¿ES EL PSICOANÁLISIS UNA CIENCIA?*
A lo largo de su obra, Freud presentó numerosas veces su doctrina psicoanalítica como una ciencia[1], y siempre pareció esforzarse por asignarle un estatuto epistemológico que pudiera ser reconocido por los científicos de su tiempo. Infortunadamente no lo consiguió, a juicio mío, no tanto por las resistencias psíquicas a su ideas, dado que pudieran ser tenidas por socialmente subversivas, sino debido a su propia carencia de validez científica. El psicoanálisis creció y se expandió muchísimo desde la época de Freud, pero aún así no logró constituirse en una ciencia por las razones que exponemos a continuación:
a) No
es susceptible de validación empírica o de verificación. Quiere decir que
las hipótesis que constituyen su cuerpo teórico no pueden examinarse
experimentalmente ni pueden ser rigurosamente establecidas como verdaderas o
falsas. En muchos casos dichas hipótesis no están ni siquiera lo
suficientemente bien definidas como para ser estudiadas científicamente[2].
Pero, ¿acaso concepciones como el inconsciente o las verdades subjetivas pueden
estudiarse objetivamente como en los experimentos físicos o químicos? No. Sin
embargo cualquier proposición que se pretenda verdadera, debe poder ser
susceptible de ser comprobada o verificada: Si se postula que “el
complejo de Edipo es el nódulo de las neurosis” o que “el inconsciente está
estructurado como un lenguaje”, se debe ser capaz de dar una definición lo más
precisa y unívoca posible de “complejo de Edipo” y de “inconsciente”. Si estos
conceptos no están bien definidos, luego toda investigación seria y rigurosa en
este campo es superflua ya que no habría manera de demostrar que lo que
se formula es verdadero o existente. Los criterios de demostración no
son necesariamente válidos para ciencias sociales como la sociología, la
psicología, la antropología o la lingüística, pero en la medida en que su
estudio es objetivo y científico, sus hipótesis y constructos son susceptibles
de verificación, es decir que puede decirse de ellos que son verdaderos
o que no lo son. Por ejemplo, enfoques como los estudios sincrónico y
diacrónico de la lengua en lingüística, aunque perfectibles, están bien
definidos, son verificables en la experiencia y son útiles para la
investigación en tanto no se diseñen o construyan otros que los superen.
b) Su
no exclusión de explicaciones alternativas. Significa que toda hipótesis
científica debe, en la medida de lo posible, ser capaz de excluir explicaciones
diferentes de las que postula como causales para sustentar los efectos que
pretende explicar o predecir. Por ejemplo, se puede interpretar un cuadro
patológico de histeria disociativa como efecto parcial de una regresión a
fantasías infantiles reprimidas o una conducta o lenguaje delirante como un
efecto de “la forclusión del Nombre-del-Padre”, así como pueden ser igualmente
atribuibles a la posesión demoníaca, a un castigo de Dios o al “mal de ojo”.
Una explicación científica genuina procura descartar interpretaciones diversas,
además de fundamentar con datos por qué su hipótesis es superior a otra o la
única viable desde un punto de vista racional y objetivo.
