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DOGMA APLANACALLES y CRISTIÁN BERRÍOS Presentan: CHOCOLATE POST MORTEM (ADAPTACIÓN TEATRAL) |
Basado
en el E-book homónimo y en fragmentos de Cuentos de Sueñobscuro
Mabel, esposa
de Joakín Santis Figueroa Máscaras Penélope Fedor
Arreola, recepcionista de posada. Procesión
(difunto impostor y 4 dolientes) Detective Felipe Huenchumir Nastassja
Blanca,
hermana de Nastassja Anciana Trapecista
mujer Sacerdote Madre de
Blanca Félix Kuro Joakín
Santis Figueroa Geraldinne Camila Egaña
Godoy Francisco
Legrand Recién
Fallecido Heredero de
Kaikai Víctima Anchimallén 2 Escoltas Juliette Lautaro
Norambuena Stengel, empleado municipal. ACTO
1 ESCENA
1-
Limbo. Las Máscaras se mueven en un escenario oscuro. Mabel se halla en
medio de ellas con un vestido rojo de largos velos. MABEL:
Mi nombre es Mabel, y les doy la bienvenida al mundo de los muertos. Ahora
que son espíritus pueden trepar árboles con la ligereza de una pluma, y
en una tarde conseguir el ascenso de las cumbres más altas que hayan
imaginado. La entrada al cine, al estadio, al circo y al teatro son
absolutamente gratis. Siempre se enteran de eso demasiado tarde; espero
que al menos no hayan hecho fila. Cuando falleces nadie te explica nada.
Han sido afortunados al encontrarse conmigo. Yo fallecí hace años, diez,
veinte tal vez, pero fácilmente podrían ser cuarenta, y tarde muchísimo
en percatarme que había ocurrido. La idea es no atormentarse con el
pasado y resolver los asuntos pendientes con dos o tres apariciones a los
miembros de la familia o una meditación profunda.
Aparecerse en un sueño es un desperdicio de tiempo, te pones tu
mejor vestido, conciente de que no existe ningún maquillaje compatible
con el vapor, arreglas tu cabello como te enseñan los espectros
estilistas y al final el pariente que soñó contigo dice a la hora del
desayuno que tuvo una pesadilla o que soñó puras leseras. Una señora
fantasma amiga mía, cocía en su maquina a pedal para que su familia
supiera que era ella. Pero en lugar de escucharla llamaron a un
espiritista que lleno la casa de humo y de oraciones, como si una fuera
atea, y al final optó por abandonar a su familia y venirse al limbo. No
nos molesta el incienso, pero es ridículo que te quedes mientras un extraño
se sulfura invocando a cuanto santo hay que viene y te saluda cortésmente.
Si un santo es amable y te agrada para que vas a empeñarte en
desprestigiarlo. Somos todos ciudadanos. Hay fantasmas que se pasean en el
mundo de los mortales gritando con cara de bulímicos, y mientras allá
provocan ataques cardiacos aquí se ríen un año entero, y luego van a
recibir a los que mataron del susto y les dicen que fue una broma
inocente. Extraño tantas
cosas. Tuve dos grandes amores, el chocolate y Joakín Santis Figueroa, mi
esposo. ¡Chocolate caliente!...¡Chocolate en barra!...El chocolate
blanco me parecía empalagoso y que
no daría por un trocito de chocolate blanco. En que estuve pensando que
no desnudé plantaciones enteras de almendras y nueces. Debí vender todas
mis joyas y comprar un helado gigante. Lo peor es que ahora recuerdo los
espárragos, la espinaca, las alcachofas, un extraño forraje llamado
achicoria pero ni la más mínima pista de que me provocaba el chocolate.
¿A que sabe?, si contestamos cacao es tan inexacto como opinar que el
trigo sabe igual al pan. Conocemos el nombre y el color,
pero no cuantificamos la esencia del chocolate. Lo mismo ocurre con
el alma. Vendrán a buscarme muy pronto, lo presiento, pero no me gustaría
irme sin tener la seguridad de que asimilarán en forma positiva su
condición de difuntos, y no harán actos desesperados como posesionarse
del cuerpo de una mosca o un gusano. ¡Ya! Mientras espero les contaré
historias que los harán reflexionar sobre sus vidas pasadas. Acudían
espectros de todos los rincones Y
disfrutaban los festejos. Corrompían
la tristeza con colores En
una Alegoría del Escarnio. (Salen) ESCENA
2-
Recepción de una posada. Penélope entra cargando pesadamente sus
maletas. Fedor Arreola duerme placidamente. La mujer lo despierta tocando
el timbre que se haya sobre el mesón. FEDOR
ARREOLA: Muy buenas tardes señorita, mi nombre es Fedor Arreola y estoy a
su disposición, ¿Desea alojarse por un mes completo o solo por algunos días?. PENÉLOPE:
Buenas tardes, la verdad es que pienso quedarme lo menos posible. Mi auto
se quedó en pana a unos kilómetros, ¿Por aquí hay un garaje cercano? FEDOR
ARREOLA: ¿Cuál es su nombre señorita? PENÉLOPE:
Penélope FEDOR
ARREOLA: Señorita Penélope, lamento informarle que el garaje más
cercano se halla 8 kilómetros hacia el este, en Pichilému. PENÉLOPE:
¿Sería tan amable de prestarme su teléfono y una guía?, tengo la batería
del celular agotada. FEDOR
ARREOLA: Lo siento señorita,
usted no va a encontrar un solo teléfono en este pueblo. PENÉLOPE:
¿Y como se comunican?, ¿Por telégrafo? FEDOR
ARREOLA: No señorita, por correo, en este pueblo no existen los apuros. PENÉLOPE:
¿Sabe donde puedo arrendar un vehículo? FEDOR
ARREOLA: En los años que llevo viviendo aquí no he sabido de nadie que
arriende su vehículo. Apenas hay unas cuantas reliquias que casi nadie
ocupa. Aquí nos agrada caminar aunque nos tome toda una mañana o una
tarde atravesar el pueblo. Usted lleva mucha prisa. Aunque no llevara esas
maletas a simple vista se nota que es afuerina. PENÉLOPE:
Debo llegar mañana por la mañana al funeral de mi padre. FEDOR
ARREOLA: ¡Al funeral de su padre!, yo mismo la llevaré a Pichilému y
arrastraré su auto con mi camioneta. PENÉLOPE:
Oiga pero usted acaba de decir...bueno, se lo agradecería mucho. FEDOR
ARREOLA: ¡El funeral de su padre!, ¡La felicito de todo corazón!... PENELOPE:
¡¿Perdón?! FEDOR
ARREOLA: La felicito, ¿Su padre ha muerto no? Ahora viene la gran fiesta. PENÉLOPE:
¿De que gran fiesta me habla? FEDOR
ARREOLA: ¡Y yo pensaba que las historias sobre los afuerinos eran
mentiras!, apuesto a que usted ni siquiera sabe donde se halla ahora. PENÉLOPE:
No tengo la menor idea. FEDOR
ARREOLA: En ese caso, y en representación de mis vecinos, le doy la
bienvenida a Cementerio. PENÉLOPE:
¿No le parece un nombre raro para un pueblo, por decir lo menos? FEDOR
ARREOLA: Depende del cristal con que se adornan las urnas. ¿Qué fue lo
primero que usted conoció del pueblo? PENÉLOPE:
Un cementerio muy colorido que se halla del otro lado de la calle. FEDOR
ARREOLA: Bueno señorita, le informo que todo el pueblo fue construido
sobre un campo santo, y al norte, este, oeste y sur usted encontrará solo
tumbas y nichos. En esta
tierra los difuntos son privilegiados y, aunque poco y nada disfrutan de
las magníficas celebraciones que hacemos en honor a ellos, gozan de un
lugar preponderante en casas, calles y plazas. Aquí es tan normal hablar
de alguien fallecido como de alguien saludable. PENÉLOPE:
Que quiere que le diga, lo hallo harto enfermizo, ¿Usted no piensa así? FEDOR
ARREOLA: Por supuesto que no. Sería anormal llevar una vida de inmortales
porque bajo la piel los huesos se vuelven roñosos y el alma sueña con
volar de su presidio. En todo caso, y sin el afán de retarla, no debería
usted referirse tan despectivamente de las tradiciones ajenas. PENÉLOPE:
Discúlpeme, pero lo de mi padre es tan reciente y lo que me contó suena
tan raro. FEDOR
