Aspectos del Simbolismo de la
Transformacion en El Cuarto de Atrás de Carmen Martín Gaite *
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Edmund S. Meltzer **
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INTRODUCCIÓN
Es bastante difícil decir algo original sobre una de
las dos novelas más comentadas en toda la literatura española pero
creo que puedo aplicar un punto de vista diferente y quizás
sorprendente. Quiero asegurar a los/las lectores/as que insisto en la
fuerte convicción de rechazar la perspectiva de un enfoque único (esto
ó aquello). Creo en la validez de las interpretaciones múltiples.
Cuando hago nuevas sugerencias, no pretendo rechazar las
interpretaciones de otros escritores, sino añadir y explorar los
posibles razones para algunas interpretaciones. Uno de los temas mas
importantes y casi omnipresentes en El cuarto de atrás es
jugar/juego1, y la
interpretación es un juego que la autora juega con el/la lector(a).
Como se escribe en la novela, "En el fondo, todo es jugar" (p.
153). Yo acepto con alegría (y quizás también con laboriosidad) la
invitación de la autora a jugar su juego. Es en el espíritu de este
juego, que ofrezco algunas sugerencias sobre la significación de los
elementos simbólicos en la novela, especialmente los que tratan del
concepto de transformación. La tesis, o, mejor, hipótesis, que voy a
proponer - el hilo que unifica mis diversas sugerencias - es que la
constelación de símbolos que expresa la idea de transformación en la
novela es de derivación egipcia, y que la autora misma le señala eso
al lector mediante indicios intencionales. Esta selección me parece
apropiada, porque la transformación con muchas variaciones es un tema
muy presente en El cuarto. Mis citas son de la edición de 1997.
EL JEROGLIFICO
Una palabra significativa que usa la autora es
"jeroglífico" (p. 114 y 131). En la primera ocasión se trata
de ". . . una especie de jeroglífico para iniciados." Se
refiere a un "trabalenguas," pero opino que señala la
naturaleza de la novela misma como un "jeroglífico" que
tenemos que descifrar. En el segundo pasaje, Ias espirales del
empapelado de la pared empiezan a girar, reanudando el jeroglífico."
En la página 143, Carola le dice a la narradora algo que me parece
relacionado, ". . . usted se arrodilló a su lado y oyó que
hablaba en un lenguaje desconocido."
Quizás el "jeroglífico" no sea lo
bastante frecuente como para considerarse "leitmotiv," pero es
una imagen interesante y - significantemente para mí - señala la
posible presencia de los elementos egipcios en el simbolismo del libro.
Se puede sostener la posibilidad del uso de símbolos egipcios por
Carmen Martín Gaite al observarse que ella ha traducido al español las
"Cartas a Merline" de Rainer Maria Rilke2,
que es uno de los autores más egiptófilos en la literatura europea
moderna3. En El cuarto hay
una referencia directa a Egipto en el "recinto prohibido," Luna
de miel en El Cairo (p. 48): "Ven, que te espero en El
Cairo,/ junto a la orilla del Nilo. . . ."
ALEJANDRO, EL DIABLO-DIOS
Hay muchos comentarios que tratan del "hombre
(vestido) de negro"4,
incluso las bien fundadas sugerencias de que puede ser el diablo, un carácter
en una novela escrita por la narradora como niña, una manifestación
psicológica freudiana o jungiana. Castillo observa que
"Alejandro" es la primera palabra de la novela Luna de las
máscaras de Elisabeth Mulder5;
las máscaras son instrumentos obvios de transformación. Glenn nota que
la fraseología "el hombre de negro" se parece a "Prince
of Darkness"6, pero
parece ignorar que en el folklore europeo, el diablo era frecuentemente
descrito como "el hombre negro," un hombre completamente negro7.