c) Es
irrefutable. Como lo señalaba Karl Popper[3],
una teoría que se pretenda científica debe ser capaz de determinar bajo qué
condiciones de excepción pudiera no ser válida o aplicable. Una teoría como la
del psicoanálisis, que siempre puede encontrar explicaciones para los
problemas mentales, no es científica porque no puede precisar en qué
circunstancias podría no tener razón o equivocarse. Por ejemplo, en física,
cuando la masa alcanza una velocidad cercana a la de la luz, los principios de
la “ley de la gravitación universal” de Newton fallan y son más exactos los
cálculos extraibles de la “teoría de la relatividad general”. Cuando las proporciones
se reducen al espacio subatómico, los principios de la física clásica fallan o
no son aplicables, y en cambio cuentan los de la mecánica cuántica. En cambio
el psicoanálisis plantea que “todos los sueños son realizaciones de
deseos disfrazados”, que “todos los sujetos tienen inconsciente”, o bien
que han de “pasar por la castración” o que “tienen 1 de 3 estructuras psíquicas
(neurosis, psicosis o perversión)”, sin indicar cuando tales proposiciones
pudieran no ser. Es cierto que no es comparable el objeto de estudio de la
física con el del psicoanálisis; pero, ¿son sus conocimientos más exactos o
generalizables que los de la física?, ¿o puede de algún modo probar lo que
afirma? [4]
d) Su
reificación del inconsciente y de otros términos. Reificación significa ‘tomar o utilizar como
concretos términos que en realidad son abstractos’. La existencia de entidades
intangibles e imponderables (¿en el cerebro o dónde?) como “inconsciente”,
“superyó”, “pulsión” o “principio del placer” son incontrastables y por consiguiente
inverificables. A menudo el psicoanálisis recurre a estos conceptos para
explicar fenómenos, lo que constituye una reificación flagrante, pues las
abstracciones no pueden producir como consecuencia lógica efectos materiales.
Este problema es análogo al del alma o el del espíritu, cuya existencia no
puede refutarse aunque tampoco pueda ser verificada. Entonces la “existencia” depende tan sólo de
la creencia del místico o del psicoanalista, o de su paciente, si éste
es persuadido de tal ‘verdad’.
Si el psicoanálisis no es una ciencia,
entonces, ¿qué puede ser? Propongo que el psicoanálisis puede ser:
Algunas preguntas:
Ø
¿Convendría
que el psicoanálisis fuera una ciencia o basta con que sea un conjunto de
creencias explicativas organizadas?
La conveniencia: A mi juicio, lo más conveniente sería que
el psicoanálisis pudiera constituirse en una ciencia. Pero, ¿lo más conveniente
para quién? Ciertamente no para el propio psicoanálisis. Si el psicoanálisis
puede investigarse científicamente, como lo sostienen algunos filósofos de la
ciencia[6]
e investigadores[7], entonces
corre el riesgo de modificar significativamente sus principios, lo que
afectaría su cuerpo teórico, pudiendo éste en última instancia ser refutado. De
hecho, varios filósofos de la ciencia e investigadores opinan que ya ha sido
refutado. Si el psicoanálisis no puede investigarse científicamente, como lo
sostienen algunos filósofos[8]
y psicoanalistas[9], entonces no
podría reclamar ningún estatuto científico. Sin embargo convendría a los
usuarios del psicoanálisis, como a los de cualquier otro tipo de servicio de
salud, poseer siquiera un mínimo de conocimiento sobre la efectividad,
eficacia, ventajas y desventajas de los tratamientos ofrecidos a su
disposición. Para contar con tal información se requiere necesariamente de la
investigación.
Ø
Pero,
¿podría el psicoanálisis ser válido aun cuando no fuera científico? ¿O es que
acaso todo cuanto no sea científico debe ser descartado?
La validez: No todo cuanto no sea científico debe ser descartado:
El valor conceptual del psicoanálisis podría convalidarse extra-científicamente
mediante la demostración de su eficacia terapéutica.[10] Sin embargo, el argumento de la validez del psicoanálisis por su superioridad terapéutica en el
tratamiento de las neurosis en comparación con otras psicoterapias, es
contradicho por la evidencia de los resultados de estudios estadísticos y
longitudinales, donde el psicoanálisis no demuestra una superioridad
terapéutica o una eficacia superior (por ejemplo, remisión sin recaídas) al de otras psicoterapias. Algunos estudios señalan, en cambio, que
otras psicoterapias, como la comportamental, parecen ser más eficaces que el psicoanálisis en el tratamiento de las neurosis.
