Respuestas Bilaterales y
Multilaterales a la Amenaza 
Global de la Droga

GENERAL BARRY MCCAFFREY, EJÉRCITO DE LOS ESTADOS UNIDOS (RET)

Buenas tardes. Es un placer visitar de nuevo este país tan encantador y a mis amigos Colombianos. Nuestros dos pueblos están unidos por profundos lazos de amistad. Pero estamos unidos por mucho más. También nos une nuestro compromiso democrático, el respeto a los derechos humanos, el libre comercio, y la oposición a la producción y el tráfico de estupefacientes. Entraremos juntos al nuevo siglo como socios, en una relación que siempre respetará la soberanía y la dignidad de nuestros pueblos. 
 
*Palabras pronunciadas por el Director de la Oficina de la Política Nacional de Control de Drogas, Oficina Ejecutiva del Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, ante la Escuela Superior de Guerra de Colombia, Santa Fé de Bogotá, lunes 20 de octubre de 1997.
Un resumen del problema que nos
presentan los estupefacientes

El mundo enfrenta hoy una pandemia de abuso de drogas ilícitas que inflige impresionantes costos a nuestras sociedades. Las drogas ilícitas matan y enferman a nuestros pueblos, disminuyen la productividad, drenan las economías, amenazan al medio ambiente, y socavan las instituciones democráticas y el orden nacional e internacional. El Programa de las Naciones Unidas para la fiscalización Internacional de Drogas (PNUFID) dice que los Estados Unidos consume el 11% de las drogas mundiales: este consumo cuesta alrededor de $68 mil millones de dólares por año en productividad perdida, atención de la salud, y espacio en prisiones. Cuando hable de cifras lo haré en dólares americanos y en el sistema que usamos en mi país como cantidades generales.

Para confrontar esta amenaza, en los Estados Unidos hemos organizado una amplia, balanceada e integrada estrategia nacional que consiste de cinco metas. Nuestra primera prioridad es reducir la demanda de estupefacientes: educando a nuestra juventud para rechazar las drogas ilícitas y reducir los costos de sanidad y sociales causados por el uso de las mismas. En apoyo a este esfuerzo de reducción de la demanda, los Estados Unidos gastarán alrededor de $5 mil millones, el próximo año, para prevención y tratamiento en escuelas y establecimientos educativos, en prisiones, y en enfoques innovadores para romper el ciclo de abuso de drogas y el consecuente delito. Como señaló el Presidente Clinton en su discurso por radio a la nación del 11 de octubre, estamos lanzando una campaña a través de los medios de comunicación con una inversión de $195 millones, para cambiar las actitudes de los adolescentes hacia el abuso de drogas.

Nuestros esfuerzos en los Estados Unidos tendrán un efecto en otras naciones: en tanto nosotros reduzcamos la demanda de la cocaína y la heroína, los traficantes buscarán nuevos mercados. En las pasadas dos décadas, los Estados Unidos ha reducido el uso de drogas en un 50% en tanto que la pandemia global ha estado reuniendo fuerzas y expandiendose hacia otras regiones del mundo. Ya hemos visto como el comercio de la heroína, que reclama para sí 600,000 adictos en los Estados Unidos, cuenta con millones de nuevos adictos en Pakistán y China. El PNUFID documenta que los Estados Unidos consume actualmente solo el 2% de la heroína del mundo. Los traficantes han tomado nota del potencial que existe para un incremento global de la demanda y están buscando agresivamente nuevos mercados.

El problema de las drogas ilícitas dentro
del contexto de las relaciones bilaterales
y hemisféricas

El papel de los Estados Unidos está guiado por el compromiso del Presidente Clinton de relaciones mutuamente respetuosas que beneficien a todos los pueblos. A principio de este año, viajé con el Presidente a México, América Central y el Caribe. Durante el viaje con el Presidente completado la semana pasada, visitamos a Venezuela, Brasil y Argentina. En cada país que visitamos, el optimismo general ha sido moderado por el reconocimiento de la creciente amenaza impuesta a todas las naciones por el cultivo, la producción, el tráfico, el consumo de drogas y el lavado de dinero.

Cuando nosotros, en el Gobierno de los Estados Unidos, hablamos ante audiencias norteamericanas sobre los retos que presenta el control de drogas ilícitas y la cooperación necesaria en la lucha hemisférica con nuestros vecinos de América del Norte, Central y Sur y del Caribe contra los estupefacientes, nosotros subrayamos que las relaciones hemisféricas, cada vez más importantes, de los Estados Unidos no giran en torno a ningún tema sencillo. Mientras, las preocupaciones de las políticas que se pueden aplicar al asunto de las drogas ilícitas son fundamentales para todas nuestras naciones, ninguno de nosotros debe perder de vista las otras realidades que definen los modos en que nuestros pueblos interactúan. Las naciones de América están encadenadas por su historia, cultura, geografía, y comercio.

