Discurso pronunciado por el camarada Alberto Moreno Rojas, Secretario General del Partido Comunista del Perú (Patria Roja), en el Acto Político Cultural organizado por el Comité Central en la noche del 6 de octubre, en el Centro de Convenciones Crillón, con ocasión de conmemorase el 72 aniversario de su fundación.
Estimados camaradas y amigos:
Celebramos en esta oportunidad el 72 aniversario del Partido fundado por José Carlos Mariátegui. Aquí estamos quienes mantenemos en alto sus banderas de democracia, independencia y socialismo; los que creemos que el Perú puede ser la tierra próspera, elevada y digna, fruto del trabajo colectivo, que espera desde siempre nuestro pueblo.
El historiador de la República, Jorge Basadre, en un breve ensayo de l944 escribió algunos conceptos que conservan enorme actualidad. El primero de ellos: "una nueva ola de progreso y renovación no debe estar subordinada a la falaz seducción de un caudillo". La segunda: "En el Perú, como en toda América, la patria no está hecha". Por eso, en sus mismas palabras, "el Perú requiere una radical renovación". Compartimos esta conclusión cuya vigencia es tan actual como entonces. Lo que necesitamos, en efecto, es una "radical renovación" que está ausente, sin embargo, en el pensamiento y en la acción de la mayoría de las formaciones políticas de alguna significación que aspiran ocupar el gobierno que dejarán, con el repudio nacional, Fujimori y su corte de los milagros.
El Perú se debate en un momento dramáticos de su historia. Vivimos tiempos de definiciones cuyo significado sobrepasa las urgencias de la coyuntura. O buscamos cambios y respuestas radicales que nos coloque ventajosamente en el umbral del siglo XXI, o bien quedamos confinados al papel que corresponde a aquellos países inviables y sin futuro, que ya nada o poco pueden hacer para empinarse en esta época de cambios titánicos a escala planetaria.
No es, pues, pequeño el reto que tenemos por delante.
Estamos nuevamente en medio del torbellino de la crisis cuyas manifestaciones abarcan todos los aspectos de la vida nacional. Luego de 10 años de promesas para salir del desbarajuste de fines de los 80s y hacer del Perú un país moderno, avanzado, con prosperidad, arrastrado por la ola del mercado y de la apertura indiscriminada al capital transnacional; en suma, de aplicación implacable de un modelo económico presentado como el único viable y serio, lo que tenemos es un nuevo derrumbe de la economía, destrucción en masa de fuerzas productivas, desocupación y subocupación generalizadas, reducción drástica de los ingresos para millones de peruanos, empobrecimiento, atraso, centralismo, corrupción. Y como si todo esto fuese todavía poco, fuga de cerebros y emigración de un millón y medio de peruanos necesarios para nuestro desarrollo.
La quiebra de la industria se acompaña con la ruina de la agricultura, el abandono total de la ciencia y tecnología, el centralismo político y económico, mientras se intensifica el saqueo de los recursos naturales que no promueve desarrollo sostenido ni beneficia siquiera a las regiones donde se explota. La paradoja es que el mercado prometido o el desarrollo capitalista moderno ofrecido con el concurso masivo de inversiones y créditos del exterior, han resultado incapaces siquiera de crear capitalismo, mercado nacional o integración vial y económica. Esa es la dimensión de su fracaso.
La nuestra parece ser la historia de un pueblo condenado a cumplir la marcha del cangrejo. Pero este destino no es fatal. Está en nosotros, en el pueblo, en las fuerzas sanas del país, en las nuevas generaciones asqueadas de tanta pusilanimidad y descomposición, alzarnos contra ella, revertirla de raíz, aprovechar las oportunidades que se presentan de cara al siglo que estamos ingresando. Mirando en perspectiva, muchas son las posibilidades y los factores favorables para cambiar esta situación. El optimismo que nos anima es, pues, fundado y consistente.
La crisis política alcanzó en julio pasado su fase más aguda. Neutralizada transitoriamente a partir del aprovechamiento de la provocación que significó la voladura del Banco de la Nación, recupera ahora nuevo ímpetu. Es una de las explicaciones del anunciado adelanto de elecciones por el ingeniero Fujimori. Nada indica, sin embargo, que sus causas profundas estén siendo atacadas. La negociaciones que se realizan, con el padrinazgo de la OEA, no llevarán a la democratización de verdad que reclama el pueblo peruano. Se explica porque es parte de un plan anunciado para desentrampar la crisis política y moral, recomponer las fuerzas que permita el continuismo sin Fujimori, y evitar el estallido social que caldeaba una situación económica ya insoportable.