Desde un punto de vista estrictamente empírico, las psicoterapias
comportamentales y cognitivo-conductuales son las únicas que realmente han
podido demostrar efectividad terapéutica porque, por ejemplo, disponen de
registros exhaustivos para hacer el seguimiento de los casos y poder
fundamentar así su eficacia. No obstante, el psicoanálisis ha mostrado una efectividad relativa,
aunque ella no ha sido lo suficientemente validada de manera sistemática y
sostenida a través de los estudios correspondientes.
Ø
¿Los
recursos lógicos y matemáticos adoptados por el psicoanálisis no le
dan formalidad y rigor científicos
a sus formulaciones?
Lacan: Ha sido cuestionada y muy discutida y criticada la pertinencia de algunas elaboraciones teóricas de Lacan para el psicoanálisis, a partir de construcciones tomadas de las ciencias
exactas. Los físicos Sokal
y Bricmont[11], además de otros científicos
y epistemólogos contemporáneos que los secundan, han argumentado que Lacan en
ninguna parte de su obra da fundamentación o justificación alguna para su importación de terminología de las
ciencias exactas al dominio del psicoanálisis. Los autores piensan que las
intenciones de Lacan eran impresionar e intimidar a un público no familiarizado
con tales conceptos científicos, para darle un barniz o una apariencia de
rigor y de cientificidad a sus formulaciones.[12]
Independientemente de si esta interpretación es la correcta, los autores
subrayan que en cualquier otro campo del conocimiento, el recurso de importar
terminología científica
para explicar fenómenos de una esfera
del conocimiento distinta, debería ser congruente con una sustentación
convincente[13]. Además,
Sokal y Bricmont demuestran los errores de Lacan al abordar una terminología
sobre la que no tiene conocimientos suficientes. Por ejemplo, señalan su
confusión de los números imaginarios con los números irracionales, y su
extrapolación arbitraria de conceptos de dominios diferentes con significados
muy distintos, como la noción matemática del “espacio compacto” aplicada a algo
llamado “campo de goce” en psicoanálisis. La utilidad de la terminología de las
ciencias exactas para el psicoanálisis ha sido fundamentada por los seguidores
de Lacan[14], pero por
lo menos estas dos críticas –su no justificación empírica o conceptual y sus
errores en la utilización de la terminología científica– no han sido absueltas satisfactoriamente.
Ø
¿Pero no es
acaso asumir una actitud positivista y una postura dogmática el sostener que
sólo la ciencia es la única tributaria de “la verdad”? ¿Además, no son los
criterios de “verdad” o “realidad” relativos; es decir que hay verdades y
realidades que sólo cuentan para un sujeto, de manera íntima? ¿O hay acaso algo
como una “verdad absoluta” o completamente “objetiva”? ¿Qué es puramente
“objetivo”, sin la intervención de algún sujeto?
Subjetivismo/Positivismo/Dogmatismo:
Creo que era Milan Kundera quien decía algo
como “en este mundo nada es verdad ni nada es mentira, todo es según el color
del cristal con que se mira”. Aunque esta frase puede impresionar en un sentido
estético, soy de la opinión de que se trata de un sofisma y de una afirmación
falaz. Permítaseme responder con preguntas algo prosaicas: ¿Puede una mujer
estar relativamente embarazada? ¿Depende de el sujeto que su
hermano deje de sufrir cáncer? Si en una construcción la cabeza de un trabajador
es aplastada por una tonelada de concreto, ¿valdrá decir del efecto que ello le
ocasionará, que es una “realidad” o “verdad relativa” o “subjetiva”? Durante un
breve lapso podrá haber cierta indefinición o duda razonable acerca del
embarazo o la muerte o la existencia del cáncer, pero la incertidumbre se
disipará más bien pronto. Pudiera alegarse que estos temas son médicos. Bueno,
si un soldado del Ejército “pone” una bala en el cerebro del hijo de un
campesino, independientemente de un juicio moral o legal, ¿es esto un hecho o
una “realidad” o una “verdad” subjetivos o relativos, o
“dependerá del cristal con que se lo mire” determinar si lo hizo o no lo hizo?