Nosotros señalamos a las audiencias norteamericanas, que actualmente más de 830 millones de personas en el Hemisferio Occidental viven en regímenes democráticos. Colectivamente, nuestras economías constituyen un mercado de $13 trillones. Ciertamente, el comercio intra-hemisferio ya es significativo. Los Estados Unidos comercia más con Brasil que con China; más con Venezuela que con Rusia; más con Costa Rica — una nación de tres millones — que con los 100 millones de Europeos del Este, más con 14 millones de Chilenos que con casi mil millones de Indios. Para fines de siglo, América Latina tendrá una economía de $2 trillones y comerciará más de $600 billones en mercaderías y servicios. El comercio de los Estados Unidos con las naciones al sur excederá el comercio con Europa. Una de las prioridades del Presidente Clinton es trabajar con ustedes para actuar sobre esta realidad, construyendo sobre los éxitos del NAFTA y La Cumbre de las Américas de Miami de 1994.

Nosotros también hacemos hincapié en decirle a los Americanos que la Colombia acerca de la cual ellos leen no es la Colombia que nosotros conocemos. Colombia es una nación democrática de 37 millones de personas trabajadoras y orgullosas. Los pueblos de Estados Unidos y Colombia tienen una relación fuerte, dinámica, y multifacetica. Nosotros le decimos a las audiencias norteamericanas que no juzguen a esta gran nación solamente sobre la base de los criminales de la droga quienes constituyen una muy ínfima fracción de la población. Después de todo, los Colombianos no juzgan a los Americanos sobre la base de la mutilación criminal causada por nuestra propia Mafia en los Estados Unidos hasta principio de los 80 cuando valientes y determinados policías, fiscales, jueces, y legisladores finalmente lograron una victoria notable.

Muchos ciudadanos de los Estados Unidos no entienden que Colombia ha disfrutado del crecimiento más consistente en América Latina durante las últimas décadas. A diferencia de muchos otros países Sudamericanos, Colombia no descuidó ninguno de sus deberes oficiales durante la llamada “década perdida” de los 80. Desde 1990, su Producto Doméstico Bruto (PDB) creció en promedio más del 4% anualmente. Una gran parte de este éxito ha sido nuestro comercio de dos vías; nosotros somos su mayor socio comercial. Las exportaciones anuales de Estados Unidos a Colombia excedieron los 5 mil millones de dólares en los últimos tres años. En 1996, Colombia exportó más de 4 mil millones de dólares de mercaderías a los Estados Unidos. Sus exportaciones a los Estados Unidos están proyectadas para crecer en un 50% el próximo año. Los Estados Unidos es también el principal inversionista en la economía Colombiana; más de 100 importantes corporaciones norteamericanas hacen negocios en Colombia.

Las drogas ilícitas amenazan cada vez
más los valores compartidos y los
intereses comunes

Nuestros valores fundamentales de libertad y justicia son crecientemente amenazados por el tráfico y el consumo de drogas ilícitas. Los Estados Unidos, junto con otras democracias del hemisferio han declarado su compromiso a tres principios: respeto a la Ley, esmero por los derechos humanos, y su entrega total a los principios de gobierno democrático. Los eventos de la última década no han dejado dudas de que sin importar de dónde sea que provenga el tránsito de las drogas ilícitas, la corrupción hecha raíces. El delito, la violencia y la decadencia social son las consecuencias inevitables de los estupefacientes. Las drogas ilícitas y los delitos que nacen de ellas amenazan la salud y el bienestar de nuestras comunidades, coartan las aspiraciones de nuestros pueblos, y mancillan el futuro de nuestros niños. Nadie es inmune a este veneno; la cooperación internacional es la antídoto.

Si vamos a atacar este problema creciente, solo podemos hacerlo colectivamente. Trabajando en colaboración, podemos prevenir que la producción, el tráfico y el consumo de drogas ilícitas se arraiguen dentro de nuestras sociedades. Si las grandes democracias de este hemisferio no se mantienen unidas, el abuso y el tráfico de drogas incrementará; la violencia continuará; y la decadencia social se comerá nuestras instituciones, nuestras comunidades y nuestro futuro. Para reafirmar el mensaje de la Cumbre de las Américas en Santiago, el tiempo de acusar con el dedo ya pasó; el tiempo de la cooperación global contra los traficantes de drogas ilícitas está aquí y en nuestras manos.