ARREOLA: No se preocupe, usted es una señorita muy agraciada y cuando era
joven soportaba cosas peores de mujeres como usted. ¡No se sonroje! ¿Quiere
hacerme creer que no ha notado su atractivo?, le aseguro que la última
vez que hice maravillas fue en otra vida cuando serví a la esposa de un
faraón, pero no por viejo me he vuelto estúpido. Ahora que está de buen
humor, le recomiendo que vea el deceso de su padre como un hecho
extraordinario. Si fue un buen hombre, despídalo con la frente en alto y
una sonrisa en los labios. PENÉLOPE:
En eso tiene toda la razón, mi padre lo merece. FEDOR
ARREOLA: Solo sea minuciosa. En nuestro pueblo las ceremonias fúnebres
dan para muchos comentarios PENÉLOPE:
¿Comentarios de que tipo? Se supone que los funerales son todos
parecidos. FEDOR
ARREOLA: Nada más lejos de la realidad. En Cementerio se fijan si alguien
comete errores lamentables como caer sobre el féretro o desearle feliz
cumpleaños a uno de los deudos en lugar de darle el pésame. Un error,
por pequeño que sea, convierte a un amado miembro de la comunidad en un
paria. Dígame una cosa, ¿Su familia ya eligió a quien representará a
su padre? PENÉLOPE:
Yo me haré cargo de los negocios. FEDOR
ARREOLA: Me refiero al funeral. (Entra
la Procesión. Cuatro dolientes cargan un cajón. Luego de depositarlo en
el suelo, el féretro se abre y aparece un impostor. El impostor estrecha
las manos de los dolientes y se abrazan. Penélope y Fedor Arreola no
notan su presencia) PENÉLOPE:
Realmente no comprendo que quiere decir. FEDOR
ARREOLA: Olvidaba que usted no sabe nada de estas cosas. Debe disculparme,
son años viendo a las mismas personas y hablando exactamente lo mismo. En
nuestro pueblo corresponde al primogénito de la familia, o bien a algún
pariente, disfrazarse con las ropas del difunto e imitar a la perfección
su voz y sus gestos. PENÉLOPE:
¡Que morbosidad! ¿Para que alguien en su sano juicio haría algo así?. FEDOR
ARREOLA: Para que nadie pueda notar la diferencia entre muerto y vivo
claro está. El impostor o impostora reciben a las personas que llegan al
velatorio, y les refresca la memoria con una anécdota que tengan en común
con el muertito. (El
impostor habla de cerca de un doliente y le arranca una carcajada) PENÉLOPE:
Eso si que es repulsivo, pero sáqueme de una duda, ¿Cómo se supone que
el impostor conoce las anécdotas de los difuntos? FEDOR
ARREOLA: Son fruto de arduas investigaciones. Yo me preparé durante 28 años
para representar a mi padre y aproveché de preguntarle varias cosas antes
que muriera. PENÉLOPE:
¡¡Que horrible!!! FEDOR
ARREOLA: En ese comparto con usted. Esta costumbre ha desatado muchos
incidentes, pero eso no ha hecho otra cosa que contribuir a su arraigo. A
veces el impostor debe agarrarse a golpes con un enemigo del difunto que
sonríe triunfal en su sepelio, o bien cobrar deudas echadas al olvido, y
esto pasa si la reunión es fome. Ante el cajón han salido a la luz
infidelidades y todo tipo de lujurias, robos, parentescos ignorados,
calumnias, envidias y un sin fin de condimentos para una sopa sabrosa. (El
impostor pelea con un doliente y los demás los separan. Sale la procesión
y se llevan el féretro) PENÉLOPE:
Harto en serio se toman su papel esos impostores. FEDOR
ARREOLA: Demasiado. Hay quienes están aburridos con su vida y asumen
definitivamente la identidad del difunto. Reconstruyen cada detalle de un
pasado impropio y al cabo de unos años nadie sabe quien es quien. PENÉLOPE:
Pero las autoridades ya habrán tomado cartas en el asunto. FEDOR
ARREOLA: ¡Bastante tarde como en todos lados!. Hoy en día abundan los
embrollos éticos y legales. PENÉLOPE:
¿De que tipo? FEDOR
ARREOLA: Por ejemplo, nadie sabe cuando es conveniente casarse con una
viuda o repartir una herencia. Según los registros del pueblo, el dueño
de una licorería ha muerto cuatro veces y se ha casado 5. Es tanto el
caos, que en Cementerio eliminaron los homenajes póstumos. ¡Los
premiados se escondían entre el público y tras oír largos discursos de
lo buenos que eran aparecían en el momento justo para recibir sus
premios!. Un critico opinó que antes de premiar a un artista había que
matarlo, de este modo acababan con su ego y sería recordado por el doble
de su talento. PENÉLOPE:
Lo habrá dicho en tono de broma. Hay una cosa que no me cuadra, si
existen personas que deambulan por Cementerio bajo un nombre falso ¿Qué
impide que llegue un criminal y pasee tranquilamente por las calles del
pueblo bajo una identidad falsa? (Entra
el impostor y detrás de él un detective que no deja de anotar en una
pequeña libreta) FEDOR
ARREOLA: Nada. Le aseguró que es tan probable que entre un loco y nos vacíe
un arma en la cabeza como que salga el sol mañana. Pero no se alarme hay
detectives especializados que eligen a una persona al azar y lo siguen
durante años para verificar si es un delincuente. PENÉLOPE:
¡Y donde quedan la libertad de los seres humanos! FEDOR
ARREOLA: Aplastada bajo la montaña de los intereses comunes. PENÉLOPE:
Linda su frase. FEDOR
ARREOLA: No se irrite. La situación es desagradable también para los
detectives. Renuncian a sus familias y la fortuna que ganan no compensan
la soledad de su trabajo. Al cabo de un tiempo sufren una mórbida atracción
por aquellos que investigan, y al final hay tres, cuatro y hasta cinco
imitadores representando el papel de un extinto. (El
Detective arroja su libreta y comienza a imitar los movimientos del
impostor. Ambos salen) PENÉLOPE:
Ahí está el resultado de la mórbida fascinación que tienen por la
muerte FEDOR
ARREOLA: ¿Y que quiere que celebremos?, ¿Los matrimonios? PENÉLOPE:
Por ejemplo, un matrimonio es digno de ser celebrado. FEDOR
ARREOLA: ¿Esta bromeando? Nadie puede garantizar a dos personas que se
casan que serán felices. En mi opinión habría que detener muchas bodas
y lanzar al rostro de los hipócritas extensos discursos sobre la
factibilidad del engaño. Aún si una pareja sortea tal obstáculo, existe
la probabilidad de que un día se acabe el amor. Y vivir sin amor es otra
forma de sufrir la miseria. No felicitaría a nadie por arruinar su vida,
aunque admiro a quienes lo hacen como admiraría a un héroe de guerra. No
la demoraré más, iré por las llaves de la camioneta. (Fedor
Arreola sale y desde un extremo del escenario se oye algarabía. Penélope
corre a observar y algunos globos entran a la posada. Fedor Arreola entra
en escena y observa sobre los hombros de Penélope) FEDOR ARREOLA: ¡Vaya!, ahí tiene usted un funeral como dios manda. Lástima olvidaron invitarme. Quizás pensaron que estaba muerto. (Salen) ACTO
2 ESCENA
1-
Limbo. Entran las Máscaras, que parecen levitar entre las sombras, y
Mabel. Su
historia corrió de boca en boca Y
logro conmoverme Era
un cadáver en vida ignoraba
todo esplendor Su
alma levitaba en los arrabales del delirio. Recorría
un laberinto interminable En busca de Félix Kuro (Salen) ESCENA
2-
Playa Infiernillo de Pichílemu. Felipe Huenchumir, Nastassja y Blanca se
hayan sentados en la arena y se escucha el golpetear de las olas. FELIPE
HUENCHUMIR: (Tiene en sus manos dos hojas) Esta mañana encontré esta
hoja en mi casa, bajo una tabla suelta del piso. BLANCA:
(Toma el papel y lo lee en voz alta) “Borran tu memoria a su antojo. Tus
padres no son reales. Fueron construidos para monitorear tus movimientos.
