LAS ARMAS ANTISATELITES Y LA ESTABILIDAD ESTRATÉGICA


Marc J. Berkowitz



El espacio exterior es percibido popularmente como la "última frontera." La gente lo considera como un ambiente puro no afectado por los antagonismos políticos y rivalidades militares que gravitan sobre el hombre en la tierra. Tal como observó Thomas Schelling hace unos 25 años, existe "un prejuicio estético contra contaminar los cielos con objetos y actividades militares ... un sentido de admiración y misterio y una intranquilidad general en dejar que la carrera armamentista pase al espacio sólo porque el espacio esté ahí a la espera de ser ocupado."1 Este sigue siendo un sentimiento profundamente arraigado para muchas personas en la actualidad. Aunque el espacio ha estado "militarizado" por más de 20 años, las posibilidades de que Estados Unidos y la Unión Soviética introduzcan armas en el espacio y terminen posiblemente con su condición de santuario del conflicto provoca fuertes críticas.

La propuesta para un nuevo e importante programa antisatélite (Antisatelite--ASAT) incluida en la petición del presupuesto de defensa de Estados Unidos para los años fiscales 1990 y 1991 ha despertado antipatía en el Congreso y en la comunidad de control de armamentos. El presupuesto busca fondos para una combinación de sistemas ASAT de energía cinética y dirigida basados en tierra así como para mejoras en la red existente de vigilancia espacial. Las objeciones a las armas ASAT van más allá de una mera preferencia innata por evitar la militarización adicional del espacio. Un argumento central contra la adquisición de sistemas de armas ASAT especializados es el de que minarían la estabilidad estratégica y aumentarían la probabilidad de una guerra.

Los detractores propugnan que ASAT podría desencadenar una competencia en las armas espaciales en la que las superpotencias se esforzarían por lograr ventajas unilaterales peligrosas y pudiera ser la próxima causa de la guerra en una crisis política aguda. De acuerdo con su punto de vista, en vez de adquirir armas ASAT especializadas, Estados Unidos debería de estar tratando de detener el desarrollo, prueba y despliegue de las armas espaciales bien mediante negociación formal con la Unión Soviética o a través de restricción unilateral. Las moratorias del Congreso sobre las pruebas de ASAT por vehículos en miniatura teledirigidos lanzados desde F-15 contra un objeto en el espacio, que últimamente condujeron a la cancelación del sistema del año pasado, fue un esfuerzo por dictaminar dicha restricción.

Puede esperarse que el debate sobre el nuevo programa se concentre en el hecho de si una capacidad ASAT estadounidense sería "desestabilizante." Este artículo examina críticamente el argumento de que ASAT minaría la estabilidad estratégica. Trata de las preocupaciones de las personas que se oponen a la adquisición por Estados Unidos de capacidades ASAT especializadas y evalúa la validez de las premisas en las que se basa el argumento de que ASAT promovería la inestabilidad estratégica.

ASAT y la inestabilidad estratégica

La premisa principal del argumento contra la adquisición de ASAT es la de que tendría consecuencias profundamente perjudiciales para la estabilidad estratégica. Los detractores afirman que ciertos satélites, tales como los satélites de reconocimiento para la supervisión del cumplimiento con el control de armamentos y los satélites de preaviso para la detección de un ataque con misiles balísticos, desempeñan funciones de apoyo militar no amenazadoras que contribuyen a la estabilidad y la paz. Propugnan que la adquisición de un arma ASAT estadounidense aumentaría la vulnerabilidad de dichos sistemas espaciales militares y, de esta forma, erosionaría la estabilidad y promovería la carrera armamentista y la crisis.

La inestabilidad en la carrera armamentista.

La primera parte del argumento de la inestabilidad es la de que ASAT promueve la inestabilidad en la carrera armamentista. Los detractores arguyen que ni Estados Unidos ni la Unión Soviética tienen actualmente un sistema operativo que podría considerarse como una amenaza muy significativa contra los satélites del contrario. Por tanto, las superpotencias han sido capaces de realizar sus actividades espaciales en un ambiente relativamente benigno por casi 3 décadas. Sin embargo, se afirma que esta situación cambiará si Estados Unidos adquiere armas ASAT. En pocas palabras, los detractores afirman que Estados Unidos estimulará una nueva y costosa ronda de la carrera armamentista al adoptar un programa ASAT.2

Una afirmación clave es la de que el sistema ASAT coorbital (o coplanar) especializado de la Unión Soviética, que ha de ser lanzado en el mismo plano orbital que su satélite objetivo, es un sistema de armas primitivo e ineficaz.3 Se asevera que el interceptor de satélite es el producto de la tecnología de los años 60 y que la confianza soviética en el satélite ha sido reducida por la moratoria unilateral de las pruebas anunciada por el Secretario General Yuri Andropov en agosto de 1983. Además, los satélites estadounidenses en órbita geosíncrona permanecen invulnerables al ataque puesto que el ASAT coorbital sólo puede amenazar a los satélites que se hallan en órbitas terrestres bajas. En efecto, los detractores declaran que el adelanto tecnológico de las posibles capacidades ASAT estadounidenses presentaría una amenaza mucho más grave para satélites soviéticos vitales.4 Ciertamente, Estados Unidos podría lanzar un arma ASAT que suprimiría la capacidad de los satélites soviéticos en órbitas altas. La adquisición estadounidense de capacidades ASAT, argumentan, promovería así una inestabilidad en la carrera armamentista porque la Unión Soviética se vería obligada a responder al desarrollo y despliegue de un arma ASAT nueva y más avanzada capaz de poner en riesgo mayor a satélites estadounidenses críticos.5 Un afirmación general en este argumento es la de que Estados Unidos tiene más que perder en una competencia ASAT ilimitada que la Unión Soviética porque depende más de los sistemas espaciales y militares.6 El argumento asevera que Estados Unidos, como líder de una alianza marítima mundial, depende de los satélites para mantener el mando, control y comunicaciones con sus bases y fuerzas en ultramar. La Unión Soviética, sin embargo, puede depender principalmente de líneas interiores de comunicaciones debido a que es una potencia terrestre continental (Euroasiática) que tiene menos fuerzas militares desplegadas más allá de sus fronteras. Por tanto, una competencia ASAT colocaría a los Estados Unidos últimamente en una posición desventajosa.