Las consecuencias del tráfico
de estupefacientes en Colombia

Ninguna nación ha sufrido más que Colombia de los estragos del tráfico de drogas ilícitas. Durante la década de los 80, el Cartel de Medellín mantuvo a los ciudadanos de Colombia en un reino del terror que amenazó las raíces del orden público y el gobierno representativo. Colombia pasó por una época que tuvo honrosas muertes, mártires en una lucha contra una tiranía sin ley, entre quienes podemos recordar a:

Con el desmantelamiento del Cartel de Medellín, la violencia en Colombia fue temporalmente abatida pero no ha terminado. A pesar del agresivo control competente de las fuerzas de seguridad colombianas, poderosos grupos de traficantes todavía actúan con impunidad, reteniendo su poder a través de amenazas, intimidación, y asesinatos dirigidos contra rivales del narcotráfico, periodistas, oficiales de control, y miembros del sistema judicial. Cientos de oficiales de la Policía Nacional Colombiana han sido asesinados y heridos durante los últimos años en emboscadas, autobombas, y asesinatos tipo ejecuciones. La inseguridad en la sociedad Colombiana alimentada en parte por el tráfico de drogas, mantiene niveles que corroen las instituciones democráticas y el respeto por la Ley.

Con la infame alianza entre la industria de la cocaína y el movimiento de guerrilla revolucionaria, la amenaza del narcotraficante a la sociedad civil democrática Colombiana nuevamente camina cuesta arriba. Estamos convencidos que la mayoría de la FARC y una porción significativa del ELN participan y se benefician del tráfico de drogas. El comercio de cocaína parece estar alimentando en alrededor de $60 millones por año los cofres de estas empresas revolucionarias/criminales. Los grupos revolucionarios controlan el territorio donde se cultivan la materia prima y se fabrican las drogas; gravan y protegen las infraestructuras de cultivo, producción y tráfico de drogas; y se benefician enormemente de la exportación de estos químicos mortales. No es accidental que el 32% del incremento en el cultivo de coca que tuvo lugar en Colombia el año pasado estaba concentrado casi en su totalidad en el territorio controlado por la guerrilla.

La fusión de las organizaciones revolucionarias y las organizaciones delictivas internacionales ha creado una amenaza sin precedentes a la democracia, al imperio de la ley, y a la misma raíz de la sociedad. El objetivo de las guerrillas no es solamente las fuerzas de seguridad del Estado, sino; también, el proceso electoral que es el corazón latente de la sociedad democrática. La destrucción de la autoridad del Estado crea un vacío dentro del cual las empresas criminales de drogas se pueden mover libremente. El aumento del 32% del cultivo de coca Colombiana del último año apoyado e incentivado por miembros narco-corruptos de las FARC, el ELN, los carteles criminales, y algunas organizaciones paramilitares — es una campaña alarmante a todos aquellos que apoyan la democracia, respetan los derechos humanos, y desean proteger nuestras comunidades de los estragos de los estupefacientes.

Las consecuencias del abuso de
estupefacientes en los Estados Unidos

Las consecuencias del uso de drogas ilícitas han sido devastadoras dentro de los Estados Unidos. Estimamos que solo en esta década, el uso de drogas le ha costado a nuestra sociedad más de 100,000 muertos y alrededor de $300 mil millones. Cada año 500,000 Estadounidenses entran a salas de emergencia en los hospitales debido a problemas causados por las drogas, y 14,000 de ellos mueren a consecuencia de las drogas.

Estadounidenses de toda clase social y económica, raza y grupo étnico, están preocupados por los problemas interelacionados de delito, violencia y drogas. Están especialmente preocupados por el incremento del uso de estupefacientes por parte de la juventud. Hoy, drogas peligrosas como la cocaína, la heroína y la ametanfetamina son mas baratas y más potentes de lo que fueron a la altura de nuestro problema local de drogas quince o veinte anos atrás. En Arizona, el 90% de los homicidios del año pasado estaban relacionados con la ametanfetamina. Ninguna nación puede afrontar consecuencias sociales sanitarias y criminales tan devastadoras.

Demanda: la causa radical del problema
de las drogas

La demanda de drogas ilegales yace en el corazón del problema global de las drogas. Nosotros en los Estados Unidos, somos una parte sustancial del polo de la demanda de la ecuación de las drogas y estamos decididos a generar acciones. Durante las últimas dos décadas, los Estados Unidos ha progresado mucho en esta área, más que en cualquier otra cuestión de salud pública. El número de Estadounidenses que son consumidores casuales de drogas ha caído un 50% desde 1979, de 25 millones a 12 millones. El número de consumidores casuales de heroína ha caído en la última década, de 6 millones a 1.7 millones de Estadounidenses.

La Estrategia Nacional de Control de Drogas de los Estados Unidos, de la cual ustedes han recibido copia, reconoce que la demanda y sus ganancias que produce son el ímpetu para el comercio de drogas; nuestros esfuerzos han sido priorizados de acuerdo con ello. Nuestra meta número uno contra las drogas es prevenir que los 68 millones de Estadounidenses menores de 18 años de edad se vayan a convertir en una nueva generación de adictos. Encontramos inaceptable que los niveles de uso de drogas se hayan duplicado entre nuestra juventud desde 1992; debemos y vamos a revertir esta tendencia. En noviembre, nuestro gobierno lanzará la mayor campaña contra las drogas de la historia en los medios de comunicación. Esperamos gastar alrededor de 350 millones de dólares por año (cuando contamos los fondos federales y fondos provenientes del conjunto de la industria) para cambiar las actitudes sociales hacia las drogas ilícitas.