Ellos tienen el control absoluto”, ¿Y que onda con esto Huenchumir? ¿Lo
escribiste tú? FELIPE
HUENCHUMIR: No, ya les dije que lo había encontrado. Y sospecho que es
cierto. NASTASSJA:
¿Nos estás haciendo una broma o ahora te dedicas a la ciencia ficción?,
préstame la otra Felipe. FELIPE
HUENCHUMIR: Léela en voz baja. NASTASSJA:
Como tan pudoroso con tus creaciones, a ver (lee) “La
mayor parte de la humanidad ha sido derrotada. El mundo no es más grande
que un parque. Realizan experimentos. Ellos también sufrieron
perdidas". Esta bueno. FELIPE
HUENCHUMIR: Ya les dije que no lo escribí yo. No sé que pensar la
verdad. Por si acaso me cambio de Liceo este año, no se olviden de lo que
decía el papelito. Uno nunca sabe. (Sale) BLANCA:
Estaba bien serio el Felipe. Aunque se haya encontrado ese cuento no tiene
porque creérselo, está bien que tenga imaginación pero nunca tanto. (Entra
la anciana) ANCIANA:
Perdonen niñitas, ¿No tendrían una monedita que les sobre? NASTASSJA:
No tengo nada abuelita, lo siento, ¿Tu tienes Blanca? BLANCA:
Ni uno. ANCIANA:
No se preocupen. La verdad es que ni siquiera necesito comer y ustedes
menos. NASTASSJA:
¿Qué no necesitamos comer? ¿Por qué dice eso?... ANCIANA:
Ustedes son alimentadas con suero en la cama de un hospital. Ni siquiera
son hermanas. ¿Ustedes creen que Pichilému es de verdad?. Todo ha sido
creado a la perfección, playas solitarias, bosques. Ha sido minucioso. El
océano es gélido. ¡Esos zancudos desgraciados!. Él es amo y señor. BLANCA:
¿Quién es amo y señor? ANCIANA:
Felipe Huenchumir. En realidad se llama Félix Kuro y es un psicópata
capaz de introducirse en la mente de sus víctimas y mantenerlas en trance
todo el tiempo que desee. Ustedes ni siquiera son escolares, él les ha
dado lo que buscaban: Juventud y belleza. En la realidad una tiene mi edad
y la otra padece un severo desorden alimenticio. NASTASSJA:
¿Y usted?, ¿Para quién se supone que trabaja? No me diga que es una
policía telépata o algo así. (A Blanca) Quizás que va a inventar
ahora... ANCIANA:
Soy la conciencia de Félix Kuro, señorita Nastassja. Nadie que no haya
sido invitado camina por su mundo. (Sale) NASTASSJA:
¿¡Cómo supo mi nombre!?, ¡Señora, no se vaya!, ¿Cómo supo mi
nombre? (Salen) ESCENA
3-
Interior de una iglesia. Felipe Huenchumir reza sentado en una banca.
Entra la Trapecista. TRAPECISTA:
¡Escúchame Felipe!... Esta es una señal pirata. ¡Cuídate de tus
amigas! Son extraterrestres y forman parte de un proyecto llamado Félix
Kuro. (Sale) (Entra
el sacerdote) SACERDOTE:
¡Por favor, Felipe! ¿Trapecistas de senos maravillosos? ¿Qué seguirá
ahora? FELIPE
HUENCHUMIR: ¡¿Quién es usted?! SACERDOTE:
Soy parte de un moderno programa que el Hospital El Salvador ha preparado
para casos como el tuyo. FELIPE
HUENCHUMIR: ¿Y cuál se supone que es mi caso? SACERDOTE:
Tu nombre es realmente Felipe Huenchumir y tienes 15 años, pero vives en
una mundo ficticio, un paraíso dotado de artefactos estúpidos e
ingeniosos..¿Un cepillo de dientes automático? ¡Como si alguien no
pudiera ocupar uno corriente!..Eres un paciente de extrema gravedad. FELIPE
HUENCHUMIR: No estoy para nada enfermo. SACERDOTE:
Aquí no. Pero afuera sí. Escúchame tu amabas con locura a Nastassja
Matte Luksic. Si, la misma que vive aquí en Pichilému. Ella era una
adolescente del barrio alto que estaba fuera de tu alcance. La conociste
porque te atropelló el chofer de la familia y ella se bajó a atenderte.
No saliste herido de gravedad, pero tu corazón murió de amor ahí mismo.
Por mucho tiempo no fuiste a clases y pasabas encerrado en tu cuarto, ¿Estás
listo para la verdad? FELIPE
HUENCHUMIR: No creo en nada de lo dice, pero cuénteme igual... SACERDOTE:
Masturbación crónica. Fue un caso único en el siglo XXI. Hay campañas
contra la masturbación que llevan tu rostro como emblema. Eres muy famoso
en el mundo real. Te ganaste el premio Félix Kuro al record de
“asistencias”. Tu cuerpo fue congelado para que un día pudieras
explicarle a las generaciones del futuro porque mierda te masturbabas
tanto. FELIPE
HUENCHUMIR: Si usted me dice la verdad...¿Cómo podría recuperarme? SACERDOTE:
Aléjate de tu novia Nastassja y de su hermana. FELIPE
HUENCHUMIR: Encontré un cuaderno en mi habitación... SACERDOTE:
¡Ah, Felipe por favor! Esa historia de extraterrestres y de adultos
cibernéticos es una más de tus invenciones.
Supieras como encontraron tu habitación...Había tanta pornografía
que tuvieron que rematar todo el material. Con el dinero obtenido un
orfanato se alimentó tres semanas. Dime una cosa, ¿te has preguntado que
hace Blanca en este mundo?, piénsalo sinvergüenza tu ego no tiene límites.
(Salen) ESCENA
4-
Una biblioteca. Nastassja entra y se sienta frente a un computador. Entra
Félix Kuro. FÉLIX
KURO: ¿Qué esperas encontrar en esos archivos?, ¿Extraterrestres
invaden la tierra? (Nastassja
lo observa) FÉLIX
KURO: Soy Félix Kuro, pero no soy real. Un grupo de disconformes me han
introducido en este mundo. Soy un dios virtual, la esperanza de miles que
viven sometidos a un opresor. NASTASSJA:
¿Un opresor? FÉLIX
FURO: Si. Ese opresor eres tú. Creaste un mundo completamente irracional.
Esa ridiculez de los campos gravitatorios. ¿Cómo un planeta se va a
llamar tierra si la mayor parte es agua?, ¿Dos guerras atómicas?, ¿Más
y más guerras? Nooo, tu obra es muy absurda. Y lo peor es que has
arrastrado a millones de personas contigo. Eres una adicta que en verdad
le importa al mundo. NASTASSJA:
No soy ninguna adicta. FÉLIX
KURO: Lo tenías todo. Dinero, colegios caros, viajes. Todo. Entraste en
un trance y arrastraste a gran parte de la humanidad contigo. Tienes que
renunciar a esta manipulación inconciente. NASTASSJA:
¡¿Cómo?! FÉLIX
KURO: Debes asesinar a Felipe Huenchumir. Él te despreció allá fuera.
Tu belleza y los bienes de tu papá no fueron suficientes para
Felipe, porque es un jovencito que ama sus raices y las mujeres de su
pueblo. Mátalo y veras como desaparecen cerros, bosques y personas. El
verdadero color del océano es rojo sangre. Se permite beber en la vía pública.
(Salen) ESCENA
5-
Sala de la casa de Nastassja y Blanca. Blanca y su madre están sentadas
en un sofá. Suena el timbre. La madre de Blanca sale a abrir la puerta.
Entra la madre de Blanca y Felipe Huenchumir. Felipe se sienta entre
ellas) MADRE
DE BLANCA: Nastassja aún no llega, pero Blanquita te mantendrá
entretenido. Dime una cosita Felipe, ¿Tú hablas mapuche? FELIPE
HUNCHUMIR: Mapudungún. Y si, hablo bastante fluido. MADRE
DE BLANCA: Quizás podrías enseñarme. Yo podría enseñarte otras
cositas. (Lo
abraza. Blanca se acerca a él. Felipe se levanta del sofá) FELIPE
HUENCHUMIR: (Aparte) Esto es demasiado bueno para ser cierto.
(A ellas) ¿Qué tienen en mente exactamente? MADRE
DE BLANCA: Todo lo que tu desees. Serás nuestro amo y señor. Solo te
pedimos una cosa: Mata a Nastassja esta misma tarde. FELIPE
HUENCHUMIR: ¿Porqué tendría que hacer algo así?...Yo la amo. BLANCA:
(Se acerca para besarlo) Ella es un obstáculo. Tu imaginación es
inagotable y pronto tendrás a muchas mujeres a tu merced. Pero
debes eliminar su recuerdo porque te hiere. Tienes muchas tendencias
autodestructivas que te hacen fantasear con enemigos poderosos.
(Salen) ESCENA
6-
Playa El Infiernillo. Entran Felipe Huenchumir y Blanca por extremos
distintos del escenario) FELIPE
HUENCHUMIR: ¿Te has enterado de algo? NASTASSJA:
No. (Extrae un largo cuchillo y lo apuñala. Entra Blanca) BLANCA:
¡¡Lo mataste!! NASTASSJA:
¿Era lo que tenía que hacer o no? BLANCA:
¡No! No se supone que debía ser así. (Felipe
Huenchumir se levanta) FELIPE
HUENCHUMIR: Pero pudo ser, ¿Verdad?. Blanca, no queremos que te quedes
aquí. ¿Sabes que es Félix Kuro? BLANCA:
No Nastassja:
(Acaricia el cabello de Blanca) Es el nombre del psiquiátrico donde te
encerraron. (Salen) ACTO
3 ESCENA
1- Limbo. Entran Mabel y las mascaras en un escenario sombrío. MABEL:
Desconozco El Propósito de sus actos y su rostro aún permanece confuso.