Castillo percibe que "Alejandro" tiene el mismo nombre que
Alejandro el Grande: "Alejandro, the nebulous man in black, shares
the name of the Greek conqueror who cast his shadow over the known
world, and this half-sinister figure appears out of the death of General
Franco, . . . ."8 Es
posible que haya una razón adicional para darle al hombre el nombre del
gran emperador. En sus monedas, Alejandro el Grande se representa con
los cuernos de la divinidad; por eso, en la tradicion árabe se llama
"Alejandro de los dos cuernos" (Iskander al-Qurnayn). En
las religiones antiguas, en el medio-oriente y también en Europa, había
muchos dioses con cuernos, y la característica de tener cuernos se usa
frecuentemente en la iconografía para identificar a los seres divinos
incluyendo los reyes deificados. La iglesia cristiana consideraba a
tales dioses (y a las divinidades "politeístas" en general)
como diablos o demonios. Además, la presencia de Alejandro el Grande
constituye un elemento egipcio adicional, porque el emperador era
soberano de Egipto y era aceptado allí como un dios hijo de un dios. Es
también sugestivo el hecho de que el color negro tiene muchas y
complicadas asociaciones simbólicas con las cualidades y
manifestaciones de la divinidad en variedad de religiones.9
EL HOMBRE-CUCARACHA-ESCARABAJO
La "cucaracha" es uno de los elementos más
importantes y interesantes de El cuarto de atrás. La alusión al
cuento "La Metamórfosis" de Franz Kafka es bien conocida10,
y se puede entender el papel de la cucaracha como símbolo de cambio por
referencia al cuento de Kafka. Pero esta explicación es demasiado
sencilla. ¿Por qué aparece el insecto en el cuento de Kafka? ¿Cuál
es la verdadera identidad del insecto en el cuento de Kafka? ¿Por qué
escribe Kafka que el hombre se convierte en tal insecto? Para entender
esto debe uno darse cuenta de que en "La Metamórfosis"
("Die Verwandlung"), se refiere al insecto como "Mistkäfer,"
es decir, el escarabajo, el insecto sacro de los antiguos egipcios, en
inglés "dung beetle."11
El escarabajo es el símbolo egipcio de cambio, transformación,
desarrollo, y del dios-sol Khepri que nace cada mañana; el jeroglifo
del escarabajo tiene el valor fonético kh-p-r y escribe el verbo
"cambiarse, comenzar a existir, hacerse, transformarse" y
otras palabras relacionadas.12
Más raramente, el verbo es transitivo, "crear." Todorov, en
su libro The Fantastic que es tan importante como
inspiración en El cuarto, discute la "Metamórfosis"
de Kafka y el insecto13,
y desarrolla el tema de la metamórfosis del hombre normal en el ser
fantástico, pero no parece saber que la selección del insecto como símbolo
tiene una significación específica, y no parece saber nada sobre su
identidad como escarabajo. ¿Cómo podía argumentar que Carmen Martín
Gaite intenta aludir al insecto de Kafka y mantener el simbolismo del
escarabajo egipcio, cuando la propia Martín Gaite lo llama
"cucaracha"? Como traductora de la literatura alemana al español,
la autora debe de saber el verdadero significado de Mistkäfer. ¿Por
qué oscurece sus propios símbolos? Yo creo que usa la palabra
"cucaracha" porque, mediante las traducciones inexactas, el
insecto ha entrado en la imaginación popular como
"cockroach," "cucaracha," y la conexión con
"La Metamórfosis" se habría perdido para el lector si se
hubiese usado la palabra "escarabajo." ¡Quizás hay indicios
de que la "cucaracha" no es una cucaracha ordinaria! Es
interesante observar que las cucarachas no son verdaderamente negras
sino oscuras, mientras que muchos escarabajos son completamente negros.
Uno de los pasajes más interesantes y relevantes está
en la página 145 de la novela: ". . . me acuerdo de que el hombre
de negro está realmente ahí fuera.... Lucho entre el deseo de asomarme
a comprobarlo y el miedo a cambiar de postura; se puede haber convertido
en cualquier animal espantoso, en un dragón, en el hombre lobo, puede
incluso haberse esfumado." (El "hombre lobo" es el
ejemplo más clásico del que cambia de formas -
"shapeshifter" - en el folklore europeo14,
y también sugiere al dios hombre-lobo/chacal/perro, es decir, Anubis,15
"el psicopompo, un dios de la muerte y la regeneración.) En los
"Textos de los Ataúdes" y el "Libro de los Muertos"
egipcios, hay oraciones de "transformación" en que el muerto
- y quizás también el hombre vivo que hace un ritual - puede
transformarse en un pájaro, una flor, un dios, un gobernador, etc., y
"en cualquier forma que quiere"16.
El alegato de la narradora acerca de la "tendencia a la
esquizofrenia" del hombre (p. 153) también tiene que ver con la
transformación y la polaridad de las personalidades o papeles buenos y
malos ("dios"-"diablo").
Parece posible que el mismo personaje se intercambie
entre las formas de ser humano y cucaracha; la cucaracha parece anunciar
la apariencia del hombre17,
y las palabras finales del hombre en el fin del capitulo 2 son, "¡Tenga
cuidado con las cucarachas!" (p. 64). El hombre tiene características
en común con las cucarachas: tiene ojos como cucarachas, y la cucaracha
y el hombre son descritos como "negros." (Hemos mencionado las
implicaciones y posibles valores simbólicos del color.) En la iconografía
egipcia, el dios Khepri aparece a veces como escarabajo antropomorfo: un
hombre con un escarabajo completo en lugar de cabeza.18
EL HILO Y EL LABERINTO
Hay numerosos ejemplos en El cuarto del
hilo como otro leitmotiv. Es parte de una imagen que incluye el
laberinto (por ejemplo, las páginas 52, 71, 135); en el mito del
Minotauro, es el hilo de Ariadna el que guía al héroe Teseo por el
laberinto. Las piedrecitas de Hansel (no "Pulgarcito" como
dice la autora) son el equivalente del hilo, así como el bosque
corresponde al laberinto. Es interesante que la imagen del laberinto no
solamente es griega sino egipcia también; había laberintos famosos en
Egipto y en Creta. El laberinto egipcio ha sido descrito por los autores
clásicos Herodoto, Diodoro, Estrabón y Plinio19.