Por eso buscan un arreglo negociado por arriba. Necesitan ganar tiempo y preparar el terreno que les garantice el control de los acontecimientos, de espalda a las inmensa mayoría de peruanos que no tiene vela en ese entierro.
No se puede dejar de reconocer el hábil juego táctico de dar un paso atrás para luego avanzar, recuperar la iniciativa y resolver sus contradicciones internas sacrificando fichas ya quemadas, y, de paso, quebrar a la oposición comprometiendo a sus sectores vacilantes y oportunistas. Su objetivo es concreto: asegurar el continuismo sin Fujimori, garantizar la permanencia del fracasado modelo neoliberal, protegerse las espaldas de las responsabilidades que le corresponde asumir a la camarilla gobernante.
No tenía otra carta que jugar, excepto un nuevo golpe palaciego que no contaba con posibilidades de éxito. Los recientes amagos de golpe no fue otra cosa que la mejor excusa que encontraron Montesinos y la cúpula militar para negociar y conservar puestos y privilegios. Por eso resulta ridículo el papel de los gobiernos de América Latina, los Estados Unidos y la OEA presionando al gobierno panameño para concederle asilo a Montesinos, conocido agente de la CIA, protector del narcotráfico, instrumentador de la prepotencia oficial y responsable de genocidio. Ningún hombre honesto, demócrata, patriota, puede aceptar ni tolerar esta burda maniobra que pinta de cuerpo entero la descomposición política del régimen y la complicidad de las cancillerías del continente.
Pero donde se ha llegado a extremos, con graves consecuencias para el país y para el pueblo peruano, es en la crisis moral que compromete todo el edificio del Poder fujimorista e introduce contravalores nefastos que alcanzan a toda la sociedad. El utilitarismo pragmático, el exitismo a cualquier precio, la mentira descarada, el individualismo a ultranza, la mentalidad colonial, el transfuguismo desaforado, la corrupción en todas sus formas, el chantaje y el cinismo, demuestran que nos encontramos en una sociedad enferma que necesita urgente y radical tratamiento.
La argamasa que compacta los pueblos son los grandes valores morales que lo nutren. Un pueblo herido o minusválido en su dignidad y autoestima, acostumbrado a convivir con la perversión y la impunidad, sometido al miedo o paralizado por la inercia, acostumbrado a la dependencia, que no se siente animado por un gran ideal y una gran pasión junto a una firme voluntad de realización como colectividad, carecerá siempre de futuro. Es aquí donde los estragos son mayores y de cuya ciénaga no será fácil salir.
Hablemos claro, como solemos hacer los comunistas.
En este contexto el adelanto de elecciones, aún llevándose en condiciones de credibilidad y transparencia, es apenas un capítulo, y no necesariamente el fundamental. Y el desmontaje efectivo del SIN, el verdadero cerebro e instrumento del poder fujimorista, una parte del desmontaje del Estado autoritario y mafioso que se construyó desde el golpe de abril del 92. Las tareas que esperan solución son, pues, mayores, y de más elevada trascendencia que el solo cambio de gobierno.
Millones de peruanos no lucharon todos estos años por democracia y cambio de modelo económico, ni estuvieron en la primera línea de combate contra la dictadura en medio de dificultades inauditas, intimidación y chantaje, para que se les entregue gato por liebre en unas negociaciones en las que carecen de representación. Esto es lo que, lamentablemente, se cocina en la OEA y negocia en un Congreso espurio que debió haberse disuelto por un mínimo de honestidad y sentido común.
En las condiciones señaladas es impensable garantizar un proceso electoral transparente con el gato de despensero, la cúpula militar intacta y el aparato heredado del montesinismo. Lo mínimo que se debe esperar para un nuevo proceso electoral no manipulado ni enturbiado, es la recuperación de la confianza ciudadana, y esto es imposible con Fujimori atornillado en el Poder.