Tal como una sombra recitaba a su amada se acercó sin que oyera sus pasos
y me dijo al oído: Aunque
trato de dar vida con el poder de mis manos Todo
se marchita en ellas Porque
me acompaña el soplo de la muerte Y
horroriza a quien se pone en mi camino. (Salen) ESCENA
2-
El andén de una estación ferroviaria. Joaquín está sentado en una
banca y en otra cercana Geraldinne. Ella lo observa detenidamente. GERALDINNE:
¿Usted sabe cuál es la función de las cucarachas? JOAKÍN:
¿Perdón? GERALDINNE:
¿Sabe cuál es la función de las baratas?, si le gusta más esa palabra.
JOAKÍN:
Es una pregunta bien extraña. Supongo que su función es comer
desperdicios y meterse donde no les corresponde...¿O me equivoco? GERALDINNE:
Ignoro si acierta o no al pensar así. Pero estoy segura que cumplen una
función y a cabalidad. Todos jugamos un rol dentro del esquema universal,
aunque nos parezca caótico y despiadado. Quizás si las cucarachas no
existieran los árboles serían anaranjados y pájaros y hombres formarían
parte de una sola especie. Todos desempeñamos una función especifica e
irrenunciable. JOAKÍN:
¿A que se refiere con eso?. Por cierto, me llamo Joakín Santis Figueroa
y estoy esperando a Mabel, mi esposa. ¿Cómo se llama usted? GERALDINNE:
Geraldinne. JOAKÍN:
Geraldinne, ¿Por qué dice que nuestra función es específica e
irrenunciable? GERALDINNE:
Porque así es y la experiencia no arroja otros resultados. Nadie puede
atestiguar que las abejas están contentas con su labor y no elegirían,
por ejemplo, cavar túneles. Tampoco se puede dar por sentado que las
termitas son felices taladrando la madera, y que no preferirían producir
una miel exquisita y brillante. Observamos que estos seres han sido
creadas para su trabajo y que lo desempeñan hasta el momento en que
mueren. Pero no descarte la posibilidad, y eso le puede pasar no solo a
ellas si no a usted y a mi, que un día despierten dentro de un capullo y
tomen un rumbo completamente impensado. JOAKIN:
Oiga, me habría gustado tener profesores con su elocuencia. Desde su
punto de vista, imagino que aunque nos metamos al capullo y cambie nuestro
destino a la larga solo cumpliríamos un sino predeterminado. GERALDINNE:
A simple vista no hay escape para nadie. Somos esclavos de nuestras moléculas. JOAKÍN:
Pero la voluntad nos hace libres... GERALDINNE:
¿Y si la voluntad y la reflexión fueran instrumentos que permiten el
cumplimiento de esa función?, ¿O si funcionaran a la inversa y posponen
sus actos para el momento indicado?... JOAKÍN:
Reconozco que ese es un planteamiento brillante pero sin ninguna certeza.
Pensando de eso modo uno podría justificar todos los males de la
humanidad, y el peso de una simple cuchara tendría el equivalente a una
montaña con todo y alpinistas. Si fuera por eso una hombre que es
sorprendido por su esposa en la cama con su amante podría justificarse así:
“Yo no te engañé mi amor, fueron mis moléculas”; y su amante,
aunque fuera la mamá o la hermana de la esposa, completamente desnuda en
la cama matrimonial de la afectada como una flor del desierto, diría :
“Las que se metieron con tu esposo fueron mis moléculas, yo en realidad
estoy en la cocina haciendo el desayuno”...Sería un estilo de vida
inaceptable para los moralistas pero un triunfazo para los biólogos. En
todo caso, y ya que tiene el asunto tan claro...¿Usted ya sabe cuál es
su función?. GERALDINNE:
Por supuesto. Yo debo matar personas. Hace mucho tiempo pasé de las cinco
mil y esta misma noche pienso acabar con un teatro entero. JOAKÍN:
¡Me está tomando el pelo!, si fuera una asesina, ¿Para que me lo diría?,
podría levantarme y denunciarla. GERALDINNE:
Por favor, no se sienta ofendido, pero antes de pararse del asiento o
hacer un mínimo esfuerzo por gritar estaría muerto. JOAKÍN:
No veo que me esté apuntando con ningún arma... GERALDINNE:
No la necesito. Puedo doblar sus huesos como si fueran de paja, separar
mis partículas hasta virtualmente desaparecer y moverme a una velocidad
imperceptible para sus ojos. Además mi saliva es un veneno altamente tóxico
en el organismo de un humano. JOAKÍN:
Ya. ¿Y me va a decir que no es humana?, porque parece una y tiene el
mismo humor retorcido de varios amigos míos. GERALDINNE:
Usted tiene cuatro monedas en el bolsillo derecho del pantalón. JOAKÍN:
(Verifica) Así es. ¿Y que hay con eso? GERALDINNE:
Guárdelas, espere dos segundos y cuéntelas de nuevo. JOAKÍN:
(Obedece). Ahora hay dos... GERALDINNE:
Y aquí están las dos que faltan (Hurga en su bolsillo y Las deposita en
la banca donde está sentada). JOAKÍN:
Bien, reconozco que es una gran prestidigitadora pero eso no la convierte
en asesina. A lo sumo en una excelente carterista. ¿Se gana la vida
haciendo trucos?... GERALDINNE:
Soy parte de una especie llamada Kaikai. En la cultura mapuche corresponde
al nombre de una enorme criatura reptadora que dominaba los elementos. Mi
propósito no es llegar al final del camino, si no eliminar a todos los
que pueda para hacerlo más expedito. No tengo más conciencia que un
enorme cansancio. JOAKÍN:
Asumamos que fuera verdad, dígame una cosa, ¿Hay más seres como
usted?... GERALDINNE:
Hay miles. Las guerras, el hambre y la peste no han sido suficientes para
controlar el crecimiento de su raza. Desforestan, agotan las provisiones
naturales, contaminan. En términos simples, los humanos son los vecinos
recién llegados que fiestean ruidosamente y ensucian sin escrúpulos,
permiten que sus crías desmiembren árboles o abusen de seres indefensos
sin reprenderlos y encarcelan a sus vecinos más antiguos a su antojo,
prenden fuego a sus hogares y toman la libertad de mutilarlos y exhibirlos
en las paredes. Curiosamente, y aunque se sienten con la autoridad de
regir la tierra y avasallar las células madres que les dieron la vida,
juzgan la muerte de un humano por uno de su raza, pero dejan impunes el
asesinato de cien mil de los suyos por miedo al poder que gobierna
naciones y ejércitos. Ese tipo de comportamiento facilita nuestra labor. JOAKÍN:
Si los humanos reducimos nuestro número asesinándonos entre nosotros,
creo que su función más que verse facilitada se vuelve
prescindible ¿O no?. ¿Para que serían necesarios los matarifes si las
vacas y los cerditos toman un taxi, cumplen sus últimos deseos, y antes
de suicidarse escriben apasionadas recomendaciones de lo sabrosa que será
su carne?. GERALDINNE:
No pida explicaciones precisas a una hebra de un telar tan grande como el
universo. Aunque sospecho que si llegara a desatarse la perversidad
absoluta del hombre destruirían mucho más que a unos cuantos de los
suyos en el proceso. JOAKÍN:
Si usted elimina personas y todos tenemos un rol determinado, ¿No cree
que se contradice? ¿Quien asume las tareas pendientes de los son
eliminados? GERALDINNE:
La que ustedes llaman tan graciosamente madre naturaleza puede disponer de
miles de vidas y luego producir todo lo que haga falta. JOAKÍN:
Pero si hay miles de exterminadores como usted, ¿Qué va a pasar cuando
extingan la raza humana? GERALDINNE:
No crea que no lo he pensado. Si soy afortunada, comenzaremos a matarnos
entre nosotros. En el peor de los casos emergerá una nueva especie, así
como nosotros surgimos de la nada, y se lanzará implacablemente sobre mi
especie como un azote más de los elementos. Usted nombró la voluntad. Me
gustaría creer que tuve un mal sueño, que la salvación del mundo
depende de las quimeras. Pero la verdad no me trae ningún alivio. JOAKÍN:
Si era una broma, hace mucho rato que se volvió demasiada oscura, y
comienza a preocuparme su salud, Geraldinne. Su historia es muy difícil
de creer pero la ha detallado con una seguridad asombrosa. Todavía no
logro entender porque me cuenta todo esto. GERALDINNE:
Le repito que estoy sumamente cansada y que todos tenemos una función.
Quizás la suya sea buscarnos y acabar con nosotros uno a uno.
Usted no es un individuo común. Hay algo oculto en su aparente
debilidad. Hace un rato me hizo sentir muy insegura. Quizás necesita un
estimulo que desate su transformación, liberarse de los elementos que lo
atan a su cauce rutinario. No
se asombre si su vida da un vuelco repentino y arbitrario. Nada ocurre por
casualidad. Tras cada acción
se halla un mecanismo rigurosamente perfecto. (Entra
Mabel. Y Joakín le hace un gesto para que se retire) MABEL:
Hola, mi amor. (Hay
luces rojas que relampaguean y se mezclan con sombras. Las imágenes se
ven fragmentadas. Vemos que Geraldinne avanza hacia Mabel. Sale
Geraldinne. Cuando se encienden las luces, Mabel yace muerta en el suelo.
