Misterios del Mesías
que sufre
(Celebración Mariana 03)

1. Jesús en la agonía

Jesús comenzó a sentir tristeza y angustia. Cayó de bruces y se puso a orar así: APadre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz; pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú@.

Te damos gracias, Señor Jesús, por haber compartido con nosotros el horror ante la muertes. Te damos gracias, Señor, por haber aceptado ser uno de nosotros. Gracias, Señor, por haber compartido nuestra debilidad, nuestro dolor y lo más duro del sufrimiento humano.

Señor; gracias por el cáliz que hoy, y cada día, hemos de beber y gracias por la fuerza que de ti recibimos para aceptarlo con alegría.

Avemarías

Canto: El dolor del mundo

El dolor del mundo tú lo sabes,
pastor nuestro, Cristo, sálvanos,
quitanos el miedo y la tristeza,
tú que eres descanso,
eres futuro, eres perdón.
Quiero darte gracias, Jesucristo,
porque me amas; soy oscuridad.
Gracias, porque vives en nosotros,
gracias por los hombres,
el trabajo y lealtad.

Virgen María, Madre del Jesús sufriente, Madre del Jesús agonizante, te presentamos a todos los que hoy sufren por la incomprensión, el abandono y el olvido de los suyos. Acompaña, Madre, a los que hoy deben afrontar condenas injustas, incluso la muerte. Que encuentren en ti el amparo que los suyos no están dispuestos a darles.

Invocaciones

2. Jesús es condenado

El sumo sacerdote preguntó a Jesús: A(Eres tú el mesías, el Hijo del Dios bendito?@ Jesús respondió: A(Yo soy!@

Todos le condenaron a muerte.

Gracias, Señor, por haber aceptado la prisión, la flagelación y la condena injusta. Te damos gracias, Señor, por tu valor en decir la verdad ante tus acusadores y aceptar con ello tu condena a muerte. Gracias, Señor, porque, con tu testimonio, muchos hombres hoy podrán dar sentido a su condena injusta.

Avemarías

Virgen maría, Madre de Jesús azotado y condenado a muerte, danos la fuerza y el valor para llevar una vida honrada, incluso en la dificultad. Ayúdanos a dar testimonio de nuestra fe con nuestra palabra y, sobre todo, con nuestras obras a pesar de las consecuencias dolorosas que nos puedan sobrevenir.

Invocaciones

3. Jesús coronado de espinas

Le vistieron una túnica púrpura, le pusieron una corona trenzada de espinas y comenzaron a saludarlo. AViva el rey de los judíos@.

Y le golpeaban la cabeza con una caña, lo escupían y, doblando la rodilla, le hacían reverencias.

Gracias, Señor, porque no te rebelaste ante el insulto, la burla, los golpes y las espinas. Te damos gracias, Señor, porque, aceptando el dolor y las ofensas de los hombres, nos dices que también nosotros podemos asumir el dolor y los golpes que en la vida vamos a recibir, incluso injustamente.

Avemarías

Canto: Madre del amor

María, madre del amor,
das tu corazón al pie de la cruz.
María, madre del dolor,
llévanos siempre junto a ti (bis)

Virgen María, tú que sufriste viendo el sufrimiento que tuvo que soportar tu Hijo, ayúdanos a no ser nosotros causa del dolor de nuestros hermanos. Haz, también, que comprendamos y aliviemos el sufrimiento que vemos a nuestro alrededor causado por los prejuicios, el desprecio y la violencia que tienen que sufrir los más débiles de nuestra sociedad.

Invocaciones.

4. Jesús es crucificado

Pilato dijo a los judíos: A(Aquí tenéis al hombre!@ Ellos gritaron: (@Fuera! (Fuera! (Crucifícalo!@ Jesús quedó en manos de los judíos y, cargado con la cruz, salió hacia el Gólgota, donde lo crucificaron.

Con él crucificaron a otros dos, uno a cada lado.

Te damos gracias, Señor Jesús, porque con tu cruz nos has salvado, porque tus heridas nos han curado, porque con tu muerte hemos recibido la vida. Gracias, Jesús, porque, como el viernes santo quedaste en manos de los judíos, hoy te pones en nuestras manos para que podamos mitigar tu dolor ayudando a los que deben llevar cruces extremadamente pesadas.

Avemarías

Canto: Como el Padre me amó

Como el padre me amó yo
os he amado.
Permaneced en mi amor (bis).

No veréis amor tan grande
como aquel que os mostré.
Yo doy la vida por vosotros:
Amad como yo os amé.

Si hacéis lo que os mando
y os queréis de corazón
compartiréis mi pleno gozo
de amar como El me amó.

Como el padre me amó yo
os he amado.
Permaneced en mi amor (bis).

Virgen María, Madre del crucificado; danos la fuerza necesaria para llevar con alegría la cruz que la vida nos presenta; que no rehuyamos el dolor, el sufrimiento, la cruz sobre todo cuando son consecuencia de vivir según el Evangelio. Y acompáñanos y acompaña a todos los que sufren como acompañaste a tu Hijo en el Calvario.

Invocaciones

5. Jesús muere acompañado de María.

Jesús, al ver a su madre y, junto a ella, al discípulo que tanto quería, dijo a su madre. AMujer, ahí tienes a tu hijo@. Luego dijo al discípulo: AAhí tienes a tu madre@.

Jesús, dijo: Apadre, en tus manos encomiendo mi espíritu@. Y expiró.

Te damos gracias, Señor, porque tu muerte nos abre las puertas de la vida. Te damos gracias, Señor, porque en tu muerte recibimos tu perdón que nos revela el perdón del padre.

Te damos gracias, Señor, porque en el Calvario nos enseñas a tener plena confianza en el Padre a pesar de que, a veces, parezca que nos ha olvidado. Gracias, Señor Jesús, porque podemos decir que tu vida y tu muerte han sido un acto de amor a todos los hombres.

Avemarías

Canto: Santa María de la esperanza.

Santa María de la esperanza,
mantén el ritmo de nuestra espera. (2)

Esperaste, cuando todos vacilaban,
el triunfo de Jesús sobre la muerte.
Y nosotros esperamos que su vida
anime nuestro mundo para siempre.

Virgen María, cuando sintamos la cruz sobre nuestras espaldas, danos la fuerza y el valor para caminar con ella a ejemplo del Señor. Que contemos siempre con tu compañía y que, a ejemplo tuyo, ayudemos a los que caminan a nuestro lado con su propia cruz. Que en los momentos de dolor, especialmente, sintamos la voz de Jesús. AAhí tienes a tu madre@.

Invocaciones

 

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