En época de crisis salidas radicales. La continuidad de lo mismo, que defienden Lourdes Flores y tantos otros convertidos en compañeros de ruta del dictador, es inaceptable. Quien luche de verdad por la democracia no puede tolerar ni aceptar la impunidad, y menos proteger o encubrir a sus responsables. ¿Qué sería de la dignidad y el decoro del pueblo argentino sin la valiente, heroica, abnegada labor de las madres de la Plaza de Mayo, que nunca concedieron un minuto a la impunidad de la dictadura militar de Videla y similares? Con los asesinos y traidores a la patria, con los corruptos, no hay perdón ni es aceptable el borrón y cuenta nueva. Tolerarlo, aún en nombre del "realismo", equivale a colocarse de su lado.
Fujimori, Montesinos, la cúpula militar, fueron parte de un mismo proyecto perverso, cínico y sangriento. Exculpar a Fujimori, ahora convertido en inocente y santurrón, víctima de los manejos oscuros de su socio Montesinos, es una mentira monstruosa que condenamos y repudiamos.
Es inaceptable la continuidad de Fujimori en el poder siquiera un día más. Por eso la única política justa y realista para salir de la miasma de estos años y abrir perspectivas favorable al pueblo, es la instalación de un Gobierno de Emergencia cuya transitoriedad dure lo que lo permita la organización de nuevas elecciones y limpie las mafias que dominan los organismos del Estado.
Las crisis, es sabido, pueden hundir un país si éste carece de alternativas radicales y de la fuerza dirigente que necesita para llevarlas a cabo; o bien sirven de motivación e impulso para un salto adelante, desechando las causas acumuladas que están en su origen. Las crisis son siempre la demostración del agotamiento de algo y de la necesidad de encontrar nuevas salidas y producir cambios.
El Perú necesita respuestas de conjunto a la crisis en la que se encuentra atrapada, una renovación profunda de la política y la economía y no meros parches o paliativos. Lo que está en cuestión es un Estado construido desde los orígenes de la república, autoritario excluyente de las mayorías, que ha caducado definitivamente. En ella la democracia fue siempre formal, enana, minada y doblegada por el militarismo, el caudillismo, el centralismo, o intereses foráneos que nada tienen que hacer allí donde corresponde autogobernarnos como pueblo soberano..
La nación sigue siendo tarea a realizar, aún en un mundo tan interdependiente como es el actual. Sobrevive dominante la mentalidad colonial inseparable de la sumisión al poder de potencias imperialistas, mientras se niega o diluye la voluntad de independencia, autodecisión y confianza en la capacidades propias, reconociendo la diversidad que somos como país multinacional y multicultural. No se ha producido la integración económica ni se ha construido un verdadero mercado nacional. El centralismo sigue siendo un tapón que impide el desarrollo del interior y obstruye cualquier proceso democratizador.
La democracia de verdad está por hacerse. Las constituciones siempre han estado pintadas en la pared y las decisiones fundamentales jamás se consultó al pueblo. El desarrollo sostenido es un mito incumplido. El destino del país, de continuar como están las cosas, si no se produce el cambio que se necesita, no es el camino a una sociedad desarrollada, próspera, con justicia social, factible y realizable si tomamos en cuenta sus factores humanos, naturales, históricos, territoriales, sino su penoso trajinar a la condición de país inviable y sin futuro.
Sin justicia social tampoco habrá plenitud de derechos humanos. El primer derecho del ser humano es el derecho a la vida, al trabajo, a la educación y la salud, al salario digno, a la vivienda decorosa, a la soberanía nacional. El voto es una farsa si detrás no está el ser humano consciente que sabe por qué vota y dispone y ejerce capacidad de decisión. Donde pocos acumulan todo y muchos sólo pobreza y desamparo, la democracia es una palabra vacía de contenido.
La pregunta que debemos hacernos es: ¿ Qué tipo de gobierno necesita el Perú para empezar la gigantesca tarea de su reconstrucción? El continuismo sin Fujimori no es el camino que debemos transitar, pues resultará más de lo mismo con otra vestidura. Los caudillos que hemos tenido a lo largo de la historia, o los pequeños caudillos que ahora buscan empinarse hasta el Poder, carecieron de proyecto y sólo han sido fuente de frustraciones para el país. Sobre esa base es imposible abrirnos paso a los anchos derroteros que nos exige el ingreso en el siglo XXI.
No olvidemos la admonición de don Manuel Gonzáles Prada, que conocía bien la mentalidad de las castas dominantes: "Los presidentes cambian, las Cámaras se suceden, sólo es inmutable la corrupción política".
