ðHgeocities.com/cronica01/adaptaciongeocities.com/cronica01/adaptacion.htmldelayedxKbÔJÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÈp)kË¿OKtext/html±Ë¿ÿÿÿÿb‰.HThu, 17 Mar 2005 21:47:30 GMT6Mozilla/4.5 (compatible; HTTrack 3.0x; Windows 98)en, *IbÔJË¿ DOGMA APLANACALLES Y CRISTIÁN BERRÍOS Presentan

DOGMA APLANACALLES y CRISTIÁN BERRÍOS 

Presentan:

CHOCOLATE POST MORTEM

(ADAPTACIÓN TEATRAL)

Basado en el E-book homónimo y en fragmentos de Cuentos de Sueñobscuro Ó 2002. Chocolate Post Mortem, adaptación teatral, Ó Copyright 2004 Cristian Berríos Navarro. Registro de Propiedad Intelectual N° 143.603. Prohibida su reproducción total o parcial. Made in Chile. 

 

  PERSONAJES

 

Mabel, esposa de Joakín Santis Figueroa

Máscaras

Penélope  

Fedor Arreola, recepcionista de posada.

Procesión (difunto impostor y 4 dolientes)

Detective

Felipe Huenchumir

Nastassja

 Blanca, hermana de Nastassja

Anciana

Trapecista mujer

Sacerdote

Madre de Blanca

Félix Kuro

Joakín Santis Figueroa

Geraldinne

Camila Egaña Godoy

Francisco Legrand

Recién Fallecido

Heredero de Kaikai

Víctima

Anchimallén

2 Escoltas

Juliette

Lautaro Norambuena Stengel, empleado municipal.

ACTO 1

ESCENA 1- Limbo. Las Máscaras se mueven en un escenario oscuro. Mabel se halla en medio de ellas con un vestido rojo de largos velos.

MABEL: Mi nombre es Mabel, y les doy la bienvenida al mundo de los muertos. Ahora que son espíritus pueden trepar árboles con la ligereza de una pluma, y en una tarde conseguir el ascenso de las cumbres más altas que hayan imaginado. La entrada al cine, al estadio, al circo y al teatro son absolutamente gratis. Siempre se enteran de eso demasiado tarde; espero que al menos no hayan hecho fila. Cuando falleces nadie te explica nada. Han sido afortunados al encontrarse conmigo. Yo fallecí hace años, diez, veinte tal vez, pero fácilmente podrían ser cuarenta, y tarde muchísimo en percatarme que había ocurrido. La idea es no atormentarse con el pasado y resolver los asuntos pendientes con dos o tres apariciones a los miembros de la familia o una meditación profunda.  Aparecerse en un sueño es un desperdicio de tiempo, te pones tu mejor vestido, conciente de que no existe ningún maquillaje compatible con el vapor, arreglas tu cabello como te enseñan los espectros estilistas y al final el pariente que soñó contigo dice a la hora del desayuno que tuvo una pesadilla o que soñó puras leseras. Una señora fantasma amiga mía, cocía en su maquina a pedal para que su familia supiera que era ella. Pero en lugar de escucharla llamaron a un espiritista que lleno la casa de humo y de oraciones, como si una fuera atea, y al final optó por abandonar a su familia y venirse al limbo. No nos molesta el incienso, pero es ridículo que te quedes mientras un extraño se sulfura invocando a cuanto santo hay que viene y te saluda cortésmente. Si un santo es amable y te agrada para que vas a empeñarte en desprestigiarlo. Somos todos ciudadanos. Hay fantasmas que se pasean en el mundo de los mortales gritando con cara de bulímicos, y mientras allá provocan ataques cardiacos aquí se ríen un año entero, y luego van a recibir a los que mataron del susto y les dicen que fue una broma inocente.  Extraño tantas cosas. Tuve dos grandes amores, el chocolate y Joakín Santis Figueroa, mi esposo. ¡Chocolate caliente!...¡Chocolate en barra!...El chocolate blanco me parecía empalagoso y  que no daría por un trocito de chocolate blanco. En que estuve pensando que no desnudé plantaciones enteras de almendras y nueces. Debí vender todas mis joyas y comprar un helado gigante. Lo peor es que ahora recuerdo los espárragos, la espinaca, las alcachofas, un extraño forraje llamado achicoria pero ni la más mínima pista de que me provocaba el chocolate. ¿A que sabe?, si contestamos cacao es tan inexacto como opinar que el trigo sabe igual al pan. Conocemos el nombre y el color,  pero no cuantificamos la esencia del chocolate. Lo mismo ocurre con el alma. Vendrán a buscarme muy pronto, lo presiento, pero no me gustaría irme sin tener la seguridad de que asimilarán en forma positiva su condición de difuntos, y no harán actos desesperados como posesionarse del cuerpo de una mosca o un gusano. ¡Ya! Mientras espero les contaré historias que los harán reflexionar sobre sus vidas pasadas.

Acudían espectros de todos los rincones

Y disfrutaban los festejos.

Corrompían la tristeza con colores

En una Alegoría del Escarnio. (Salen)

ESCENA 2- Recepción de una posada. Penélope entra cargando pesadamente sus maletas. Fedor Arreola duerme placidamente. La mujer lo despierta tocando el timbre que se haya sobre el mesón.

FEDOR ARREOLA: Muy buenas tardes señorita, mi nombre es Fedor Arreola y estoy a su disposición, ¿Desea alojarse por un mes completo o solo por algunos días?.

PENÉLOPE: Buenas tardes, la verdad es que pienso quedarme lo menos posible. Mi auto se quedó en pana a unos kilómetros, ¿Por aquí hay un garaje cercano?

FEDOR ARREOLA: ¿Cuál es su nombre señorita?

PENÉLOPE: Penélope

FEDOR ARREOLA: Señorita Penélope, lamento informarle que el garaje más cercano se halla 8 kilómetros hacia el este, en Pichilému.

PENÉLOPE: ¿Sería tan amable de prestarme su teléfono y una guía?, tengo la batería del celular agotada.

FEDOR ARREOLA:  Lo siento señorita, usted no va a encontrar un solo teléfono en este pueblo.

PENÉLOPE: ¿Y como se comunican?, ¿Por telégrafo?

FEDOR ARREOLA: No señorita, por correo, en este pueblo no existen los apuros.

PENÉLOPE: ¿Sabe donde puedo arrendar un vehículo?

FEDOR ARREOLA: En los años que llevo viviendo aquí no he sabido de nadie que arriende su vehículo. Apenas hay unas cuantas reliquias que casi nadie ocupa. Aquí nos agrada caminar aunque nos tome toda una mañana o una tarde atravesar el pueblo. Usted lleva mucha prisa. Aunque no llevara esas maletas a simple vista se nota que es afuerina.

PENÉLOPE: Debo llegar mañana por la mañana al funeral de mi padre.

FEDOR ARREOLA: ¡Al funeral de su padre!, yo mismo la llevaré a Pichilému y arrastraré su auto con mi camioneta.

PENÉLOPE: Oiga pero usted acaba de decir...bueno, se lo agradecería mucho.

FEDOR ARREOLA: ¡El funeral de su padre!, ¡La felicito de todo corazón!...

PENELOPE: ¡¿Perdón?!

FEDOR ARREOLA: La felicito, ¿Su padre ha muerto no? Ahora viene la gran fiesta.

PENÉLOPE: ¿De que gran fiesta me habla?

FEDOR ARREOLA: ¡Y yo pensaba que las historias sobre los afuerinos eran mentiras!, apuesto a que usted ni siquiera sabe donde se halla ahora.

PENÉLOPE: No tengo la menor idea.

FEDOR ARREOLA: En ese caso, y en representación de mis vecinos, le doy la bienvenida a Cementerio.

PENÉLOPE: ¿No le parece un nombre raro para un pueblo, por decir lo menos?

FEDOR ARREOLA: Depende del cristal con que se adornan las urnas. ¿Qué fue lo primero que usted conoció del pueblo?

PENÉLOPE: Un cementerio muy colorido que se halla del otro lado de la calle.

FEDOR ARREOLA: Bueno señorita, le informo que todo el pueblo fue construido sobre un campo santo, y al norte, este, oeste y sur usted encontrará solo tumbas y nichos.  En esta tierra los difuntos son privilegiados y, aunque poco y nada disfrutan de las magníficas celebraciones que hacemos en honor a ellos, gozan de un lugar preponderante en casas, calles y plazas. Aquí es tan normal hablar de alguien fallecido como de alguien saludable.

PENÉLOPE: Que quiere que le diga, lo hallo harto enfermizo, ¿Usted no piensa así?

FEDOR ARREOLA: Por supuesto que no. Sería anormal llevar una vida de inmortales porque bajo la piel los huesos se vuelven roñosos y el alma sueña con volar de su presidio. En todo caso, y sin el afán de retarla, no debería usted referirse tan despectivamente de las tradiciones ajenas.

PENÉLOPE: Discúlpeme, pero lo de mi padre es tan reciente y lo que me contó suena tan raro.