Los detractores citan a menudo el despliegue estadounidense de los vehículos de reentrada múltiple contra blancos independientes (Multiple Independently Targetable Reentry Vehicles -- MIRVs) cómo analogía histórica pertinente.7 Argumentan que la naturaleza desestabilizante" de los MIRV fue reconocida con ocasión de las negociaciones de las conversaciones para limitación de las armas estratégicas (Strategic Arms Limitation Talk -- SALT), y que pudiera lograrse fácilmente un acuerdo soviético-estadounidense para prohibir su despliegue. En vez de ello, Estados Unidos se negó a explorar seriamente el control de armamentos y optó por desplegar un MIRV a fin de obtener una ventaja militar temporal. La consecuencia inesperada de esa decisión fue la de que Estados Unidos contribuyó a la vulnerabilidad de su propia fuerza de misiles balísticos intercontinentales basados en tierra (Ballistic Missile -- ICBM). La lección que ha de aprenderse, naturalmente, es la de que Estados Unidos pagará un precio similar en una menor seguridad si no se restringe ASAT bien mediante control de armamentos o mediante limitación unilateral.

Inestabilidad en la crisis.

La segunda parte del argumento acerca de la inestabilidad contra ASAT es la de que promueve inestabilidad en la crisis. Los detractores arguyen que la prevención de un conflicto armado surgido de una profunda crisis política entre Estados Unidos y la Unión Soviética podría depender en un grado considerable del uso de los satélites como instrumentos para vigilar y evaluar las acciones del adversario así como para mantener comunicaciones confiables.8 En una crisis aguda en la que ambas superpotencias posean armas ASAT avanzadas, de acuerdo con este razonamiento, el conocimiento de que el contrario tiene una capacidad efectiva para neutralizar o destruir satélites vitales pudiera minar las actividades de control de la crisis y contribuir a una escalada de ésta.9 Ciertamente, el conocimiento de que satélites vitales estaban sometidos a riesgo pudiera minar la confianza en la disuasión. Los detractores afirman que el miedo a un ataque ASAT por sorpresa junto con un primer ataque pudiera convertirse en una profecía que se cumple a sí misma puesto que podría producir incentivos para un ataque total abrumador.10

Además, argumentan que las armas ASAT aumentarían

notablemente la dificultad de limitar o controlar un conflicto una vez que estallara éste.11 Si estallaran las hostilidades durante una crisis, las posibilidades de evitar la progresión al empleo de las armas nucleares podrían depender de un flujo continuo de comunicaciones por satélite. El empleo ASAT perturbaría esa corriente de información y complicaría gravemente las funciones ulteriores de mando y control de las fuerzas nucleares. De ahí que la pérdida de los satélites utilizados para mando y control estratégicos dificultaría la restricción en el empleo nuclear y exacerbaría el problema de la limitación del conflicto.12

Un argumento afín es el de que las armas ASAT podrían exacerbar las inestabilidades inherentes en los sistemas de mando y control estadounidenses y soviéticos.13 De acuerdo con este argumento, es necesario diluir la autoridad de lanzamiento dentro de la estructura de mando militar como precaución contra una "decapitación" nuclear cuando se eleva el nivel de alerta de las fuerzas estratégicas. Sin embargo, el mayor estado de alerta probablemente sería reconocido con rapidez por la otra superpotencia y promovería una respuesta de precaución análoga. Esta acción pudiera debilitar un mando centralizado y resultar en lanzamientos no autorizados o inadvertidos, precipitando la escalada. Así pues, se asevera que ASAT podría contribuir al miedo de "decapitación" y, a niveles mayores de alerta, agravar la inestabilidad de mando.14

Además, los detractores arguyen que ASAT podría reducir la probabilidad de una terminación pronta del conflicto.15 Una destrucción generalizada de los satélites de comunicaciones impediría la transmisión de cualquier orden de cese al fuego y limitaría la capacidad de las superpotencias de realizar negociaciones o llegar a acuerdos. Análogamente, la pérdida de satélites de vigilancia Aumentaría enormemente la dificultad de supervisar el comportamiento del adversario tanto durante las negociaciones de terminación de la guerra como después de un armisticio, puesto que ningún lado sería capaz de evaluar el grado de cumplimiento por el otro con los términos de un convenio.16

Fallas en el argumento de la inestabilidad

El argumento de que la adquisición estadounidense de capacidades ASAT minaría la estabilidad estratégica y aumentaría la posibilidad de la guerra se basa en varias premisas subyacentes. Las hipótesis básicas que enmarcan el caso de la inestabilidad estratégica conciernen (l) a la causa de la competencia armamentista entre Estados Unidos y la Unión Soviética; (2) a la amenaza que presenta la capacidad ASAT soviética; (3) a la aceptación soviética de los criterios de estabilidad en la crisis (definidos por el occidente); y (4) a la importancia de los satélites para la limitación, control y terminación de un conflicto.

