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Director: Ridley Scott
Año: 1982
Intérpretes: Harrison Ford (Rick Deckard), Rutger Hauer (Roy Batty), Sean Young (Rachael),
Daryl Hannah (Pris), Brion James (León), Joanna Cassidy (Zhora), Edward James Olmos (Gaff),
Joseph Turkel (Dr. Tyrell), William Sanderson (J.F. Sebastian).



Los Ángeles. Noviembre, 2019. Las compañías de biotecnología han logrado diseñar hombres genéticamente, seres artificiales llamados replicantes. El último modelo es "virtualmente idéntico al hombre", diseñado por la compañía Tyrell Corporation. Nada le diferencia de sus creadores, salvo la falta de emociones ante estímulos externos. Pero los replicantes han sido condenados en la Tierra bajo pena de muerte. Cuatro de ellos viajan a la Tierra. Buscan a su creador, para que les dé más tiempo de vida, ya que su duración es tan sólo de cuatro años. Rick Deckard, antiguo policía y ex Blade Runner (unidades encargadas de matar a los replicantes), recibe el encargo de eliminar a los rebeldes. Uno a uno los replicantes irán cayendo a manos del Blade Runner, que por su parte se enamora de Rachael, una hermosa mujer que es el último experimento de la compañía Tyrell y que también es replicante.

Blade Runner introdujo en 1982 una nueva concepción del cine futurista, una visión muy alejada de la asepsia y el minimalismo de otras películas del género que buscaban la creación de un universo distinto. Hasta entonces, el se recurría a elementos extraños, decorados oníricos o acartonados y personajes irreales o inquietantes. En otras palabras, la fantasía se situaba por encima de la realidad. En cambio, Blade Runner inauguró una nueva estética: las calles de Los Ángeles, siempre lluviosas; los días perpetuamente sin sol; las grandes masas de personas que se pasean por una urbe que, paradójicamente, es el espejo de un mundo deshumanizado; dialectos en idiomas eclécticos y anuncios luminosos juegan un contraste visual enorme que deja al espectador sumido en un letargo desasosegante. Pero, por encima de su estilo de cine negro, Blade Runner tocaba un tema tan universal como la muerte, algo que ha interpelado perpetuamente al ser humano de todas las épocas. Las eternas preguntas sobre el hombre, su destino y su identidad se encarnan aquí en los replicantes, seres artificiales, pero cuya riqueza humana supera a la de sus creadores.

Los miedos del hombre y sus últimas preguntas se ven reflejadas con pureza sin igual en la vida de los replicantes: sus ansias de eternidad son las ansias humanas, ni más ni menos y bastan para mostrarlo las últimas palabras pronunciadas por Roy Batty, impresionante caracterización del actor Rutger Hauer. Es la certificación de que no hay héroes, sólo hombres o, quizá, sólo replicantes.



by Tom Doniphon, 2001