FEDOR ARREOLA: No se preocupe, usted es una señorita muy agraciada y cuando era joven soportaba cosas peores de mujeres como usted. ¡No se sonroje! ¿Quiere hacerme creer que no ha notado su atractivo?, le aseguro que la última vez que hice maravillas fue en otra vida cuando serví a la esposa de un faraón, pero no por viejo me he vuelto estúpido. Ahora que está de buen humor, le recomiendo que vea el deceso de su padre como un hecho extraordinario. Si fue un buen hombre, despídalo con la frente en alto y una sonrisa en los labios.

PENÉLOPE: En eso tiene toda la razón, mi padre lo merece.

FEDOR ARREOLA: Solo sea minuciosa. En nuestro pueblo las ceremonias fúnebres dan para muchos comentarios

PENÉLOPE: ¿Comentarios de que tipo? Se supone que los funerales son todos parecidos.

FEDOR ARREOLA: Nada más lejos de la realidad. En Cementerio se fijan si alguien comete errores lamentables como caer sobre el féretro o desearle feliz cumpleaños a uno de los deudos en lugar de darle el pésame. Un error, por pequeño que sea, convierte a un amado miembro de la comunidad en un paria. Dígame una cosa, ¿Su familia ya eligió a quien representará a su padre?

PENÉLOPE: Yo me haré cargo de los negocios.

FEDOR ARREOLA: Me refiero al funeral.

(Entra la Procesión. Cuatro dolientes cargan un cajón. Luego de depositarlo en el suelo, el féretro se abre y aparece un impostor. El impostor estrecha las manos de los dolientes y se abrazan. Penélope y Fedor Arreola no notan su presencia)

PENÉLOPE: Realmente no comprendo que quiere decir.

FEDOR ARREOLA: Olvidaba que usted no sabe nada de estas cosas. Debe disculparme, son años viendo a las mismas personas y hablando exactamente lo mismo. En nuestro pueblo corresponde al primogénito de la familia, o bien a algún pariente, disfrazarse con las ropas del difunto e imitar a la perfección su voz y sus gestos.

PENÉLOPE: ¡Que morbosidad! ¿Para que alguien en su sano juicio haría algo así?.

FEDOR ARREOLA: Para que nadie pueda notar la diferencia entre muerto y vivo claro está. El impostor o impostora reciben a las personas que llegan al velatorio, y les refresca la memoria con una anécdota que tengan en común con el muertito.

(El impostor habla de cerca de un doliente y le arranca una carcajada)

PENÉLOPE: Eso si que es repulsivo, pero sáqueme de una duda, ¿Cómo se supone que el impostor conoce las anécdotas de los

difuntos?

FEDOR ARREOLA: Son fruto de arduas investigaciones. Yo me preparé durante 28 años para representar a mi padre y aproveché de preguntarle varias cosas antes que muriera.

PENÉLOPE: ¡¡Que horrible!!!

FEDOR ARREOLA: En ese comparto con usted. Esta costumbre ha desatado muchos incidentes, pero eso no ha hecho otra cosa que contribuir a su arraigo. A veces el impostor debe agarrarse a golpes con un enemigo del difunto que sonríe triunfal en su sepelio, o bien cobrar deudas echadas al olvido, y esto pasa si la reunión es fome. Ante el cajón han salido a la luz infidelidades y todo tipo de lujurias, robos, parentescos ignorados, calumnias, envidias y un sin fin de condimentos para una sopa sabrosa.

(El impostor pelea con un doliente y los demás los separan. Sale la procesión y se llevan el féretro)

PENÉLOPE: Harto en serio se toman su papel esos impostores. 

FEDOR ARREOLA: Demasiado. Hay quienes están aburridos con su vida y asumen definitivamente la identidad del difunto. Reconstruyen cada detalle de un pasado impropio y al cabo de unos años nadie sabe quien es quien.

PENÉLOPE: Pero las autoridades ya habrán tomado cartas en el asunto.

FEDOR ARREOLA: ¡Bastante tarde como en todos lados!. Hoy en día abundan los embrollos éticos y legales.

PENÉLOPE: ¿De que tipo?

FEDOR ARREOLA: Por ejemplo, nadie sabe cuando es conveniente casarse con una viuda o repartir una herencia. Según los registros del pueblo, el dueño de una licorería ha muerto cuatro veces y se ha casado 5. Es tanto el caos, que en Cementerio eliminaron los homenajes póstumos. ¡Los premiados se escondían entre el público y tras oír largos discursos de lo buenos que eran aparecían en el momento justo para recibir sus premios!. Un critico opinó que antes de premiar a un artista había que matarlo, de este modo acababan con su ego y sería recordado por el doble de su talento.

PENÉLOPE: Lo habrá dicho en tono de broma. Hay una cosa que no me cuadra, si existen personas que deambulan por Cementerio bajo un nombre falso ¿Qué impide que llegue un criminal y pasee tranquilamente por las calles del pueblo bajo una identidad falsa?

(Entra el impostor y detrás de él un detective que no deja de anotar en una pequeña libreta)

FEDOR ARREOLA: Nada. Le aseguró que es tan probable que entre un loco y nos vacíe un arma en la cabeza como que salga el sol mañana. Pero no se alarme hay detectives especializados que eligen a una persona al azar y lo siguen durante años para verificar si es un delincuente.

PENÉLOPE: ¡Y donde quedan la libertad de los seres humanos!

FEDOR ARREOLA: Aplastada bajo la montaña de los intereses comunes.

PENÉLOPE: Linda su frase.

FEDOR ARREOLA: No se irrite. La situación es desagradable también para los detectives. Renuncian a sus familias y la fortuna que ganan no compensan la soledad de su trabajo. Al cabo de un tiempo sufren una mórbida atracción por aquellos que investigan, y al final hay tres, cuatro y hasta cinco imitadores representando el papel de un extinto.

(El Detective arroja su libreta y comienza a imitar los movimientos del impostor. Ambos salen)

PENÉLOPE: Ahí está el resultado de la mórbida fascinación que tienen por la muerte

FEDOR ARREOLA: ¿Y que quiere que celebremos?, ¿Los matrimonios?

PENÉLOPE: Por ejemplo, un matrimonio es digno de ser celebrado.

FEDOR ARREOLA: ¿Esta bromeando? Nadie puede garantizar a dos personas que se casan que serán felices. En mi opinión habría que detener muchas bodas y lanzar al rostro de los hipócritas extensos discursos sobre la factibilidad del engaño. Aún si una pareja sortea tal obstáculo, existe la probabilidad de que un día se acabe el amor. Y vivir sin amor es otra forma de sufrir la miseria. No felicitaría a nadie por arruinar su vida, aunque admiro a quienes lo hacen como admiraría a un héroe de guerra. No la demoraré más, iré por las llaves de la camioneta.

(Fedor Arreola sale y desde un extremo del escenario se oye algarabía. Penélope corre a observar y algunos globos entran a la posada. Fedor Arreola entra en escena y observa sobre los hombros de Penélope)

FEDOR ARREOLA: ¡Vaya!, ahí tiene usted un funeral como dios manda. Lástima olvidaron invitarme. Quizás pensaron que estaba muerto. (Salen)

ACTO 2

ESCENA  1- Limbo. Entran las Máscaras, que parecen levitar entre las sombras, y  Mabel.

Su historia corrió de boca en boca

Y logro conmoverme

Era un cadáver en vida

ignoraba todo esplendor

Su alma levitaba en los arrabales del delirio.

Recorría un laberinto interminable En busca de Félix Kuro (Salen)

ESCENA  2- Playa Infiernillo de Pichílemu. Felipe Huenchumir, Nastassja y Blanca se hayan sentados en la arena y se escucha el golpetear de las olas.

FELIPE HUENCHUMIR: (Tiene en sus manos dos hojas) Esta mañana encontré esta hoja en mi casa, bajo una tabla suelta del piso.

BLANCA: (Toma el papel y lo lee en voz alta) “Borran tu memoria a su antojo. Tus padres no son reales. Fueron construidos para monitorear tus movimientos. Ellos tienen el control absoluto”, ¿Y que onda con esto Huenchumir? ¿Lo escribiste tú?

FELIPE HUENCHUMIR: No, ya les dije que lo había encontrado. Y sospecho que es cierto.

NASTASSJA: ¿Nos estás haciendo una broma o ahora te dedicas a la ciencia ficción?, préstame la otra Felipe.

FELIPE HUENCHUMIR: Léela en voz baja.

NASTASSJA: Como tan pudoroso con tus creaciones, a ver (lee) “La mayor parte de la humanidad ha sido derrotada. El mundo no es más grande que un parque. Realizan experimentos. Ellos también sufrieron perdidas". Esta bueno.

FELIPE HUENCHUMIR: Ya les dije que no lo escribí yo. No sé que pensar la verdad. Por si acaso me cambio de Liceo este año, no se olviden de lo que decía el papelito. Uno nunca sabe. (Sale)

BLANCA: Estaba bien serio el Felipe. Aunque se haya encontrado ese cuento no tiene porque creérselo, está bien que tenga imaginación pero nunca tanto.

(Entra la anciana)

ANCIANA: Perdonen niñitas, ¿No tendrían una monedita que les sobre?

NASTASSJA: No tengo nada abuelita, lo siento, ¿Tu tienes Blanca?

BLANCA: Ni uno.