El Perú necesita un NUEVO CURSO, un nuevo camino al que se ha seguido a lo largo de l79 años. La primera república que viene desde la independencia está agotada. Cerca de dos siglos de vida republicana marcada por el militarismo, la hegemonía aristocrática, el centralismo, la desarticulación entre las regiones y el atraso crónico; bastardeada por la dependencia externa y la mentalidad colonial supérstite en las castas dominantes, pero sobre todo por el desprecio o la desconfianza en la fuerza matriz de la nación que es la población andina y popular, son la mejor constatación de su fracaso histórico. En un mundo "globalizado" continuamos siendo una nación por hacer, una sociedad desintegrada con democracia formal, un Estado de espaldas al país y a las mayorías. El fujimori-montesinismo no es sino la expresión extrema de esta realidad. El militarismo, por lo demás, no ha terminado su ciclo: está presente como el verdadero poder en la sombra, al igual que el capital transnacional cuya esencial ocupación siempre ha sido el saqueo de nuestros recursos naturales y humanos, y no el desarrollo nacional.
Requerimos, pues, terminar con la visión cortoplacista de los problemas del país y de la política. Nada impide trabajar por un proyecto nacional de desarrollo, por una visión de un Perú capaz de ubicarse con éxito en el siglo XXI, realizable si se suman las fuerzas y las inteligencias para alcanzarlo. Será imposible torcer la tendencia a la "africanización" en que nos debatimos si no nos percatamos de que el Perú grande, próspero, democrático, desarrollado, integrado, con justicia social, abierto al mundo desde su realidad, sólo es viable si contamos con un Proyecto de país realizable a lo largo de las próximas décadas. Entonces será factible la gran unidad nacional y la confianza en las propias fuerzas que el pueblo peruano necesita y las clases dominantes impiden, porque choca con sus intereses mezquinos.
Las grandes marchas comienzan con el primer paso. Tomar conciencia de esta realidad, despertar el interés del país en esta dirección, terminar con la política de vivir al día, construir fuertes estructuras partidarias, generar liderazgos en la dimensión de la tarea planteada, es ya comenzarla. El Perú está pagando caro el no haber contado con una verdadera clase dirigente, como señaló lúcidamente el Amauta. Este es el gran reto a configurar precisamente en momentos de grandes crisis y tensiones, de exigencias no comunes. No es suficiente, pues, ser oposición; necesitamos, sobre todo, forjarnos como la alternativa que el país requiere y el futuro demanda.
Sólo entonces se entenderá la importancia de trabajar por una nueva constituyente y una nueva constitución a la altura de este reto histórico, que sea la base jurídica de la segunda república. Porque el Perú necesita contar con un Estado realmente dirigente asentado en instituciones fuertes. La primera de ellas, precisamente, es una constitución que garantice derechos iguales para todos los ciudadanos, pueblo organizado que decide y construye, subordinación de las Fuerzas Armadas al poder democráticamente constituido, poder constituido subordinado a la voluntad popular. La constitución vigente, hija también del fraude y moldeada para legitimar la dictadura y el modelo económico que está conduciendo al pueblo peruano al desastre, no representa ninguna garantía de cara al siglo que ingresamos.
Desde luego que no se puede dejar de tomar en cuenta la coyuntura. Lo que cuestionamos es el reduccionismo a lo contingente.
No podemos permitir que se negocie en las alturas el futuro del país, como viene ocurriendo en la mesa de concertación que apadrina la OEA. No aceptamos su recomendación de que Fujimori permanezca hasta julio próximo y dirija la "transición". Necesitamos actuar y dejar escuchar nuestra voz, pero sobre todo sentar nuestra presencia activa con una consigna única ¡ Ni impunidad, ni continuismo ! ¡Gobierno de Emergencia Nacional! El único camino que queda es la movilización del pueblo, la insurgencia hasta que sea vayan Fujimori y su corte mafiosa.
Paralelamente a estas consideraciones proponemos, a todos los sectores de verdad democráticos, patrióticos, progresistas, moralmente intachables, a conformar el FRENTE DEMOCRATICO Y POPULAR que tome en cuenta la diversidad que representan las fuerzas que van del centro a la izquierda, que involucre al amplísimo movimiento regional, sindical, cultural, profesional, juvenil, femenino, étnico, con una clara voluntad alternativa a la dictadura y al neoliberalismo, con un firme compromiso de respaldar los intereses de todos los sectores agredidos y arruinados por esa política económica, que rechazan la impunidad y se proponen erradicarla de raíz, que se pronuncian por una descentralización de verdad, que asumen la defensa de los trabajadores y sus derechos agredidos o liquidados, que levantan las banderas de la soberanía y dignidad nacionales.