Podríamos dar unos cuantos ejemplos más por el estilo, referidos al sujeto
humano, no a la ciencia positiva.
Pero es cierto que para la mente humana los
hechos de la realidad rara vez son tan claros o tan bien definidos. Freud
mostró cómo la producción de síntomas neuróticos dependía a menudo más de
cierto orden de fantasías que de la realidad factual. ¿Autoriza esto a que la
teoría del psicoanálisis pueda ser asimismo subjetiva? ¿No se impone, por el
contrario, por la materia misma de que se trata su estudio, extremar el cuidado
de no incurrir en subjetivismo para su teoría? Una teoría que se pretenda
científica o rigurosa no puede ser subjetiva, debe ser objetiva.
¿Qué es “objetivo”? ‘Objetivo’ es todo
aquello cuanto existe relativo al ‘objeto’ en sí, o sea, independientemente de
lo que pensemos, sintamos, imaginemos o creamos, e independientemente de que lo
conozcamos o no, o de que nos guste o no nos guste. Esta noción parte de un
axioma científico que dice que el mundo, aunque con una pequeña diferencia,
existiría igual sin nosotros. Por esto el científico se esfuerza por controlar
y mensurar lo mejor posible las variables de desviación que introduce o que
imprime en su objeto de estudio cuando lo estudia. Por ejemplo, un antropólogo
que quisiera estudiar la manera en que se establecen las relaciones de
parentesco en determinada tribu, se preocupará, para una labor de observación,
por registrar escrupulosamente el grado de distorsión que introduce en el
comportamiento de los miembros de la tribu que investiga. Cuando lo haya
logrado de manera hasta cierto punto satisfactoria, podrá manipular las
variables a su disposición, incluyendo desde luego la que él mismo representa,
para una labor de experimentación. Ello le servirá para ampliar sus
conocimientos, pero al mismo tiempo complicará muchísimo más el objeto y las
condiciones de su estudio.
Entonces: una actitud científica no puede
ser dogmática. Son dogmáticas las proposiciones que afirman
hechos establecidos y verdades incuestionables cuando no han sido, o no pueden ser sometidos a prueba
alguna que los verifique o que demuestre su veracidad. Así decía Bertrand Russell[15]:
«No es deseable creer en una proposición cuando no existe ninguna razón
para pensar que es verdadera». Para un científico,
una sola refutación vale más
que mil confirmaciones. Una actitud científica genuina se caracteriza por ser
crítica y desconfiada –porque toda ciencia es falible y perfectible– y por
consiguiente no puede ser dogmática. Ella misma es, podríamos decir, la propia
cura contra el dogmatismo. Un dogmático vuelve continuamente, de manera
circular y tautológica a sus Escrituras en busca de la verdad y del
conocimiento cierto e innegable (‘es cierto porque lo dijo Freud’ o ‘lo que
dice X es falso porque contradice lo que dijo Lacan’), en lugar de buscar
evidencias o pruebas que respalden o bien rebatan sus hipótesis. En cambio para
un científico no hay verdades intocables, todo conocimiento le es problemático,
entiende que ningún saber es definitivo y que aquello que halle puede ser
mejorado o refutado al contrastarlo con otras experiencias o a medida que su
ciencia progrese. Un saber que no pueda ser probado, verificado o contrastado
puede que sea una ‘verdad revelada’ o una ‘sabiduría’ pero, estrictamente
hablando, no le incumbe a la investigación científica. Avalar, asentir y creer
ciegamente (la falacia de autoridad: ‘es cierto lo que Y dijo porque él lo
dijo’) es más fácil que desconfiar, investigar y criticar.
La ciencia también se diferencia de la
ideología y de la religión porque no permanece atada a un conjunto de
proposiciones eternamente; y no sólo cambia, sino que tiene que cambiar como
consecuencia de nuevos y mejores conocimientos o descubrimientos. Lo hasta aquí
expuesto es válido para cualquier ciencia propiamente dicha, no privativo de un
enfoque “positivista” de la ciencia. ¿O se estudian hoy la antropología, la lingüística,
la sociología o la psicología como ciencias positivas?