ANCIANA: No se preocupen. La verdad es que ni siquiera necesito comer y ustedes menos.

NASTASSJA: ¿Qué no necesitamos comer? ¿Por qué dice eso?...

ANCIANA: Ustedes son alimentadas con suero en la cama de un hospital. Ni siquiera son hermanas. ¿Ustedes creen que Pichilému es de verdad?. Todo ha sido creado a la perfección, playas solitarias, bosques. Ha sido minucioso. El océano es gélido. ¡Esos zancudos desgraciados!. Él es amo y señor.

BLANCA: ¿Quién es amo y señor?

ANCIANA: Felipe Huenchumir. En realidad se llama Félix Kuro y es un psicópata capaz de introducirse en la mente de sus víctimas y mantenerlas en trance todo el tiempo que desee. Ustedes ni siquiera son escolares, él les ha dado lo que buscaban: Juventud y belleza. En la realidad una tiene mi edad y la otra padece un severo desorden alimenticio.

NASTASSJA: ¿Y usted?, ¿Para quién se supone que trabaja? No me diga que es una policía telépata o algo así. (A Blanca) Quizás que va a inventar ahora...

ANCIANA: Soy la conciencia de Félix Kuro, señorita Nastassja. Nadie que no haya sido invitado camina por su mundo. (Sale)

NASTASSJA: ¿¡Cómo supo mi nombre!?, ¡Señora, no se vaya!, ¿Cómo supo mi nombre? (Salen)

ESCENA 3- Interior de una iglesia. Felipe Huenchumir reza sentado en una banca. Entra la Trapecista.

TRAPECISTA: ¡Escúchame Felipe!... Esta es una señal pirata. ¡Cuídate de tus amigas! Son extraterrestres y forman parte de un proyecto llamado Félix Kuro. (Sale)

(Entra el sacerdote)

SACERDOTE: ¡Por favor, Felipe! ¿Trapecistas de senos maravillosos? ¿Qué seguirá ahora?

FELIPE HUENCHUMIR: ¡¿Quién es usted?!

SACERDOTE: Soy parte de un moderno programa que el Hospital El Salvador ha preparado para casos como el tuyo.

FELIPE HUENCHUMIR: ¿Y cuál se supone que es mi caso?

SACERDOTE: Tu nombre es realmente Felipe Huenchumir y tienes 15 años, pero vives en una mundo ficticio, un paraíso dotado de artefactos estúpidos e ingeniosos..¿Un cepillo de dientes automático? ¡Como si alguien no pudiera ocupar uno corriente!..Eres un paciente de extrema gravedad.

FELIPE HUENCHUMIR: No estoy para nada enfermo.

SACERDOTE: Aquí no. Pero afuera sí. Escúchame tu amabas con locura a Nastassja Matte Luksic. Si, la misma que vive aquí en Pichilému. Ella era una adolescente del barrio alto que estaba fuera de tu alcance. La conociste porque te atropelló el chofer de la familia y ella se bajó a atenderte. No saliste herido de gravedad, pero tu corazón murió de amor ahí mismo. Por mucho tiempo no fuiste a clases y pasabas encerrado en tu cuarto, ¿Estás listo para la verdad?

FELIPE HUENCHUMIR: No creo en nada de lo dice, pero cuénteme igual...

SACERDOTE: Masturbación crónica. Fue un caso único en el siglo XXI. Hay campañas contra la masturbación que llevan tu rostro como emblema. Eres muy famoso en el mundo real. Te ganaste el premio Félix Kuro al record de “asistencias”. Tu cuerpo fue congelado para que un día pudieras explicarle a las generaciones del futuro porque mierda te masturbabas tanto.  

FELIPE HUENCHUMIR: Si usted me dice la verdad...¿Cómo podría recuperarme?

SACERDOTE: Aléjate de tu novia Nastassja y de su hermana.

FELIPE HUENCHUMIR: Encontré un cuaderno en mi habitación...

SACERDOTE: ¡Ah, Felipe por favor! Esa historia de extraterrestres y de adultos cibernéticos es una más de tus invenciones.  Supieras como encontraron tu habitación...Había tanta pornografía que tuvieron que rematar todo el material. Con el dinero obtenido un orfanato se alimentó tres semanas. Dime una cosa, ¿te has preguntado que hace Blanca en este mundo?, piénsalo sinvergüenza tu ego no tiene límites. (Salen)

ESCENA 4- Una biblioteca. Nastassja entra y se sienta frente a un computador. Entra Félix Kuro.

FÉLIX KURO: ¿Qué esperas encontrar en esos archivos?, ¿Extraterrestres invaden la tierra?

(Nastassja lo observa)

FÉLIX KURO: Soy Félix Kuro, pero no soy real. Un grupo de disconformes me han introducido en este mundo. Soy un dios virtual, la esperanza de miles que viven sometidos a un opresor.

NASTASSJA: ¿Un opresor?

FÉLIX FURO: Si. Ese opresor eres tú. Creaste un mundo completamente irracional. Esa ridiculez de los campos gravitatorios. ¿Cómo un planeta se va a llamar tierra si la mayor parte es agua?, ¿Dos guerras atómicas?, ¿Más y más guerras? Nooo, tu obra es muy absurda. Y lo peor es que has arrastrado a millones de personas contigo. Eres una adicta que en verdad le importa al mundo.

NASTASSJA: No soy ninguna adicta.

FÉLIX KURO: Lo tenías todo. Dinero, colegios caros, viajes. Todo. Entraste en un trance y arrastraste a gran parte de la humanidad contigo. Tienes que renunciar a esta manipulación inconciente.

NASTASSJA: ¡¿Cómo?!

FÉLIX KURO: Debes asesinar a Felipe Huenchumir. Él te despreció allá fuera.  Tu belleza y los bienes de tu papá no fueron suficientes para Felipe, porque es un jovencito que ama sus raices y las mujeres de su pueblo. Mátalo y veras como desaparecen cerros, bosques y personas. El verdadero color del océano es rojo sangre. Se permite beber en la vía pública. (Salen)

ESCENA 5- Sala de la casa de Nastassja y Blanca. Blanca y su madre están sentadas en un sofá. Suena el timbre. La madre de Blanca sale a abrir la puerta. Entra la madre de Blanca y Felipe Huenchumir. Felipe se sienta entre ellas)

MADRE DE BLANCA: Nastassja aún no llega, pero Blanquita te mantendrá entretenido. Dime una cosita Felipe, ¿Tú hablas mapuche?

FELIPE HUNCHUMIR: Mapudungún. Y si, hablo bastante fluido.

MADRE DE BLANCA: Quizás podrías enseñarme. Yo podría enseñarte otras cositas.

(Lo abraza. Blanca se acerca a él. Felipe se levanta del sofá)

FELIPE HUENCHUMIR: (Aparte) Esto es demasiado bueno para ser cierto.  (A ellas) ¿Qué tienen en mente exactamente?

MADRE DE BLANCA: Todo lo que tu desees. Serás nuestro amo y señor. Solo te pedimos una cosa: Mata a Nastassja esta misma tarde.

FELIPE HUENCHUMIR: ¿Porqué tendría que hacer algo así?...Yo la amo.

BLANCA: (Se acerca para besarlo) Ella es un obstáculo. Tu imaginación es inagotable y pronto tendrás a muchas mujeres a tu merced.

Pero debes eliminar su recuerdo porque te hiere. Tienes muchas tendencias autodestructivas que te hacen fantasear con enemigos

poderosos. (Salen)

ESCENA 6- Playa El Infiernillo. Entran Felipe Huenchumir y Blanca por extremos distintos del escenario)

FELIPE HUENCHUMIR: ¿Te has enterado de algo?

NASTASSJA: No. (Extrae un largo cuchillo y lo apuñala. Entra Blanca)

BLANCA: ¡¡Lo mataste!!

NASTASSJA: ¿Era lo que tenía que hacer o no?

BLANCA: ¡No! No se supone que debía ser así.

(Felipe Huenchumir se levanta)

FELIPE HUENCHUMIR: Pero pudo ser, ¿Verdad?. Blanca, no queremos que te quedes aquí. ¿Sabes que es Félix Kuro?

BLANCA: No

Nastassja: (Acaricia el cabello de Blanca) Es el nombre del psiquiátrico donde te encerraron. (Salen)

ACTO 3

ESCENA 1- Limbo. Entran Mabel y las mascaras en un escenario sombrío.

MABEL: Desconozco El Propósito de sus actos y su rostro aún permanece confuso. Tal como una sombra recitaba a su amada se acercó sin que oyera sus pasos y me dijo al oído:

Aunque trato de dar vida con el poder de mis manos

Todo se marchita en ellas

Porque me acompaña el soplo de la muerte

Y horroriza a quien se pone en mi camino. (Salen)

ESCENA 2- El andén de una estación ferroviaria. Joaquín está sentado en una banca y en otra cercana Geraldinne. Ella lo observa detenidamente.

GERALDINNE: ¿Usted sabe cuál es la función de las cucarachas?

JOAKÍN: ¿Perdón?

GERALDINNE: ¿Sabe cuál es la función de las baratas?, si le gusta más esa palabra.

JOAKÍN: Es una pregunta bien extraña. Supongo que su función es comer desperdicios y meterse donde no les corresponde...¿O me equivoco?

