Helen se queda callada y ellas le preguntan:
Y tu marido, ¿cómo lo tiene?
Ella responde: No sé. ¿M creerán que nunca se
lo he visto? Pero hoy mismo le voy a pedir que me lo enseñe.
Al dia siguiente llega Helen francamente maltrecha, cojeando, totalmente
amoratada de la cara, con un ojo y el labio inferior hinchados y con un
brazo enyesado.
Sus amigas le preguntan: ¿Qué pasó?
Helen: Pues que ayer le pedi a Isaac que me lo enseñara y cuando
lo vi le dije:
¡¡Mira!! ¡¡¡Igualito que el de Leibe
y el de Sergio!!!