Piensa un número.
¿Ya? ¿Cuál fue?
¿El 163?

Muy bien, añádele ahora NUEVE ceros.

¿Ya? Bueno, ahora a esa cifra ponle el signo de pesos, no le restes nada, mas bien súmale lo que tu capacidad de imaginación pueda adjudicarle al sistema de complicidades y de impunidades priistas. (Desvanecimiento de pruebas, se le dice técnicamente).

¿Ya hiciste toda la operación?

Perfecto. Trata ahora de convertir esa cantidad bestial en despensas, en escuelas, en clínicas, en creación de fuentes de trabajo, en instituciones de educación superior, en carreteras, en puertos, en intereses generados, en lo que quieras. No te va a ser fácil; pero, además, es una tarea inútil: ese dinero ya no existe.

Bueno, si existe, pero no está a la disposición de la sociedad mexicana, pues ha pasado a ser propiedad de unos cuantos mexicanos pri-vilegiados que lo robaron con perfecto cinismo y ante nuestras perplejas y pasivas narices.

Tras dos años de investigaciones cuantas trabas, cuantos obstáculos, cuantas amenazas y pistas falsas se presentaron en el camino de las tales investigaciones. La comisión de investigación creada contra toda la voluntad del PRI- ha llegado a la conclusión de que, mas o menos, el daño (el robo) en perjuicio de Conasupo (es decir, tuyo y mío) asciende a la cósmica cantidad que establecimos arriba.

¿En que alejado planeta vivimos?

¿De que estamos hechos?

¿Cómo es posible que frente a un saqueo de tal magnitud todo mundo mueva resignadamente la cabeza y no tan solo no pase nada, sino que millones de mexicanos se sigan creyendo la patraña del nuevo PRI (Una nueva era, mas cerca de tu cartera) y se dispongan a avalarla con su voto? ¿No renunciará el Gabinete en pleno? ¿O eso es para países incivilizados como Inglaterra o Italia? Ernesto Zedillo, que es parte y es fruto de ese sistema ladrón, ¿no pensara darse por aludido?

Nosotros no exigiremos una explicación mas detallada, una recuperación de lo robado, un castigo para los saqueadores.

Si no hacemos nada, es que eso y más nos merecemos por dejados, por agachados y por cobardes.

Conasupo, Miconsa, Liconsa, Atlacomulco, Raúl, Carlos, Maseca... Nombres, máscaras, disfraces de un permanente e impune asalto contra nuestro país.

Insisto: ¿No vamos a hacer nada? ¿Vamos a voltear para otra parte? (ya no hay para donde voltear que no se vean avisos de lo imbecilmente cobardes que hemos sido).

¿Sigues depositando tus esperanzas en el candidato del PRI?

¡Que Dios te bendiga, manito! Piensa un número.

Regresar