"En tiempos pasados los hombres estaban siempre en busca de dioses a quienes adorar. En el futuro, los hombres vamos a tener que defendernos de los dioses".
"Creo que ya va siendo hora de que la humanidad
pensante -porque desgraciadamente la mayoría de la humanidad no
es pensante- vaya arrancando estos sutiles velos y se encare con la tremenda
realidad de que ha sido manipulada y en cierta medida engañada por
los dioses. El que ayude a esta tarea -aunque corre el peligro de ser tenido
por alucinado- estará haciendo una enorme contribución a
la evolución de la raza humana".
"Las ideas que encierra este libro no sólo
no son una locura, sino que son una explicación mucho más
realista y hasta mucho más profunda que las infantilidades con que
el cristianismo y las demás religiones han intentado por siglos
explicarnos el por qué y el para qué de la vida humana. Si
se desconocen o se rechazan estas ideas, no se podrá tener una idea
realista de las raíces de la existencia humana y seguiremos teniendo
las mismas ideas distorsionadas que hemos tenido por siglos de las religiones,
de la historia, de las guerras, de la filosofía y de las culturas.
La tremenda realidad es que la humanidad sabe únicamente lo que
los dioses le han dejado saber y cree lo que los dioses le han hecho creer.
Pero ya ha llegado la hora de que los hombres sepamos todo lo que debemos
y somos capaces de saber y ha llegado la hora de que no creamos nada o
casi nada de lo que los dioses quieren que creamos para su conveniencia.
En vez de ser portavoces de ideas desquiciadas,
estamos propugnando una profunda y nueva teología: la teología
de los dioses (con minúscula).
La teología del "Dios verdadero y único"
es falsa; la teología de los dioses falsos es la verdadera".
Yahvé
"...le retiramos nuestra fe como Dios Universal
y Único al dios del pentateuco, al que reducimos su categoría
convirtiéndolo en uno más de los muchos dioses menores que
a lo largo de la historia han estado utilizando a los hombres".
"...el dios cristiano de que se habla en el Pentateuco,
también existió, pero no es el padre bueno que él
quiso hacernos creer, y mucho menos es el Dios Universal, Creador de todo
el Cosmos. Es simplemente un suplantador más, que al igual que muchos
otros semejantes a él, pretendió hacerse pasar por la Gran
Energía Inteligente creadora de todo el Universo".
"En esta lucha que los ángeles tuvieron entre
sí y que la teología nos dice que culminó con la derrota
de Luzbel, el gran triunfador resultó ser Yahvé, que a lo
que parece, era el supremo jefe de esta facción de ángeles
que en aquel momento estaban manifestándose en nuestro planeta.
Naturalmente siendo nuestra teología de acuerdo con las enseñanzas
de Yahvé en el Monte Sinaí (y en posteriores manifestaciones
a lo largo de los siglos a diversos profetas y videntes), Luzbel tiene
que aparecer como el malo y Yahvé como el bueno. Pero usando nuestra
cabeza, tal como hacemos para juzgar los hechos de la historia, en donde
vemos que los vencedores describen todos los hechos en su favor y presentan
a los vencidos como malos y perversos, podemos llegar a la conclusión
de que no hay mucha diferencia entre estos dos personajes. Y si Luzbel
se comporta como se comportan los hombres (y muy probablemente se comporta
de una manera parecida), es muy lógico que trate de tomar venganza
de su vencedor y la mejor manera de hacerlo es tratando de restarle súbditos
y de deshacer toda la obra que aquél haya pretendido hacer entre
los hombres".
N. de Clomro: "la serpiente" -símbolo
de la sabiduría- por inducir a Adán y Eva -la humanidad-
a lograr el "conocimiento del Bien y del Mal" -"árbol" prohibido
y ocultado por Yahvé- ¿era diabólica por querer deshacer
la obra de un dios que no le permitía a los hombres tener acceso
a la información que les proporcionara sabiduría?.
Sigue Freixedo: "A los que nos digan que Dios tiene
el derecho de manifestarse como quiera y a los que nos presenten la teofanía
del judeo-cristianismo como algo único, les diremos que si bien
es cierto que Dios tiene el derecho de presentarse como quiera, no es lógico
que lo haga con todas las extrañísimas circunstancias con
que lo hizo en el caso del pueblo hebreo y por otro lado no estaremos de
acuerdo de ninguna manera, en que el caso judeo-cristiano sea un caso único.