Joakín trata de reanimarla en vano. Luego la abraza unos segundos y la
toma en brazos. Salen) ACTO
4 ESCENA
1-
Limbo. Entran Mabel y las máscaras. MABEL:
Esta historia me fue referida por el espectro de un araucano. Treng
Treng y Kaikai fueron adversarios desde siempre. Kaikai silbaba y salían
de sus cauces los ríos como fieras en busca de sus presas, los océanos
carcomieron la tierra furiosos. Treng Treng amaba a los hombres y a los
animales. y elevó un cerro para protegerles de las aguas. Los únicos que
rehusaron su ayuda fueron los demonios del viejo mundo y los hombres
malvados que juraron lealtad a Kaikai. Cada cierto tiempo las poderosas
criaturas se levantan de las cenizas y luchan en un camino sembrado de
Flores Mustias. (Salen) ESCENA
2-
Cementerio de San Antonio. Francisco Legrand escarba en una tumba
con una pala, saca un féretro y se alista a abrirlo. A su lado hay una
maleta con electrodos. Camila
se acerca silenciosamente a él y extrae un revolver. CAMILA:
Ponga la pala en el suelo y levante las manos. Si me mira a los ojos lo
mato de inmediato. Un ladrón de tumbas, me imagino. Quizás algo peor. FRANCISCO
LEGRAND: Soy un salvador de almas. Sé porque no quiere que la mire a los
ojos, pero a estas alturas ya sabe que no soy él. CAMILA:
¿Usted lo conoce? (Baja el arma) FRANCISCO
LEGRAND: Lo he visto. ¿Usted es policía? CAMILA:
No, solo una vieja amiga. FRANCISCO
LEGRAND: Mi nombre es Francisco Legrand. Por favor, permítame extraer el
cadáver que se halla en esta tumba. Es una de sus víctimas y no
descansará en paz si no lo ayudo (Camila asiente, Francisco Legrand abre
el féretro de donde extrae al Recién Fallecido) ¿Usted sabe a que huele
este muchacho?, ni siquiera lleva tres horas aquí. CAMILA:
Huele a flores mustias. El muy desgraciado acostumbra frotar pétalos
contra el cuerpo de sus víctimas, y rellenar sus gargantas con flores de
coronas. En Valparaíso mató a catorce personas y desde allí vengo siguiéndolo.
FRANCISCO
LEGRAND: (Mientras aplica descargas al cadáver del Recién Fallecido) ¿Cómo
supo que él estaba en San Antonio, señorita...? CAMILA:
Camila Egaña Godoy FRANCISCO
LEGRAND: Ese nombré lo tomó de una tumba que está cerca suyo CAMILA:
Los nombres son intrascendentes en mi caso. Si no hubiera estado aquí me
habría buscado. Ambos nos necesitamos. No podemos existir el uno sin el
otro. FRANCISCO
LEGRAND: (Musita algunas palabras tocando la frente del Recién Fallecido
y él abre los
ojos. El resucitado llora desconsolado. Legrand lo consuela) ¿Te obligó
a renunciar a la salvación de tu alma verdad?. RECIÉN
FALLECIDO: Si (Francisco Legrand le habla al oído). Si, por favor, aléjeme
de la oscuridad en que vivo. FRANCISCO
LEGRAND: Entonces vete así como viniste y olvida el dolor que acompañó
tu adiós del mundo. (Hay
sombras en el escenario y una luz blanca se desplaza. Desaparecen las
sombras. Francisco Legrand devuelve al Recién Fallecido al féretro y lo
cierra) CAMILA:
Ese maletín. Contiene una maquina de resucitación. ¿Usted la inventó? FRANCISCO
LEGRAND: Si. Construí esta hace ocho años, pero sé que existe una en
Santiago, otra en Antofagasta y si no me equivoco una en Rancagua. CAMILA:
¿Y esas palabras que musitó hace unos segundos? ¿A que lengua
pertenecen? FRANCISCO
LEGRAND: No lo sé. Las aprendí durante un sueño que no me dejaba en
paz. Hace mucho tiempo que perdí la noción de lo real y lo ficticio. No
me extrañaría que usted se desvaneciera de pronto y al abrir los ojos
comprobara que hablo frente al espejo del baño y me estoy orinando en los
pantalones. Forcé mi
intelecto hasta llevarlo a un punto absoluto de suspensión de realidad en
beneficio de mis creaciones. CAMILA:
¿Alguna vez se propuso destruirlo? FRANCISCO
LEGRAND: Podría freírlo si se acerca al vagón abandonado donde vivo CAMILA:
¿Puede acabar con él o no? FRANCISCO
LEGRAND: Ya le dije, lo haría si intentara hacerme daño.
No todos somos guerreros y enarbolamos enseñas de un bando. Hay
zonas intermedias donde uno puede vivir en pozos abandonados. Sin hacer
mucho ruido para no despertar el apetito de los más grandes. Además le
temo más que a la muerte misma. La sangre de Kaikai fluye casi pura por
las venas de ese demonio. CAMILA:
Lo sé. (Camina a través del escenario) FRANCISCO
LEGRAND: ¿Usted es la Heredera de Treng Treng verdad? ... CAMILA:
Soy una mujer que ya no recuerda su propio nombre. Cuento con tres horas de vida. No recuerdo que hice ayer por
la mañana, y tengo cada detalle en mi mente del terremoto de 1985. Estaba
aquí mismo en San Antonio. (Salen) ESCENA
3-
Bosque. Hay mucha oscuridad y entra el Heredero de Kaikai encapuchado.
Su rostro revela una palidez mortuoria.
La víctima es una mujer de unos cuarenta años que aún vive. Está
atada. Entra Camila. CAMILA:
(Saca su arma y apunta al Heredero de Kaikai) Detente y no me mires a los
ojos. ¿No te cansas?. Cada vez que vuelves alguien me levanta de la
muerte para acabar contigo. Estoy
profundamente cansada. HEREDERO
DE KAIKAI: Jamás vas a acabar conmigo.
Soy el condimento secreto del mejor platillo de la mesa. (Camila
le descarga su arma encima. El Heredero de Kaikai cae de rodillas y Camila
lo hiere con una hacha diminuta que extrae de sus ropas. Ella cae de
rodillas también) HEREDERO
DE KAIKAI: Madera de voigue. Nuestro árbol sagrado. ¿Qué te hace pensar
que moriré sin tomar a mi última víctima?. (Las
luces se apagan. Un resplandor rojo ilumina el escenario. En el suelo
yacen Camila y el Heredero de Kaikai. Entra Francisco Legrand con una
batería de automóvil en sus manos. Desata a la Víctima. La víctima
escapa. Camila reacciona y Francisco Legrand se arrodilla junto a ella) FRANCISCO
LEGRAND: Vi su energía y logré capturarlo (Palmotea la batería). CAMILA:
¿Está seguro que lo hizo? No es tan fácil engañarlo... FRANCISCO
LEGRAND: Ya le conté que confundo la realidad con la fantasía. Es tan
probable que tenga a ese engendro del mal aquí como que no sea así y lo
haya imaginado. De todas maneras mearé todas las noches sobre él por si
las moscas. CAMILA:
¿Qué pasó con la persona que había secuestrado esa basura? FRANCISCO
LEGRAND: La muy puta huyó como un conejo apenas la desaté. CAMILA:
No la culpo, usted mismo confesó que le temía. FRANCISCO
LEGRAND: La verdad es que me cagaría con solo verlo. Es más, jamás se
me cruzó por la mente que usted pudiera vencerlo. Pero vine aquí a morir
con usted. Usted no es ninguna heredera de Treng Treng, ¿Verdad?. Usted
es la prueba viviente de que existió un viejo mundo mucho más antiguo
que el de los humanos. Es Treng Treng en persona y en el cuerpo de una
mujer. CAMILA:
No subestime a las mujeres, he aprendido mucho de ellas. Aprendí de los
hombres, de los árboles... Pero mi tiempo ha pasado. Gracias por
ayudarme. ¿Puedo pedirle un favor?... FRANCISCO
LEGRAND: El que usted quiera. ACTO
5 ESCENA
1-
Limbo. Entra Mabel y las máscaras. MABEL:
Fui cómplice de todos los crímenes del mundo cuando no velé por el
cumplimiento de la justicia. Dejé que un montón de ignorantes levantaran
la voz justificando horrendos crímenes por miedo a contradecirlos. Jamás
