Carisma, espiritualidad, misión ¿expresiones sinónimas, y por lo tanto, intercambiables?

H. Aureliano Brambila

 

Este fue el título de un artículo que escribía yo en agosto de 2004. En el decía:

Voy a empezar, con tu permiso, a presentarme, al estilo paulino (esto es, con una osada humildad), en mi caminar de religioso marista en relación con los seglares maristas. Y esto te lo diré para que puedas apreciar, con hechos, mi aprecio hacia el mundo seglar marista.

 

Juzgo que mi relación con ellos es más bien frecuente y de calidad:

·        Fui de la comisión internacional del Movimiento Champagnat de la Familia Marista, con el H.Basilio,

·        Contribuí con la asesoría para la elaboración del documento “Misión compartida marista” que se me solicitó,

·        He dado muchos cursos a seglares maristas, en varios lugares, acerca de nuestra misión y nuestra espiritualidad: fraternidades, maestros, padres de familia.

 http://www.oocities.org/eamcepam/,

·        He dado servicio de asesoría y animación a fraternidades maristas, a niveles locales y a niveles nacionales,

·        He escrito artículos en relación al tema, en diversos foros.

 http://www.oocities.org/athens/oracle/3630/ARTICUL3.HTML,

·        Participé en el Capítulo General XIX, que contó con observadores seglares. Me tocó estar en organismos de enlace por mi conexión con las fraternidades,

·        En 1974 lancé y participé en los cursos de “maristización” de nuestros seglares que se vienen dando hasta la fecha, prácticamente con el esquema que actualmente utiliza Celmar.

·        Me tocó acuñar y difundir desde 1974 la expresión “apóstol seglar marista” para designar a nuestros maestros seglares identificados con lo marista,

·        Impulsé fuertemente la participación seglar en la dirigencia de nuestras obras escolares maristas.

 

Como ves, sí puedo asegurar que considero poseer una estima más que regular por nuestros seglares maristas. Ahora bien, en la coyuntura de nuestro Capítulo Provincial (en su segundo período de sesiones —17 y 18 de julio de 2004— muchas cosas se oyeron en la Asamblea capitular y en los pasillos sobre el tema de la participación de nuestros seglares maristas, para hoy y en un futuro. A partir de ahí, he estado pensando sobre este hermoso tema. Te comunico, con toda sencillez, el fruto de mis reflexiones, tal y como se van dando. Todo esto requerirá seguramente de mayor investigación y precisión.

 

La pregunta fontal sería:

 

¿Participan los seglares maristas en el carisma marista (de los Hermanitos de María)?

 

Mi respuesta es que en parte sí y en parte no. Me explico

 

El carisma (desde el punto de la teología de la vida religiosa, que no simplemente cultura ambiental) es un don de Dios (gracia) que enriquece a la Iglesia y a la humanidad. Viene dado por el Espíritu Santo, normalmente a través de una persona concreta (Fundador), quien lo hereda (transmite) vivencialmente a sus discípulos. Toca a estos, vivirlo, conservarlo, estudiarlo y desarrollarlo.

 

Ø     Nuestro carisma marista comporta:

·        una forma precisa de vida (seguimiento de Cristo como religiosos laicales),

·        un espíritu característico (humildad, sencillez, modestia, familia,…),

·        una espiritualidad peculiar (mariana y apostólica)

·        y una misión (la educación cristiana de la juventud bajo todas sus formas).

 

Pues bien, a mi juicio:

 

Desde el punto de vista estructural, que no de intensidad o perfección, el profeso religioso marista participa del carisma de manera plena, en virtud de sus votos, de su espíritu, de su espiritualidad y de su misión.

 

Y nuestros seglares maristas participan del carisma de manera parcial, esto es, comparten, y posiblemente en plenitud en no pocos casos: el espíritu, la espiritualidad y la misión marista.

 

Cuando un novicio me decía, estando yo encargado del noviciado, que le gustaba mucho nuestra misión, nuestra espiritualidad, nuestro espíritu, pero que no se sentía llamado a vivir su existencia humana en el celibato que comporta el voto de castidad, renunciado con ello a la paternidad humana, pues yo le indicaba que podía vivir todas aquellas tres cosas sin tener que ser religioso marista, esto es, no tenía por qué profesar. Ante esa repugnancia era evidente que Dios no le había regalado el carisma marista en su plenitud, que implica el don del celibato. Y tranquilamente se retiraba del noviciado.

 

Más tarde, andando el tiempo, me lo he encontrado en uno de los colegios maristas de nuestro México. Es alguien plenamente identificado con la misión educadora, la espiritualidad apostólica y el espíritu maristas. Y, además, es un magnífico esposo y cariñoso padre de familia. Otra evidencia: su forma de vida, por vocación, era el matrimonio. Es todo un seglar marista, comprometido por el Reino, desde la espiritualidad, misión y espíritu maristas.

 

¿No pasará esto mismo, o semejante, con nuestros mejores seglares maristas?

 

Para que alguien pueda vivir estructuralmente en forma plena, el carisma marista (de los hermanitos de María) pasa por muchas etapas de discernimiento y probación (postulantado, noviciado, profesiones temporales) hasta culminar (jurídicamente) con la profesión perpetua. El carisma en su forma plena exige una determinada forma de vida, configurada existencialmente con Cristo pobre, casto y obediente. El equivocarse compromete muchas cosas serias del propio individuo, del Instituto y de la Iglesia…

 

A la luz de todo lo anterior, se comprende porqué sólo son elegibles como capitulares (a nivel general y a nivel provincial) los profesos del Instituto. Son los detentores del carisma marista en su forma plena (repito, estructuralmente).