El Partido Comunista del Perú (Patria Roja) y también el MNI, que tiene acuerdos muy precisos al respecto, estamos dispuestos a trabajar con fuerza en esa perspectiva, siguiendo una política de unidad sin exclusiones, respetando la identidad de sus componentes. La unidad que proponemos no tiene por qué borrar las diferencias o matices, la autonomía de las organizaciones que la asumen, si está basada en acuerdos consensuales básicos obligatorios para todos.
Más que posible es indispensable trabajar por un Gobierno Democrático y Popular en torno de un plan de gobierno viable para el país.
Debo anunciar que el MNI, que siempre lo entendimos como parte de la reconstrucción de la izquierda peruana, viene trabajando su I Congreso Nacional para el mes de febrero próximo. Esta tarea nos invita a trabajar con más fuerza para organizarla mejor, ampliar su radio de influencia, y debatir a conciencia los temas de su agenda.
A partir de hoy viernes está en marcha la campaña nacional para conseguir las firmas necesarias que aseguren la inscripción del MNI en el registro de partidos políticos. Estamos convencidos que los comunistas, los nuevoizquierdistas, los hombres y mujeres de izquierda no organizados en partido político, nos apoyarán en esta jornada, cuyo éxito estará a disposición de todos los que queremos un Perú Nuevo en un Mundo Nuevo, como siempre fue el reclamo del Amauta.
Desde esta tribuna saludamos a la juventud peruana, cuyo papel en la lucha democrática y patriótica de estos últimos años nos llena de confianza, de forma especial a JUVENTUD POPULAR, que viene trabajando intensamente para organizarse y asegurar el éxito de su Primer Congreso que se llevará a cabo, en la ciudad de Lima, a fines de este mes de octubre. La juventud peruana ha cumplido un importante papel y seguirá firme en este rumbo iniciado luego de una década de estancamiento y confusión, convencida de que es la generación de recambio que el Perú necesita.
En pasados eventos como éste reconocimos autocríticamente las enormes dificultades que debíamos enfrentar en la tarea de reconstruir el Partido. Veníamos de una derrota importante y de un reflujo que muchos creyeron permanente. Sin embargo nunca perdimos el pulso de la historia ni nos dejamos ganar por el pesimismo o las dificultades, ni equivocamos el rumbo. Aquí estamos, hoy en mejores condiciones que ayer, con una unidad interna que se fortalece, agrupados en torno de un proyecto histórico único: concurrir a la realización del socialismo en el Perú.
No podemos olvidar, en una fecha tan significativa como ésta, la memoria del fundador del Partido, del pensador y el organizador extraordinario que fue José Carlos Mariátegui, del guía de las generaciones nuevas. Con el Amauta el marxismo y el socialismo adquieren en el Perú sustancia propia, de la misma manera que con César Vallejo, el alma y la sensibilidad mestiza e indígena alcanza dimensión universal.
Tenemos también un Congreso del Partido de por medio. Un Congreso franco en sus debates, crítico para descubrir sus errores y avanzar en mejores condiciones, exigente porque nos damos cuenta que el Perú necesita contar con una partido comunista grande, influyente en todas las esferas de la vida nacional, profundamente enraizado en las esencias mismas del pueblo, cada vez mejor en la conducción, más organizado y disciplinado, más democrático. En suma, un Congreso de unidad de cara al siglo XXI.
Sabemos que el mundo atraviesa cambios sorprendentes y también un proceso de recomposición de fuerzas. Cuba Socialista está en pie como símbolo de que los ideales que defiende son más fuertes que toda la brutal potencialidad económica y bélica del imperio Yanqui. La vuelta al territorio patrio del Niño Elian representa una victoria de Cuba, pero también una victoria de la dignidad, de la justicia, de los grandes valores humanos que ese hecho simboliza. Saludamos al pueblo cubano, a Fidel, sus victorias, su ejemplo permanente.
La República Popular China viene construyendo el socialismo de conformidad con sus circunstancias y peculiaridades. La vieja China atrasada, pobre y dominada por el imperialismo ha terminado. Ahora se levanta poderosa y unificada la nueva China fundada por Mao Zedong. Estamos convencidos que la unidad de la Patria será conquistada más temprano que tarde, como ya ocurrió con la reincorporación de Hong Kong y Macao.