Muy por el contrario, nos encontramos con que la manera de manifestarse
Yahvé al pueblo hebreo, no difiere fundamentalmente en nada, de
la manera que otros dioses usaron para manifestarse a sus "pueblos escogidos";
porque como ya dijimos, estos seres suprahumanos gustan de "escoger" un
pueblo en el que centran sus intervenciones con la raza humana, y en el
que influyen positiva y negativamente, a veces de una manera muy activa
y directa. En este particular el judeo-cristianismo no tiene originalidad
alguna tal como enseguida veremos. Lo que sucede es que los cristianos,
al igual que los fieles creyentes de otras religiones, concentrados en
el estudio y en el cumplimiento de sus dogmas y ritos, y aislados por sus
líderes religiosos de las creencias y ritos de otros pueblos, han
ignorado y continúan ignorando hechos históricos que por
sí solos son capaces de sembrar grandes dudas sobre la originalidad
y la validez de las propias creencias religiosas.
Sobre "pueblos elegidos" (continuación
del libro de Salvador Freixedo ¡Defendámonos de los dioses!
"La experiencia de haber sido "adoptados" por un
"dios", es casi común a todos los pueblos de la antigüedad,
con la circunstancia de que esta adopción conllevaba ciertas condiciones
que eran también comunes a todos los pueblos: la exigencia de sacrificios
sangrientos de una u otra clase, a cambio de una protección (que
resultaba ser tan mentirosa y, a la larga, tan poco eficaz como la que
Yahvé dispensó al pueblo hebreo). De hecho leemos en una
nota de la biblia de Jerusalem: "En el lenguaje del antiguo Oriente, se
reconocía a cada pueblo la ayuda eficaz de su dios particular".
"...muchos pueblos, separados por miles de años
y por miles de kilómetros, han tenido creencias y practicado ritos
muy semejantes; ritos y creencias que analizados a fondo, se dirían
procedentes de un tronco común. Con la peculiaridad de que muchos
de estos ritos y creencias son bastante antinaturales e ilógicos,
pudiendo uno llegar a la conclusión de que no brotaron espontáneamente
de la mente de los humanos como una ofrenda a sus "dioses protectores",
sino que les fueron impuestos a los terrícolas por alguien que,
a lo largo de los siglos, ha conservado los mismos gustos retorcidos, contradictorios
y en muchos casos crueles".
"Volviendo al caso histórico del pueblo hebreo,
y dejando de lado a los otros dioses de los pueblos de Mesopotamia, tan
desconcertantemente parecidos a Yahvé y contra los que éste
tenía tan tremendos celos (Baal, Moloc, Nabú, Aserá,
Bel, Milkom, Oanes, Kemos, Dagón, etc.) vamos a fijarnos en una
experiencia específica y extraña exigida por Yahvé
al pueblo hebreo y vamos a encontrarnos con otro pueblo (separado del pueblo
hebreo por unos 10.000 kilómetros en el espacio y por unos 3.000
años en el tiempo) al que su "dios protector" le hizo pasar por
la misma extraña experiencia.
Me refiero al hecho de andar errantes por muchos años antes
de llegar a la "tierra prometida "y bajo el mandato específico y
la dirección exacta de Yahvé".
Paralelismos entre Yahvé y el dios azteca
Huitzilopochtli
"Pues bien, esta extraña aventura -que tiene
que haber resultado penosísima para el pueblo judío- la vemos
repetida con unos paralelos asombrosos e incomprensibles en el pueblo azteca.
Según las tradiciones de este pueblo, hace aproximadamente unos
800 años que su dios Huitzilopochtli se les apareció y les
dijo que tenían que abandonar la región en que habitaban
y comenzar a desplazarse hacia el sur "hasta que encontrasen un lugar en
el que verían un águila devorando a una serpiente". En este
lugar se asentarían y él los convertiría en un gran
pueblo. La región en que por aquel entonces habitaban los aztecas
estaba en lo que hoy es terreno norteamericano -probablemente entre los
estados de Arizona y Utah- y por lo tanto su peregrinar hasta Tenochtitlán
fue notablemente más extenso que el que a los hijos de Abraham les
exigió su "protector" Yahvé. La caminata de los "Hijos de
la Grulla"(como tradicionalmente se llamaba a los aztecas) fue de no menos
de tres mil kilómetros y no precisamente por grandes carreteras,
sino teniendo que atravesar vastos desiertos y zonas abruptas y de una
densa vegetación, que ciertamente tuvieron que poner a prueba su
fe en la palabra de su dios Huitzilopochtli.
-La personalidad de Yahvé era muy parecida
a la de Huitzilopochtli. Ambos querían ser considerados como protectores
y hasta como padres, pero eran tremendamente exigentes, implacables en
sus frecuentes castigos y muy prontos a la ira.
-Ambos acompañaron "personalmente" a sus
protegidos a lo largo de toda la peregrinación ayudándolos
directamente a superar las muchas dificultades con que se iban encontrando
en su camino.
-Yahvé los acompañaba en forma de
una extraña columna de fuego y humo que lo mismo los alumbraba por
la noche que les daba sombra por el día, y les señalaba el
camino por donde tenían que ir, haciendo además muchos otros
menesteres tan extraños y útiles como apartar las aguas del
mar para que pudiesen pasar de una orilla a otra, etc. Huitzilopochtli
acompañó a los aztecas en forma de un pájaro, que
según la tradición era una gran águila blanca que
les iba mostrando la dirección en que tenían que avanzar
en su larguísima peregrinación.