Causas de la competición armamentista Soviético-Estadounidense

El concepto de la inestabilidad de la carrera armamentista propugnado por las personas que se oponen a la adquisición de la capacidad ASAT estadounidense mantiene que el motor de la competencia armamentista soviético-estadounidense es el miedo a un primer ataque producido por programas de armas concebidos para amenazar la disuasión de un contrario. Arguyen que la Unión Soviética Construiría un arma ASAT nueva y más avanzada en respuesta a la amenaza que presenta la capacidad ASAT estadounidense y que esto iniciaría una nueva "espiral" en la carrera armamentista en la que ambas superpotencias estarían tratando de obtener una ventaja militar unilateral en las armas espaciales. El problema con este concepto de la estabilidad en la carrera armamentista es, sin embargo, el de que se basa en una teoría de la dinámica de la carrera armamentista que las pruebas históricas han demostrado ser falsa.

Los detractores de la capacidad ASAT estadounidense están repitiendo esencialmente la hipótesis de que los programas de adquisición de fuerzas estadounidenses y soviéticos están atrapados en un ciclo de "acción-reacción." Esta hipótesis, formulada por el ex Secretario de la Defensa Robert S. McNamara, mantiene que "la Unión Soviética y los Estados Unidos influyen recíprocamente en los planes estratégicos mutuos. Cualesquiera que sean sus intenciones, cualesquiera que sean nuestras intenciones, las acciones ... por cualquier lado ... desencadenarán necesariamente reacciones en el otro lado. Es precisamente este fenómeno de acción y reacción lo que impulsa la carrera armamentista.17

La historia de las dos últimas décadas debería haber desacreditado esta teoría simplista como explicación adecuada para la competencia armamentista soviético-estadounidense. En los años 60, por ejemplo, los detractores del programa de misiles antibalísticos Safeguard/Sentinel (Antiballistic Missiles--ABM) de los Estados Unidos argumentaron sobre la base del modelo de acción-reacción que el despliegue de una defensa con misiles balísticos promovería despliegues ofensivos reactivos soviéticos.18 La conclusión de su argumento era la de que el control de armamentos podría intervenir en este ciclo de adquisiciones de fuerzas. Naturalmente, el tratado ABM de 1972 se basaba en parte en dicha lógica. Se presentó al público y al Congreso de Estados Unidos como medio de contener fuerzas ofensivas estratégicas (es decir, "estabilizando" la carrera armamentista).

Sin embargo, el historial posterior de adquisiciones de fuerzas por los soviéticos corroboró la hipótesis de acción-reacción. Si bien Estados Unidos niveló las adquisiciones de ICBM y prácticamente detuvo las actividades de defensa estratégica, la Unión Soviética prosiguió con la concentración militar. Tal como el ex Secretario de Defensa Harold Brown observó, "Claramente en el curso de los últimos 20 años han seguido desarrollo su capacidad militar a un ritmo constante. Cuando nosotros desarrollábamos nuestra capacidad, ellos continuaban desarrollando la suya a un ritmo constante. Cuyo nosotros reducíamos nuestra capacidad, ellos siguieron desarrollo la suya a un ritmo constante."19

En pocas palabras, el modelo de acción-reacción no es una explicación satisfactoria para el comportamiento soviético en cuestión de armamentos. A pesar de la falta de evidencia empírica, los detractores de la capacidad ASAT estadounidense pronostican con confianza que promovería una inestabilidad en la carrera armamentista tomando como base una teoría especiosa de la dinámica de la carrera armamentista. No consideran seriamente la posibilidad de que los programas de armas soviéticos estén propulsados principalmente por su propia lógica y objetivos internos. Así pues, ignoran las pruebas de los requisitos doctrinales que son las fuerzas propulsoras principales de la postura espacial militar soviética.20

El miedo al efecto de despliegues reactivos de sistemas ASAT soviéticos sobre la estabilidad en la carrera armamentista no debería llevar a las personas a oponerse a un programa ASAT estadounidense. La oposición a este programa en la creencia de que los despliegues ASAT soviéticos como respuesta degradarían la estabilidad se basa en la hipótesis de que la Unión Soviética no buscará capacidades ASAT adicionales a menos que sea motivada por las acciones estadounidenses. Sin embargo, la adquisición de una capacidad ASAT estadounidense no conduciría a despliegues ASAT soviéticos reactivos. Tal como se explica a continuación, la Unión Soviética ha estado desarrollando activamente capacidades ASAT por años de acuerdo con requisitos doctrinales militares para alcanzar y mantener una superioridad espacial militar a fin de negar a los Estados Unidos y sus aliados el uso del espacio.

