PARTIDO COMUNISTA DEL PERU - PATRIA ROJA

CAMBIO !SI!, CONTINUISMO !NO!

MANIFIESTO AL PAÍS


 

1.- Diez años de dictadura cínica y mafiosa encabezada por Fujimori, Montesinos y la cúpula militar, ha concluido con la huida del dictador, pero no así la crisis económica, social, política y moral a la que escandalosamente arrastraron al país.

En los últimos 50 años se experimentaron diversos modelos económicos e instalaron diferentes regímenes políticos. Hemos visto la sustitución de un gobierno por otro, de esperanzas renacidas luego frustraciones. El esperado desarrollo no llega o no trae el bienestar prometido. En su lugar continúan haciendo estragos el atraso, la pobreza, el centralismo, la arbitrariedad, la desocupación, todos ellos de origen estructural.

¿Qué queda del espejismo liberal de los años 50s y 60s?. ¿Quiénes recuerdan la ilusión sembrada por las reformas del velasquismo?. Pasaron la contrarreforma posterior,  los años aciagos de fines de los 80s durante el gobierno aprista, seguida de ofrecimientos de prosperidad, orden y moral pública en los inicios del fujimorismo. Sólo quedan ofertas incumplidas, un fracaso  tras otro. En la misma línea se inscribe el proceso electoral en curso, donde continuismo y demagogia marchan de la mano. Lo que está ausente son los cambios que el pueblo reclama.

Al cabo de 180 años de vida republicana pudimos y debimos ser un país próspero, integrado, moderno, con bienestar para las mayorías, con verdadera democracia, independencia y justicia social. No obstante ingresamos disminuidos al siglo XXI en medio de la crisis y el desconcierto, con la sensación amarga de que todo se pudre. En el Perú parece que el tiempo se hubiese detenido. Existen responsables: clases dominantes ineptas, la larga saga de caudillos militares y civiles que entendieron el Perú como chacra propia,  dictaduras siniestras, demagogos de oropel. La política en el Perú requiere también refundarse.

2.- La dictadura fujimori-montesinista fue posible por que se permitió y estimuló. Sin el respaldo cómplice del imperio norteamericano, del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, de la OEA que ahora se rasga las vestiduras, de la burguesía que aplaudió la aplicación del capitalismo salvaje “porque estaba en la línea correcta”, de las cúpulas militares dispuestas a perpetuarse en el Poder por décadas enteras, el fujimorismo no habría contado con el poder ominoso que alcanzó. Lo necesitaron para imponernos un modelo de economía que no compatibiliza con nuestra realidad, para asegurarse el pago de una deuda externa impagable, privatizar a precio de regalo las empresas públicas, entregar el mercado nacional y condenarnos a la exportación de materias primas; para destruir la conquistas sociales y laborales de los trabajadores e intensificar la sobreexplotación del trabajo. Pero también, es necesario reconocerlo, por la ausencia de una alternativa popular y democrática que fuese capaz de resistir y derrotar ese proyecto.

3.- La democracia peruana, más formal que real, está en crisis. Con ella el Estado centralista, autoritario, excluyente, que ha perdido soberanía.  La descomposición del Congreso, del Poder Judicial, la Fiscalía de la Nación, el JNE, de la cúpula militar hundida en la satrapía y la corrupción, no son hechos circunstanciales sino la confirmación de un profundo dilema no resuelto a lo largo de la historia republicana.

El régimen fujimorista es la culminación de ese ciclo histórico. Pero también la demostración de que el Perú necesita ir hasta la raíz del cáncer que lo atenaza para proceder a una transformación radical, si aspira a tener un lugar expectante  de cara al siglo XXI. 

4.- No es verdad que la nación, la independencia y la soberanía están terminados en el país. No es posible su  inserción exitosa en el mundo renunciando a su identidad y a su capacidad de autodecisión. Abrirse al mundo, sí, pero desde su realidad y desde sus intereses y derechos soberanos. Otro es el camino que ofrece el neoliberalismo: el  sometimiento a reglas que nos imponen, la dependencia neocolonial. No una globalización con derechos iguales para los pueblos y naciones, sino desigual, donde nos corresponde la parte angosta del embudo.