GERALDINNE: Ignoro si acierta o no al pensar así. Pero estoy segura que cumplen una función y a cabalidad. Todos jugamos un rol dentro del esquema universal, aunque nos parezca caótico y despiadado. Quizás si las cucarachas no existieran los árboles serían anaranjados y pájaros y hombres formarían parte de una sola especie. Todos desempeñamos una función especifica e irrenunciable.

JOAKÍN: ¿A que se refiere con eso?. Por cierto, me llamo Joakín Santis Figueroa y estoy esperando a Mabel, mi esposa. ¿Cómo se llama usted?

GERALDINNE: Geraldinne.

JOAKÍN: Geraldinne, ¿Por qué dice que nuestra función es específica e irrenunciable?

GERALDINNE: Porque así es y la experiencia no arroja otros resultados. Nadie puede atestiguar que las abejas están contentas con su labor y no elegirían, por ejemplo, cavar túneles. Tampoco se puede dar por sentado que las termitas son felices taladrando la madera, y que no preferirían producir una miel exquisita y brillante. Observamos que estos seres han sido creadas para su trabajo y que lo desempeñan hasta el momento en que mueren. Pero no descarte la posibilidad, y eso le puede pasar no solo a ellas si no a usted y a mi, que un día despierten dentro de un capullo y tomen un rumbo completamente impensado.

JOAKIN: Oiga, me habría gustado tener profesores con su elocuencia. Desde su punto de vista, imagino que aunque nos metamos al capullo y cambie nuestro destino a la larga solo cumpliríamos un sino predeterminado.

GERALDINNE: A simple vista no hay escape para nadie. Somos esclavos de nuestras moléculas.

JOAKÍN: Pero la voluntad nos hace libres...

GERALDINNE: ¿Y si la voluntad y la reflexión fueran instrumentos que permiten el cumplimiento de esa función?, ¿O si funcionaran a la inversa y posponen sus actos para el momento indicado?...

JOAKÍN: Reconozco que ese es un planteamiento brillante pero sin ninguna certeza. Pensando de eso modo uno podría justificar todos los males de la humanidad, y el peso de una simple cuchara tendría el equivalente a una montaña con todo y alpinistas. Si fuera por eso una hombre que es sorprendido por su esposa en la cama con su amante podría justificarse así: “Yo no te engañé mi amor, fueron mis moléculas”; y su amante, aunque fuera la mamá o la hermana de la esposa, completamente desnuda en la cama matrimonial de la afectada como una flor del desierto, diría : “Las que se metieron con tu esposo fueron mis moléculas, yo en realidad estoy en la cocina haciendo el desayuno”...Sería un estilo de vida inaceptable para los moralistas pero un triunfazo para los biólogos. En todo caso, y ya que tiene el asunto tan claro...¿Usted ya sabe cuál es su función?.

GERALDINNE: Por supuesto. Yo debo matar personas. Hace mucho tiempo pasé de las cinco mil y esta misma noche pienso acabar con un teatro entero.

JOAKÍN: ¡Me está tomando el pelo!, si fuera una asesina, ¿Para que me lo diría?, podría levantarme y denunciarla.

GERALDINNE: Por favor, no se sienta ofendido, pero antes de pararse del asiento o hacer un mínimo esfuerzo por gritar estaría muerto.

JOAKÍN: No veo que me esté apuntando con ningún arma...

GERALDINNE: No la necesito. Puedo doblar sus huesos como si fueran de paja, separar mis partículas hasta virtualmente desaparecer y moverme a una velocidad imperceptible para sus ojos. Además mi saliva es un veneno altamente tóxico en el organismo de un humano.

JOAKÍN: Ya. ¿Y me va a decir que no es humana?, porque parece una y tiene el mismo humor retorcido de varios amigos míos.

GERALDINNE: Usted tiene cuatro monedas en el bolsillo derecho del pantalón.

JOAKÍN: (Verifica) Así es. ¿Y que hay con eso?

GERALDINNE: Guárdelas, espere dos segundos y cuéntelas de nuevo.

JOAKÍN: (Obedece). Ahora hay dos...

GERALDINNE: Y aquí están las dos que faltan (Hurga en su bolsillo y Las deposita en la banca donde está sentada).

JOAKÍN: Bien, reconozco que es una gran prestidigitadora pero eso no la convierte en asesina. A lo sumo en una excelente carterista. ¿Se gana la vida haciendo trucos?...

GERALDINNE: Soy parte de una especie llamada Kaikai. En la cultura mapuche corresponde al nombre de una enorme criatura reptadora que dominaba los elementos. Mi propósito no es llegar al final del camino, si no eliminar a todos los que pueda para hacerlo más expedito. No tengo más conciencia que un enorme cansancio.

JOAKÍN: Asumamos que fuera verdad, dígame una cosa, ¿Hay más seres como usted?... 

GERALDINNE: Hay miles. Las guerras, el hambre y la peste no han sido suficientes para controlar el crecimiento de su raza. Desforestan, agotan las provisiones naturales, contaminan. En términos simples, los humanos son los vecinos recién llegados que fiestean ruidosamente y ensucian sin escrúpulos, permiten que sus crías desmiembren árboles o abusen de seres indefensos sin reprenderlos y encarcelan a sus vecinos más antiguos a su antojo, prenden fuego a sus hogares y toman la libertad de mutilarlos y exhibirlos en las paredes. Curiosamente, y aunque se sienten con la autoridad de regir la tierra y avasallar las células madres que les dieron la vida, juzgan la muerte de un humano por uno de su raza, pero dejan impunes el asesinato de cien mil de los suyos por miedo al poder que gobierna naciones y ejércitos. Ese tipo de comportamiento facilita nuestra labor.

JOAKÍN: Si los humanos reducimos nuestro número asesinándonos entre nosotros,  creo que su función más que verse facilitada se vuelve prescindible ¿O no?. ¿Para que serían necesarios los matarifes si las vacas y los cerditos toman un taxi, cumplen sus últimos deseos, y antes de suicidarse escriben apasionadas recomendaciones de lo sabrosa que será su carne?.

GERALDINNE: No pida explicaciones precisas a una hebra de un telar tan grande como el universo. Aunque sospecho que si llegara a desatarse la perversidad absoluta del hombre destruirían mucho más que a unos cuantos de los suyos en el proceso.  

JOAKÍN: Si usted elimina personas y todos tenemos un rol determinado, ¿No cree que se contradice? ¿Quien asume las tareas pendientes de los son eliminados?

GERALDINNE: La que ustedes llaman tan graciosamente madre naturaleza puede disponer de miles de vidas y luego producir todo lo que haga falta.

JOAKÍN: Pero si hay miles de exterminadores como usted, ¿Qué va a pasar cuando extingan la raza humana?

GERALDINNE: No crea que no lo he pensado. Si soy afortunada, comenzaremos a matarnos entre nosotros. En el peor de los casos emergerá una nueva especie, así como nosotros surgimos de la nada, y se lanzará implacablemente sobre mi especie como un azote más de los elementos. Usted nombró la voluntad. Me gustaría creer que tuve un mal sueño, que la salvación del mundo depende de las quimeras. Pero la verdad no me trae ningún alivio.

JOAKÍN: Si era una broma, hace mucho rato que se volvió demasiada oscura, y comienza a preocuparme su salud, Geraldinne. Su historia es muy difícil de creer pero la ha detallado con una seguridad asombrosa. Todavía no logro entender porque me cuenta todo esto.

GERALDINNE: Le repito que estoy sumamente cansada y que todos tenemos una función. Quizás la suya sea buscarnos y acabar con nosotros uno a uno.  Usted no es un individuo común. Hay algo oculto en su aparente debilidad. Hace un rato me hizo sentir muy insegura. Quizás necesita un estimulo que desate su transformación, liberarse de los elementos que lo atan a su cauce rutinario.

No se asombre si su vida da un vuelco repentino y arbitrario. Nada ocurre por casualidad. Tras cada

acción se halla un mecanismo rigurosamente perfecto.

(Entra Mabel. Y Joakín le hace un gesto para que se retire)

MABEL: Hola, mi amor.

(Hay luces rojas que relampaguean y se mezclan con sombras. Las imágenes se ven fragmentadas. Vemos que Geraldinne avanza hacia Mabel. Sale Geraldinne. Cuando se encienden las luces, Mabel yace muerta en el suelo. Joakín trata de reanimarla en vano. Luego la abraza unos segundos y la toma en brazos. Salen)

ACTO 4

ESCENA 1- Limbo. Entran Mabel y las máscaras.

MABEL:  Esta historia me fue referida por el espectro de un araucano. Treng Treng y Kaikai fueron adversarios desde siempre. Kaikai silbaba y salían de sus cauces los ríos como fieras en busca de sus presas, los océanos carcomieron la tierra furiosos. Treng Treng amaba a los hombres y a los animales. y elevó un cerro para protegerles de las aguas. Los únicos que rehusaron su ayuda fueron los demonios del viejo mundo y los hombres malvados que juraron lealtad a Kaikai. Cada cierto tiempo las poderosas criaturas se levantan de las cenizas y luchan en un camino sembrado de Flores Mustias. (Salen)

ESCENA 2-   Cementerio de San Antonio. Francisco Legrand escarba en una tumba con una pala, saca un féretro y se alista a abrirlo. A su lado hay una maleta con electrodos.  Camila se acerca silenciosamente a él y extrae un revolver.