Saludamos a la República Popular Democrática de Corea, su revolución socialista, su liderazgo encarnado en el camarada Kim Yong Il, al pueblo coreano. Hacemos votos por la pronta unificación de la Patria y por la prosperidad del pueblo coreano. ¡Fuera el imperialismo yanqui del Sur de Corea!.
No podemos dejar de recordar a la heroica Viet Nam. Desde aquí nuestro saludo fraterno y combatiente al pueblo vietnamita, a los continuadores de Ho Chi Minh, convencidos del éxito que los acompaña en la construcción del Socialismo.
Saludamos al pueblo palestino y su derecho a constituirse en Estado soberano. Rechazamos indignados las maniobras y la prepotencia del sionismo que se niega a cumplir los acuerdos establecidos en Oslo y las decisiones de la ONU. Condenamos su política agresiva que viene ocasionando muerte y sufrimiento en la población palestina. Tarde o temprano la justicia se impondrá siempre que los pueblos se unan en torno de las causas justas, de modo especial el pueblo árabe víctima del divisionismo introducido por el imperialismo.
El Che Guevara compromete siempre nuestra admiración. Si cayó en combate un 8 de octubre, vive por siempre como símbolo de la integridad, la consecuencia, la lealtad de un combatiente revolucionario con sus ideales y con el pueblo. El Che está más vivo que nunca en la juventud que se alza a la lucha por una América Libre y por una patria digna, que jamás hará concesiones al imperialismo, que nunca tolerará la opresión, que se encuentra en la primera línea del combate por la democracia, la independencia, la libertad, la justicia social, la dignidad humana y el socialismo.
El área Andina se convierte en el escenario de los conflictos de clase y nacionales más tensos de América Latina. Colombia está en el centro del mismo. Venezuela se encrespa. Ecuador y Bolivia, al igual que Perú, enfrentan crisis profundas y están presentes grandes tensiones sociales. Apoyamos al pueblo colombiano en su lucha contra toda forma de injerencia externa en sus asuntos internos. Los problemas de Colombia deben ser resueltos por los propios Colombianos. Condenamos el PLAN COLOMBIA como estrategia que permite crear condiciones para el intervencionismo militar norteamericano en ese país, con el pretexto del narcotráfico, cuyas consecuencias comprometerán inevitablemente la sub-región. Saludamos los esfuerzos de paz que promueve la FARC y confiamos en una solución justa al servicio del pueblo de Colombia. ¡Fuera el intervencionismo yanquis en Colombia!
Están en marcha importantes jornadas del pueblo peruano. No solidarizamos y apoyamos el paro y la movilización que vienen trabajando el SUTEP y el frente de la Educación y la Cultura, los movimientos regionales del Sur y el Oriente del país, la CGTP, el Comité Cívico Amplio de Lima. Apoyamos a los pueblos de Madre de Dios, Moquegua, Moyobamba, La Convención, Espinar, Yurimaguas, Iquitos, en defensa de reivindicaciones locales de solución impostergable. Apoyamos el próximo Congreso de la Federación de Estudiantes del Perú y la unidad de los estudiantes en torno de la FEP, que avanza pese a los obstáculos que se le ponen en el camino y que augura un futuro auge del movimiento estudiantil peruano.
Apoyamos los esfuerzos dirigidos a fortalecer la coordinación de los movimientos regionales, frentes de defensa, comités cívicos y otras formas de organización que se dotan los pueblos.
Respaldamos los esfuerzos que se vienen haciendo para recuperar la potencialidad del movimiento campesino en su lucha por tierra, crédito y precios justos para sus productos. Estamos convencidos de la necesidad de intensificar esfuerzos en la tarea de forjar un fuerte movimiento democrático, patriótico y descentralista de los campesinos.
Alentamos la participación de la mujer en todas las esferas de la vida nacional, su organización democrática, su lucha por plena igualdad de género, su incorporación activa en el Partido, su participación en la reconstrucción de la izquierda peruana.
Demandamos la libertad inmediata de Alfredo Espinoza Fonseca y Gastón Godoy Tucto, dirigentes de Juventud Popular encarcelados injusta y arbitrariamente en la ciudad de Huánuco. Nuestra solidaridad militante con los presos políticos injustamente detenidos y la exigencia de su pronta libertad.
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