5.- El centralismo económico, político y cultural es un mal que arrastramos desde la Colonia. Ha perdurado intacto a lo largo de la República impidiendo un proceso de genuina democratización, desarrollo y progreso del interior, además del aprovechamiento de sus potencialidades humanas, culturales y naturales. Somos un país diverso en su configuración geográfica, económica, étnica y cultural. La descentralización deviene así una condición fundamental para la democracia, la integración y el desarrollo de las regiones y el país en su conjunto. Esto es lo nunca han querido entender las clases dominantes,  menos asumirlo.

La concentración de la riqueza en pocas manos es un problema muy antiguo. La Independencia refuerza la concentración de la propiedad de la tierra al mismo tiempo que excluye a la inmensa mayoría de la población campesina e indígena. Esta historia no ha terminado, si bien sus formas no son las mismas. El neoliberalismo acentúa esta polarización. Se explica  por qué sin justicia social  tiene poco sentido hablar de democracia y libertad. El ser humano no puede ser libre ni hay democracia de verdad donde el hambre aprieta, la explotación envilece, y la riqueza se concentra a expensas de los más. Hay que terminar con los privilegios de pocos para hacer  de la inmensa mayoría de peruanos  los privilegiados de las posibilidades que ofrece el país.

6.- Indigna constatar el atraso y la mayor dependencia en que han hundido la patria de Tupac Amaru, José Faustino Sánchez Carrión, Cáceres, Grau, Mariátegui. Nada justifica que nos encontremos entre los países con más pobreza en el Continente. Contamos con una prolongada como rica historia, con recursos naturales suficientes, con un pueblo trabajador a la espera de la oportunidad que se le niega. Lo que ha faltado  y sigue ausente es la clase dirigente que movilice ese potencial y le señale un rumbo seguro. En su lugar la oligarquía, el militarismo y los politicastros dilapidaron las oportunidades, incapaces de marchar al ritmo de la historia .

7.- La crisis moral y la corrupción tampoco son recientes. Vienen de muy atrás sin encontrar freno. No olvidamos las palabras de Gonzáles Prada: “donde se pone el dedo, salta el pus”. La descomposición a que se ha llegado con el régimen mafioso de Fujimori-Montesinos, que los videos grafican con puntualidad, no es más que el extremo de la gangrena que padece el país por la acción de sus elites gobernantes. Las promesas de moralización nunca han culminado. Cada régimen pretende ser el moralizador del precedente. Necesitamos una regeneración moral que vaya hasta las raíces de la enfermedad y que abra paso a la afirmación de valores nuevos en consonancia con el nuevo país que aspiramos construir.

 

8.- La democracia electiva puede permitir la sustitución  de un gobierno por otro, pero está imposibilitada para asegurar la democratización que el pueblo peruano espera. Necesitamos una democracia nueva, participativa y directa, donde la gente decida, elija, fiscalice, revoque y gobierne de verdad. No es imposible el “gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo”. Requerimos cancelar el presidencialismo, siempre caudillista, para abrir paso a una república parlamentaria y un Estado descentralizado que transfiera decisiones a los gobiernos regionales y municipales. La Constitución del 93, fruto del fraude y al servicio del neoliberalismo y la dictadura, debe ser cancelada. Sobre esa base no es posible una democracia radical, ni  desarrollo, progreso o modernidad.  Su trasfondo económico y social está fuera de toda duda.

9.- Terminar con la dictadura fue un paso necesario para salir adelante y airear el ambiente. Llevar a fondo la batalla para sancionar a los responsables de la violación de los derechos humanos y de la corrupción es una tarea que no puede detenerse. La impunidad no debe consentirse jamás. Sin embargo, no habrá salida a la crisis sin acabar con el ciclo neoliberal que ha destruido la economía,  sometido el país al saqueo de las transnacionales y sus socios nativos, afianzado el centralismo, ahondado la polarización entre ricos y pobres, arruinado a los sectores medios, liquidados los derechos sociales y laborales de los trabajadores.