CAMILA: Ponga la pala en el suelo y levante las manos. Si me mira a los ojos lo mato de inmediato. Un ladrón de tumbas, me imagino. Quizás algo peor.  

FRANCISCO LEGRAND: Soy un salvador de almas. Sé porque no quiere que la mire a los ojos, pero a estas alturas ya sabe que no soy él.

CAMILA: ¿Usted lo conoce? (Baja el arma)

FRANCISCO LEGRAND: Lo he visto. ¿Usted es policía?

CAMILA: No, solo una vieja amiga.

FRANCISCO LEGRAND: Mi nombre es Francisco Legrand. Por favor, permítame extraer el cadáver que se halla en esta tumba. Es una de sus víctimas y no descansará en paz si no lo ayudo (Camila asiente, Francisco Legrand abre el féretro de donde extrae al Recién Fallecido) ¿Usted sabe a que huele este muchacho?, ni siquiera lleva tres horas aquí.

CAMILA: Huele a flores mustias. El muy desgraciado acostumbra frotar pétalos contra el cuerpo de sus víctimas, y rellenar sus gargantas con flores de coronas. En Valparaíso mató a catorce personas y desde allí vengo siguiéndolo.

FRANCISCO LEGRAND: (Mientras aplica descargas al cadáver del Recién Fallecido) ¿Cómo supo que él estaba en San Antonio, señorita...?

CAMILA: Camila Egaña Godoy

FRANCISCO LEGRAND: Ese nombré lo tomó de una tumba que está cerca suyo

CAMILA: Los nombres son intrascendentes en mi caso. Si no hubiera estado aquí me habría buscado. Ambos nos necesitamos. No podemos existir el uno sin el otro.

FRANCISCO LEGRAND: (Musita algunas palabras tocando la frente del Recién Fallecido y él abre

los ojos. El resucitado llora desconsolado. Legrand lo consuela) ¿Te obligó a renunciar a la salvación de tu alma verdad?.

RECIÉN FALLECIDO: Si (Francisco Legrand le habla al oído). Si, por favor, aléjeme de la oscuridad en que vivo.

FRANCISCO LEGRAND: Entonces vete así como viniste y olvida el dolor que acompañó tu adiós del mundo.

(Hay sombras en el escenario y una luz blanca se desplaza. Desaparecen las sombras. Francisco Legrand devuelve al Recién Fallecido al féretro y lo cierra)

CAMILA: Ese maletín. Contiene una maquina de resucitación. ¿Usted la inventó?

FRANCISCO LEGRAND: Si. Construí esta hace ocho años, pero sé que existe una en Santiago, otra en Antofagasta y si no me equivoco una en Rancagua.

CAMILA: ¿Y esas palabras que musitó hace unos segundos? ¿A que lengua pertenecen?

FRANCISCO LEGRAND: No lo sé. Las aprendí durante un sueño que no me dejaba en paz. Hace mucho tiempo que perdí la noción de lo real y lo ficticio. No me extrañaría que usted se desvaneciera de pronto y al abrir los ojos comprobara que hablo frente al espejo del baño y me estoy orinando en los pantalones.  Forcé mi intelecto hasta llevarlo a un punto absoluto de suspensión de realidad en beneficio de mis creaciones.

CAMILA: ¿Alguna vez se propuso destruirlo?

FRANCISCO LEGRAND: Podría freírlo si se acerca al vagón abandonado donde vivo

CAMILA: ¿Puede acabar con él o no?

FRANCISCO LEGRAND: Ya le dije, lo haría si intentara hacerme daño.  No todos somos guerreros y enarbolamos enseñas de un bando. Hay zonas intermedias donde uno puede vivir en pozos abandonados. Sin hacer mucho ruido para no despertar el apetito de los más grandes. Además le temo más que a la muerte misma. La sangre de Kaikai fluye casi pura por las venas de ese demonio.

CAMILA: Lo sé. (Camina a través del escenario)

FRANCISCO LEGRAND: ¿Usted es la Heredera de Treng Treng verdad? ...

CAMILA: Soy una mujer que ya no recuerda su propio nombre.  Cuento con tres horas de vida. No recuerdo que hice ayer por la mañana, y tengo cada detalle en mi mente del terremoto de 1985. Estaba aquí mismo en San Antonio. (Salen)

ESCENA  3- Bosque. Hay mucha oscuridad y entra el Heredero de Kaikai encapuchado.  Su rostro revela una palidez mortuoria.  La víctima es una mujer de unos cuarenta años que aún vive. Está atada. Entra Camila.

CAMILA: (Saca su arma y apunta al Heredero de Kaikai) Detente y no me mires a los ojos. ¿No te cansas?. Cada vez que vuelves alguien me levanta de la muerte para acabar contigo.  Estoy profundamente cansada.

HEREDERO DE KAIKAI: Jamás vas a acabar conmigo.  Soy el condimento secreto del mejor platillo de la mesa.

(Camila le descarga su arma encima. El Heredero de Kaikai cae de rodillas y Camila lo hiere con una hacha diminuta que extrae de sus ropas. Ella cae de rodillas también)

HEREDERO DE KAIKAI: Madera de voigue. Nuestro árbol sagrado. ¿Qué te hace pensar que moriré sin tomar a mi última víctima?.

(Las luces se apagan. Un resplandor rojo ilumina el escenario. En el suelo yacen Camila y el Heredero de Kaikai. Entra Francisco Legrand con una batería de automóvil en sus manos. Desata a la Víctima. La víctima escapa. Camila reacciona y Francisco Legrand se arrodilla junto a ella)

FRANCISCO LEGRAND: Vi su energía y logré capturarlo (Palmotea la batería).

CAMILA: ¿Está seguro que lo hizo? No es tan fácil engañarlo...

FRANCISCO LEGRAND: Ya le conté que confundo la realidad con la fantasía. Es tan probable que tenga a ese engendro del mal aquí como que no sea así y lo haya imaginado. De todas maneras mearé todas las noches sobre él por si las moscas.

CAMILA: ¿Qué pasó con la persona que había secuestrado esa basura?

FRANCISCO LEGRAND: La muy puta huyó como un conejo apenas la desaté.

CAMILA: No la culpo, usted mismo confesó que le temía.

FRANCISCO LEGRAND: La verdad es que me cagaría con solo verlo. Es más, jamás se me cruzó por la mente que usted pudiera vencerlo. Pero vine aquí a morir con usted. Usted no es ninguna heredera de Treng Treng, ¿Verdad?. Usted es la prueba viviente de que existió un viejo mundo mucho más antiguo que el de los humanos. Es Treng Treng en persona y en el cuerpo de una mujer.

CAMILA: No subestime a las mujeres, he aprendido mucho de ellas. Aprendí de los hombres, de los árboles... Pero mi tiempo ha pasado. Gracias por ayudarme. ¿Puedo pedirle un favor?...

FRANCISCO LEGRAND: El que usted quiera.

CAMILA: Diga esas palabras que conoce. Me darán la paz que necesito. Estuve cerca de Kaikai demasiado tiempo y consiguió arañar mi alma. Y por favor, por todo lo que considere sagrado, queme mis restos en un incinerador. (Muere) (Legrand la carga en sus brazos y salen).

ACTO 5

ESCENA 1- Limbo. Entra Mabel y las máscaras.

MABEL: Fui cómplice de todos los crímenes del mundo cuando no velé por el cumplimiento de la justicia. Dejé que un montón de ignorantes levantaran la voz justificando horrendos crímenes por miedo a contradecirlos. Jamás me atreví a servirle un plato de comida tibia a un desamparado en la mesa de mi casa ni siquiera en compañía de mi esposo, y mucho menos salí a la calle cuando la lluvia había cesado para entregarle una muda de ropa a un desamparado. Cerré los ojos por conveniencia tantas veces que al final lamenté con amargura cuando quedaron clausurados. Debí protestar a la salida de los tribunales y buscar la verdad en las calles o en el corazón de  La Heredera.(Salen)

ESCENA 2- Cementerio. Entra Anchimallén y luego Blanca y dos Escoltas:

ANCHIMALLÉN: Veo que trajiste compañía, pensaba que seríamos solo tú y yo.

BLANCA: Ellos solo van a actuar en caso de que intente hacerme daño. ¿Tiene la información que necesito?...

ANCHIMALLÉN: (Mira a su alrededor) Voy a ser claro contigo. Si vine esta noche fue para pedirte que me dejes en paz. Lamento la desaparición de tu padre, pero eso no te da ningún derecho de acosarme con cartas y llamadas a mi casa, donde viven mis hijos.

BLANCA: Usted torturó y asesinó cobardemente a mi padre. Lo sabe usted, lo sé yo y algún día lo declararán los tribunales de justicia. Sin ningún afán de venganza, porque venganza sería que mi padre se levantara del rincón frío y sucio donde tal vez lo dejaron y le causara el mismo sufrimiento que usted a él, me gustaría que usted se pudriera en la cárcel como a la mierda de monstruo que es, pero me conformo con que me diga donde está su cuerpo para asegurarme que sus restos tengan una sepultura digna.