me atreví a servirle un plato de comida tibia a un desamparado en la mesa
de mi casa ni siquiera en compañía de mi esposo, y mucho menos salí a
la calle cuando la lluvia había cesado para entregarle una muda de ropa a
un desamparado. Cerré los ojos por conveniencia tantas veces que al final
lamenté con amargura cuando quedaron clausurados. Debí protestar a la
salida de los tribunales y buscar la verdad en las calles o en el corazón
de La Heredera.(Salen) ESCENA
2-
Cementerio. Entra Anchimallén y luego Blanca y dos Escoltas: ANCHIMALLÉN:
Veo que trajiste compañía, pensaba que seríamos solo tú y yo. BLANCA:
Ellos solo van a actuar en caso de que intente hacerme daño. ¿Tiene la
información que necesito?... ANCHIMALLÉN:
(Mira a su alrededor) Voy a ser claro contigo. Si vine esta noche fue para
pedirte que me dejes en paz. Lamento la desaparición de tu padre, pero
eso no te da ningún derecho de acosarme con cartas y llamadas a mi casa,
donde viven mis hijos. BLANCA:
Usted torturó y asesinó cobardemente a mi padre. Lo sabe usted, lo sé
yo y algún día lo declararán los tribunales de justicia. Sin ningún afán
de venganza, porque venganza sería que mi padre se levantara del rincón
frío y sucio donde tal vez lo dejaron y le causara el mismo sufrimiento
que usted a él, me gustaría que usted se pudriera en la cárcel como a
la mierda de monstruo que es, pero me conformo con que me diga donde está
su cuerpo para asegurarme que sus restos tengan una sepultura digna. ANCHIMALLÉN:
Ese es el problema de tu gente, de tu ideología política. El
resentimiento los hace apuntar hacia la bandada y fallan el tiro. BLANCA:
No me hable de ideologías políticas porque detesto el tema, odio a los
asesinos de mi padre, odio a los líderes de mi padre que le dejaron morir
sin hacer nada y después se enriquecieron y caminaron triunfantes sobre
las tumbas de quienes dieron la vida por ellos. No tengo fuerzas para
cargar banderas partidistas e intereses ajenos, pero si podría
perseguirlo hasta el último rincón del mundo así tuviera que gastar
hasta mi último peso. ANCHIMALLÉN:
Apenas tomaste contacto conmigo y revelaste el nombre de tu padre,
hice que te investigarán. Se bien quien eres Blanca. Hace tres años
estuviste internada en el Hospital Psiquiátrico Félix Kuro bajo el
diagnostico de completamente loca. Sigues alucinando. Imaginas que asesiné
a tu padre y es probable que incluso imagines esta reunión y en realidad
estés babeándote en el piso del manicomio. BLANCA:
¡Basta! Esto no se relaciona con mi enfermedad. Eso fue una etapa
superada. No pienso rogarle a un asesino, así que le exijo que me diga
donde está el cadáver de mi padre. ANCHIMALLÉN:
Está bien. La cualidades que más admiro son la persistencia y el valor,
y te has ganado el derecho a que sea franco contigo. Pero la verdad es
intangible y requiere un cuerpo sólido que la soporte. Creo que dejé los
brazos de tu padre tirados por el desierto, la cabeza me la traje a
Santiago y las piernas las hice arrojar en unos de esos vagones que llenábamos
de cuerpos en Quintero...¿Eso querías escuchar?...¿Prefieres que te
diga que arrojamos a tu padre al mar?...¿O que lo dinamitamos?... Maté a
tu padre, es cierto, y si hubiera sido un animal en el matadero habría
sufrido mucho menos. Me da risa cuando escucho a esos hijos de puta que
nos defienden, prefieren decir que nunca hicimos nada malo antes que
reconocer que fueron cómplices, cobardes que no se atrevieron a tomar los
escalpelos por si mismos, escorias que le temen a la sangre y se asustarían
al oír los gritos de un pobre torturado. Y sus hijos, que nos consideran
héroes son hijos de puta que han vivido en el paraíso y se hacen llamar
militantes. ¿Sabes quienes tienen mi respeto?, los que realizábamos el
trabajo sucio y los que cayeron en nuestras manos, porque los soldados
luchamos a muerte en el campo de batalla pero nos reconocemos unos a
otros, sin que importen los colores, el coraje de entregarse a una causa.
¿Crees que esos que cuelgan medallas en mi pecho y me lamen el
culo dejarían que cuidara a sus hijos?... Nadie habría querido un empleo
como el mío ¿Crees que es sencillo pasarte cinco horas, un día, una
semana trabajando en un prisionero y que después te traigan a otro del
lote y en seguida al siguiente?...Los tenías que matar para avanzar en el
trabajo. Pero no quiero ser desconsiderado, yo hablando y hablando y tus
guardias de pie. Arrodíllense (Hace el gesto con la mano y los guardias
se arrodillan pese a poner resistencia) BLANCA:
¡¿Qué les hizo?! ...¿Cómo pudiste hacerlo? ...¿¡Quién eres tu en
realidad?! ANCHIMALLÉN:
¿Qué les hice?...No soy médico así que desconozco el termino exacto
pero ahora sus estómagos son corroídos por una cuota progresiva de ácido
(Los escoltas caen al suelo muertos) Ahora arrodíllate tú (Blanca lucha
pero cae de rodillas). Como terminarás tan muerta como todos los que
nacieron en el siglo catorce, te diré la verdad. Desde la perspectiva
reciente, soy un brillante oficial que cumplió ordenes.
Rebané seres humanos como queso, los electrocuté, ¿Crees que los
consideraba basura?...Eran mis obras de arte, esculturas que moldeaba a mi
antojo. Los hombres perversos y sus estupideces, los juegos de poder, los
apasionamientos errados...Me rogaban que los estrujara, me daban todo el
poder... Pedían que les sacara información de sus estúpidos asuntos. Un
demonio y una BLANCA:
¡Eres un desalmado de mierda!.. ¡Un asqueroso!
Y no insulto a tu madre porque que no me imagino que hayas nacido
de una mujer. Eres un endemoniado... ANCHIMALLÉN:
¿Un endemoniado?... Me estás subestimando. ¿Para que voy a pedirle
trabajo a un demonio si en este país me permitieron llenarme las manos de
sangre, me pagaron casa y comida y ahora soy un enaltecido?... BLANCA:
Seas lo que seas, tarde o temprano la justicia te va a dar tu merecido... ANCHIMALLÉN:
Me cago en la justicia. ¿Dónde estaba la justicia cuando tomé un gancho
y escarbé en los testículos de tu padre hasta ver de que estaba
hecho?...(Blanca baja la cabeza acongojada). ¿Sabías que hasta el día
de hoy puedo entrar en una casa y convencer hasta el último de sus
moradores que deben odiar a los heridos?...Puedo sembrar mi semilla donde
se me dé la gana. Ya está bueno de darte lecciones, ahora debes
graduarte. Puedo tomarte como un semental o chasquear los dedos y matarte. (Entra
Joakín, sombras en el escenario y luces rojas relampagueantes: Joakín
dispara a Anchimallén derribándolo y luego descarga sobre el golpes de
un hacha pequeña extraída de su cinturón. Anchimallén consigue ponerse
de rodillas y Joakín lo observa. Vuelven las luces) ANCHIMALLÉN:
Un digno heredero de Treng Treng. Ni siquiera lo vi venir, como muchos
otros jamás me vieron llegar. Hermosos los seres humanos, juguetes
maravillosos que me tentaban a desarmarlos para revisar sus mecanismos...
(Cae muerto) JOAKÍN:
(Voltea hacia blanca y extrae unas hierbas de una bolsa que porta en el
cinturón) Estas son las doce hierbas del Mareupulahuen, medicina mapuche.