El continuismo neoliberal, que ofrecen todos los candidatos que se aprestan a gobernar el Perú a partir del 28 de Julio, traerá más ruina y pobreza para las mayorías, más descalabros para los pequeños y medianos empresarios, más concentración de la riqueza. No importa que se vista con el ropaje de “tercera vía” o “nuevo centro”, el problema de fondo es el mismo. Es suficiente mirar Argentina o Brasil para saber qué nos espera.

10.- La crisis económica, social, política y moral que aceleró el fujimorismo, no está agotada. El Gobierno de Emergencia, en materia económica y social no está dispuesto a salir de los marcos de la política económica fujimorista. A lo sumo, paliativos dentro  del mismo modelo. La economía recesada desde hace 3 años no tiene signos de recuperación en el corto plazo. Después de 10 años de capitalismo salvaje el 56 por ciento de peruanos se encuentran debajo de la línea de pobreza. Millón y medio de ellos emigraron al exterior. La desocupación se ha convertido en  problema estructural. Se degradan los servicios básicos como educación , salud, asistencia social, también el medio ambiente. La ruina acompaña a la agricultura, a la industria, y con ella a millones de compatriotas que sobreviven en la pequeña y micro empresa. La ciencia y la tecnología, fundamentales para el desarrollo, brillan por su ausencia. Domina el presentismo  mientras se abre paso el “sálvense quien pueda”.

11.- El Perú debe cambiar. Necesita cambiar. Iniciar una vía propia para su desarrollo. Contra ella atenta el continuismo neoliberal. Las grandes crisis engendran también condiciones para grandes cambios. Ese es el reto que enfrenta el Perú.  Cuando deben producirse grandes cambios las medidas cosméticas aplacan la fiebre pero no curan el cáncer que corroe el organismo vivo de la nación.

Necesitamos una nueva Constitución que funde la Segunda República y que encuentre sustento en un Proyecto Nacional que prepare al Perú para ingresar con éxito al siglo XXI. Es indispensable la gran unidad del pueblo peruano para encarnarla y llevarla a cabo antes que sea  tarde. No debiéramos olvidar que el tiempo corre en contra nuestra, en un mundo donde los cambios técnicos se producen a enorme velocidad.

Pero esto exige clara conciencia de su necesidad, voluntad,  unidad y organización para realizarla, claridad de rumbo para no dejarse confundir por los ladridos de quienes apuestan a la perpetuación del sistema establecido y sus privilegios. Nada se conquista sin lucha, unidad y sin voluntad de vencer.

12.- Por todo lo expresado es indispensable contar con una izquierda reconstruida a la altura del reto, con la unidad de los patriotas y demócratas de verdad, con el movimiento sindical y popular recuperado de la crisis profunda que lo agobia, con la juventud colocada del lado del Perú nuevo que debemos construir.

13.- Con toda su importancia, en esta realidad, las elecciones de abril son apenas un episodio. Nada indica que de ella saldrá un gobierno capaz de impulsar el cambio que el Perú necesita. El gobierno que emerja será como un barco a la deriva, producto de la improvisación, resultado de la demagogia fácil para ganar electores más que del convencimiento de los mismos, siempre dispuesto a ceder a los dictados del FMI Y BM  Muchas son las expectativas de un pueblo que reclama respuestas prontas, poco el campo de maniobra. El neoliberalismo ha probado que no ofrece más de lo que conocemos. Vemos  candidaturas sin programa consistente ni estructura sólida que las respalde.  Mismo Fujimori en l990 con su estribillo de “honradez, tecnología y trabajo”. No abrigamos expectativas en ninguna de ellas. Cientos de miles de electores optarán por viciar el voto en señal de rechazo. Esa es también nuestra opción.

14.- Por razones ajenas a la voluntad política de la izquierda, no estará representada en el proceso electoral del mes de abril. La polarización se hará en el espacio de la derecha y el centro, que es más de lo mismo, en su versión de “tercera vía” o “nuevo centro”. Si esa puerta está cerrada por el momento, queda  la movilización del pueblo levantando sus propias banderas. La configuración de la ASAMBLEA DEL PUEBLO, para examinar una propuesta alternativa de cara al país, está a la orden. En esa tarea tienen un lugar fundamental los movimientos regionales, sindicales, culturales, políticos, juveniles, de género, profesionales, étnicos, religiosos, los pequeños y medianos empresarios. Nada impide a los sectores populares crear sus propios escenarios y sus métodos de acción.