ANCHIMALLÉN: Ese es el problema de tu gente, de tu ideología política. El resentimiento los hace apuntar hacia la bandada y fallan el tiro.

BLANCA: No me hable de ideologías políticas porque detesto el tema, odio a los asesinos de mi padre, odio a los líderes de mi padre que le dejaron morir sin hacer nada y después se enriquecieron y caminaron triunfantes sobre las tumbas de quienes dieron la vida por ellos. No tengo fuerzas para cargar banderas partidistas e intereses ajenos, pero si podría perseguirlo hasta el último rincón del mundo así tuviera que gastar hasta mi último peso.

ANCHIMALLÉN:  Apenas tomaste contacto conmigo y revelaste el nombre de tu padre, hice que te investigarán. Se bien quien eres Blanca. Hace tres años estuviste internada en el Hospital Psiquiátrico Félix Kuro bajo el diagnostico de completamente loca. Sigues alucinando. Imaginas que asesiné a tu padre y es probable que incluso imagines esta reunión y en realidad estés babeándote en el piso del manicomio.

BLANCA: ¡Basta! Esto no se relaciona con mi enfermedad. Eso fue una etapa superada. No pienso rogarle a un asesino, así que le exijo que me diga donde está el cadáver de mi padre.

ANCHIMALLÉN: Está bien. La cualidades que más admiro son la persistencia y el valor, y te has ganado el derecho a que sea franco contigo. Pero la verdad es intangible y requiere un cuerpo sólido que la soporte. Creo que dejé los brazos de tu padre tirados por el desierto, la cabeza me la traje a Santiago y las piernas las hice arrojar en unos de esos vagones que llenábamos de cuerpos en Quintero...¿Eso querías escuchar?...¿Prefieres que te diga que arrojamos a tu padre al mar?...¿O que lo dinamitamos?... Maté a tu padre, es cierto, y si hubiera sido un animal en el matadero habría sufrido mucho menos. Me da risa cuando escucho a esos hijos de puta que nos defienden, prefieren decir que nunca hicimos nada malo antes que reconocer que fueron cómplices, cobardes que no se atrevieron a tomar los escalpelos por si mismos, escorias que le temen a la sangre y se asustarían al oír los gritos de un pobre torturado. Y sus hijos, que nos consideran héroes son hijos de puta que han vivido en el paraíso y se hacen llamar militantes. ¿Sabes quienes tienen mi respeto?, los que realizábamos el trabajo sucio y los que cayeron en nuestras manos, porque los soldados luchamos a muerte en el campo de batalla pero nos reconocemos unos a otros, sin que importen los colores, el coraje de entregarse a una causa.  ¿Crees que esos que cuelgan medallas en mi pecho y me lamen el culo dejarían que cuidara a sus hijos?... Nadie habría querido un empleo como el mío ¿Crees que es sencillo pasarte cinco horas, un día, una semana trabajando en un prisionero y que después te traigan a otro del lote y en seguida al siguiente?...Los tenías que matar para avanzar en el trabajo. Pero no quiero ser desconsiderado, yo hablando y hablando y tus guardias de pie. Arrodíllense (Hace el gesto con la mano y los guardias se arrodillan pese a poner resistencia)

BLANCA: ¡¿Qué les hizo?! ...¿Cómo pudiste hacerlo? ...¿¡Quién eres tu en realidad?!

ANCHIMALLÉN: ¿Qué les hice?...No soy médico así que desconozco el termino exacto pero ahora sus estómagos son corroídos por una cuota progresiva de ácido (Los escoltas caen al suelo muertos) Ahora arrodíllate tú (Blanca lucha pero cae de rodillas). Como terminarás tan muerta como todos los que nacieron en el siglo catorce, te diré la verdad. Desde la perspectiva reciente, soy un brillante oficial que cumplió ordenes.  Rebané seres humanos como queso, los electrocuté, ¿Crees que los consideraba basura?...Eran mis obras de arte, esculturas que moldeaba a mi antojo. Los hombres perversos y sus estupideces, los juegos de poder, los apasionamientos errados...Me rogaban que los estrujara, me daban todo el poder... Pedían que les sacara información de sus estúpidos asuntos. Un demonio y una bruja habrían pasado inadvertidos en ese festín de sangre. ¿Te imaginas el placer que sentía cuando me pasaban un delantal limpio y me permitían impregnarlo de entrañas?. Depositaban todo el crédito y el peso de la ley en mi trabajo. Me pagan todavía altas sumas, como si el dinero compensara tanto talento incomprendido. Soy un ciudadano, un ejemplo para la comunidad. Pobres idiotas los que me rinden homenajes, el escultor que realiza sus obras en metal coquetea con la piedra y la madera, tiene sus preferencias, pero no se restringe, como los bailarines clásicos juegan con la posibilidad de convertirse en danzarines modernos, o viceversa, hay una lujuria, un deseo latente, y esos son para mi aquellos que justifican mis crímenes, lienzos intactos, materiales nuevos con mínimos matices donde podría trazar mis obras maestras.  ¿Acaso los asesinos tenemos preferencias políticas? Somos conservadores al serle fieles a la costumbre de matar y muy liberales a la hora de elegir nuestra víctimas sin ninguna discriminación racial, ideológica, sexual, étnica...

BLANCA: ¡Eres un desalmado de mierda!.. ¡Un asqueroso!  Y no insulto a tu madre porque que no me imagino que hayas nacido de una mujer. Eres un endemoniado...

ANCHIMALLÉN: ¿Un endemoniado?... Me estás subestimando. ¿Para que voy a pedirle trabajo a un demonio si en este país me permitieron llenarme las manos de sangre, me pagaron casa y comida y ahora soy un enaltecido?...

BLANCA: Seas lo que seas, tarde o temprano la justicia te va a dar tu merecido...

ANCHIMALLÉN: Me cago en la justicia. ¿Dónde estaba la justicia cuando tomé un gancho y escarbé en los testículos de tu padre hasta ver de que estaba hecho?...(Blanca baja la cabeza acongojada). ¿Sabías que hasta el día de hoy puedo entrar en una casa y convencer hasta el último de sus moradores que deben odiar a los heridos?...Puedo sembrar mi semilla donde se me dé la gana. Ya está bueno de darte lecciones, ahora debes graduarte. Puedo tomarte como un semental o chasquear los dedos y matarte.

(Entra Joakín, sombras en el escenario y luces rojas relampagueantes: Joakín dispara a Anchimallén derribándolo y luego descarga sobre el golpes de un hacha pequeña extraída de su cinturón. Anchimallén consigue ponerse de rodillas y Joakín lo observa. Vuelven las luces)

ANCHIMALLÉN: Un digno heredero de Treng Treng. Ni siquiera lo vi venir, como muchos otros jamás me vieron llegar. Hermosos los seres humanos, juguetes maravillosos que me tentaban a desarmarlos para revisar sus mecanismos... (Cae muerto)

JOAKÍN: (Voltea hacia blanca y extrae unas hierbas de una bolsa que porta en el cinturón) Estas son las doce hierbas del Mareupulahuen, medicina mapuche. Por favor, mastíquelas y coma un poco.

(Blanca obedece y consigue ponerse de pie)

BLANCA: ¿Puede decirme quien eres y que cosa era él?...

JOAKÍN: Joakín Santis Figueroa, heredero de Treng Treng, uno de los buenos espíritus que habitaron el mundo. Nuestro amigo recién exterminado es Anchimallén, un duende maléfico que habitaba estas tierras mucho antes que los mapuches.

BLANCA: Anchi...

JOAKÍN: Anchimallén.

BLANCA: Anchimallén fue también un oficial. Por mi culpa asesinó a dos hombres esta noche y murió sin darme la información del paradero de mi padre.

JOAKÍN: Jamás estuvo en su mente darte tal información. Si vino a verte esta noche fue para matarte, no tengas ninguna duda. (Camina hacia los cadáveres de los escoltas). Además actuó con prisa, estaba preocupado. A diferencia de otros asesinos, como los Herederos de Kaikai, un Anchimallén prefiere armar estratagemas, infiltrarse entre los hombres y repudia el crimen apresurado. Son sádicos por naturaleza y disfrutan los procesos donde tienen el dominio absoluto. Durante años estas bestias se aprovecharon de la convulsión política del país para satisfacerse.

BLANCA: ¿Pretendes decirme que todo un régimen se sustentó gracias a ellos?...

JOAKÍN: No precisamente. Un Anchimallén es capaz  de conseguir alianzas, mimetizarse, y se aprovechan de dos debilidades humanas: La ambición y la cobardía. Tras ellas esconden sus crímenes y ansias de sangre. ¿Un ser humano sería tan perverso como para agredir sexualmente a una mujer en grupo, o utilizando perros y ratas?...

BLANCA: Disculpa mi ignorancia, porque durante años viví encerrada en una institución y mi realidad era un mundo de fantasía, pero ¿Porque esas agresiones no recibieron un repudio público de tantos rostros que hoy se levantan inmaculados antes las multitudes?...

