Itinerario Político
Por Ricardo Alemán          Domingo, 30 de Abril de 2000 04:04 a.m.

FLO y ¿el regreso de Salinas?
El viejo y nuevo PRI, crisis electoral
Hace agua la candidatura del PRI

Cuando Francisco Labastida se sintió acorralado durante el supuesto debate del pasado martes, se sacó de la manga una ingeniosa respuesta a Vicente Fox, que en realidad no fue otra cosa que "escupir para arriba", y que causó no sólo sorpresa, sino hasta enojo en no pocos de los priístas que presenciaron el espectáculo de los presidenciables. Vicente, le dijo Labastida, "te pareces al viejo PRI".

Y acaso sin darse cuenta, Francisco Labastida Ochoa llevó al supuesto debate de los candidatos presidenciales, a las pantallas televisivas y frente a muchos millones de mexicanos, una discusión que no ha sido resuelta siquiera al interior del PRI, y que es precisamente la causa de una porción importante del descrédito de las propuestas de cambio del aspirante presidencial del PRI. Nos referimos a la discusión sobre la existencia del "nuevo" y el "viejo" PRI.

Pero lo más grave del asunto, es que después del debate y de que la discusión del nuevo y el viejo PRI se convirtió en tema de campaña, los estrategas de Francisco Labastida se percataron que el candidato presidencial empezaba a pagar las facturas por la ruptura del PRI, provocada por la aplastante imposición del propio Labastida en la contienda interna para seleccionar al candidato presidencial, y por las torpezas cometidas en la integración de las listas de diputados y senadores.

Y como para restañar heridas, y para contener lo que se puede convertir en un naufragio, el candidato Labastida, ése que renegó de Salinas, que renegó del grupo Atlacomulco, y que recientemente renegó del "viejo PRI", ha tenido que dar marcha atrás, y buscar el apoyo de todo el priísmo, del viejo priísmo, que incluye al salinismo.
 

¿Hay nuevo PRI?

Pero primero debemos ubicar al nuevo y al viejo PRI. ¿Dónde termina el "viejo PRI", y dónde empieza el "nuevo PRI"? De acuerdo con la demagogia del priísmo de los últimos meses, el "nuevo PRI" se inicia el 7 de noviembre de 1999, cuando ese partido llevó a cabo el proceso interno para la selección de su candidato presidencial, postulación que fue ganada precisamente por Francisco Labastida. Y si esa fecha marca el nacimiento del "nuevo PRI", también significa la muerte del "viejo PRI".

Pero resulta que en el mismo debate, Francisco Labastida sustentó una parte importante de su argumentación frente a la opinión pública, en los supuestos logros alcanzados durante su gestión al frente del gobierno de Sinaloa. Así, Labastida dijo que construyó tres hospitales y que encarceló a 40% de los policías, por corruptos, entre otros ejemplos. Pero resulta que Labastida era un gobernador perteneciente al "viejo PRI", a ese partido que lo llevó a gobernador de Sinaloa gracias a un fraude, casualmente cometido contra el panista Manuel J. Clouthier.

Más aún, Francisco Labastida fue secretario de Energía y Minas, en el gobierno de Miguel de la Madrid, gracias a ese "viejo PRI", fue gobernador de Sinaloa gracias a ese "viejo PRI", y representó a ese mismo PRI, como secretario de Agricultura y Gobernación, en el gobierno de Ernesto Zedillo, el mismo gobierno que utilizó toda su fuerza para hacer candidato presidencial a Francisco Labastida, por encima de una competencia real y democrática.
 

Labastida, niega a su partido

En el fondo, el argumento esgrimido por Francisco Labastida durante el debate, cuando pretendió descalificar a Vicente Fox comparándolo con el "viejo PRI", pasó de ser un recurso retórico y demagógico, para convertirse en la negación del origen partidista de Francisco Labastida, en la negación de su propio partido, que es el mismo de siempre, y en la negación de la inconformidad de cientos de priístas que, lastimados luego de la selección de candidatos a puestos de elección popular, como senadurías y diputaciones, y a gubernaturas como la de Tabasco, decidieron buscar alternativas políticas en otros partidos.
El asunto no es menor, sobre todo si se toma en cuenta que los primeros reportes que el propio PRI obtuvo sobre el impacto del debate y los errores que se cometieron concluyen precisamente en que la derrota del candidato presidencial se debió a la nula credibilidad en sus propuestas de cambio, y a la irritación que provocó entre priístas y no priístas que vieron el debate, la insistencia en que existe un nuevo PRI, y que Labastida es ese "nuevo PRI".

Y entre las interrogantes que quedaron en la conciencia de muchos electores que vieron el debate, priístas o no, y que acrecentaron el descrédito hacia el PRI, hacia su candidato y hacia sus propuestas de cambio, se encuentran la imposible conciliación de hechos como la arbitraria y antidemocrática selección de candidatos a puestos de elección popular, que desplazó a grupos políticos completos, y el discurso de un "nuevo PRI".

Cuando Labastida llevó al debate la discusión del "nuevo PRI", nadie o muy pocos creyeron en ese "nuevo PRI" y menos en que Labastida es el candidato del cambio. Pero no sólo no creyeron, sino que llevar el tema al debate lo único que se consiguió fue irritar no sólo a los electores que ya decidieron por un candidato de oposición, sino a un sector muy importante del priísmo agraviado por el aplastamiento de las precandidaturas de Roberto Madrazo y el resto de pretendientes a la candidatura presidencial, y los priístas que de manera legítima aspiraban a diputados y senadores.
 