Capacidades ASAT Soviéticas

La afirmación de que el interceptor ASAT coorbital soviético no presenta una amenaza importante para los satélites estadounidenses resta importancia a la amenaza que presenta la capacidad ASAT soviética. Es incorrecto presentar el interceptor de satélite coorbital como un arma primitiva e ineficaz. Los soviéticos continuaron probando, perfeccionando e incorporando nuevos componentes en el sistema después de completar su diseño inicial. Tal como declaró el Departamento de la Defensa, "Dada la complejidad del lanzamiento, el seguimiento de blancos y la intercepción dirigida por radar, el ASAT soviético dista mucho de ser primitivo. Las pruebas ASAT soviéticas han tenido éxito en gran medida, lo que indica que tienen un sistema operativo plenamente capaz de realizar su misión."21 Entre octubre de 1968 y junio de 1982, el sistema tuvo éxito en 9 de las 14 pruebas (64%) en una configuración guiada por radar.

Además, es especioso declarar que la confianza soviética en la capacidad del ASAT coorbital para realizar su misión ha sido minada como resultado de la moratoria unilateral en las pruebas. Las pruebas del sistema fueron interrumpidas 2 veces con anterioridad (diciembre de 1971 - febrero de 1976 y mayo de 1978 - abril de 1980) sin efecto deletreo en su desempeño. Durante estos períodos de moratoria, probablemente se incorporaron mejoras en el diseño del sistema.22 Además, el ASAT coorbital probablemente no requiera pruebas integrales a fin de mantener la confianza en el sistema. Los componentes podrían someterse a prueba en tierra o ejercitarse en los numerosos lanzamientos, encuentros y acoplamientos en el espacio que la Unión Soviética realiza anualmente. Los encuentros y acoplamientos, por supuesto, son esencialmente la resolución de problemas de intercepción. La confianza soviética en la confiabilidad del sistema también es reforzada por el hecho de que el propulsor SL-ll utilizado para lanzar el interceptor de satélite sigue siendo empleado con éxito cinco o seis veces por año.

Las personas que se oponen a la adquisición estadounidense de un ASAT especializado también presentan equívocamente la amenaza de la capacidad ASAT soviética concentrándose casi exclusivamente en el interceptor coorbital con exclusión de otras capacidades que interferirían efectivamente con el funcionamiento oportuno de un "sistema espacial." La misión ASAT la puede realizar cualquier arma capaz de perturbar o destruir cualquiera de los tres segmentos de un sistema espacial (orbital, enlace y terrestre). Estos detractores ignoran generalmente el hecho de que la Unión Soviética tiene en la actualidad varias otras armas disponibles para utilizarlas en función ASAT y que está desarrollo vigorosamente tecnologías de armas ASAT adicionales. Además del interceptor de satélite coorbital armado con ojiva no nuclear y capaz de suprimir a los satélites a bajas alturas, la capacidad ASAT soviética incluye interceptores ABM exoatmosféricos Galosh inherentemente capaces de ser empleados como ASAT de ascenso directo; láseres hiperenergéticos basados en tierra que podrían irradiar a los satélites; y sistemas de guerra electrónica basados en tierra que podrían interferir con los satélites en todas las alturas.23

Además, la Unión Soviética está trabajando en un haz de partículas basado en tierra y en el espacio, tecnología de armas de energía cinética y radiofrecuencia (microondas de alta potencia) como parte de su programa de defensa estratégica, que podría proporcionar capacidades ASAT adicionales.24 Estos programas de armas de tecnología exótica pueden producir fruto en el futuro. Ciertamente, el Contraalmirante Thomas Brooks, director de inteligencia naval, declaró en fecha reciente que la introducción de un módulo de energía nuclear compacto y más potente pudiera ser un paso crítico en el despliegue soviético de un ASAT basado en el espacio para mediados de los años 90.25

Así pues, es incorrecto aseverar que la capacidad ASAT soviética represente una amenaza insignificante para los sistemas espaciales estadounidenses. También, es una falacia creer que el seguir adelante con un sistema ASAT estadounidense promoverá la inestabilidad en la carrera armamentista cuando la Unión Soviética ha estado invirtiendo recursos sustanciales en toda una gama de capacidades ASAT durante años. Los detractores de una capacidad ASAT estadounidense deberían tomar en cuenta las repercusiones posibles de ceder a la Unión Soviética una capacidad unilateral para afirmar su control espacial y explotarlo para realzar la eficacia en combate de sus fuerzas terrestres.

Los Soviéticos aceptan los criterios

de estabilidad de la crisis (definidos por el Occidente)

La teoría de estabilidad de la crisis propuesta por quienes se oponen a la adquisición estadounidense de capacidades ASAT mantiene que el carácter de las posturas de fuerzas militares de las superpotencias nunca debería ser la próxima causa de guerra. Las posturas de fuerzas deberían concebirse de forma que amortiguaran en vez de que crearan incentivos para iniciar el uso de la fuerza militar en una crisis aguda. La disuasión estable en una crisis, de acuerdo con esta teoría, depende de la vulnerabilidad mutua del territorio de las superpotencias y la invulnerabilidad mutua de sus fuerzas de represalias y sistemas afines de mando y control. Los defensores de esta teoría argumentan que la existencia de ASAT durante una crisis aguda podría minar el control de la crisis y contribuir a una escalada de ésta. En particular, la preocupación es la de que la conciencia de la vulnerabilidad de los satélites de mando y control estratégicos pudiera conducir a miedo de un ataque ASAT por sorpresa junto con un primer ataque y que este miedo pudiera producir incentivos para un ataque total abrumador.