JOAKÍN: Como te dije, ningún ser humano de carne y hueso sería capaz de causarle ese daño a otro, a menos que en su alma habitara un soplo siniestro del infierno más profundo, pero un Anchimallén es capaz de corromper y silenciar a los seres más débiles de espíritu. Además, y lo digo por experiencia propia, a todos no es más fácil cerrar los ojos y hacernos los molestos.  Es como si mandáramos a arrestar por disturbios públicos a quien nos avisa a gritos que maltratan a nuestros padres, que han humillado a nuestros hijos. A esto se suma que pasamos de un gobierno donde nos mataban de hambre a un gobierno donde nos mataban por hambrientos. Y exacerbando las diferencias de cada uno es fácil encubrir todo tipo de atrocidades. Puedes tener un gato y un perro al mando de una casa, y sea quien sea el que dicte las ordenes, habrá otro más pequeño, una rata por ejemplo, esperando pacientemente devorar el cadáver de uno de sus amos. Así fue como la raza Anchimallén hizo cultivo fértil de Chile para sus salvajadas.

BLANCA: Fuiste muy oportuno, no sé que me habría hecho.

JOAKÍN: Es posible que tu misma, en un último intento por salvar tu vida, hubieras podido deshacerte de él.

BLANCA: ¿Cómo?

JOAKÍN: Primero debo confesarte que te seguí hasta aquí, pero tarde en dar con tu paradero exacto.

BLANCA: ¿Por qué me seguías?...

JOAKÍN: Voy a resumir tres universos, cuarenta océanos y las historias de diez tortugas en pocas líneas. Hace mucho tiempo vivía solo para mi esposa y ante los problemas del mundo me comportaba como un perfecto hipócrita. Un día se presentó ante mi una criatura nacida para la exterminación y acabó con lo que más amaba en la vida. Mi dolor fue tan profundo que sufrí una transformación radical en el organismo.  Yo no soy mejor que los Herederos de Kaikai o que el mismo Anchimallén, soy un asesino, pero mi propósito es librar a la humanidad de sus depredadores.  Busqué ayuda en las tradiciones mapuches, porque fue la única pista que dio la asesina de mi esposa, y paulatinamente asimilé las costumbres, las medicinas y las herramientas para que al fin comprendiera los procesos que llevaban años forjándose en el mundo y cuyos escritos están descifrados en las huellas de una hoja, en el canto del viento y el rumor de las aguas.

BLANCA: ¿Y que tengo que ver yo en todo eso?

JOAKÍN: ¿Cuál es tu nombre?

BLANCA: Blanca.

JOAKÍN: Bueno Blanca, estoy absolutamente seguro que tu serás la próxima Heredera de Treng Treng y tendrás que desempeñarte en mi trabajo. Te moverás a una velocidad impresionante, serás inmune a todo tipo de enfermedades. Quizás no debas sufrir más de la cuenta para transformarte si no buscar tu identidad latente en los recodos de tu ser.

BLANCA: Estás tan equivocado que me da pena corregirte. Pero soy una ex-paciente de un Psiquiátrico y lo que menos necesito son más complicaciones. Temo volverme loca de nuevo y encerrarme en un mundo donde puedes saltar, reír, llorar, tocar, y gritar sin la más remota chance  de que regreses al mundo real.

JOAKÍN: Es extraño para ti en este momento pero lo asumirás, y de alguna manera combatirás a aquellos que asesinaron a mi esposa, a tu padre y a otros inocentes.  Chile está poblado de Cherufes, Herederos de Kaikai, la raza Anchimallén y otros espíritus malvados como el señor de los brujos, el imbunche...Blanca, toma el hacha y mi arma cuando muera, no me queda mucho...

BLANCA: ¡A que se refiere!...¿Quiere que pida ayuda?...No vi que le hiriera en ningún momento.

JOAKÍN: Miré al Anchimallen directo a los ojos porque sé que como otros espíritus malvados domina el arte oscuro de matar traspasando el veneno de su alma, destreza que condenaría el espíritu de un hombre pero que a estos seres los hace más fuertes. Por fin podré reunirme con mi esposa, en el limbo donde dan vueltas todas las víctimas de estos engendros. No necesito que busques ayuda, si quisiera mantenerme con vida comería las hierbas del Mareupulahuén que traigo conmigo. Como dijo la criatura que me ayudó a descubrir mi propósito, estoy completamente agotado. Podría ser tu maestro en la vida pero prefiero ser el aprendiz de mi esposa en la muerte. Voy a buscar a Mabel aunque tenga que saquear el paraíso y voltear mil infiernos en mi camino. (Se desploma)

ACTO 6

ESCENA 1- Limbo. Entran las máscaras y Mabel.

MABEL: Temo que haya vivido y muerto en vano .Que mis pasos se secaron en el camino. ¿Y si nadie me recuerda?. Una vez oí a un espectro que hablaba de un marino llamado Urbano, que así meditaba sobre la existencia: “Aunque la miseria nos muerda las camisas y elija para nosotros un reino de ratas, siempre se aspira a las cosas hermosas. Quizás jamás podamos alcanzar algunas, aunque hayamos puesto todo el esfuerzo posible tras ellas, pero tarde o temprano llegamos a comprender las razones que influyeron en tal desenlace. Sin embargo, ¿No cuesta más resignarse cuando hay algo que creyéndolo cercano permanece lejos de nuestro dominio?. Ante lo prohibido toda posesión termina siendo escasa o insatisfactoria, y se olvidan las otras metas, concentrando nuestras energías en eso que resulta tan esquivo. El porqué y la duración de una búsqueda revelan la esencia de quien la lleva a cabo, pudiéndose confundir perseverancia con despilfarro. Ante cualquier duda, es preciso ser sumamente mezquinos, pues a cada minuto nos embriagamos más con la vida, cuando en verdad nos acercamos a un fin incierto. Hay que amar con cuentagotas y buscar el veneno en cada beso, el puñal tras cada caricia... No hay que darle más cuerda a las ensoñaciones, ni pretender encontrar aquí en la tierra lo que habita en Alina, ya que cualquiera puede despertar un día en un nido de alimañas o en el vientre de un abismo insondable. A muchos mis palabras sonarían como el anuncio de la sentencia para un hombre muerto, pero no tengo motivos para pensar en que si el pasado volviera, y cada aroma y sonido se levantaran de su sepulcro, todo sería distinto. Aunque parezca increíble, a veces se salta una zanja en la penumbra para caer en un foso más profundo. Cuando pretende sorprendernos, el destino no escatima grandes estrategias ni groseras injusticias.”. Cambiaría la eternidad por un segundo de vida, por estallar de pasión. Frambuesa Amarga. (Salen)

ESCENA 2- Una carretera. Julliette desciende de su vehículo y se acerca a Lautaro Norambuena Stenguel, que vestido con uniforme municipal sostiene un letrero al borde de la vía que dice “Pichidangui 300 kilómetros” 

JULLIETTE: Soy Julliette Valdebenito, trabajo en el área de prensa de un canal de televisión. ¿Podría decirme, si no es mucha la molestia, que hace con un cartel a un costado de la carretera a las cuatro de la mañana?

LAUTARO: Buenas noches. Lo sostengo.

JULLIETTE: Ya veo que lo hace, ¿Pero para qué? ¿Qué saca con sostener ese letrero?.

LAUTARO: Es mi trabajo, sostengo el cartel durante ocho horas al día, y si tengo doble turno durante 16.

JULLIETTE: No quiero entrometerme más de la cuenta don Lautaro Norambuena Stengel...

LAUTARO: ¿Cómo supo mi nombre?... Usted si que es una buena periodista.

JULLIETTE: Lo soy, pero además está escrito en su credencial. Yendo al grano ¿Me podría decir porque no deja el cartel clavado a un costado de la vía?

LAUTARO: Estuvo fijo hace unos años. Pero los automovilistas lo derribaban tan seguido que el alcalde estimó que resultaba más económico contratar a tres personas que lo sujetaran. De este modo contribuye a los planes del presidente de crear nuevas fuentes de trabajo. Hablando del presidente, yo lo he visto ¿Sabe?...

JULLIETTE: Debió ser en la gira del año pasado

LAUTARO: Exacto, fue el año pasado. Hacían cuarenta grados de calor y me tocó cubrir el turno de la tarde. Apenas pude creerlo cuando su comitiva cruzó por la carretera.

JULLIETTE: Me imagino que el presidente se detuvo a preguntarle que hacía con ese cartel en las manos. No se lo tome a mal, pero creo que un extraterrestre aterrizaría en pleno desierto con tal de bajar y preguntarle por su cartel.

LAUTARO: Noooo, el presidente no se detuvo. Me saludó con la mano desde el interior de su precioso vehículo, aunque tal vez se protegía del sol. Yo no voté por él, pero es el presidente y fue un gran honor.

JULLIETTE: Entonces este trabajo le ha traído satisfacciones, a pesar de la incomodidad.

LAUTARO: Me ayuda olvidar, cuando estaba desempleado mi esposa me dejo por otro hombre. En realidad ese hombre era mi hermano y yo lo hospedaba en el sofá.  La culpa fue de ella, porque siempre supe que mi hermano era una mierda pero a mi esposa la amaba. El amor es un demonio que devora el alma. Ahora soy un hombre nuevo y más útil, ¿Puede imaginarse si alguien ignorara cuanto le falta para llegar a Pichidangui?