Dado que nosotros no podemos resolver los problemas de las drogas simplemente por arrestar a mucha gente, continuaremos sosteniendo nuestras estrictas leyes sobre las drogas. Un millón y medio de Estadounidenses se encuentran actualmente detrás de las rejas, muchos por violaciones a las leyes de drogas. Más de un millón adicional de Estadounidenses son arrestados cada año por delitos de droga. La encarcelación es enteramente apropiada para muchos de los delitos relacionados con las drogas. Debe haber fuertes incentivos pare mantenerse alejado del tráfico de drogas, y las sentencias de prisión pueden motivar a la gente a obedecer la ley.

Nuestro desafío es encarar el problema del uso crónico de drogas para lo cual dispondremos de exámenes físicos para detectar el uso de drogas, evaluaciones, la referencia de individuos a centros de tratamiento u otros, el tratamiento y la supervisión dentro del sistema de justicia penal de los Estados Unidos. Estamos haciéndolo, incrementando el número de cortes dedicadas al problema de las drogas, que supervisan el tratamiento y la rehabilitación para los violadores de la ley de drogas. Incrementaremos el gasto federal en la prevención del uso de drogas en la juventud en un 21% en el próximo año fiscal. Estamos invirtiendo para extender dramáticamente las coaliciones comunitarias contra las drogas. Nuestra meta es incrementar el número de pueblos y ciudades de los Estados Unidos que tienen coaliciones publico/privadas contra las drogas de 4,300 a más de 10,000.

El desafío del polo de la oferta

Reducir la demanda en los Estados Unidos no resolverá el problema global del abuso de drogas. El número de consumidores de drogas en América y la cantidad de drogas que ellos consumen cuentan como una pequeña fracción de la demanda mundial de drogas ilícitas. Los 600,000 adictos a la heroína de los Estados Unidos constituyen solo el 2% de los adictos al opio del mundo. Del mismo modo, los Estadounidenses consumen solo alrededor de un tercio de la cocaína producida cada año. En tanto los Estados Unidos disminuye su demanda de drogas, los traficantes de cocaína, heroína, y las otras drogas de abuso, buscan activamente nuevos mercados. Esos nuevos mercados, y la adicción y devastación que los acompaña, serán encontrados cada vez más en países que producen y trafican drogas.

El problema es que los consumidores de drogas generan enormes ganancias ilícitas. Los ciudadanos Estadounidenses gastan alrededor de 50 mil millones de dólares por año en drogas ilícitas. En los puertos de entrada de los Estados Unidos, el valor al por menor de la cocaína (estimada en 300 toneladas métricas) es de 30 mil millones de dólares anuales. Estas enormes sumas son la razón por la cual las organizaciones criminales dominan el tráfico internacional de drogas ilegales, amenazando a nuestras comunidades, y atacando a nuestras instituciones.

Para reducir la disponibilidad de drogas en los Estados Unidos, nosotros cooperamos en esfuerzos de reducción de la oferta bilaterales, regionales y multilaterales contra cada eslabón de la cadena de la droga, desde el cultivo a la producción y el tráfico. Durante los últimos años, hemos trabajado con las naciones del hemisferio pará limitar la producción de drogas ilícitas, el tráfico de drogas, y el lavado del dinero generado por esas drogas. Algunos ejemplos notables del progreso incluyen:

Cooperación bilateral con México. Los Estados Unidos y México hemos progresado notablemente en nuestros esfuerzos conjuntos para enfrentar el problema de la droga. El Presidente Zedillo ha identificado al tráfico de drogas como la principal amenaza a la seguridad nacional de México. Bajo su mandato, los decomisos Mexicanos de drogas se han incrementado considerablemente, con decomisos de marihuana superiores en un 40% a los de 1994, y las incautaciones de opio de más de un 45%. Los decomisos de cocaína, metanfetaminas y precursores químicos también crecieron significativamente. Ninguna otra nación en el mundo ha erradicado tantas hectáreas de cultivos para drogas ilegales como lo ha hecho México.

Nuestra extensa cooperación bilateral contra las drogas se da bajo la rúbrica del Grupo de Contacto de Alto Nivel para el Control de Drogas, Estados Unidos/México. Este grupo de política bilateral fue establecido en abril de 1996 y nos ha permitido avanzar en nuestro esfuerzo colectivo para impedir el tráfico de drogas y la demanda de drogas en ambas naciones. Nuestras dos naciones enfrentan difíciles problemas de drogas, pero hemos resuelto enfrentarlos directamente mientras afirmamos nuestros compromisos con los principios del derecho internacional, particularmente la soberanía nacional, la integridad territorial, y la no intervención en los asuntos internos de otros países.

