Misterios del Cristo glorioso

1. Jesús resucita de la muerte

En la tarde de aquel día, el primero de la semana, y estando los discípulos con las puertas cerradas por miedo a los judíos, llegó Jesús, se puso en medio y les dijo: (La paz esté con vosotros!

Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.

* Te alabamos, Señor Jesús con el universo entero porque has vencido a la muerte.

- Ave María

* Te alabamos, Señor, porque tu resurrección es el anuncio de nuestra propia resurrección.

- Ave María

* Te damos gracias, Señor Jesús, porque nos has unido a tu vida, a tu muerte y a tu resurrección.

- Ave María

* Te damos gracias, Señor, porque, unidos a ti, participaremos para siempre de tu felicidad.

- Ave María

Virgen María, Madre del Jesús resucitado, aviva nuestra fe en la resurrección del Señor y en nuestro propio triunfo sobre la muerte.
Madre, ayúdanos a que, como tú, vivamos unidos a Jesús en el dolor, en el sufrimiento y en la muerte para estar unidos a El, también en la resurrección.
Ayúdanos, Madre, a ser apoyo, consuelo y esperanza para nuestros hermanos que sufren y poder ser partícipes, también, de su felicidad cuando nos encontremos contigo después de la resurrección.

Canto: Cristo, nuestro hermano

Porque Cristo nuestro hermano ha resucitado
María, alégrate. (2) Aleluya.

Porque en Cristo nuestro hermano
todos somos hijos María, alégrate. (2) Aleluya

Alabanzas a María

2. Jesús, elevado a la gloria del Padre

El mismo que bajó es el que subió a lo más alto del cielo, para que se cumpliesen todas las cosas.
Practicando sinceramente el amor, crezcamos en todos los sentidos hacia aquel que es la cabeza, Cristo.

* Alabado seas, Señor Jesús, porque el Padre te ha exaltado y te ha hecho Señor del universo.
- Ave María

* Alabado seas, Señor, porque te ha dado un nombre sobre todo nombre para que todos te alabemos, te glorifiquemos y te demos gracias.
- Ave María

* Te damos gracias, Señor, Jesús, porque no nos has dejado solos, porque acompañas nuestro vivir y porque nos has dado una Madre que fortalece nuestra esperanza de encontrarnos un día contigo y con el Padre.
- Ave María

Gracias, Madre, porque nos has enseñado que para estar unidos a Dios en el cielo, hemos de estar unidos a El también en la tierra.
Gracias, Madre, porque acompañas nuestro caminar hacia el Padre unidos a nuestros hermanos.
Gracias, Madre, porque mantienes viva nuestra esperanza de una vida nueva a la que todos estamos destinados.

Alabanzas a María

Canto: Somos un pueblo que camina.

Somos un pueblo que camina y juntos caminando
podremos alcanzar otra ciudad
que no se acaba sin penas ni tristezas,
ciudad de eternidad.

Somos un pueblo que camina,
que marcha por el mundo
buscando otra ciudad.
Somos errantes peregrinos
en busca de un destino,
destino de unidad.

Siempre seremos caminantes,
pues sólo caminando podremos alcanzar
otra ciudad que no se acaba,
sin penas ni tristezas,
ciudad de eternidad.

3. La llegada del Espíritu a los discípulos

Todos hacían constantemente oración en común con las mujeres, con María, la Madre de Jesús, y con sus hermanos. De repente un ruido del cielo, como de viento impetuoso, llenó toda la casa, donde estaban. Se les aparecieron como lenguas de fuego, que se posaban sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y anunciaban las grandezas de Dios.

* Te damos gracias, Señor, por tu Espíritu que orienta nuestro corazón a las cosas del Padre.
- Ave María

* Te damos gracias, Señor Jesús, por tu Espíritu que nos ayuda a comprender tu palabra y nos anima a trabajar por tu Reino.
- Ave María

* Gracias, Señor por tu Espíritu que da luz a nuestra inteligencia para comprender lo que viene del padre, que fortalece nuestro deseo de trabajar por el Evangelio y que abre nuestro corazón para que acoja a cuantos se acercan a nosotros.
- Ave María.

Virgen María, enséñanos a permanecer dóciles y abiertos al Espíritu que vive en cada uno de nosotros.
Madre, reúnenos a todos en torno a ti como congregaste a los discípulos de tu Hijo, para que sepamos recibir al Espíritu.
Madre de Jesús, llena de gracia, la esclava del Señor, enséñanos a estar atentos a la voz del Espíritu manifestada en las circunstancias de cada día y en las personas con las que nos relacionamos.

Canto: El Espíritu del Señor

El Señor os dará su Espíritu Santo.
Ya no temáis, abrid el corazón.
Derramará todo su amor.

El transformará hoy nuestra vida.
Os dará la fuerza para amar.
No perdáis vuestra esperanza
El os salvará. (El Señor...)

Os inundará de un nuevo gozo
con el don de la fraternidad.
Abrid vuestros corazones
a la libertad.

Alabanzas a María

4. María participa de la gloria de Cristo

Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de estrellas en la cabeza. Dio a luz un hijo varón, el que debía regir a las naciones. Y la mujer tiene un lugar preparado por Dios.

* Alabado sea, Señor Jesús, por maría, tu Madre y nuestra Madre, porque en ella, uno de los nuestros, nos conduces a participar de tu gloria.
- Ave María

* Te alabamos, Señor, porque al nacer de una madre como nosotros, te has hecho hombre como nosotros para que los hombres lleguemos a ser hijos de Dios.
- Ave María

* Alabado seas, Señor, porque, al hacer a María la reina del universo, la haces, también reina de nuestras vidas y de nuestros corazones.
- Ave María.

Madre, acompaña nuestro caminar en pos de Jesús para que, unidos a El en la tierra, podamos cantar sus alabanzas en el cielo.
Virgen María, la elegida por Dios, la mujer en la que Dios ha hecho obras grandes, acepta nuestra alabanza de generación en generación.
Madre, a los que nos llamamos hijos tuyos, acéptanos en tu compañía para que podamos cantar tus alabanzas y, contigo, demos gloria a nuestro creador.

Alabanzas a María

Canto: Yo cantaré al Señor

Yo cantaré al Señor un himno grande.
Yo cantaré al Señor una canción (Bis)

Mi alma se engrandece,
mi alma canta al Señor (Bis)

Proclama mi alma la grandeza de Dios,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

Porque ha mirado la humillación de su sierva. (Bis)

Cantad conmigo la grandeza de Dios.

Todas las naciones, alabad al Señor.

 

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