Por favor, mastíquelas y coma un poco. (Blanca
obedece y consigue ponerse de pie) BLANCA:
¿Puede decirme quien eres y que cosa era él?... JOAKÍN:
Joakín Santis Figueroa, heredero de Treng Treng, uno de los buenos espíritus
que habitaron el mundo. Nuestro amigo recién exterminado es Anchimallén,
un duende maléfico que habitaba estas tierras mucho antes que los
mapuches. BLANCA:
Anchi... JOAKÍN:
Anchimallén. BLANCA:
Anchimallén fue también un oficial. Por mi culpa asesinó a dos hombres
esta noche y murió sin darme la información del paradero de mi padre. JOAKÍN:
Jamás estuvo en su mente darte tal información. Si vino a verte esta
noche fue para matarte, no tengas ninguna duda. (Camina hacia los cadáveres
de los escoltas). Además actuó con prisa, estaba preocupado. A
diferencia de otros asesinos, como los Herederos de Kaikai, un Anchimallén
prefiere armar estratagemas, infiltrarse entre los hombres y repudia el
crimen apresurado. Son sádicos por naturaleza y disfrutan los procesos
donde tienen el dominio absoluto. Durante años estas bestias se
aprovecharon de la convulsión política del país para satisfacerse. BLANCA:
¿Pretendes decirme que todo un régimen se sustentó gracias a ellos?... JOAKÍN:
No precisamente. Un Anchimallén es capaz
de conseguir alianzas, mimetizarse, y se aprovechan de dos
debilidades humanas: La ambición y la cobardía. Tras ellas esconden sus
crímenes y ansias de sangre. ¿Un ser humano sería tan perverso como
para agredir sexualmente a una mujer en grupo, o utilizando perros y
ratas?... BLANCA:
Disculpa mi ignorancia, porque durante años viví encerrada en una
institución y mi realidad era un mundo de fantasía, pero ¿Porque esas
agresiones no recibieron un repudio público de tantos rostros que hoy se
levantan inmaculados antes las multitudes?... JOAKÍN:
Como te dije, ningún ser humano de carne y hueso sería capaz de causarle
ese daño a otro, a menos que en su alma habitara un soplo siniestro del
infierno más profundo, pero un Anchimallén es capaz de corromper y
silenciar a los seres más débiles de espíritu. Además, y lo digo por
experiencia propia, a todos no es más fácil cerrar los ojos y hacernos
los molestos. Es como si mandáramos a arrestar por disturbios públicos a
quien nos avisa a gritos que maltratan a nuestros padres, que han
humillado a nuestros hijos. A esto se suma que pasamos de un gobierno
donde nos mataban de hambre a un gobierno donde nos mataban por
hambrientos. Y BLANCA:
Fuiste muy oportuno, no sé que me habría hecho. JOAKÍN:
Es posible que tu misma, en un último intento por salvar tu vida,
hubieras podido deshacerte de él. BLANCA:
¿Cómo? JOAKÍN:
Primero debo confesarte que te seguí hasta aquí, pero tarde en dar con
tu paradero exacto. BLANCA:
¿Por qué me seguías?... JOAKÍN:
Voy a resumir tres universos, cuarenta océanos y las historias de diez
tortugas en pocas líneas. Hace mucho tiempo vivía solo para mi esposa y
ante los problemas del mundo me comportaba como un perfecto hipócrita. Un
día se presentó ante mi una criatura nacida para la exterminación y
acabó con lo que más amaba en la vida. Mi dolor fue tan profundo que
sufrí una transformación radical en el organismo.
Yo no soy mejor que los Herederos de Kaikai o que el mismo
Anchimallén, soy un asesino, pero mi propósito es librar a la humanidad
de sus depredadores. Busqué
ayuda en las tradiciones mapuches, porque fue la única pista que dio la
asesina de mi esposa, y paulatinamente asimilé las costumbres, las
medicinas y las herramientas para que al fin comprendiera los procesos que
llevaban años forjándose en el mundo y cuyos escritos están descifrados
en las huellas de una hoja, en el canto del viento y el rumor de las
aguas. BLANCA:
¿Y que tengo que ver yo en todo eso? JOAKÍN:
¿Cuál es tu nombre? BLANCA:
Blanca. JOAKÍN:
Bueno Blanca, estoy absolutamente seguro que tu serás la próxima
Heredera de Treng Treng y tendrás que desempeñarte en mi trabajo. Te
moverás a una velocidad impresionante, serás inmune a todo tipo de
enfermedades. Quizás no debas sufrir más de la cuenta para transformarte
si no buscar tu identidad latente en los recodos de tu ser. BLANCA:
Estás tan equivocado que me da pena corregirte. Pero soy una ex-paciente
de un Psiquiátrico y lo que menos necesito son más complicaciones. Temo
volverme loca de nuevo y encerrarme en un mundo donde puedes saltar, reír,
llorar, tocar, y gritar sin la más remota chance
de que regreses al mundo real. JOAKÍN:
Es extraño para ti en este momento pero lo asumirás, y de alguna manera
combatirás a aquellos que asesinaron a mi esposa, a tu padre y a otros
inocentes. Chile está
poblado de Cherufes, Herederos de Kaikai, la raza Anchimallén y otros espíritus
malvados como el señor de los brujos, el imbunche...Blanca, toma el hacha
y mi arma cuando muera, no me queda mucho... BLANCA:
¡A que se refiere!...¿Quiere que pida ayuda?...No vi que le hiriera en
ningún momento. JOAKÍN:
Miré al Anchimallen directo a los ojos porque sé que como otros espíritus
malvados domina el arte oscuro de matar traspasando el veneno de su alma,
destreza que condenaría el espíritu de un hombre pero que a estos seres
los hace más fuertes. Por fin podré reunirme con mi esposa, en el limbo
donde dan vueltas todas las víctimas de estos engendros. No necesito que
busques ayuda, si quisiera mantenerme con vida comería las hierbas del
Mareupulahuén que traigo conmigo. Como dijo la criatura que me ayudó a
descubrir mi propósito, estoy completamente agotado. Podría ser tu
maestro en la vida pero prefiero ser el aprendiz de mi esposa en la
muerte. Voy a buscar a Mabel aunque tenga que saquear el paraíso y
voltear mil infiernos en mi camino. (Se desploma) ACTO
6 ESCENA
1-
Limbo. Entran las máscaras y Mabel. MABEL:
Temo que haya vivido y muerto en vano .Que mis pasos se secaron en el
camino. ¿Y si nadie me recuerda?. Una vez oí a un espectro que hablaba
de un marino llamado Urbano, que así meditaba sobre la existencia: “Aunque
la miseria nos muerda las camisas y elija para nosotros un reino de ratas,
siempre se aspira a las cosas hermosas. Quizás jamás podamos alcanzar
algunas, aunque hayamos puesto todo el esfuerzo posible tras ellas, pero
tarde o temprano llegamos a comprender las razones que influyeron en tal
desenlace. Sin embargo, ¿No cuesta más resignarse cuando hay algo que
creyéndolo cercano permanece lejos de nuestro dominio?. Ante lo prohibido
toda posesión termina siendo escasa o insatisfactoria, y se olvidan las
otras metas, concentrando nuestras energías en eso que resulta tan
esquivo. El porqué y la duración de una búsqueda revelan la esencia de
quien la lleva a cabo, pudiéndose confundir perseverancia con
despilfarro. Ante cualquier duda, es preciso ser sumamente mezquinos, pues
a cada minuto nos embriagamos más con la vida, cuando en verdad nos
acercamos a un fin incierto. Hay que amar con cuentagotas y buscar el
veneno en cada beso, el puñal tras cada caricia... No hay que darle más
cuerda a las ensoñaciones, ni pretender encontrar aquí en la tierra lo
que habita en Alina, ya que cualquiera puede despertar un día en un nido
de alimañas o en el vientre de un abismo insondable. A muchos mis
palabras sonarían como el anuncio de la sentencia para un hombre muerto,
pero no tengo motivos para pensar en que si el pasado volviera, y cada
aroma y sonido se levantaran de su sepulcro, todo sería distinto. Aunque
parezca increíble, a veces se salta una zanja en la penumbra para caer en
un foso más profundo. Cuando pretende sorprendernos, el destino no
escatima grandes estrategias ni groseras injusticias.”. Cambiaría
la eternidad por un segundo de vida, por estallar de pasión. Frambuesa
Amarga. (Salen) ESCENA
2-
Una carretera. Julliette desciende de su vehículo y se acerca a Lautaro
Norambuena Stenguel, que vestido con uniforme municipal sostiene un
letrero al borde de la vía que dice “Pichidangui 300 kilómetros” JULLIETTE:
Soy Julliette Valdebenito, trabajo en el área de prensa de un canal de
televisión. ¿Podría decirme, si no es mucha la molestia, que hace con
un cartel a un costado de la carretera a las cuatro de la mañana? LAUTARO:
Buenas noches. Lo sostengo. JULLIETTE:
Ya veo que lo hace, ¿Pero para qué? ¿Qué saca con sostener ese
letrero?. LAUTARO:
Es mi trabajo, sostengo el cartel durante ocho horas al día, y si tengo
doble turno durante 16. JULLIETTE:
No quiero entrometerme más de la cuenta don Lautaro Norambuena Stengel... LAUTARO:
¿Cómo supo mi nombre?... Usted si que es una buena periodista. JULLIETTE:
Lo soy, pero además está escrito en su credencial. Yendo al grano ¿Me
podría decir porque no deja el cartel clavado a un costado de la vía? LAUTARO:
Estuvo fijo hace unos años. Pero los automovilistas lo derribaban tan
seguido que el alcalde estimó que resultaba más económico contratar a
tres personas que lo sujetaran. De este modo contribuye a los planes del
presidente de crear nuevas fuentes de trabajo. Hablando del presidente, yo
lo he visto ¿Sabe?... JULLIETTE:
Debió ser en la gira del año pasado LAUTARO:
Exacto, fue el año pasado. Hacían cuarenta grados de calor y me tocó
cubrir el turno de la tarde. Apenas pude creerlo cuando su comitiva cruzó
por la carretera. JULLIETTE:
Me imagino que el presidente se detuvo a preguntarle que hacía con ese
cartel en las manos. No se lo tome a mal, pero creo que un extraterrestre
aterrizaría en pleno desierto con tal de bajar y preguntarle por su
cartel. LAUTARO:
Noooo, el presidente no se detuvo. Me saludó con la mano desde el
interior de su precioso vehículo, aunque tal vez se protegía del sol. Yo
no voté por él, pero es el presidente y fue un gran honor. JULLIETTE:
Entonces este trabajo le ha traído satisfacciones, a pesar de la
incomodidad. LAUTARO:
Me ayuda olvidar, cuando estaba desempleado mi esposa me dejo por otro
hombre. En realidad ese hombre era mi hermano y yo lo hospedaba en el sofá.