Cooperación regional contra el puente aéreo Andino. Una de las iniciativas mas prometedoras es el esfuerzo regional para romper el puente aéreo del narcotráfico que une las áreas donde crece la coca en Perú con los laboratorios de cocaína en Colombia. Perú es la fuente del 60% de la hoja de coca del mundo y los laboratorios Colombianos están pensados para producir alrededor del 80% de la cocaína del mundo. El puente aéreo, que une la fuente de la materia prima en Perú con el proceso de producción en Colombia es vital para la continuación esa industria ilegal.

En el extremo sur del puente aéreo, la campaña de interdicción aérea conjunta (con la participación regional activa de Colombia, Panamá, Venezuela y Ecuador) obligó a aterrizar, decomisó y/o destruyó 23 aviones que transportaban estupefacientes en 1995. Como resultado, los vuelos relacionados con estupefacientes decrecieron un 47%, comparado con 1994. La continuación de esta campaña, el año pasado, provocó que los precios básicos de la coca cayeran a niveles récord, quebrando la economía de la cocaína en gran parte del Perú. Nosotros creemos que este logro fue un factor importante que contribuyó al éxito del Gobierno del Perú en la reducción de los cultivos de coca en un 18% en 1996.

Cooperación multilateral sobre lavado de dinero. Durante los últimos diez años, nuestros socios a través del mundo hemos hecho consenso de que la cooperación internacional es necesaria para proteger nuestros mercados financieros y como atacar el pilar financiero de las organizaciones criminales internacionales. Tanto Colombia como Estados Unidos son parte de un esfuerzo mundial para detener el flujo de capitales ilícitos, seguirles la pista a los orígenes criminales de los fondos e incautar bienes mal habidos mientras se encausa a sus propietarios. Esperamos refinar este instrumento de control internacional de drogas para que pueda hacer un papel elemental en el desquiciamiento de las organizaciones de tráfico de drogas ilícitas, la destrucción de su poder de corrupción, y la eliminación de su amenaza a las instituciones democráticas.

Importante cooperación con fuerzas de fiscalización y fuerzas militares antidroga. Las fuerzas para el control y las fuerzas militares colombianas deberían sentirse muy orgullosas de su sacrificio, compromiso y valor desplegados diariamente pare proteger a la nación colombiana de la amenaza de las más complejas organizaciones criminales internacionales que el mundo jamás haya conocido. Estos dedicados profesionales han realizado esfuerzos significativos contra las estructuras de producción y tráfico de drogas que envenenan nuestras comunidades y amenazan a nuestros niños. La voluntad y determinación de parte de la Policía Nacional Colombiana (PNC) y las unidades militares que actúan contra el trafico de estupefacientes al confrontar las organizaciones criminales de drogas, es un ejemplo para todos los que estamos preocupados por el poder de corrupción de los carteles y la narco-violencia que ellos diseminan. Especialmente loable es la determinación de la PNC de extender la erradicación de la coca y el opio a pesar de los grandes desafíos, incluyendo amenazas físicas y carencia de los recursos adecuados. La fuerte cooperación entre los valientes y resueltos militares Colombianos y la Policía Nacional en las operaciones contra los narcotraficantes encabezaran esfuerzos más efectivos contra el cultivo y el tráfico de drogas. Adelantos positivos específicos, que han sido destacados por nuestro gobierno, incluyen:

Esfuerzos de Control Contra las Organizaciones Criminales. La presión está siendo mantenida sobre los caciques del cartel de la droga. Dentro de los últimos dos años la Policía Nacional, trabajando en cooperación con unidades militares antinarcóticos, arrestaron y encarcelaron todos los ocho colombianos más importantes de los narcotraficantes internacionales. Personal militar y de la PNC especialmente adiestrados ejercen una presión constante sobre organizaciones de narcotráfico a través de allanamientos e incautaciones, logrando continuo progreso en arrestos y encauzamientos a traficantes internacionales importantes. Por ejemplo, en agosto de este año, Waldo Vargas, alias “El Ministro,” y Carlos Cárdenas, “Mosquita Loca,” dos narcotraficantes internacionales operando en Colombia fueron capturados.

Esfuerzos de control contra el sostén financiero de las organizaciones de droga. Colombia y los Estados Unidos continúan compartiendo información sobre actividades de lavado de dinero.