15.- La lucha no termina el próximo abril. La batalla contra la corrupción y la impunidad tampoco está concluida. Cobra fuerza la necesidad de conformar un movimiento ciudadano nacional anti-corrupción. Pero la gran tarea sigue siendo la lucha por una salida de verdad democrática, patriótica, de desarrollo con justicia social, descentralización, regeneración moral, y educación, ciencia y tecnología de cara al siglo XXI.

16.- En esta tarea corresponde un lugar importante al Movimiento Nueva Izquierda, a las organizaciones populares, de izquierda y socialistas, a los patriotas y demócratas que aspiran a un Perú próspero y desarrollado. Si hasta el momento la unidad esperada no ha sido posible, hacia delante debemos trabajar en esa dirección. Cientos de miles de peruanos miran con escepticismo un proceso electoral que no  ofrece más de lo conocido. Quieren ser partícipes, no sólo electores. Quieren decidir, no entregar su voto para alimentar tránsfugas. Quieren una política basada en principios firmes, con mirada de largo aliento. Pues eso es lo que se propone ser la izquierda: la gran fuerza de la renovación política, cultural y moral de la sociedad peruana.

17.- Saludamos el desarrollo de los frentes y movimientos regionales. Su unidad en la diversidad, la amplitud de sus componentes, su definida vocación democrática, descentralista y transformadora. Saludamos el próximo Congreso de la CGTP, la central de Mariátegui, conscientes de su imprescindible reorientación, de su unidad basada en principios clasistas, de su organización democrática y no burocrática, de su reconstrucción que debe operar desde sus bases. Saludamos a la juventud y la instamos a incorporarse a la lucha por el cambio que el Perú necesita transitar. La recuperación del movimiento estudiantil en torno de la FEP,  la agrupación de su vanguardia en Juventud Popular, el rescate de sus tradiciones libertarias, democráticas y revolucionarias, tendrán fuertes resonancias en los próximos años. Están creadas las condiciones para promover una gran lucha de ideas que el pensamiento único neoliberal buscó aniquilar.

18.- Es más actual que nunca el deslinde mariateguista: capitalismo o socialismo. Este sigue siendo el dilema de nuestro tiempo. Nunca como hoy el capitalismo había acumulado un poder inmenso y una  posibilidad real de resolver los problemas básicos de la humanidad. Las grandes conquistas técnicas y científicas sientan las bases para ello. Sin embargo, lo que vemos  es la superconcentración de la riqueza, por un lado,  el crecimiento de la pobreza y la exclusión por el otro. El predominio del capital financiero y especulativo sobre el productivo está en la base de las crisis económica que estalló en el último quinquenio y que amenaza con nuevas crisis que sacudirán la economía mundial. Y lo que es más agrave, se cierne la amenaza sobre la humanidad entera originada en la violentación ecológica por el capitalismo irracional e irrefrenable.

19.- Un mundo de paz, desarrollo, prosperidad, igualdad de posibilidades para la humanidad y las naciones, ambientalmente sano, sin hegemonismo, no es un sueño irrealizable. Coincide con la aspiración de los pueblos. Pero es imposible bajo el capitalismo neoliberal, embrutecido por la tasa de ganancia y el dominio planetario por los monopolios que no cesan de crecer. Sólo el socialismo puede permitir una sociedad y un mundo basado en la justicia social, en la emancipación del trabajo, en la libertad efectiva para todos los hombres y mujeres, en el bienestar colectivo e individual. Los errores, incluso deformaciones producidos en las experiencias del llamado “socialismo real”, no invalidan su necesidad histórica. Sacando experiencias y lecciones, en lo correcto y también en los errores para evitarlos, se abrirán paso las fuerzas del cambio social y el socialismo. De ello estamos plenamente seguros.

Lima, fines de enero del 2001.

 

El BURO POLITICO DEL COMITE CENTRAL

 

 

anterior inicio siguiente