 

“Superiores o no, todos [se está hablando de los Hermanos profesos, en sus obligaciones relativas a su voto de obediencia] somos depositarios del carisma del Fundador. Por ello debemos ejercer la mediación de manera recíproca, según los dones recibidos y la función de cada uno”. (Constituciones 40)

 

Complemento a mi artículo. (diciembre de 2006)

 

Recientemente, nuestro Hermano Superior General, Séan Sammon, en su hermosa y profética Circular sobre el Apostolado Marista “Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar” nos dice lo siguiente (en el original inglés):

 

“...charism that came into our world through Marcellin Champagnat is touching the hearts and capturing the imagination of both brothers and laity alike.” (p. 31)

 

“…common charism, through our life and work together we are called to bear witness to the fact that the situation can and must be otherwise.” (p. 47)

 

“Consequently, today many laymen and women challenge the notion that that charism is a treasure belonging to the brothers alone.” (p. 47)

 

Ante estas afirmaciones, y de no estarse el Superior General refiriendo sólo al carisma en sus aspectos de espíritu, espiritualidad y misión, entonces la modificación que le haría a mi artículo anterior, y todavía desde una perspectiva meramente teórica, sería que en el género de vida (una forma precisa de vida, decía yo) que supone nuestro carisma marista (de los “Hermanitos” de Marcelino Champagnat, pues también existe el carisma marista de los Padres, de cada una de las dos ramas de Hermanas y de la Tercera Orden de Seglares) podría también considerarse además del de religioso profeso, el de seglar. Y claro está, con esta inclusión, la participación en el carisma sería plena y no sólo parcial, pues abarcaría los cuatro elementos del carisma.

 

Sin embargo, todavía quedaría un obstáculo a librar, y todo desde el punto de vista meramente teórico, se entiende. En efecto, ante la vigente legislación del Instituto aprobada por la Santa Sede sólo los profesos maristas son realmente miembros jurídicos del Instituto

 

008.- El Instituto, del que nos hacemos miembros mediante la profesión religiosa, está integrado por Hermanos profesos temporales y perpetuos. Hermanos de una misma familia, estamos unidos por la caridad y la obediencia a las Constituciones.

 

015.- Respondemos a Dios, que nos consagra por el ministerio de la Iglesia, con la profesión de los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia. La profesión religiosa se expresa mediante votos públicos, emitidos ante la Iglesia y recibidos por el Superior. Dicha profesión nos compromete a vivir según el derecho universal y el derecho propio del Instituto. Por su parte, este nos acoge como miembros suyos y nos asegura lo necesario para alcanzar el fin de nuestra vocación.

 

Y uno de los primeros resultados de ese participar estructuralmente de manera plena en el carisma de los profesos, es el poder ser miembros con voto deliberativo en los Capítulos:

 

040.- Por amor a la voluntad de Dios y deseo de cumplirla durante toda la vida, aceptamos una serie de mediaciones. Cada uno de nosotros debe obedecer al Papa, incluso en virtud del voto de obediencia. Entre las demás mediaciones tenemos la jerarquía de la Iglesia y nuestra familia religiosa con sus Constituciones, Capítulos y Superiores. Recurrimos a ellas sobre todo en las decisiones importantes. Superiores o no, todos somos depositarios del carisma del Fundador. Por ello debemos ejercer la mediación de manera recíproca, según los dones recibidos y la función de cada uno.

 

140.- Son miembros de derecho del Capítulo General: 1. el Hermano Superior General 2. el Hermano Superior General precedente; 3. el Hermano Vicario General y los Consejeros Generales en funciones en el momento de la apertura del Capítulo; 4. los Hermanos Provinciales. Son también capitulares los Hermanos que el Capítulo General elige para Superior General, Vicario General y Consejeros Generales, si no lo eran ya antes. Si el Hermano Superior General elegido no estuviera presente, habría que esperarlo antes de proseguir las tareas capitulares.

 

141.- Son elegibles para delegados al Capítulo General todos los Hermanos profesos perpetuos, salvo los que se encuentren en situación canónica de tránsito o de exclaustración. Son electores todos los Hermanos profesos temporales y perpetuos salvo los que se encuentren en situación canónica de tránsito o de exclaustración.

 

Desde luego, si se quisiese que los seglares maristas, participasen de manera plena en el carisma: espíritu, espiritualidad, misión y género de vida (que sería múltiple y no único, como hasta ahora), bastaría con modificar las Constituciones vigentes, cosa siempre posible para un Capítulo General, a tenor del Artículo 169 constitucional, por un voto de dos tercios, y con la correspondiente aprobación de la Santa Sede. En tal caso nuestra Congregación seguiría siendo Laical, como lo es ahora, pero constituida estructuralmente por religiosos y seglares. Desde luego que uno de los primeros efectos sería, como en el caso de los Hermanos, tener la posibilidad de ser miembros de los Capítulos con voz deliberativa y no sólo como observadores, como lo son en la actualidad.

 

Desde luego, la pregunta que se hace uno es ¿habremos llegado ya a la maduración suficiente del tema, con todas sus implicaciones, internas y externas, para hacer una propuesta semejante a un Capítulo General?

 

Si observamos los pasos que, poco a poco y con gran acierto, se han ido dando desde hace ya varios años, y los que se siguen dando hoy: Cursos de Maristización (1974), Movimiento Champagnat de la Familia Marista, Designación de Cargos directivos y de animación a Seglares, Cursos de Celmar, Misión Marista Compartida, Congreso Educacional de Mendes, van indicando que los tres aspectos del Carisma Marista: espíritu, espiritualidad y misión están siendo compartidos plenamente por nuestros Seglares Maristas. Tal vez el seguir profundizando en eso, favoreciendo el desarrollo de todas sus posibilidades, sería el mejor camino para llegar, algún día, a algo de mayor envergadura. La vida precede a toda legislación. Ésta no se da sin aquélla.