Ángel Negro

Rabia desencadenada. Cruda, negra y despiadada. De su capa surgen hambrientas voces de aliento.

* * *

 

CAPÍTULO 5: Temis

"En primeras nupcias Zeus se casó con Metis, la Inteligencia, y luego con Temis, diosa del Orden y la Justicia..."

 

Habían pasado dos días desde el funeral de Cala y parecía que todo había vuelto a la normalidad. Mis pesadillas habían dejado de serlo y por las noches volvía a dormir con la mínima tranquilidad que necesitaba y Siren...

 

Siren... No lo había vuelto a ver desde entonces...

 

Me detuve en mitad de las escaleras y me apoyé en la barandilla. Llegaba ya tarde a clase, los pasillos estaban vacíos, pero eso parecía carecer de importancia en aquellos momentos, cuando tenía su imagen en mi mente...

 

"Ha dejado de molestarme por fin."

 

Y sin saber por qué una profunda tristeza se me agolpó en el pecho al pensarlo.

 

-Al menos – susurré, animosa -, no he vuelto a morder a nadie...

 

-Pero seguro que te mueres de ganas.

 

Levanté la cabeza bruscamente al oír la voz y la vi. Una chica, que debería tener varios años más que yo, vestida con una especie de sotana negra ribeteada en rojo, estaba sentada en la barandilla varios escalones más arriba de donde yo me hallaba. Su cabello, castaño claro y largo, lo llevaba sujeto en una alta cola de caballo. Sus ojos eran grandes, de un color dorado ambarino que me recordaron a los de Siren...

 

-¿Quién eres?

 

Me fijé que sobre su pecho colgaba una gran cruz adornada con una piedra negra en el centro.

 

-Soy Temis y he venido a buscarte.

 

-¿A... Buscarme? ¿Para qué?

 

La llamada Temis saltó de la barandilla y empezó a bajar los escalones hacia mí.

 

-He venido a ayudarte, Alcione – su mano acarició la cruz que le colgaba del pecho -. He venido a dar descanso a tu atormentada alma.

 

El movimiento fue tan rápido que apenas tuve tiempo para reaccionar. Saltó sobre mí con la cruz en la mano, una cruz que se había convertido en un tipo de daga afilada que tenía intención de clavarme en el pecho...

 

La sujeté por la muñeca con las dos manos y las dos caímos escaleras abajo. Ya en el suelo y con aquella chica sobre mí, apuntándome con aquella cruz de extremo afilado como una gran aguja, creí con toda mi alma que aquél iba a ser mi final...

 

Pero no fue así, todo lo contrario. Algo en mi interior afloró hacia la superficie, una fuerza sobrenatural que ya había sentido antes y que, sin embargo, me había esforzado tanto en reprimir...

 

Agarré con más fuerza aquella mano que sujetaba la cruz y tiré de ella, llevando a Temis al suelo. Rápidamente me abalancé sobre ella y la cogí del cuello, sonreí y apreté mis dedos contra su piel. Sentía que mi corazón palpitaba a gran velocidad, estaba eufórica... Me gustaba aquella sensación, quería más así que clavé con más fuerza mis dedos en el cuello de aquella chica...

 

-¡ALCIONE!

 

Vi de reojo a Siren a varios pasos de nosotras, pero aquello no me impidió que siguiera ahogando a mi víctima.

 

-Suéltala...

 

Entonces lo miré sin comprender.

 

-Ha intentado matarme – dije yo.

 

-Suéltala – me repitió de nuevo.

 

-Pero...

 

-¿No me has oído? – sus ojos se llenaron de furia -. ¡Te he dicho que la sueltes!

 

Me quedé helada, nunca lo había visto así. Aquellos ojos... Aquellos ojos me miraron con tanta ira que sentí un horrible nudo en la garganta. ¿Acaso estaba avergonzada?

 

Temis se incorporó lentamente. Se sujetaba el cuello y respiraba con pesadez. Siren se acercó a ella, con las manos metidas en los bolsillos de la chaqueta y, sin hacer nigún movimiento, le soltó:

 

-Por tu bien espero no volver a cruzarme contigo, Temis.

