Editorial

Los bombardeos sobre Afganistán no tuvieron como único destino Osama Bin Laden y su particular infraestructura del terror. El ajedrez de lo que Estados Unidos puso en juego debe incluir jugadas pensadas en el mejor estilo kasparov: la revitalización de una hegemonía erosionada, la necesidad de tener la mayor cantidad de gobiernos dóciles en el medio oriente, materias primas que cruzan la geografía del país y la dinamización de una economía en crisis que ha tenido en la industria armamentista el mejor gatillo de su bolsa de valores.