NUESTRA PALABRA DESFACIENDO ENTUERTOS Escribe: Alberto Moreno Rojas |
Vivimos tiempos de decantación. Decantación ideológica,
programática, ética. En suma, de definiciones. La
izquierda socialista peruana atraviesa una ya prolongada crisis ideológica,
más evidente desde el derrumbe de Izquierda Unida y a partir de la
ofensiva neoliberal, cuyos efectos se pueden ver fácilmente en el
transfuguismo vivido en estos
años, donde miles de dirigentes y cuadros políticos e intelectuales
socialistas e izquierdistas han emigrado a la derecha o el centro, o
simplemente a depender de la bolsa fujimorista. El argumento es el mismo:
el socialismo «ya no es viable» o el «marxismo está obsoleto». Entre
muchos ejemplos históricos, una desintegración parecida vivió el
bolchevismo ruso luego de la derrota de la Revolución de l905. Allí
también no faltaron argumentos «sesudos» para justificar el abandono de
miles de dirigentes e intelectuales de las filas de la revolución y sus
principios. Hijos de la ola expansiva de la revolución, incorporados
emocional o románticamente en períodos de flujo, faltos de solidez teórica
e ideológica, se muestran incapaces de resistir a pie firme la ofensiva
del capital y se desbandan a la primera derrota seria. Verdades
aceptadas son puestas en
cuestión con facilidad asombrosa. Y con esa misma facilidad se aceptan no
las ideas nuevas y renovadoras que impulsen el pensamiento hacia delante,
sino viejas ideas y cuerpos teóricos anteriormente desacreditados,
conceptos y puntos de vista que vienen del arsenal liberal. En lugar de
principios firmes, ambigüedades, frases sonoras,
falta de coherencia y de solidez política y teórica. El
PUM se mueve, desafortunadamente, en esas aguas. Lo confirma las
conclusiones fundamentales del informe político que discutió en la
primera parte de su IV Congreso. «Hoy
somos un núcleo de los mariateguistas», reconoce el informe. Ya no el
partido que en un momento imaginaron ser, sino un «espacio orgánico»
que «históricamente se agotó». Fueron. Ya no son, aunque sus «principios
básicos tienen vigencia histórica». Una
organización política socialistas - se reconocen del «socialismo
humanista y democrático» - no vale por conceptos abstractos que dice
aceptar, sino por la capacidad de concretarlos en ideas, políticas,
organización, vigencia transformadora en la sociedad. Esta
incoherencia los lleva a asumir puntos de vista opuestos al pensamiento
marxista, socialista y clasista de Mariátegui. No es
suficiente declararse mariateguista para encarnar el pensamiento
socialista y revolucionario del Amauta. Y no se dará un paso adelante
recurriendo a una fraseología donde, en el mejor caso, las bellas
intenciones encubren la falta de consistencia teórica
e ideológica marxistas. Mariátegui
fue hombre de definiciones. Para él sólo había capitalismo o
socialismo, independientemente de las formas y singularidades históricas
y de sus particularidades en cada país, o de los procesos y etapas que
llevaran al socialismo. Ser o no ser: ese es el problema. Y como hombre
socialista sin dobleces asumió el socialismo y la teoría de Marx y luchó
para hacerlo realidad en el Perú. No
nos sorprende que en el informe se nos dedique un párrafo extenso. «Corriente
digmática» es uno de los adjetivos bondadosos que nos otorgan. También
su virginal acusación de «sectarismo extremo». Yendo más lejos nos
espetan, como si se tratara de un pecado mortal, el que reconozcamos que
el «marxismo leninismo sigue vigente». Somos comunistas, no tránsfugas
del comunismo. Es completamente explicable que quienes renuncian a sus
banderas primigenias encuentren dogmatismo y sectarismo «extremo» en
quienes no les proporcionan el placer de seguirlos. Se
explica porque hace mucho han renunciado al marxismo y al leninismo que un
día dijeron abrazar. Hace mucho que viraron al centro izquierda porque
asumieron el criterio de que el socialismo y el marxismo estaban agotados.
Desde
luego que el mejor pretexto para tamaño bandazo es protegerse detrás de
palabras como «renovación». Pero hay renovadores y renovadores.
Aquellos que renuevan dando un paso adelante, haciendo avanzar el
pensamiento revolucionario, y aquellos que «renuevan» dando un paso atrás,
volviendo a viejas ideas o atrasados criterios que se presentan como
nuevos. Mariátegui
se ubica entre los primeros. ¿Dónde nuestros «mariateguistas»
innovadores? Fukuyama,
con su tesis del «fin de las ideologías» apunta a un objetivo concreto:
negar la vigencia del socialismo y el marxismo como el camino ideal para
vender la idea de la eternidad del liberalismo y el capitalismo. Anthony
Giddens, con su teoría de la «tercera vía» arriba, dando vueltas en
torno del mismo pozo, a una conclusión semejante: «¿Tiene todavía algún
sentido estar en la izquierda ahora que el comunismo se ha desplomado
completamente en Occidente, y el socialismo, más ampliamente, se ha
disuelto?». Si el socialismo se ha desplomado y disuelto, si está
muerto, la única conclusión que cabe es la perpetuidad del capitalismo,
y una tercera vía dentro del mismo capitalismo. Esta
es también, aunque no lo quieran decir abiertamente, la conclusión de
los compañeros del PUM. Por eso, toda su propuesta «estratégica», su
programa, se agota en una salida de reformas cuyo límite es el
capitalismo reformado, «humanizado», fundado en un «autogobierno»
surgido espontáneamente. Y por
eso, igualmente, su concepción del partido basado en los movimientos y
frentes regionales, que representa una base social tan amplia que abarca
desde la clase obrera hasta los «comerciantes nacionales», ajeno a la
concepción del partido y de la política de clase que asumió Mariátegui.
Concepción que, claro está, consideran también obsoleta. Porque para
los compañeros del PUM las clases tampoco existen,
menos la ideología de clase. Se
entiende que, partiendo de esas premisas, vean el marxismo leninismo con
horror, y al partido comunista como demostración de «sectarismo extremo».
O que prefieran alianzas con los representantes de la burguesía antes que
con los comunistas. No
discutimos el derecho que tienen de pensar como quieran. Pero no es
tolerable que se irroguen la representación de la verdad descalificando a
otros que no comparten sus puntos de vista. Puntos de vista
que, en nuestra opinión, considerado históricamente, representan
un paso atrás, una seria concesión ideológica, teórica y programática
al liberalismo. Y que este paquete de ideas invertebradas se nos
restriegue como símbolo de fidelidad al pensamiento socialista y marxista
de Mariátegui. Desde
luego que existe un cierto número de conceptos que tienen similitud con
la tesis del Nuevo Curso. Similitud mas aparente que real. Y es que lo que
nosotros identificamos desde la esfera de la táctica, los compañeros del
PUM lo asumen como su objetivo estratégico. Para nosotros es una
aproximación al objetivo estratégico; para ellos, su punto de llegada.
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