora, pero en el de la realidad material del artista, éste es el heredero de una tradición o que rompe, o que reconstruye o que continúa, de eso está formado no sólo el arte de nuestros días, las vanguardias artísticas y las nociones academicistas, sino todas las experiencias estéticas desde los primeros trazos en la semipenumbra de una caverna paleolítica e incluso antes. De ahí que de una primera aproximación a una visión liberadora del arte surja la necesidad del destruir la imagen fantasiosa del artista como "genio creador" tan a propósito de elevar al artista a la altura de un dios así como llevar a dichas alturas los precios en que se cotizan sus obras.

Vivimos en una sociedad capitalista, el artista tiene que vender para vivir, pero mientras no se hace un nombre bajo la mirada vigilante de uno o varios mecenas, está condenado a repetir la vida del "maldito" "el leproso" "el don nadie" (figura que ya debiera caer en desuso por decimonónica pero que al contrario ayuda "curricularmente" como aspecto anecdótico), y bajo la mirada de sus protectores, si desea garantizarse un poco de felicidad en vida, debe arrodillarse a las exigencias de éstos, quienes le plantean la cuestión como un "ceder o morir" (preferiblemente de hambre). Bajo un Socialismo autoritario también está la diatriba de "ceder o morir", solo que quizá esta vez sea bajo la punzante mirada de los fusiles. La cuestión no está en el sistema económico donde se desenvuelva sino en la titánica labor de ejercer influencia para demoler las ataduras que regímenes y sociedades imponen no sólo hacia su persona, sino también hacia sus contemporáneos.

Hasta ahora hemos reseñado, en otros artículos y éste, las expresiones de artistas y pensadores del siglo XIX y algunos de la primera mitad del XX (como Cummings y Schwitters), faltará acercarse a los Situacionistas (la Internacional Situacionista) y despuntar algunas otras aproximaciones a éste, un tema inagotable y que, en su justa medida, sólo será viable en la medida que sea una construcción colectiva ¿te animas?..