Las pruebas han sido usadas para identificar y aislar económicamente empresas de traficantes criminales. Por ejemplo, a través de las sanciones de Estados Unidos impuestas en función de la Ley de Poderes de sobre Emergencias Económicas Internacionales (IEEPA), los lavadores de dinero están siendo el blanco de esos esfuerzos. La cooperación Colombiana con las entidades internacionales de intervención continúa siendo excelente. Las agencias Colombianas de control con gran integridad y dedicación continúan apuntando a las empresas de negocios de Cali, específicamente su infraestructura financiera y compañías fachada, incautando registros de computadoras y propiedades. La PNC ha confiscado con gran destreza — y descifrado — computadoras y documentos, que llevaron a más confiscación. La PNC allanó e incautó alrededor de 100 propiedades pertenecientes a traficantes del Valle del Norte del Cauca. Las propiedades fueron entregadas en custodia, confiscación y disposición a la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE). El valor de dichos bienes alcanza decenas de millones de dólares.

Operaciones de interdicción contra la infraestructura de producción y tráfico. El año pasado, las fuerzas de seguridad Colombianas interceptaron un número de embarques de cocaína y heroína que se dirigían a Estados Unidos y Europa y destruyeron alrededor de 850 laboratorios de estupefacientes. La Fuerza Aérea Colombiana (FAC) participó en 662 operaciones antinarcóticos (con la PNC y COLAR, entre otras). La FAC lanzó 172 misiones de interceptación/interdicción contra aviones/naves del narcotráfico resultando en que los narcotraficantes perdieron 34 bienes. Las operaciones de la PNC y de los militares antinarcóticos en 1996 resultaron en un grande éxito con la incautación de alrededor de 23.5 toneladas métricas de cocaína HCL y 17.5 toneladas métricas de pasta base de cocaína, 183 kg. de heroína y morfina, y 234.9 toneladas métricas de marihuana; la captura de alrededor de 73 toneladas métricas de precursores químicos sólidos y aproximadamente 800,000 galones de precursores líquidos; la incautación de 557 vehículos, 192 barcos, y 40 aviones, y el arresto de 1,561 personas. La PNC también brindó información que llevó directamente a la incautación de 6.8 toneladas métricas de clorhidrato de cocaína en transito hacia México y los Estados Unidos.

Erradicación. Recientemente, las operaciones de erradicación de la PNC han mostrado un marcado incremento en su efectividad. La cooperación cercana a nivel de trabajo entre la PNC y los pilotos contratistas ha resultado en operaciones mejoradas, incluyendo un aumento de la fumigación y la implementación de tácticas más efectivas de fumigación. El creciente apoyo de COLAR a la PNC en actividades de erradicación el año pasado, incluyendo la dedicación de una brigada móvil de tiempo completo a la tarea también dio como resultado una seguridad mejorada y operaciones conjuntas de erradicación más efectivas. La valentía de esos pilotos cuyos aviones han recibido impactos de balas disparadas desde tierra, por lo menos 57 veces hasta la fecha de esta presentación en 1997, provoca la admiración en todos nosotros.

Desarrollo alternativo. El programa del desarrollo alternativo del gobierno de Colombia, “PLANTE” (Plan Nacional de Desarrollo Alternativo), comenzó a operar en 1996. PLANTE ayuda a los pequeños agricultores (1–3 hectáreas) a cambiar sus plantíos por cultivos legales en aquellas áreas donde los cultivos ilícitos son más prevalentes, después de que los cultivos ilegales hayan sido destruídos. PLANTE intenta complementar la interdicción y los esfuerzos de erradicación. Durante 1996, PLANTE financió alrededor de $7 millones en créditos a más de 2,000 familias de campesinos, quienes en su mayoría cultivaban amapolas para la producción de opio en dos zonas de cultivo.

Establecimiento de control gubernamental en áreas de cultivo y producción. A mediados de 1996, el grupo de tareas conjuntos PNC/militar, operando con un gran valor y determinación, recobró el dominio en la zona principal de cultivo/procesamiento de coca (el Guaviare) e incauto vastas cantidades de cemento, fertilizantes, gasolina, y otros precursores químicos líquidos. Estas operaciones parecen ser valiosos modelos a ser emulados en los intentos Colombianos para luchar con el problema de la reducción de los cultivos ilegales de coca.

Reformas legales y administrativas. La valiente aprobación, en diciembre del 1996, por parte del Congreso Colombiano de un ley de confiscación de bienes con clausulas de retroactividad es una de las herramientas que da mas esperanzas por parte del Gobierno de Colombia en esta área.

Cooperación bilateral. Las relaciones entre los Estados Unidos y las unidades que hacen cumplir la ley y las unidades militares Colombianas antidroga son un modelo de cooperación en el hemisferio. Los Estados Unidos ofrecen programas de adiestramiento y apoyo a los esfuerzos Colombianos para mejorar y hacer más efectivas a las instituciones judiciales y aquellas que dan cuerpo a la Ley. En 1996, 2,500 fiscales e investigadores de las agencias encargadas de hacer valer la ley de Colombia, recibieron entrenamiento; así como, otros 333 individuos aviadores, mecánicos y personal de logística envueltos en la lucha antinarcóticos. En apoyo a estos esfuerzos los Estados Unidos han suministrado más aviones y equipamientos para fortalecer los programas en contra de los narcotraficantes Colombianos. En el materia marítima, los Gobiernos de Colombia y de los Estados Unidos han establecido procedimientos que expeditan el abordaje de navíos sospechosos y ambos gobiernos han firmado un acuerdo de interdicción marítima.