Por otra parte, ¿qué logros notables han
obtenido el pensamiento subjetivista, el relativismo epistémico o las
disquisiciones retóricas o las divagaciones meramente intelectuales, por más
arduas y elaboradas que ellas sean? ¿Han servido o servirán para encontrarle
una cura al sida, para remediar las enfermedades de transmisión genética, para
crear mejores métodos para el control de la natalidad o para producir alimentos
sustitutos para poblaciones en extrema pobreza y carentes de recursos
naturales? Es cierto que la ciencia, por intermedio de la tecnología, no se ha
distinguido únicamente por producir ‘bondades’ para la humanidad; pero, aun
cuando esto ya forme parte del discurso político, cabe preguntar, ¿cuál será
entonces la alternativa? ¿Renunciar a todo conocimiento por la vía de la
ciencia y volver a vivir como en la Edad de Piedra o en el Oscurantismo?
Considero que, pese a todo, la ciencia, junto con las artes, ha sido y sigue
siendo por sí misma una de las mayores conquistas alcanzadas por el hombre. No
es la ciencia la que perpetra los crímenes; los peores latrocinios han sido
cometidos en el nombre de creencias incuestionables, no en el de la ciencia.
Las hipótesis científicas son perfectibles y
falibles mas, aunque el conocimiento científico pueda ser desagradable e
inconveniente, contradecir a importantes autores y humillar al sentido común y
a la intuición, siempre es susceptible de ser confirmado y establecido como verdadero.
Así la ciencia es éticamente valiosa, porque nos recuerda que corregir los
errores es tan valioso como no cometerlos[16]. Dejo como conclusión final las palabras de
Sokal[17],
con las que concuerdo plenamente:
Diría a los lectores lo mismo que digo a mis
alumnos a principios de cada semestre. Que es: utiliza tu propia cabeza; nunca
creas algo por la simple razón de que yo lo diga. Si yo afirmo algo, tengo la
obligación de sostener mis afirmaciones con razonamientos lógicos y/o datos
empíricos. Tengo la obligación de explicarte lógica y claramente por qué es
razonable creer lo que estoy diciendo. Y si mis explicaciones no te son
convincentes, debes pedirme más explicaciones, hasta que puedas formular tu
propio juicio racional. Creo que es un buen consejo, no sólo para estudiantes
de física o matemáticas, sino también para ciudadanos.
12/2002.
* Publicado en la Revista de Psicología de la UNMSM (2003). Año VII, No. 4.
[1] Por ejemplo: Freud, Sigmund. (1922): «Psicoanálisis y Teoría de la libido (Dos artículos de Enciclopedia)». En Obras completas. Madrid: Biblioteca Nueva (1973).
[2] Fernández, Sergio P. (1999): «Epistemología y Psicoanálisis ¿Ciencia, hermenéutica o ética?». En Cinta de Moebio. No.5. Abril de 1999. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile. http://rehue.csociales.uchile.cl/publicaciones/moebio/05/frames06.htm
[3] Popper, Karl R. (1959): The logic of Scientific
Discovery. Londres: Hutchinson.
