Después de haberse mudado a la Universidad, Alejandro invitó a cenar al departamento a su madre. Ella, quien tenía serias dudas sobre su hijo de un tiempo para acá, notó lo fino y atractivo que era el compañero de cuarto de su hijo y al verlos comportarse durante la cena le preguntó si es que había algo más entre ellos que una amistad.

"No te preocupes madre" dijo Alejandro, "Sólo somos compañeros de cuarto".

En fin, después de la cena, la madre se despidió de su hijo y se regresó a su Ciudad, ya que Alejandro vivía en una Universidad lejos de casa.

Poco después Miguel, el compañero de Alejandro, le comento que desde la visita de la madre de él no había sido capaz de encontrar un fino candelero de plata que habían usado durante la cena. "No creo que lo haya tomado" dijo Alejandro, "pero de todas formas le escribiré para comentarle sobre ello".

La carta de Alejandro decía: "Querida Madre, No es que diga que tú "te lo llevaste" o que tu "no te lo llevaste", pero el hecho está en que desde tu visita, no hemos podido encontrar el candelero de plata que usamos en la cena."

A los pocos días, Alejandro recibió esta carta de su madre:

"Querido hijo, no es que diga que tu "seas homosexual" o que tu "no seas homosexual", pero el hecho está de que si Miguel durmiera en su cama, ya habría encontrado el candelero. Te quiere, tu madre".

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