 

Ella se limitó a sonreír.

 

-No amenaces en vano, Siren – indicó ella -. Sabes que tengo una misión que cumplir.

 

Me miró y yo bajé la cabeza para no encontrarme con sus ojos.

 

-Márchate... Vete – le espetó Siren, inexpresivo.

 

Lo contemplé a él y después a Temis. Los dos tenían cierta tristeza en sus rostros...

 

-Como quieras, Siren...

 

La vi desaparecer tal y como siempre hacía Siren. Me preguntaba quién sería aquella chica llamada Temis y por qué habría intentado matarme...

 

-Alcione – Siren estaba de espaldas a mí -, regresa a tu clase, rápido.

 

Ni siquiera se dignó a mirarme y eso me dolió, pero obedecí y me dirigí hacia mi clase.

 

Siren y Temis... Me preguntaba qué clase de relación existiría entre ellos dos...

 

* * * *

 

Lejos de allí, en el cementerio de la ciudad la figura de un hombre vestido con un largo chaquetón negro estaba de pie ante dos tumbas. En la piedra de las dos lápidas podía leerse inscrito el nombre de Amón y Serene, respectivamente.

 

El hombre mantiene el silencio mientras recuerda las palabras de aquella chica que habían penetrado con tanta fuerza en su alma de vampiro.

 

"Quizá todo lo que está pasando sea culpa tuya..."

 

Sonríe al recordarla diciendo aquello, como si no se le ocurriese otro gesto más que sonreír...

 

En ese momento, alguien se acerca por detrás suyo.

 

-No te das por vencida ¿eh? – dice el hombre.

 

-Nunca, lo sabes bien, Siren.

 

-Pues deberías...

 

Ella sonríe con malicia.

 

-¿Cómo tú, querido Siren? Vamos... Esa chica está pidiendo a gritos que alguien la haga descansar para siempre. Es un ser maldito que se siente perdido... Tú me la describiste así ¿no te acuerdas?

 

-No sé por qué diablos has tenido que aparecer, Temis. Esto es cosa mía.

 

-Tan egocéntrico como siempre... Sabes perfectamente quién tiene la culpa de que tú y yo seamos lo que somos. Aunque a mí la chica me da pena...

 

La figura de la mujer se coloca al lado de la del hombre. Los dos observan la lápida en la que está grabado el nombre de Amón.

 

-No te metas por medio, Temis – dice el hombre con gravedad -. Regresa y no vuelvas.

 

-Lo siento, Siren – en su expresión se lee la tristeza -. Pero esta vez no podré obedecerte. Perdóname.

 

Le acaricia el hombro con un gesto lleno de amor y desaparece.

 

-¿Y aún me pides perdón? – el hombre llamado Siren mira hacia el cielo y cierra los ojos, recordando...

 

Recuerda aquella noche... Su mano cerrándose en torno a la de una chica que lo miraba con ojos muy abiertos, asustada... Recuerda sus palabras: Temis... Perdóname, Temis... Y aquella sed tan profunda que no lo dejaba ni a sol ni sombra. Sus intensos deseos de beber, de probar aquel néctar de aquella chica que lo miraba con tanto miedo... Y su enorme rabia y vergüenza después de notar el líquido caliente y rojizo resbalando por su garganta...

 

Continuará...

 

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Notas de Ire:

Mmm... No sabéis lo que me ha gustado este capítulo, sobre todo la última parte. Como veréis he hecho un cambio de perspectiva, de primera persona a tercera en esta última parte, puesto que ésta es una escena que se está desarrollando paralelamente a la de Alcione y de la que ella no tiene conocimiento alguno.

Espero que os guste el personaje de Temis, que no, por mucho que lo penséis, Temis no es el personaje malvado de la historia, en realidad el malo de la historia es... JAJAJA ¡No lo sabréis hasta dentro de unos cuantos episodios más! JAJAJA

Mmmm... Cada vez me gusta más la relación de Alcione-Siren ^^

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