El problema básico con las teorías acerca de la estabilidad de la crisis es el de que presupone que la Unión Soviética está interesada en la estabilidad tal como la definen los teóricos occidentales del control de armamentos y que ha estructurado su postura de fuerzas de acuerdo con un paradigma comparable de disuasión. Sin embargo, la URSS no ha dado ninguna indicación de que acepte el concepto de la disuasión basado en una vulnerabilidad consensual. Los teóricos militares soviéticos se han burlado desde hace tiempo de esta noción calificándola de "pensamiento burgués incorrecto."26 Están convencidos de que no sería prudente colocar la seguridad de su país en manos de su adversario.

La Unión Soviética ha diseñado su postura de fuerzas sin considerar los planteamientos occidentales acerca de la estabilidad de la crisis. La URSS ha tratado de hacer su territorio, sus fuerzas estratégicas y sus sistemas asociados de mando y control invulnerables a un ataque nuclear. También ha tratado sistemáticamente de hacer el territorio y la disuasión de los Estados Unidos vulnerables. Ciertamente, la Unión Soviética sigue tratando de mantener una postura de fuerzas estratégicas eficaz y limitadora del daño. Además de una quinta generación de ICBM que está añadiendo a su inventario de armas de contrafuerza difíciles de abatir, la URSS mantiene defensas aéreas estratégicas robustas y está a la cabeza de los programas de endurecimiento/reubicación de armas. Además, tal como el Presidente Reagan declaró al Congreso en diciembre de 1987 y reafirmó antes de abandonar la presidencia, "La suma de los ABM soviéticos y acciones relacionadas con estos sistemas (por ejemplo, construcción de radares, pruebas simultáneas, mejoramiento de los SAM [misiles superficie-aire], recarga rápida de ABM, movilidad de ABM y despliegue de componentes de ABM a Gomel) indican que la URSS puede estar preparando una defensa ABM de su territorio nacional en violación del Tratado ABM.27 La Unión Soviética prefiere buscar la estabilidad mediante una capacidad unilateral de control de crisis en vez de depender de la restricción recíproca de un adversario.

Además, los teóricos militares soviéticos no aceptan la noción de que la tecnología militar de por sí pudiera ocasionar una crisis que se convierta en una guerra. Esta postura contrasta directamente con la afirmación de que la mera presencia de ASAT y la correspondiente vulnerabilidad de los satélites vitales podrían de por sí ser la fuente del conflicto. Los teóricos militares soviéticos rechazan tal razonamiento por ser demasiado mecanístico y estar divorciado de consideraciones políticas estratégicas. De acuerdo con la teoría militar soviética, la guerra es una cuestión de la política y no una función de la tecnología. Una premisa fundamental del pensamiento militar soviético es el dicho de Clausewitz, modificado por Lenin, de que "la guerra es una continuación de la política por otros medios (a saber, medios violentos).28 Desde una perspectiva soviética, la estabilidad no descansa en características técnicas específicas del equilibrio militar. Más bien, los factores políticos son los principales determinantes de la estabilidad en la crisis. Ciertamente, el Mariscal Sergei F. Akhromeyev, ex jefe del Mando General Soviético y asesor del Secretario General Gorbachev, ha subrayado que la política de seguridad nacional soviética se "basa en el hecho de que, en la era espacial nuclear, el mantenimiento de la seguridad parece ser cada vez más un problema político. No puede garantizarse por medios militares-técnicos o mediante la creación de incluso las fuerzas ofensivas o defensivas más poderosas."29

Quizás una condena aún mayor de la acusación con respecto a la inestabilidad de la crisis sea la de que es infundada incluso con respecto a los propios criterios de estabilidad de sus detractores. El principal criterio para la estabilidad de la disuasión en una crisis, tal como se advirtió arriba, es la vulnerabilidad de las sociedades mutuas a represalias estratégicas. De acuerdo con la teoría occidental de control de armamentos, ni Estados Unidos ni la Unión Soviética calcularían probablemente que los posibles beneficios políticos o militares de recurrir a la fuerza en una crisis aguda contrarrestarían los costos de un conflicto en tanto que ambos países sean vulnerables a un ataque nuclear. Así pues, a menos que un lado tenga una capacidad ASAT que impida eficazmente al otro la capacidad de utilizar -- o de ordenar la utilización -- de su fuerza estratégica ofensiva, es difícil ver cómo la presencia de ASAT durante una crisis entre las superpotencias podría precipitar una escalada nuclear. Puesto que ni Estados Unidos ni la Unión Soviética dependen completamente de los satélites para el mando y control estratégicos en un grado tal que el espacio sería considerado el talón de Aquiles del otro lado, el miedo a un ataque ASAT junto con un primer ataque no debería de por sí producir incentivos abrumadores para lanzar un ataque total en una crisis aguda.

Lo que los detractores que lanzan la acusación de inestabilidad en la crisis contra ASAT deberían considerar, dado el criterio soviético de la inestabilidad en contraste con el nuestro, es el hecho de que la capacidad de colocar a los satélites soviéticos que sirven para realzar sus fuerzas en una situación inmediata de riesgo pudiera ser sumamente importante para mantener la disuasión en una crisis. Ciertamente, puesto que la Unión Soviética cree evidentemente que la calidad de la disuasión descansa en la capacidad relativa de lucha de sus fuerzas armadas, la estabilidad de la disuasión debería fortalecerse al confrontar a los planificadores soviéticos de la defensa con la posibilidad de que se les impida obtener información sobre vigilancia, blancos, navegación y comunicaciones desde el espacio en apoyo de sus fuerzas terrestres.