Es muy posible que la palabra "laberinto" sea de origen
egipcio. Dos etimologías egipcias que se sugieren son: Lamares o
Lamaris, la forma griega del nombre Nymaatre del faraón
Amenemjét III20, el
constructor del edificio, y Ra-per-ra-hun(t), "el templo de
Lahun,"21 siendo
Lahun un topónimo en el Fayum.
CONCLUSION Y PENSAMIENTOS ADICIONALES
Según mi propia opinión, la sugerencia de que el
hilo nos guía a Egipto para explicar los orígenes de algunos símbolos
importantes usados por la autora, y que ella misma nos da indicaciones
de esto, parece merecer la consideración propuesta. Por lo menos, es un
resultado posible en el juego de interpretación iniciado por Carmen
Martín Gaite. Por supuesto, tendríamos que investigar más
profundamente para sostener esa idea como algo más que una hipótesis lúdica.
Hay otras investigaciones que se pueden proseguir en
el estudio de El cuarto de atrás. La obra de Mary
Douglas, Purity and Danger, trata de la importancia
cultural de la limpieza y el desorden, y de la línea que separa los dos
(pp. 67, 81 de El cuarto). El dominio
peligroso del desorden es frecuentemente el fondo de la creatividad y de
la creación nueva.22
También es posible comparar El cuarto con Portnoy's
Complaint de Philip Roth, una novela que consiste en un monólogo
del protagonista/narrador en la oficina de un psiquiatra, o con I Am
the Cheese de Robert Cormier, una novela para los "jóvenes
adultos" en que el protagonista, un niño adolescente, es
interrogado por un interlocutor que no es psiquiatra sino representante
de una ominosa agencia del gobierno. No tienen fin las exploraciones,
las comparaciones, los hilos de pensamiento que podemos seguir en el
estudio y la apreciación de El cuarto de atrás. Como ha
escrito Debra Castillo, es una "Never-Ending Story" (y mucho
mejor que la película con el mismo nombre). Y podemos estar seguros de
que eso es la verdadera intención de Carmen Martín Gaite.
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NOTAS
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Estoy muy agradecido a la profesora Renee
Craig-Odders, Universidad de Wisconsin-Stevens Point, por su supervisión
y correcciones; al Dr. Terence DuQuesne de Londres por referencias y
sugerencias importantes; y al profesor emérito Juan Adolfo Vázquez,
Universidad de Pittsburgh, por su aliento.
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USA. Nacido en New York, estudió en las
universidades de Chicago y Toronto (Canadá). Especializado en egiptología,
participó en el proyecto del Templo de Akhenaten en Egipto. Actualmente
es redactor de varias revistas literario-filosóficas y de su
especialidad y colaborador de la Enciclopedia Oxford sobre Egiptología.
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1
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K.M. Glenn, "El cuarto de atrás:
Literature as Juego and the Self-Reflective Text," n.d.: 149-158.
|
2
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I. Roger, "Carmen Martín Gaite: Una trayectoria
novelística y su bibliografía" Anales de la Literatura Española
Contemporánea 13 (1988): 309.
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3
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A. Grimm, Rilke und Ägypten, München:
Wilhelm Fink, 1997; reseña de T. DuQuesne en Seshat 2 (otoño
1998): 40-44.
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4
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Por ejemplo: D. A. Castillo, "Never-Ending
Story: Carmen Martín Gaite's The Back Room," PMLA
102 (5) (1987): 819,822; J. Palley, "Dreams in Two Novels of
Carmen Martín Gaite," in From Fiction to Metafiction: Essays in
Honor of Carmen Martín Gaite (Lincoln, Neb.: Society of Spanish and
Spanish American Studies, 1983), pp. 111-113; Glenn,
"Literature as Juego," pp. 152f; R. Spires,
"Intertextuality in El cuarto de atrás," n.d., p. 143;
J. L. Brown, "Carmen Martín Gaite: Reaffirming the Pact," in idem,
ed., Women Writers of Contemporary Spain: Exiles in the Homeland (Newark,
Delaware: U. of Delaware, 1991), pp. 84, 86; J. Perez, Contemporary
Women Writers of Spain (Boston: Twayne, 1988), p. 141.
|
5
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"Never-Ending Story": 822.