Escupir para arriba

En realidad, cuando Labastida reniega del PRI, cuando se erige en el "nuevo PRI", y cuando se dice el abanderado del cambio –con spots que aluden a los políticos que no ven ni escuchan a la gente, y cuando compara a Fox con el viejo PRI– lo único que consiguió fue ahondar la falta de credibilidad en sus propuestas, pero sobre todo, profundizar la crisis que ha llevado al PRI a una de sus más peligrosas rupturas.

Si eran muchos los agraviados por el proceso interno de selección del candidato presidencial, y si a ésos se sumaron los que fueron engañados o abandonados a su suerte en las candidaturas a senadores, diputados y gobernadores, ahora son más los que se sienten señalados como parte de ese "viejo PRI". Y es que uno de los principales errores de Labastida en el debate fue haber profundizado la división del PRI, que era y es su soporte electoral, y no haber convocado al priísmo todo, sin adjetivos, para sumarse a su causa.

Pero muy pronto los estrategas de Francisco Labastida Ochoa se percataron del grave error, y horas después del debate, en un impensable acto, apareció Francisco Labastida junto con uno de los representantes del más rancio y viejo priísmo, con Carlos Hank González. Y sí, resultaba impensable ese encuentro, porque resulta que Carlos Hank fue uno de los principales impulsores del precandidato Roberto Madrazo Pintado, y el más interesado en quitarle a Labastida la candidatura presidencial.

Y si existe alguna duda del rompimiento que existía entre el clan "Atlacomulco" que jefatura Carlos Hank, y el candidato presidencial, Francisco Labastida, sólo hay que recordar de dónde salió el financiamiento de gran parte de la campaña de Roberto Madrazo, y cómo reaccionó Labastida, cuando una vez que fue declarado ganador, dijo que su candidatura estaba muy lejos del salinismo. Labastida calificó a Madrazo de salinista, y a Carlos Hank, como uno de los alfiles salinistas para recuperar el poder. Más aún, cuando uno de los hijos de Carlos Hank pretendió sumarse a la campaña de Labastida, luego de apoyar a Madrazo, el propio Labastida lo descalificó y lo dejó fuera.

Por eso, para tratar de reagrupar al priísmo, a ese "viejo PRI" que Labastida negó no sólo tres veces, mañana domingo acudirá a una gira extraordinaria por Tabasco, en donde hasta hace no pocos días no existía ninguna propaganda en favor de Labastida, y en donde será recibido por Roberto Madrazo, el mismo que en la contienda interna del PRI lo comparó con Pinocho, y lo calificó como un "perfecto fracasado".

El reencuentro de Labastida con Carlos Hank no es más que el mejor ejemplo de la crisis que vive la campaña de Francisco Labastida. El barco de su candidatura presidencial hace agua de manera peligrosa, y para salir de la tormenta requiere de los "viejos lobos de mar". Y no importa si son viejos o nuevos priístas, o si entre ellos existe un vínculo directo con Carlos Salinas, o si algunos de ellos, como Roberto Madrazo, calificó a Labastida como mentiroso o fracasado. Lo que importa es sacar el barco de la tormenta en que se encuentra.
 

Las torpezas de Roberto Albores

Y por si hiciera falta, en una suerte de "escupitajo" al rostro del candidato presidencial del PRI, Roberto Albores, el gobernador interino de Chiapas cometió otra de sus acostumbradas torpezas. Instruyó a su jefe de prensa, para que insertara en la prensa chiapaneca encuestas tramposas que hicieran aparecer a Francisco Labastida como el ganador en el debate del pasado martes.

El "viejo PRI" con el que Labastida comparó a Vicente Fox apareció el mismo martes por la noche, en la personalidad política de Roberto Albores, quien fue pillado con los dedos en la puerta, cuando en realidad sólo cumplió con una estrategia que había sido diseñada desde la ciudad de México y que se aplicó en todo el país.

Sí, como lo dijimos en este espacio el pasado jueves, luego del debate del martes, el PRI pretendió impedir que la ciudadanía conociera el resultado de las encuestas serias que se realizaron sobre las tendencias del debate. Igual que en Chiapas, igual que lo hizo Albores, en la llamada prensa nacional, en los programas radiales y televisivos de análisis sobre el debate, el PRI y el gobierno pretendieron insertar encuestas falsas sobre la tendencia del debate, en las que se reportaba a Francisco Labastida como el ganador.

En realidad el gobernador Albores, si de algo debe ser acusado, es de tonto, porque no llevó a cabo de manera adecuada y por los canales de discreción una estrategia que le fue ordenada desde la ciudad de México, la estrategia de engañar a la ciudadanía sobre el resultado del debate.
 

El IFE, otro botón de muestra

Pero la crisis que vive la campaña presidencial de Francisco Labastida ha obligado al gobierno a cerrar todos los frentes de posible conflicto para el priísta, y en una decisión inexplicable, primero la Cámara de la Industria de Radio y Televisión, y luego la Secretaría de Gobernación, impidieron que el Instituto Federal Electoral difundiera un conjunto de spots en los que se invita a los ciudadanos a votar.

Por increíble que parezca, Gobernación y los concesionarios de la radio y la televisión se oponen a difundir los mensajes en los que se invita a los ciudadanos a votar, y que debían ser transmitidos en espacios correspondientes a los tiempos oficiales. Las razones técnicas parecen absurdas, pero en el fondo lo que se pretende es, sí, aunque usted no lo crea, desestimular la afluencia de votantes a las urnas el 2 de julio. Y la razón, que entre más ciudadanos acudan a votar, las posibilidades de derrota del PRI se incrementan. Pero este es un tema que da para más.

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