El control, limitación,

terminación del conflicto y los satélites

Los detractores de un programa ASAT estadounidense también arguyen que dichas armas exacerbarían los problemas de controlar, limitar y terminar un conflicto entre las superpotencias. Se preocupan de que el empleo ASAT complique mucho el mando y control estratégicos, la negociación o acuerdos en tiempo de guerra y la capacidad de vigilar el cumplimiento de un armisticio. Sin embargo, estas preocupaciones son el resultado de exagerar la importancia de los satélites para las comunicaciones y vigilancia a larga distancia. Es cierto que tanto Estados Unidos como la Unión Soviética siguen aumentando su uso en tiempo de paz del espacio para tales actividades. Pero ningún país es ahora o es probable que lo sea en el futuro totalmente dependiente de los satélites para las comunicaciones de larga distancia en tiempo de guerra o para la vigilancia después de un ataque, al menos hasta el punto en que el otro lado tenga una confianza total de que una campaña ASAT con éxito vaya a producir una parálisis en el mando.

Tanto Estados Unidos como la Unión Soviética han dedicado recursos sustanciales al desarrollo de medios redundantes y sobrevivibles de comunicaciones estratégicas. Ciertamente, el mando, control y comunicaciones estratégicos han tenido la mayor prioridad en el programa de modernización estratégica estadounidense. Las superpotencias utilizan casi todas las tecnologías de comunicaciones y frecuencias para comunicaciones estratégicas. Pero los satélites en general se han convertido en el medio favorito para las comunicaciones a larga distancia debido a que permiten una transmisión confiable de grandes cantidades de información. Por consiguiente, ambas superpotencias han mejorado las medidas de supervivencia pasiva de sus satélites.

Los satélites no son el único medio de comunicación estratégica utilizado por Estados Unidos y la URSS. Las líneas terrestres y los sistemas relevadores de radio (no dependientes del espacio) también se utilizan para conectar a las autoridades de mando con las fuerzas estratégicas. Ambas superpotencias han construido centros fijos de mando endurecidos así como puestos de mando aerotransportados, móviles en tierra y mar. Han conectado estos centros de mando a sus fuerzas estratégicas con enlaces de comunicación redundantes integrados por cables por encima y debajo de tierra y sistemas relevadores de radio, además de los satélites de comunicaciones. Así pues, dada la disponibilidad de otros posibles medios de comunicaciones estratégicas, no es probable que el empleo ASAT contra los satélites utilizados para mando y control estratégicos conduzcan de por sí a una escalada incontrolada o inadvertida.

Análogamente, no es probable que el empleo ASAT contra los satélites de comunicaciones vaya a impedir notablemente la transmisión de una orden de cese al fuego y así reduzca la probabilidad de terminar pronto el conflicto. Esto no quiere decir que se subestime la dificultad de mantener el mando y control estratégicos en un ambiente de guerra nuclear. Pero sí se sugiere que los satélites quizás no sean vínculos de comunicación tan vitales que su incapacitación o destrucción resulte en represalias espasmódicas o en la decapitación. Además, existen vínculos de comunicación redundantes entre la superpotencias para las negociaciones en tiempo de guerra. El acuerdo para el establecimiento de una línea urgente en 1963 creó un circuito telegráfico duplex vinculado por cable entre Moscú y Washington y un sistema de reserva de radio de alta frecuencia. Cuando se mejoró en 1971 la línea urgente con la adición de circuitos de satélite, el enlace por cable se convirtió en el sistema de reserva y se eliminó el enlace por radio.

La preocupación acerca de las repercusiones de ASAT para la supervisión del comportamiento de un adversario durante una guerra y después de un armisticio también es infundada. Tanto Estados Unidos como la Unión Soviética están conscientes de que los satélites en órbitas cercanas a la tierra serían vulnerables a un ataque directo. Así pues, no es probable que ninguno de estos países proyecte depender exclusivamente de los satélites para dichas misiones en un tiempo de guerra. Los aviones tripulados o teledirigidos, por ejemplo, podrían utilizarse como medio provisional para recoger información o supervisar el cumplimiento con un armisticio.

Conclusión

El argumento de la inestabilidad en la disuasión y la carrera armamentista contra el programa ASAT estadounidense tiene fallas. Los detractores acusan que la adquisición estadounidense de capacidades ASAT especializadas sería desestabilizante y pudiera aumentar la probabilidad de una guerra. Argumentan que el seguir adelante con un programa ASAT propulsará una peligrosa carrera de armas espaciales. Además, arguyen que los ASAT podrían ser la próxima causa de la guerra en una crisis política aguda. Sin embargo, tal como se ha demostrado en el análisis precedente, las premisas subyacentes de estas acusaciones no son válidas.

Primero, el comportamiento soviético relativo a la adquisición de fuerzas no ha seguido un modelo de acción-reacción de la carrera armamentista. La hipótesis de que la adquisición estadounidense de capacidades ASAT conduciría a despliegues ASAT soviéticos reactivos se basa en un teoría especiosa de la dinámica de la carrera armamentista. Más que ser una reacción a un posible despliegue ASAT estadounidense, el desarrollo por la Unión Soviética de las armas espaciales es más probable que sea un producto de requisitos doctrinales para el logro de la superioridad espacial militar a fin de impedir a Estados Unidos y sus aliados el uso del espacio y realzar la eficacia en combate de sus propias fuerzas terrestres.