Esfuerzos contra la corrupción. Creemos que la abrumadora mayoría de los Colombianos y las organizaciones gubernamentales Colombianas se han comprometido a eliminar de raíz la corrupción. Es importante mantener la presión, a través de su sistema judicial, contra aquellos que están en la administración pública que deshonran a través de la corrupción, la confianza depositada en ellos. La PNC ha estado alerta contra la corrupción, eliminando de sus filas unos 2000 policías sospechosos de crímenes y corrupción en 1996. Ninguna nación podría exigir mas de sus servidores uniformados que lo que estos valientes hombres y mujeres de las fuerzas armadas y policía Colombianas hacen diariamente por su país.

Perspectiva Estadounidense respecto a los esfuerzos de Colombia en la lucha contra las drogas ilícitas. A pesar del nivel de los sólidos logros de los militares y las agencias de control de Colombia que he mencionado antes, el Gobierno de los Estados Unidos continúa seriamente preocupado sobre la situación general antidroga de Colombia. El Informe sobre Estrategia Internacional de Control de Estupefacientes de marzo de 1997, preparado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos destaca de una manera directa estas inquietudes. Incluyen:

Cultivo y producción de estupefacientes. Colombia sigue siendo el mayor productor/distribuidor de cocaína del mundo y un importante proveedor de heroína y marihuana. En 1996, el cultivo de coca en Colombia se incrementó en aproximadamente un 32%. La producción de heroína en Colombia creció de cero a 6.5 toneladas métricas en menos de 10 años. Por primera vez, la heroína Colombiana representó, en el ultimo año, más de la mitad de todas las incautaciones por parte de los Estados Unidos.

Corrupción. La corrupción originada por aquellos que se dedican al cultivo, producción y tráfico de estupefacientes amenaza las condiciones de vida de su nación. Alcanza los más altos niveles del sistema, frustrando los esfuerzos de extender la cooperación bilateral y multilateral.

Administración de Justicia. La extradición sigue siendo un tema importante en las relaciones bilaterales entre Colombia y los Estados Unidos. De todas las herramientas que los países tienen disponibles en la lucha en contra a los delincuentes internacionales, la mas importante es la extradición, incluyendo la extradición de nacionales.

En todos estos puntos mencionados, las mutuas obligaciones de nuestros gobiernos, entre ellos y hacia la comunidad de naciones han sido detalladas en un número de Convenios de las Naciones Unidas y otros acuerdos hemisféricos. Tanto los Estados Unidos como Colombia han aceptado estos acuerdos.

Otras preocupaciones compartidas. Quisiera hacer a un lado el titulo de mi actividad presente y hablarles de soldado a soldado, a compañeros profesionales en hermandad de las armas que han sacrificado mucho al servicio de sus respectivos países. Deberíamos reconocer temas que deben ser de preocupación para todos los miembros de nuestra profesión y que podrían afectar nuestra habilidad para adelantar unidos en estrecha cooperación contra las organizaciones criminales internacionales.

Derechos humanos. Todos los profesionales militares aborrecen las violaciones de los derechos humanos como ofensas deplorables contra Dios, el país, y la profesión de las armas. El desafío que todos enfrentamos es proteger a las instituciones democráticas del estado, de aquellos que ignoran nuestras leyes soberanas y buscan una ganancia personal por medio de una industria ilegal y corruptora. Es imposible proteger el imperio de la ley a través de métodos no legales.

Como Clausewitz señaló en su obra original Sobre la Guerra, el pueblo y su ejército deben estar unidos. El ejército debe obtener su apoyo del pueblo; el pueblo y el ejército deben ser uno solo. Para proteger sus derechos Divinos, el pueblo confiere a su ejército con el monopolio del poder derivado de las fuerzas de las armas. Un ejército profesional debe, con todo su ser, oponerse a aquellos que podrían abusar de esa confianza. Aquellos que usen ilegalmente la fuerza de las armas para quitar los derechos otorgados por Dios a su propia gente, no son militares profesionales; ellos son criminales que dividen la unidad entre el ejército y el pueblo y deberían ser tratados como tales.