La culpa fue de ella, porque siempre supe que mi hermano era una
mierda pero a mi esposa la amaba. El amor es un demonio que devora el
alma. Ahora soy un hombre nuevo y más útil, ¿Puede imaginarse si
alguien ignorara cuanto le falta para llegar a Pichidangui? JULLIETTE:
Imagino que sería un asunto grave. Oiga, porque no deja el letrero en el
suelo mientras hablamos. Me agota con solo verlo. No le voy a decir a
nadie. LAUTARO:
Me he vuelto muy desconfiado. Quizás por lo de mi esposa. Pero más
doloroso que tener los
brazos al borde del desgarro es el desprecio de mi pueblo. JULLIETTE:
¿Por qué le desprecian? Usted es un hombre sencillo y nada desagradable. LAUTARO:
Mi pueblo es Nahuel, cerca de aquí, y me desprecian porque el
letrero lleva el nombre de Pichidangui. Hay mucha competencia
entre ambas localidades y sienten que me identifico con ellos. A veces mis
amigos pasan en sus autos a exceso de velocidad y me arrojan latas por la
ventana. O bien asoman el culo por la ventanilla. JULLIETTE:
Cara pálida LAUTARO:
Eso mismo. Así le llaman a asomar el culo por la ventana. Una vez estuve
toda la noche con un puñado de arena
preparado, y lo arrojé con tanta fuerza sobre el culo que se
burlaba, que con suerte su dueño se habrá sacado la arena de las muelas.
Creen que no los reconozco, y podría identificar cada culo con una
patente de auto. Mi trabajo es digno como cualquiera pero menospreciado. JULLIETTE:
A fin de cuentas usted se siente desdichado, don Lautaro Norambuena
Stengel. LAUTARO: Con
risotadas de pájaros
Los
demonios lamen la sangre del invierno. JULLIETTE:
¿Versos de un poeta maldito? LAUTARO:
Versos de un tipo que se pasa las noches con un letrero en la mano al
costado de la carretera. JULLIETTE:
Touché, Señor Norambuena. Es usted más de lo que aparenta bajo ese
cartel. Ojalá el letrero dijera “Poeta en rodaje”. ¿Por qué no sube
a mi auto y se olvida de su trabajo? Yo puedo conseguirle uno mejor. LAUTARO:
No debería ser tan ingenua. ¿Quién dice que yo no soy un homicida que
se pone a un costado de la carretera con un cartel curioso que atrae a las
víctimas en medio de la nada?. Esta credencial podría ser falsa. La anécdota
del presidente un chistecillo bien pensado para atraer su atención, o la
supuesta infidelidad de mi esposa un anzuelo para que me compadezca
mientras espero el momento preciso para retorcer su cuello. En el momento
en que usted voltee hacia su auto el pesado cartel sería un instrumento
útil para abrirle el cráneo. Luego haría un pozo en medio de la nada y
con suerte diferenciarían su cuerpo de los restos de una momia en
cincuenta años JULLIETTE:
Si usted fuera un asesino que atrae a sus víctimas en medio de la
carretera con un cartel en las manos, sería el asesino más estúpido del
mundo, porque bien podría fingir que es una periodista que se acerca a un
asesino que tiene un cartel en las manos y mucho antes de que usted
levantara el cartel para abrirme el cráneo sacaría un arma oculta y sus
sesos se regarían por nuestro amado océano pacífico salpicando el Morro
de Arica. LAUTARO:
Si usted fuera una asesina con un arma oculta dispuesta a regar mis sesos
por todo el océano pacífico salpicando mi amado Morro de Arica sería
una de las mujeres más interesantes que he conocido desde mi ya occisa
esposa, y aunque quisiera dispararme entre los ojos, en una milésima de
segundo extraería un cuchillo oculto en el mango del cartel y así
muriera inmediatamente después rasgaría su cuello como lo hacen los
pintores con los lienzos que les salen truchos. JULLIETTE:
Si usted tuviera un cuchillo en el mango de su cartel sería el hombre de
mi vida, aunque eso no me detendría para mandarlo al otro mundo. LAUTARO:
Le propongo que aunque seamos asesinos y esperemos la primera oportunidad
para matarnos vayamos a su auto y hagamos el amor como insanos, como dos
bestias letales para toda comunidad que copulan descaradamente para
perpetuar su nefasta especie. JULLIETTE:
Tendré que cambiar los amortiguadores y el tapiz de los asientos. Pero
quizás espere a que nazca nuestro hijo para que conozca a su padre antes
que le reviente los sesos y pinte mis paredes con sus vestigios. LAUTARO:
Quizás le permita vivir durante su embarazo, con los atentados de cortesía
para que su inteligencia no sea insultada claro está, y así enseñarle a
mi hijo a utilizar sus primeros cuchillos. JULLIETTE:
Usted sería un gran padre si viviera más allá de esta noche. LAUTARO:
(Deja el cartel a un costado y se arrodilla) ¿Quiere casarse conmigo? JULLIETTE:
No crea que le permitiré vivir mucho tiempo aunque sea mi esposo, pero
cada noche lo haré mío hasta que muera de pasión y no aceptaré que le
duela la cabeza. Será un juguete más en mis manos y cuando me aburra lo
reciclaré como a una botella. LAUTARO:
Usted no sueñe que vivirá para las bodas de diamante, de oro o de plata.
Con suerte la soportaré respirar jadeante de las ansias carnales por una
semana, un mes quizás. La cortaré en rodajas. JULLIETTE:
Usted me provoca profundos deseos de destriparlo con las manos. Sería
feliz disparándole al estómago a quemarropa con dos escopetas hechizas. LAUTARO:
Yo pondría su precioso cuello de cisne bajo un cuchillo carnicero y, si
pudiera conseguir una, haría rodar su cabeza con una guillotina por una
sala de piso vitrificado. Pondría
música clásica y me tomaría toda la tarde para trapear el piso. JULLIETTE:
Yo pondría una calibre 44 en su frente y haría flamear sus pedazos como
cola de volantín, y si pudiera le pondría una granada ahora mismo en esa
boca que dan ganas de morderla y vería explotar su cabeza justo para el día
de la patria. LAUTARO:
¿Esta muy lejos su auto? Tengo deseos de estrangularla... JULLIETTE:
¿Usted cree que lo dejaré vivir tanto como para llegar al auto? Hagámoslo
aquí mismo a un costado de esta sucia carretera. Que sea bien lejos del
asfalto para que un auto inesperado no le aplaste la cabezota hasta que
vea su rostro moreno desencajado por el placer. Luego yo misma haré el
trabajo. LAUTARO:
Yo pienso librar al mundo de su presencia cualquier día. Créame que la
única motivación que tendría para levantarme cada mañana sería verla
desnudita colgando en la ducha como un pescadito...¿Hasta que la muerte
nos separe? JULLIETTE:
Le juro por lo más sagrado que mientras usted viva no pensaré en matar a
nadie que no sea tan insoportablemente odioso. Acepto ansiosa. Hasta que
la muerte nos separe (Se besan efusivamente y salen). Escena
3-
Limbo. Entran Mabel y las máscaras. MABEL: Cuando la vida
nos deja con gusto a poco es una borrachera con resaca interminable. Voy a
vagar como una sombra hasta que mi memoria se borre. Ojalá desaparezcan
primero las tardes enteras que desperdiciaba cambiándome de ropa, y los
malos ratos que una pasa discutiendo cosas insignificantes. Hay oscuridad en los valles y abismos que frecuento porque la
belleza y el cáliz diamantino de la nieve me recuerdan que amaba a un
hombre. Pero ustedes, si por un milagro vuelven a la vida, si por un
instante sienten la tibieza de otros cuerpos y sean tan infinitamente
hermosos para tener pliegues, manchas, manos y piernas incompletas con un
corazón rebosante de energía, si apenas perciben la realidad de los
hombres confusos y les llaman retardados mentales cuando aman a flor de
piel y derrochan sonrisas, y están dispuestos a aceptar a cualquiera como
lo haría un sabio consumado, si son deformes a los ojos prejuiciosos y
llenos de quemaduras pero en ustedes brilla la esperanza y están
dispuestos a enfrentar el escarnio público y al mismo fuego que (Entra
un Joakín envejecido y camina lentamente hasta quedar junto a ella. Se
abrazan) |
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