Segundo, las capacidades ASAT soviéticas presentan una amenaza importante para los sistemas espaciales estadounidenses. El ASAT coorbital es operativo y la confianza soviética en el sistema se ha mantenido con toda probabilidad a pesar de la moratoria unilateral en las pruebas. Además, el concentrarse totalmente en el interceptor de satélite coorbital soviético ignora la gama de otras capacidades militares que la Unión Soviética ha desplegado ya o está desarrollando para la misión ASAT.

Tercero, la Unión Soviética no acepta criterios occidentales para la estabilidad de la crisis ni estructura su postura de fuerzas de acuerdo con las consideraciones occidentales de la estabilidad. Ha rechazado como consideración normativa el concepto occidental de la disuasión basada en la vulnerabilidad mutua a represalia estratégica. En vez de ello, la Unión Soviética ha tratado de obtener una postura integral de limitación del daño. Incluso si la URSS aceptara la noción occidental de una disuasión estable, sería difícil ver cómo la presencia de ASAT en una crisis podría precipitar una escalada nuclear a menos que un lado tuviese una capacidad ASAT que pudiese impedir el uso por el otro de sus fuerzas de represalia, o la orden de utilizarlas.

Cuarto, puesto que ni Estados Unidos ni la Unión Soviética dependen totalmente de los satélites para las comunicaciones a larga distancia o la vigilancia, el empleo de ASAT no impediría necesariamente el control, limitación o terminación del conflicto. Ambas superpotencias utilizan sistemas relevadores de radio y líneas terrestres (no dependientes del espacio) como enlaces redundantes de comunicación para conectar a las autoridades de mando con las fuerzas estratégicas. Así pues, el empleo ASAT contra los enlaces por satélite no debería conducir de por sí a una escalada incontrolada o inadvertida. También hay enlaces redundantes de comunicación entre Estados Unidos y la Unión Soviética para negociaciones en tiempo de guerra. Análogamente, podrían disponerse de otros medios distintos de los satélites aviones tripulados y/o aviones teledirigidos) para supervisar el cumplimiento con un armisticio.

Las hipótesis erróneas en las que se basa el argumento de que los sistemas ASAT son desestabilizadores no deberían influir en el debate sobre la propuesta de un nuevo programa ASAT estadounidense. No se debería negar a los Estados Unidos una capacidad ASAT especializada por razón de que promovería inestabilidad en la carrera armamentista y la crisis. El seguir adelante con un programa ASAT difícilmente puede propulsar una carrera de armas espaciales cuando la Unión Soviética ha estado ya invirtiendo recursos sustanciales en toda una gama de capacidades ASAT con miras a controlar el espacio para realce de sus propias fuerzas militares. En vez de promover la inestabilidad en una crisis aguda entre las superpotencias, quizás sea esencial para la estabilidad de la disuasión -- y para la prevención de la guerra -- que Estados Unidos adquiera y mantenga capacidades que pongan a los satélites de realce de fuerzas soviéticas en un riesgo inmediato.

NOTAS

1. Thomas C. Schelling, "The Military Use of Outer Space: Bombardment Satellites," en Outer Space in World Politics, ed. Joseph M. Goldsen (Nueva York: Praeger, 1963), 110.

2. Véase, por ejemplo, Sen. Tom Harkin, "Star Wars: A Trojan Horse for ASAT Weapons," Arms Control Today, marzo de 1989, 3-9; y Union of Concerned Scientists, Anti-Satellite Weapons: Arms Control or Arms Race? (Cambridge, Mass: Union of Concerned Scientists, 30 de junio de 1983).

3. Véase, por ejemplo, Kosta Tsipis y Eric Raiten, "Antisatellite Weapons: The Present Danger," Technology Review agosto/septiembre de 1984, 55-63; y Anti-Satellite Weapons 6-8.

4. Véase, por ejemplo, Aspen Strategy Group, Anti-Satellite Weapons y U.S. Military Space Policy (Lanham, Md: University Press of America, 1986), 9-13.

5. Véase, por ejemplo, Harkin, 4; y Anti-Satellite Weapons, 12-13.

6. Véase, por ejemplo, Donald L. Hafner, "Averting a Brobdingnagian Skeet Shoot: Arms Control Measures for AntiSatellite Weapons," International Security 3, no. 5 (invierno de 1980-1981): 41-60.

7. Véase, por ejemplo, Harkin, 3.

8. Véase, por ejemplo, Richard L. Garwin, Kurt Gottfried, y Donald L. Hafner, "Antisatellite Weapons," Scientific American 250, no. 6 (julio de 1984): 45-55

9. Véase, por ejemplo, Paul B. Stares, "Anti-Satellite Arms Control in a Broader Security Perspective," en Seeking Stability en Space: Anti Satellite Weapons and the Evolving Space Regime, ed. Joseph S. Nye y James A. Schear (Lanham, Md: Aspen Strategy Group y University Press of America, 1987), 109-24; Paul B. Stares, Space and National Security, (Washington, DC: Brookings Institution, 1987), 136-41; Donald L. Hafner, "Negotiating Restraints on AntiSatellite Weapons: Options and Impact," en Nye y Schear, 87-108; y Donald L. Hafner, "Approaches to the Control of Antisatellite Weapons," en National Interests and the Military Use of Space, ed. William J. Durch (Cambridge, Mass: Ballinger, 1984), 239-70.

