¿Porque los Directivos Fracasanen el Trato Personal?Fuente de Colaboración: RO VERDEJA, Presentaciones de Negocios. |
Pregúntese
lo siguiente: ¿En qué consiste
la dirección? las
respuestas habituales son: en conseguir
beneficios, en planificar y realizar determinados
objetivos, en obtener resultados y, por
último, en hacer que
otros hagan lo que hay que hacer. Siendo
presidente de American Management Association, Lawrence Appley realizó
una serie de documentales donde el primero de ellos tenía como objetivo
exclusivo presentar a la dirección cómo hacer que otros hagan lo
que hay que hacer. El señor
Appley dijo: “Cuando es uno mismo el que lleva a cabo la tarea, uno es en
técnico. Cuando uno
hace que otros hagan las cosas, entonces uno es un director.” La mayoría
de nosotros intercambiamos ambos papeles en el trabajo diario. De todas formas, somos muchos
los que fallamos demasiado a menudo, empleando más
tiempo en realizar tareas que ocupándonos de que otros las realicen. A veces esto ocurre porque
la propia empresa le impone responsabilidades que no son específicamente
de dirección. El incapié
en la formación de los directivos ha sido fundamentalmente teórico: incrementar los conocimientos
de los directivos, pero no su capacidad para aplicar esos conocimientos. Como resultado son capaces
de señalar las razones por las que consideran que el personal no desempeña
sus funciones correctamente, pero en cambio tienen dificultades para
indicar cómo sería su actuación si la mejorasen. Hágase
usted mismo esta
pregunta: “Si yo, como directivo, no sé qué hago
como directivo, entonces, cómo puedo valorarlo en otros y mucho menos enseñarles cómo hacerlo?” La respuesta, obviamente,
es “no se puede”. La
primera pregunta que hago cuando se me señala el fracaso de alguien
es: “¿Quién le enseñó a hacerlo?” La respuesta
habitual es “nadie”. Si uno
descubre qué hay
que hacer, todo lo que le queda para seguir adelante son sus buenas intenciones,
y las buenas intenciones no justifican una actuación ineficaz. La
dirección es lo que uno hace
para lograr que otros hagan lo que hay que hacer.
Si uno no puede explicarle
a alguien qué hace como directivo entonces, una de dos, o no sabe lo
que está haciendo o lo que uno hace es magia…, no puede enseñar a
sus subordinados cómo hacerlo y mucho menos evaluar si hacen o no su trabajo
correctamente. Segunda
pregunta:
¿Para
qué se le paga a un directivo? Las respuestas habituales: para dirigir,
para dirigir a otros, para
responsabilizarme, para obtener resultados. Muchos dicen:
“la respuesta depende del
nivel del directivo en la empresa y del tipo de personal que dirige”, otros
que creían que les pagaban por estar ahí. Uno con un
equipo de licenciados a su cargo respondió que no era realmente dirección: “Es más bien una especie
de club.” Si una
persona está recibiendo un sueldo por realizar un trabajo, sabrá por qué
recibe dicho sueldo. Por
utilizar trajes de marca y buena calidad, caminar arguido,
expresarme bien y con autoridad y discutir con fluidez, cuando el rendimiento de la
mayoría de mis subordinados es bajo, es probable
que alguien me palmee la espalda y me pregunte: “¿es usted un gran
directivo?” La respuesta,
obviamente, será no. A los directivos se les paga
por sus resultados, por los logros o fracasos del personal que está a
su cargo. El éxito o fracaso
de los subordinados de uno constituye su puntuación. Por lo tanto,
está bastante claro que uno, como directivo, NO OBTIENE SU SUELDO POR
LO QUE ÉL HACE, SINO POR LO QUE LOS SUBORDINADOS LLEVAN A CABO. ¿Quién
necesita a quién? Otra de las razones
por la que los directivos suelen fracasar en el trato personal con el subordinado
es que tienen una percepción desproporcionada acerca de la importancia
relativa de su propia persona, de la del subordinado y la empresa. de
las cosas que ocurren cuando a uno le conceden el título de directivo
es que se corrompe con el poder. Aparece
un letrero en la frente que se ilumina: JEFE…
JEFE… Uno no puede
verlo pero todos los alrededor sí lo ven. Uno
ve colas de personas esperando para hablar. Sus
subordinados se preocupan
por el modo como se dirigen a uno, pero uno no ve razón alguna para preocuparse por el
modo como les habla a ellos. Ellos están
allí para
cumplir sus órdenes y uno se queda más impresionado de su propia importancia. Entonces se vuelve uno perezoso
y deja de dirigir; se limita a mantener la puntuación.
Supongamos que se queda en
su casa a leer un libro, ¿qué porcentaje de trabajo estima que se va a llevar
a cabo estando usted en casa y sus diez subordinados en sus puestos? Las respuestas oscilan entre
un 70% y un 110% del trabajo total. Supongamos
que al día siguiente usted acude al trabajo, pero
los diez empleados a su cargo se quedan en casa, de la totalidad del trabajo
que se espera que realice usted y su equipo, ¿qué porcentaje estima
que sería realizado ese día? Si su
respuesta está por encima de un 10% está usted bromeando. no
significa que usted no sea necesario ni importante. Simplemente
significa que
USTED LOS NECESITA A ELLOS MÁS QUE ELLOS A USTED. Para
dirigir bien el trabajo de otros, debe uno asumir estas tres questiones
fundamentales como directivo:
Entonces
la conclusión obvia es que la única razón existente por la que
usted está ahí como directivo es PARA HACER TODO LO QUE ESTE EN SU PODER PARA
AYUDARLES A HACERLO LO MEJOR POSIBLE. USTED
TIENE ÉXITO SÓLO
SI ELLOS LO TIENEN. |