JULLIETTE: Imagino que sería un asunto grave. Oiga, porque no deja el letrero en el suelo mientras hablamos. Me agota con solo verlo. No le voy a decir a nadie.

LAUTARO: Me he vuelto muy desconfiado. Quizás por lo de mi esposa. Pero más doloroso que tener

los brazos al borde del desgarro es el desprecio de mi pueblo.

JULLIETTE: ¿Por qué le desprecian? Usted es un hombre sencillo y nada desagradable.

LAUTARO:  Mi pueblo es Nahuel, cerca de aquí, y me desprecian porque el letrero lleva el nombre de Pichidangui. Hay mucha

competencia entre ambas localidades y sienten que me identifico con ellos. A veces mis amigos pasan en sus autos a exceso de velocidad y me arrojan latas por la ventana. O bien asoman el culo por la ventanilla.

JULLIETTE: Cara pálida

LAUTARO: Eso mismo. Así le llaman a asomar el culo por la ventana. Una vez estuve toda la noche con un puñado de arena  preparado, y lo arrojé con tanta fuerza sobre el culo que se burlaba, que con suerte su dueño se habrá sacado la arena de las muelas. Creen que no los reconozco, y podría identificar cada culo con una patente de auto. Mi trabajo es digno como cualquiera pero menospreciado.

JULLIETTE: A fin de cuentas usted se siente desdichado, don Lautaro Norambuena Stengel.

LAUTARO:                              

Con risotadas de pájaros

               Los demonios lamen la sangre del invierno.

JULLIETTE: ¿Versos de un poeta maldito?

LAUTARO: Versos de un tipo que se pasa las noches con un letrero en la mano al costado de la carretera.

JULLIETTE: Touché, Señor Norambuena. Es usted más de lo que aparenta bajo ese cartel. Ojalá el letrero dijera “Poeta en rodaje”. ¿Por qué no sube a mi auto y se olvida de su trabajo? Yo puedo conseguirle uno mejor.

LAUTARO: No debería ser tan ingenua. ¿Quién dice que yo no soy un homicida que se pone a un costado de la carretera con un cartel curioso que atrae a las víctimas en medio de la nada?. Esta credencial podría ser falsa. La anécdota del presidente un chistecillo bien pensado para atraer su atención, o la supuesta infidelidad de mi esposa un anzuelo para que me compadezca mientras espero el momento preciso para retorcer su cuello. En el momento en que usted voltee hacia su auto el pesado cartel sería un instrumento útil para abrirle el cráneo. Luego haría un pozo en medio de la nada y con suerte diferenciarían su cuerpo de los restos de una momia en cincuenta años 

JULLIETTE: Si usted fuera un asesino que atrae a sus víctimas en medio de la carretera con un cartel en las manos, sería el asesino más estúpido del mundo, porque bien podría fingir que es una periodista que se acerca a un asesino que tiene un cartel en las manos y mucho antes de que usted levantara el cartel para abrirme el cráneo sacaría un arma oculta y sus sesos se regarían por nuestro amado océano pacífico salpicando el Morro de Arica.

LAUTARO: Si usted fuera una asesina con un arma oculta dispuesta a regar mis sesos por todo el océano pacífico salpicando mi amado Morro de Arica sería una de las mujeres más interesantes que he conocido desde mi ya occisa esposa, y aunque quisiera dispararme entre los ojos, en una milésima de segundo extraería un cuchillo oculto en el mango del cartel y así muriera inmediatamente después rasgaría su cuello como lo hacen los pintores con los lienzos que les salen truchos.

JULLIETTE: Si usted tuviera un cuchillo en el mango de su cartel sería el hombre de mi vida, aunque eso no me detendría para mandarlo al otro mundo.

LAUTARO: Le propongo que aunque seamos asesinos y esperemos la primera oportunidad para matarnos vayamos a su auto y hagamos el amor como insanos, como dos bestias letales para toda comunidad que copulan descaradamente para perpetuar su nefasta especie.

JULLIETTE: Tendré que cambiar los amortiguadores y el tapiz de los asientos. Pero quizás espere a que nazca nuestro hijo para que conozca a su padre antes que le reviente los sesos y pinte mis paredes con sus vestigios.

LAUTARO: Quizás le permita vivir durante su embarazo, con los atentados de cortesía para que su inteligencia no sea insultada claro está, y así enseñarle a mi hijo a utilizar sus primeros cuchillos.

JULLIETTE: Usted sería un gran padre si viviera más allá de esta noche.

LAUTARO: (Deja el cartel a un costado y se arrodilla) ¿Quiere casarse conmigo?

JULLIETTE: No crea que le permitiré vivir mucho tiempo aunque sea mi esposo, pero cada noche lo haré mío hasta que muera de pasión y no aceptaré que le duela la cabeza. Será un juguete más en mis manos y cuando me aburra lo reciclaré como a una botella.

LAUTARO: Usted no sueñe que vivirá para las bodas de diamante, de oro o de plata. Con suerte la soportaré respirar jadeante de las ansias carnales por una semana, un mes quizás. La cortaré en rodajas.

JULLIETTE: Usted me provoca profundos deseos de destriparlo con las manos. Sería feliz disparándole al estómago a quemarropa con dos escopetas hechizas.

LAUTARO: Yo pondría su precioso cuello de cisne bajo un cuchillo carnicero y, si pudiera conseguir una, haría rodar su cabeza con una guillotina por una sala de piso vitrificado.  Pondría música clásica y me tomaría toda la tarde para trapear el piso.

JULLIETTE: Yo pondría una calibre 44 en su frente y haría flamear sus pedazos como cola de volantín, y si pudiera le pondría una granada ahora mismo en esa boca que dan ganas de morderla y vería explotar su cabeza justo para el día de la patria.

LAUTARO: ¿Esta muy lejos su auto? Tengo deseos de estrangularla...

JULLIETTE: ¿Usted cree que lo dejaré vivir tanto como para llegar al auto? Hagámoslo aquí mismo a un costado de esta sucia carretera. Que sea bien lejos del asfalto para que un auto inesperado no le aplaste la cabezota hasta que vea su rostro moreno desencajado por el placer. Luego yo misma haré el trabajo.

LAUTARO: Yo pienso librar al mundo de su presencia cualquier día. Créame que la única motivación que tendría para levantarme cada mañana sería verla desnudita colgando en la ducha como un pescadito...¿Hasta que la muerte nos separe?

JULLIETTE: Le juro por lo más sagrado que mientras usted viva no pensaré en matar a nadie que no sea tan insoportablemente odioso. Acepto ansiosa. Hasta que la muerte nos separe (Se besan efusivamente y salen).

Escena 3- Limbo. Entran Mabel y las máscaras.

MABEL: Cuando la vida nos deja con gusto a poco es una borrachera con resaca interminable. Voy a vagar como una sombra hasta que mi memoria se borre. Ojalá desaparezcan primero las tardes enteras que desperdiciaba cambiándome de ropa, y los malos ratos que una pasa discutiendo cosas insignificantes. Hay  oscuridad en los valles y abismos que frecuento porque la belleza y el cáliz diamantino de la nieve me recuerdan que amaba a un hombre. Pero ustedes, si por un milagro vuelven a la vida, si por un instante sienten la tibieza de otros cuerpos y sean tan infinitamente hermosos para tener pliegues, manchas, manos y piernas incompletas con un corazón rebosante de energía, si apenas perciben la realidad de los hombres confusos y les llaman retardados mentales cuando aman a flor de piel y derrochan sonrisas, y están dispuestos a aceptar a cualquiera como lo haría un sabio consumado, si son deformes a los ojos prejuiciosos y llenos de quemaduras pero en ustedes brilla la esperanza y están dispuestos a enfrentar el escarnio público y al mismo fuego que los hirió para salvar la vida de los estúpidos que los detestan por sus diferencias, recorran el mundo de punta a cabo y congelen para siempre el instante en que alegraron sus bocas repartiendo besos. Ahora, mientras hablamos, se secan los árboles que plantamos y nos ponen agua en un tarro del cementerio. Mientras se derrumban las casas de nuestros padres y pintan sobre las marcas que atestiguaban nuestro crecimiento, se pierden las zapatillas de baile, los manuscritos, se arruinan cuadros magistrales pero le prenden velas a las manchas rojas en el asfalto. Al final todos los muertos somos leprosos y nuestras batallas las perdemos ante los ejércitos del polvo. Si tienen la suerte por la que yo he rezado mientras espero a que los tribunales pertinentes resuelvan si pertenezco al cielo o al infierno, consuman vastos océanos de chocolate hasta que quede impregnado el sabor en la sangre. Que los versos sean esporas y contaminen a los solitarios. Transformen sus sueños en propósitos y busquen rabiosamente la felicidad, porque si no la alcanzan, al menos demostrarán su ira y no se hundirán en el nicho cabizbajos. Capturen el espectro del vino que vuela dentro de las copas y esparzan sus huellas hasta el fin de sus días. 

(Entra un Joakín envejecido y camina lentamente hasta quedar junto a ella. Se abrazan)

  TELON

 

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