[4] En su libro ¿Por qué el psicoanálisis? (ROUDINESCO, Elisabeth. 1999: Pourquoi la psychanalyse? Paris: Fayard.), la psicoanalista Elisabeth Roudinesco llama al psicoanálisis “ciencia de la subjetividad” y escribe: «Teología laica, el cientificismo acompaña sin cesar el discurso de la ciencia y la evolución de las ciencias que pretenden resolver todos los problemas humanos por una creencia en la determinación absoluta de la capacidad de La ciencia de resolverlos.» El físico belga Jean Bricmont, en un artículo titulado ¿Cómo puedo ser “positivista”? (Bricmont, Jean. 2000: «Comment peut-on être “positiviste”?». Publicado en Psychanalyse, Que reste-t-il de nos amours? Francis Martens, Revue de l'Université de Bruxelles, 2000, 2, Editions Complexes: http://dogma.free.fr/txt/JB-Positiviste.htm) contesta esta posición, indicando que el problema del “sujeto” y del inconsciente es análogo al del alma o el del espíritu. Roudinesco comenta en su libro: «Podemos igualmente leer aquí que el inconsciente freudiano no es “ni hereditario, ni cerebral, ni automático, ni neuronal, ni cognitivo, ni metafísico, ni simbólico, etc. ¿Pero entonces cuál es su naturaleza y por qué siempre es objeto de tan arduas polémicas?”». Bricmont se pregunta lo mismo. Y dice: «Si el “sujeto” significa lo indeterminado o lo no-causal –por oposición a aquello dependiente al menos de una causalidad estadística–, entonces no existe y no puede existir una “ciencia del sujeto”, porque todo lo que la ciencia puede hacer, es justamente descubrir y examinar las relaciones causales, ni más ni menos.» En relación a la imputación a la ciencia de ser “teología laica” y de pretender un saber absoluto para resolver todos los problemas humanos, Bricmont le opone a Roudinesco una observación de Bertrand Russell (RUSSELL, Bertrand. 1946: History of Western Philosophy. Londres: Routledge, 1991.): «Admitimos honestamente que el intelecto humano no es capaz de aportar respuestas concluyentes a numerosas cuestiones esenciales para la humanidad, pero nos rehusamos a creer que exista un camino “superior” del conocimiento por el que se pueda acceder a las verdades ocultas a la ciencia y al intelecto.». Bricmont: «Hay un mundo de diferencia entre estas dos aserciones, entre la afirmación caricaturesca de que la ciencia no conoce límites y la idea modesta de que aquello que podemos conocer, lo conocemos por los medios científicos.».
[5] Bunge, Mario. (2001): «¿Qué son las seudociencias?». Montreal. Publicado en La Razón y El Escéptico Digital. http://www.arp-sapc.org/docentes/bungeprinc.html
[6] Por ejemplo Adolf Grünbaum: Grünbaum, Adolf. (1984): The
Foundations of Psychoanalysis; A Philosophical Critique. Berkeley:
University of California Press.; Jacques Van Rillaer: Van Rillaer, Jacques. (1980): Les
illusions de la psychanalyse. Sprimont: Mardaga.
[7] Por ejemplo Hans J. Eysenck: Eysenck, Hans J. y Wilson, Glenn D. (1973): El estudio experimental de las teorías freudianas. Madrid: Alianza Editorial.
[8] Por ejemplo Paul Ricoeur y Jürgen Habermas.
[9] Por ejemplo Elisabeth Roudinesco (1999); Jean-Michel Vappereau, Serge Hajlblum y René Lew; Roland Gori, Christian Hoffmann (1999).
[10] Un comité de investigación de la Asociación Psicoanalítica Internacional, publicó una revisión “de puertas abiertas” (2002, versión en español del informe) que reúne más de 50 estudios sobre los resultados y la efectividad del psicoanálisis hasta 1998. Las conclusiones de este informe le son muy favorables al psicoanálisis. Descontando que dicha revisión pudiera estimarse sospechosa de parcialidad, se echa de menos que ninguno de los estudios correlacionales consignados incluya a las psicoterapias comportamentales o cognitivo-conductuales. La mayoría de ellos compara al psicoanálisis con la psicoterapia psicoanalítica u otros tratamientos derivados del psicoanálisis. Un hallazgo interesante, sin embargo, es que el psicoanálisis no fue capaz de probar en estos estudios una superioridad terapéutica a los resultados de la terapia jungiana, o de la rogeriana o “centrada en el cliente”, dado que obtienen resultados casi idénticos en eficacia clínica.