10. Véase, por ejemplo, Paul B. Stares, "Nuclear Operations and Anti-Satellites," en Managinq Nuclear Operations, ed. Ashton B. Carter, John D. Steinbruner y Charles A. Zraket (Washington, D.C:. Brookings Institution, 1987), 694-97.

11. Ib.

12. Ib.

13. Véase, por ejemplo, Kurt Gottfried y Richard Ned Lebow, "Anti-Satellite Weapons: Weighing the Risks," Daedalus 114, no. 2 (primavera de 1985): 147-69.

14. Ib.

15. Véase, por ejemplo, Stares, "Nuclear Operations," 697.

16. Véase, por ejemplo, Gottfried y Lebow, 162.

17. Robert S. McNamara, Secretario de Defensa, Alocución a los editores y publicadores de United Press International, San Francisco, California, 18 de septiembre de 1967.

18. Véase, por ejemplo, George W. Rathjens. "The Dynamics of the Arms Race," Scientific American 220. no. 4 (abril de 1969): 1525.

19. Subcomité de Erogaciones, Department of Defense Appropriations for 1981, 96O Cong., 2a sesión. (Washington, D.C. Government Printing Office, 1980), 493.

20. Véase, por ejemplo, Departamento de la Defensa, The Soviet Space Challenge, (Washington, D.C. Printing Office 1987), iii: y Agencia de Inteligencia para la Defensa, Soviet Military Space Doctrine, DDB-1400-16-84 (Washington, D.C. Government Printing Office, 1894), 32.

21. Departamento de Defensa, Soviet Military Power: An Assessment of the Treat, 7a ed. (Washington, D.C.: Government Printing Office, 1988), 65.

22. Robert da Costa, "A Response to the Union of Concerned Scientists ," Defense Science 2002, agosto de 1984, 30-39.

23. Soviet Military Power, 65: Comité del Senado sobre Service, Department of Defense Authorization for Fiscal Year 1986, 99o Cong., la sesión. (Washington, D.C.: Government Printing Office, 1985), 4315; y Comité del Senado sobre Armed Services, Department of Defense Authorization for Fiscal Year 1985, 98O Cong., 2a sesión. (Washington D.C.: Government Printing Office, 1984), 3566.

24. Departamento de la Defensa y Departamento de Estado, Soviet Strategic Defense Programs, (Washington, D.C.: Government Printing Office, 1985), 12-16.

25. Contraalmirante Thomas A. Brooks, USN, director de inteligencia naval, declaración ante el Subcomité de Potencia Marítima, Materiales Estratégicos y Críticos del Comité de Servicios Armados de la Cámara sobre Cuestiones de Inteligencia, 101º Cong., 1ª sesión., 22 febrero de 1989, 24-25.

26. Véase, por ejemplo, V. Kulakov et al., Marxism Leninism on War and Army, traducido y publicado bajo los auspicios de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (Washington, D.C.: Government Printing Office, 1974), 28.

27. The President's Unclassified Report on Soviet Noncompliance with Arms Control Aqreement (Washington, D.C.: La Casa Blanca, 2 de diciembre de 1987), 10 y The President's Unclassified Report on Soviet Noncompliance with Arms Control Agreements (Washington, D.C.: La Casa Blanca. 2 de diciembre de 1988). 18.

28. Para los comentarios de Lenin y notas marginales sobre Carl von Clausewitz's On War, véase Donald E. Davis y Walter S. G. Khon, "Lenin's 'Notebook on Clausewitz"', en Soviet Armed Forces Review Annual, ed. Davis R. Jones, vol. 1 (Gulf Breeze, Fla.: Academic International Press, 1977) 188-229.

29. Sergei F. Akhromeyev, "The Glory and Pride of the Soviet People," Sovetskaya Rossiya, 21 de febrero de 1987, 1.

Captions p 48

El sistema de ubicación mundial (Global Positioning System -- GPS) NAVSTAR está concebido para proporcionar la ubicación exacta para plataformas de armas en tierra. Forma parte de la creciente dependencia estadounidense en los sistemas basados en el espacio. Aunque Estados Unidos considera el GPS como no letal, la Unión Soviética puede en realidad percibirlo como una amenaza militar directa.

Pag 49

Un satélite del programa de satélites para la defensa (Defense Satellite Program -- DSP). Los detractores de la tecnología ASAT arguyen que, debido a la dependencia estadounidense en tales satélites, tenemos más que perder con el desarrrollo de la tecnología ASAT que ganar.

p 50

La instalación de investigación de energía dirigida en Sary Shagan, URSS, utilizada para someter a prueba láseres basados en tierra. Los soviéticos están desarrollando distintas tecnologías nuevas para la defensa espacial, independientemente de las actividades estadounidenses.

p 54

El actual sistema ASAT soviético operativo puede atacar sólo a satélites en órbita baja. Sus detractores aruyen que el sistema no presenta una amenaza importante, pero las actualizaciones continuas lo han convertido en un arma viable.

pull-out page 52

"La Unión Soviética y los Estados Unidos influyen recíprocamente en los planes estratégicos mutuos. Cualesquiera que sean sus intenciones, cualesquiera que sean nuestras intenciones, las acciones ... por cualquier lado ... desencadenarán necesariamente reacciones en el otro lado. Es precisamente este fenómeno de acción y reacción lo que impulsa la carrera armamentista."

Secretario de Defensa Robert S. McNamara


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