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6
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"Literature as Juego," p. 153.
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7
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Hay muchos ejemplos en las obras de Margaret A.
Murray, The Witch-Cult in Western Europe y The God of the
Witches. Sus conclusiones son controversiales, pero cita
extensamente muchos documentos originales.
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8
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"Never-Ending Story": 819. El Dr. Terence
DuQuesne me ha comunicado la referencia Qur'an, Sura XVIII 83-110 para
"Alejandro, el de los dos cuernos."
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9
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T. DuQuesne, Black and Gold God: Colour symbolism
of the god Anubis with observations on the phenomenology of colour in
Egyptian and comparative retigion, London: Da'th/Darengo, 1996; y el
artículo de E. S. Meltzer, " 'Who Knows the Color of God?'," Journal
of Ancient Civilizations 11 (1996):123-129.
|
10
|
Castillo, "Never-Ending Story": 819.
|
11
|
El texto alemán se puede encontrar en A. Otten, ed.,
Meistererzählungen (New York: Appleton-Century-Crofts/Meredith,
1969), pp. 119-178; v. también el vocabulario, pp. 216 y 226. Para una
buena traducción en inglés por S. Corngold, v. E. Bowler, et al., ed.,
Prentice Hall Literature: World Masterpieces, 4th ed. (Upper
Saddle River, NJ/Needham: Prentice Hall, 1996), pp. 1084-1110, esp, p.
1104. En German Quarterly 72 (1999): 133-152, M. P. Ryan
contribuye con un artículo de título "Samsa and Samsara: Suffering,
Death, and Rebirth in 'The Metamorphosis'," en que subraya la
identidad del insecto como escarabajo (147), pero Ryan se apoya en la
filosofía hindú para desarrollar su interpretación.
|
12
|
R. O. Faulkner, A Concise Dictionary of Middle
Egyptian (Oxford: Griffith Institute/Oxford U. Press, 1962), pp.
188f; H. Buchberger, Transformation und Transformat: Sargtextstudien
I, Wiesbaden: Harrassowitz, 1993; reseña por T. DuQuesne, Discussions
in Egyptology 32 (1995): 117-120.
|
13
|
T. Todorov, The Fantastic: A Structural Approach
to a Literary Genre, trans. R. Howard (Cleveland/London: Case
Western Reserve, 1973), pp. 169-175.
|
14
|
S. Baring-Gould, The Book of Were-Wolves. Being an
Account of a Terrible Superstition, 1865; reimp. New York: Causeway,
1973. Mi colega Terence DuQuesne de Londres me ha enviado referencias
adicionales importantes sobre el hombre lobo, incluso: C. Alvarez, Los
poemas del hombre-lobo, Bristol, 1986; R. P. Eckels, Greek
Wolf-Lore, Philadelphia, 1937; R. Eisler, Man into Wolf, London,
1951, C. A. Fougeryrolles, Bibliographie du loup, Niort 1972; W.
Hertz, Der Werwolf, Stuttgart 1862 (repr. Wiesbaden, 1973); C. F.
Otten, ed., A Lycanthropy Reader, New York, 1986; M. Summers, The
Werwolf, London,1933.
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15
|
V. nota 9.
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16
|
V. nota 12, y también W. Federn, "The
'Transformations' in the Coffin Texts: A New Approach," Journal
of Near Eastern Studies 19 (1960): 241-257.
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17
|
Cp. Brown, "Reaffirming the Pact," p. 84.
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18
|
G. Hart, A Dictionary of Egyptian Gods and
Goddesses (London/New York: RoutIedge & Kegan Paul, 1986), p.
110; B. E. Shafer, ed., Refigíon in Ancient Egypt Ithaca/London:
Cornell U., 1991), p. 37, fig. 21. Es notable que haya un libro bastante
bueno sobre la religión egipcia que fue publicado en España antes de
la muerte de Franco: M. Boladeras, Mitologías del antiguo Egipto, Barcelona:
Telstar, ediciones 1968 y 1972.
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19
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H. R. Hall, The Ancient History of the Near East, 5th
ed. (London: Methuen, 1920), pp. 153f.
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20
|
ibid.
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21
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M. Bernal, Black Athena: The Afroasiatic Roots of
Classical Civítization, v. 1 (London: Free Association, 1987), p.
64. En un intercambio de correspondencia con el autor, he corregido un
pequeño error en su transcripción.
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22
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Se encuentra una exploración excelente de este
concepto del pensamiento egipcio en E. Hornung, Conceptions of God in
Ancient Egypt: The One and the Many, trans. J. Baines, lthaca:
Cornell U., 1982.
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