[11] Sokal, Alan D. y Bricmont, Jean. (1997): Impostures
Intellectuelles. París: Éditions Odile Jacob.
[12] Para la época de uno de sus últimos seminarios (Lacan, Jacques. 1977: Seminario 25. El momento de concluir. Clase 1. «Una práctica de charlatanería». –seminario inédito–), Lacan ya había desistido de su aspiración de incluir al psicoanálisis dentro de lo que denominó “ciencias conjeturales” (Lacan, Jacques. 1953: «Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis». En Escritos I. México: Siglo XXI. 1980.), reconociendo al fin su carácter no científico en razón de su “infalsabilidad”. Caracteriza al psicoanálisis, en cambio, como “una práctica de charlatanería”. Allí dice: «Lo que tengo que decirles, voy a decírselos, es que el psicoanálisis debe ser tomado en serio, aún cuando no sea una ciencia. Porque lo enojoso, como lo ha mostrado sobreabundantemente un llamado Karl Popper, es que no es una ciencia porque es irrefutable. Es una práctica que dure lo que dure, es una práctica de charlatanería (bavardage). Ninguna charlatanería carece de riesgos. Ya la palabra charlatanería implica algo. Lo que implica está suficientemente dicho por la palabra charlatanería, lo que quiere decir que no hay más que frases, es decir lo que se llama “las proposiciones” que implican consecuencias, las palabras también. La charlatanería lleva la palabra al rango de babear (baver) o de espurrear, la reduce a la suerte de salpicadura que resulta de eso. Bien.».
[13] Sokal y Bricmont acusan, entre otros autores, a Lacan de ser un ‘impostor intelectual’ por hacer ‘abuso de la ciencia’. Una de las características con que denotan tal acusación es la siguiente: «Importar conceptos de las ciencias naturales a las humanidades o ciencias sociales sin dar la mínima justificación conceptual o empírica. Si una bióloga quisiera aplicar, en su investigación, nociones elementales de topología matemática, o pongamos geometría diferencial, se le pediría que dé alguna explicación. Una analogía vaga no sería tomada muy en serio por sus colegas. Aquí, por contraste, aprendemos de Lacan que la estructura del sujeto neurótico es exactamente el toro (no es menos que la realidad misma), de Kristeva que el lenguaje poético puede ser teorizado en los términos de la cardinalidad del continuum, y de Baudrillard que la guerra moderna tiene lugar en el espacio no-euclideano –todo sin la menor explicación.».
[14] Consultar: Psicoanálisis,
ciencia y pomodernismo. Acheronta:
http://psiconet.com/foros/psa-ciencia/index2.htm:
- Sauval, Michel. (1998): Ciencia,
psicoanálisis y posmodernismo (Acerca del libro “Impostures
Intellectuelles” de Sokal y Bricmont).
- Hajlblum, Serge. Réponse à un défi (En réponse à Sokal et Bricmont).
- Vappereau, Jean-Michel; Hajlblum, Serge y Lew, René. Ni à tort ni à raison (En réponse à Sokal et
Bricmont).
-
Eidelberg, Alejandra. (1999): Presentación sobre el “affaire Sokal” en el
Colegio Epistemológico del ICBA..; El nonsense posmoderno
no es el de Lacan.
- Said, Eduardo. (1998): La “broma” de Sokal y el
psicoanálisis lacaniano.
http://www.psyche-navegante.com/numero1-2/deotrasescuadras.htm
[15] Russell, Bertrand. (1991): Sceptical
Essays. Londres: Routledge.
[16] Bunge,
Mario. (1985): La ciencia, su método y su filosofía. Siglo Veinte: Buenos Aires.
[17] Ocaso de la posmodernidad/posmodernismo. (2000): Entrevista de Carlos Midence a Alan Sokal publicada el 4 de diciembre de 2000 en El Nuevo Diario. Managua. http://www.physics.nyu.edu/faculty/sokal/elnuevodiario.html