Paramilitares. Existe la preocupación en los Estados Unidos con respecto a los grupos paramilitares en Colombia. Estos grupos están creciendo en fuerza y número; ellos no tienen respeto por la ley o los derechos humanos; algunos podrían estar beneficiándose del narcotráfico. Nosotros, como soldados profesionales, no estaríamos preocupados si ellos fueran verdaderas milicias tales como los milicianos durante nuestra guerra de independencia quienes custodiaban las entradas al Puente Concord. Las milicias, si bien soldados no profesionales, son expresiones de la voluntad popular. Ellas son parte de nuestras comunidades, creadas para defendernos de aquellos que nos atacarían, destruirían nuestras leyes, y subvertirían nuestras libertades. Las verdaderas milicias defienden los derechos humanos, protegen el imperio de la ley, y — como un ejército profesional — están unidos con el pueblo. Los grupos armados que no pueden operar abiertamente, que no son sancionados por el Estado, que no responden a la voluntad popular sino a los dictados de los tiranos, no son milicias; ellos son paramilitares o mercenarios o bandidos y deberían ser una grave preocupación para los soldados profesionales.

Acción mancomunada. Después de nuestras propias experiencias en Vietnam, los militares de los Estados Unidos entraron en una quieta revolución que fortaleció enormemente nuestro profesionalismo y nuestras capacidades. Uno de los puntos más importantes de esta revolución pasiva fue una reorganización dentro del Departamento de Defensa que brindó unidad de comando para nuestras fuerzas en servicio. Antes de esta reorganización, las fuerzas terrestres, aéreas y navales operaban frecuentemente dentro de sus propias esferas; sin dar suficiente importancia al mejorar el poderío y sinergia que la nación podía obtener de un enfoque estratégico singular y unido. Después de la reorganización, el General Norman Schwartzkopf pudo manejar las fuerzas militares de los Estados Unidos como un instrumento de guerra unificado para derrotar al Ejército invasor Iraquí en los campos petroleros de Kuwait.

Hemos observado a los militares Colombianos contender con algunas de las mismas inquietudes de como organizar a las fuerzas armadas para operar de una manera conjunta y más efectiva. Aplaudimos sus esfuerzos de incorporar a la Policía Nacional, a la Fuerza Aérea, el Ejército, y a la Fuerza Naval en operaciones unificadas. Creemos que futuros esfuerzos en esta dirección producirán grandes beneficios en nuestros esfuerzos comunes para derrotar a los narcotraficantes.

Es necesaria una mayor
cooperación internacional

El problema de las drogas es una agonía mundial. En los Estados Unidos, el abuso de drogas tiene enormes consecuencias para la salud y también origina crímenes violentos y calles inseguras. En México, una frontera común de 2000 millas con los Estados Unidos permite a las organizaciones internacionales del narcotráfico usar a ese país como trampolín a los mercados en los Estados Unidos. En el Caribe las pequeñas naciones encuentran difícil — con limitados recursos — proteger sus extensas costas. En Colombia, el cultivo y la producción de drogas brinda actualmente recursos a las organizaciones narco-guerrilleras. Mientras el problema del abuso de drogas se manifiesta en diferentes formas, continúa siendo un problema para todos. Todas las naciones deben trabajar para evitar que las organizaciones de narcotráfico lleguen a estrangular nuestras economías, familias, y procesos democráticos.

Como sugirió el Presidente Clinton en su informe al Congreso sobre la Condición del Abuso y Tráfico Internacional de Drogas de marzo de 1997, la cooperación internacional necesita fortalecerse. El Gobierno de los Estados Unidos está absolutamente comprometido a ayudar a todas las naciones a cumplir con las metas y objetivos establecidos por las Naciones Unidas en su Convención de 1988. Apoyaremos los esfuerzos regionales y subregionales para frenar la producción, el tráfico y el consumo de drogas. Compartiremos información con nuestros socios. Estamos preparados para asistir en el proceso de establecimiento y fortalecimiento de aquellas instituciones que las agencias judiciales, legislativas y policiales necesitan para enfrentarse a los narcotraficantes internacionales. Apoyaremos los esfuerzos internacionales para eliminar el lavado de dinero, que amenaza la integridad de nuestras instituciones financieras.

Confiamos en que podemos continuar realizando progreso significativo en el Hemisferio Occidental contra la producción y el tráfico de drogas. A través de la cooperación internacional podemos compartir información e ideas para mejorar nuestros esfuerzos en reducir la demanda, coordinar nuestros esfuerzos de control, y negar refugios a las organizaciones criminales internacionales que diseminan violencia y corrupción. Nuevamente, aplaudimos los esfuerzos de los valientes y dedicados profesionales de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional Colombianas, que diariamente arriesgan sus vidas para proteger sus familias, comunidades, y esta gran nación de los embates de los estupefacientes y los narcotraficantes. Ha sido un gran honor reunirme con ustedes, compañeros de profesión como soldados, y explicarles los puntos de vista de los Estados Unidos acerca de la amenaza común que nos presentan los estupefacientes y la que debemos encarar juntos.


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