-Este peregrinar en ninguno de los casos fue de
días o semanas. En el caso judío, Yahvé, extrañísimamente,
se dio gusto haciéndolos dar rodeos por el inhóspito desierto
del Sinaí durante 40 años (cuando podían haber hecho
el camino en tres meses). Huitzilopochtli fue todavía más
errático y desconsiderado en su liderazgo, pues tuvo a sus protegidos
vagando dos siglos aproximadamente, hasta que por fin los estableció
en el lugar de la actual ciudad de México.
-Ambos pueblos fueron adoctrinados en un rito tan
raro como es la circuncisión.
-Tanto Yahvé como Huitzilopochtli les exigían
a sus pueblos sacrificios de sangre. Entre los hebreos esta sangre era
de animales, pero entre los aztecas la sangre era frecuentemente humana
(...). Yahvé, a primera vista, no llegaba a tanta barbarie, pero
parece que a veces acariciaba la idea. Recordemos, si no, el abusivo sacrificio
que le exigió a Abraham de su hijo Isaac (y que sólo a última
hora impidió) (...).
(Y conste que no decimos nada -para no extendernos-
de los auténticos ríos de sangre que el propio Yahvé
causó con las continuas batallas a las que forzó durante
tantos años a su pueblo. Ríos de sangre que a veces provenían
exclusivamente de su pueblo escogido cuando "se encendía su ira
contra ellos" cosa que sucedía con bastante frecuencia).
-Tanto Yahvé como Huitzilopochtli abandonaron
de una manera inexplicable a sus respectivos pueblos cuando éstos
más los necesitaban. Yahvé -que estaba bastante escondido
desde hacía varios siglos- desapareció definitivamente a
la llegada de los romanos a Palestina, y Huitzilopochtli hizo lo mismo
cuando llegaron los españoles...
-Por supuesto, como no podía ser menos, ambos
pueblos fueron instruídos detalladamente acerca de cómo habían
de construir un gran templo en el lugar en donde definitivamente se instalasen.
-Por si todos estos paralelos no fuesen suficientes,
nos encontramos todavía con otro, que le confieso al lector que
a mí me produjo una profunda impresión cuando lo encontré
ingenuamente relatado por fray Diego Durán, uno de los muchos frailes
franciscanos que escribieron las crónicas de los primeros tiempos
del descubrimiento de las Américas, basados en lo que los propios
indios les contaban.
El buen fraile, en su relato de las creencias de
los antepasados de los aztecas, nos cuenta (por supuesto, con una cierta
lástima ante el paganismo "demoníaco" en que se hallaban
sumidos aquellos pueblos) que cuando el pueblo entero avanzaba hacia el
sur, siguiendo siempre a la gran águila blanca que los dirigía
desde el cielo, lo primero que hacían al llegar a un lugar, era
construir un pequeño templo para depositar en él el arca
que transportaban y mediante el cual se comunicaban con su dios.
-Todavía como un último paralelo,
podríamos añadir lo siguiente: si el Yahvé de los
hebreos tuvo su contrapartida americana en Huitzilopochtli, el Cristo judío,
en cierta medida reformador de los mandamientos de Yahvé, tuvo su
contrapartida en Quetzalcoatl, el mensajero de Dios, instructor y salvador
del pueblo azteca, que, como Cristo, apareció en este mundo de una
manera un tanto misteriosa; fue aparentemente un hombre como él,
se fue de la Tierra de una manera igualmente extraña, prometiendo
ambos que algún día volverían.
Sobre la "superioridad" de los dioses
Naturalmente el que conozca bien la manera de actuar
de los dioses, se quedaría asombrado ante esta afirmación
de superioridad, ya que como veremos enseguida, los dioses, en muchísimas
ocasiones -por no decir en todas- no se portan nada bien con nosotros y
hasta se puede decir que cometen tremendas injusticias.
La palabra "superior', por lo tanto, no hay que
entenderla de una manera absoluta sino de una manera relativa. Superiores
en conocimientos, en poderes físicos y psicológicos, etc.,
pero no precisamente en bondad o en otros valores morales vigentes entre
los hombres. Indudablemente ellos tienen también patrones y criterios
de bondad y maldad, de belleza y fealdad, etc., pero no son precisamente
iguales a los que rigen entre nosotros.
Y aparte de esto, seguramente que también
entre ellos hay quienes se atienen a tales principios y quienes no se atienen
y los violan, demostrándonos con esto que no son tan absolutamente
"superiores" a nosotros como a primera vista pudiera parecer, y que fundamentalmente
son, como nosotros, unas criaturas en evolución y consecuentemente
muy lejos de haber logrado la absoluta perfección.
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