CAPITULO II: Recuerdos y sorpresas -"Lo siento, tiene que ser así... es mi responsabilidad... - Consideró angustiado el anciano. La mujer profirió un grito. -¡¡¡¡Tu responsabilidad!!!! ¡¡¡No la de tu nieta!!! - Aseveró desesperada, acercándosele. -Ve tú en su lugar, ¡Por los dioses! ¡Es una niña!- -Era la única forma. Céfiro es poderoso... los embajadores dijeron... - Pero el hombre se calló bruscamente, al observar a su nieta de pie, en la entrada del dojo. La jovencita lo miraba estupefacta, con los ojos llenos de lágrimas. Respiraba con dificultad, como si le faltará el aliento. -Entonces... es cierto... tengo que irme... soy el pago del préstamo... -" Caminaban por largos pasillos llenos de ventanales a la derecha, que daban vista a espléndidos jardines. A la izquierda, estaban las habitaciones en las que de vez en cuando se dejaban oír a través de las puertas, risas femeninas. -Te preguntarás en donde estamos. Esta ala del palacio es diferente de la que estuviste hace rato. Es el ala donde nos albergamos las mujeres del harem real. Se le llama Palacio de Oriente. Todo lo que has visto desde que salimos de aquella habitación pertenece a este edificio. ¿Te impresiona? Tiene cerca de 500 jóvenes. Céfiro es un reino poderoso. ¿De donde vienes tú?- Explicó y preguntó Karudina. -De un lugar lejano, señora, y muy pequeño. Se llama Rayearth- Declaró Hikaru. -¿Y por qué estás aquí?- Cuestionó curiosa -¿También eres un tributo?- La joven pelirroja se mordió el labio. -"Salvarás a tu pueblo mi pequeña Hikaru. Además, tendrás una vida con más comodidades y lujos de los que hubieras podido soñar. Entiéndelo... no tenemos otra opción... tú eres nuestra única salvación- -No. Soy un pago- Pronunció con amargura. Karudina se preocupó. -Un... pago. ¡Oh! Dioses... eso es aún más difícil... a nosotras nos educaron especialmente para ser concubinas; ¿¡Pero a ti?! - Exclamó consternada. -¿Te dijeron algo?- -¿Algo?- Hikaru no entendió. -Si. Algo como artes, cómo bailar, cantar o entretener a un hombre, ¿En tu reino no existen lugares especiales para eso?- Hikaru la miró algo extrañada. -¡Lugares especiales para eso!- Exclamó con una triste sonrisa. -No señora; Rayearth es un lugar muy sencillo, no estamos acostumbrados a estas cosas. Soy la nieta del juez de la aldea, por eso fui escogida- -¡Oh! Pobre niña- Se condolió sinceramente Karudina. - Esto será menos fácil para ti entonces. Pero oye... mírame, yo te voy a ayudar. Puedes contar conmigo. ¡Confía en mi!- La forma en lo dijo reconfortó un poco a la pálida Hikaru; haciéndola suspirar con alivio. Entonces se detuvieron. Frente a ellas estaba una gran puerta de madera labrada. -¿Lista Hikaru?- Le preguntó la joven. "-¿Lista Hikaru?"- Se preguntó entonces. Pasó saliva y asintió. La puerta se abrió con lentitud. Deslumbró momentáneamente a la pelirroja. Por unos segundos no pudo distinguir algo. Un instante después ahogó una exclamación de sorpresa. Una enorme habitación se presentó ante ellas. La vista de una cascada y de un lago que parecía de cristal la sorprendió. Decenas de jovencitas nadaban y jugaban en el agua; otras más paseaban por inmensos jardines, corrían o practicaban danza, algunas tomaban el sol, cuyos rayos se filtraban por el techo transparente del recinto. Divanes ricamente tapizados eran ocupados por chicas que comían de fuentes hechas de plata, llenas de frutas y pastelillos, mientras sonrientes esclavas les servían un liquido de color rosado en copas de cuarzo. Hikaru estaba anonada, se preguntaba como era posible que aquellas muchachas, que habrían sido llevadas en contra de su voluntad, podían parecer tan felices. Miró a su alrededor; a su diestra se encontraban varias habitaciones dispuestas para el arreglo de las jóvenes. Karudina la tomó por el brazo, llevándola hasta ahí, mientras le daba un reconocimiento. - Esta es la habitación de recreo y descanso. ¡Vaya que el Emperador nos consiente! ¿Te asombró ver tanta gente? Apenas son la mitad de todas ¿Cómo ves? A veces, vienen las viejas urracas de la guardiana a vigilar, pero ¡imagínate! La vista de tanta juventud las deprime. Hoy mismo vino a verme una de ellas: "Karudina" me dijo con su voz de tumba; " Tengo algo que pedirte, pronto llegará una jovencita destinada al Emperador, tú eres la más indicada para ayudarla a estar hermosa en su presentación, así que te la encargo mucho" ¿Sabes? Me alegra que me lo haya pedido, porque me dio mucho gusto conocerte. Ahora; veamos... - Entraron a una habitación llena de pasillos en los que se encontraban maniquíes portando exquisitos vestidos. - Por aquí Hikaru- Señaló Karudina. -Tenemos mucho que hacer antes de tu presentación... - - ¿ Mi presentación? ¡Oh Dios mío!... ayúdame- Suplicó aterrada, sintiendo que empezaba una pesadilla. Continuará......