Yo nací el 2 de julio de 1942 en la ciudad de México.
Soy el segundo de 9 hermanos. Mi padre, José Luis Fox, de oficio
agricultor y mi madre Mercedes Quesada, me llevaron a vivir desde muy pequeño
al Rancho San Cristóbal, una pequeña comunidad cercana a
la ciudad de León, Guanajuato. En ese lugar conviví con los
demás chiquillos, hijos de ejidatarios, compartí juegos y
travesuras y conocí de cerca uno de los males que podemos evitar
en nuestro país: la pobreza. Pero también supe aquilatar
la lealtad de la gente común, y pude ver el gran potencial
que tiene México para ser un gran triunfador.
Todo lo que requerimos es abrir oportunidades. Estudié administración
de empresas en la Universidad Iberoamericana, de la ciudad de México,
una institución dirigida por jesuitas, de la que recibí una
educación orientada a servir a los demás. Realicé
un diplomado en Alta Gerencia en la Universidad de Harvard y de alguna
forma obtuve las herramientas que me hacían falta para consolidarme
como ser humano, la otra parte me la dieron mis padres y se conjugaron
en estas palabras: trabajo, responsabilidad y constancia.
Al finalizar mi carrera entré a trabajar al Grupo Coca Cola.
Inicié como supervisor de ruta y logré ser el presidente
de la compañía para México y América Latina,
y así me convertí en el gerente más joven de la empresa.
Después regresé a Guanajuato y me dediqué a la
agricultura y a la fabricación de calzado. Motivado por Manuel J.
Clouthier, entré a la política. Me afilié al Partido
Acción Nacional y en 1988 fui electo diputado federal. Maquío
me concedió el honor de ser secretario de Agricultura en su gabinete
alterno, constituido para dar seguimiento a las políticas gubernamentales.
En el Congreso atendí de manera especial los temas agropecuarios.
En 1995 los guanajuatenses me eligieron por una mayoría significativa
para gobernar, lo que me ha permitido comprobar que sí tenemos alternativas
para transformar el lugar en el que vivimos. Hemos logrado convertir a
Guanajuato en la quinta economía más importante de México
y el nivel de desarrollo en nuestro estado supera a la media nacional.
Tengo cuatro hijos: Ana Cristina, Vicente, Paulina y Rodrigo. Con ellos
he compartido la alegría del hogar y del trabajo, además
del reto que significa entregarse al servicio de los demás. Hemos
logrado compaginar nuestra vida familiar con el afán de servir a
Guanajuato.
Ahora tengo un reto personal que quiero compartir con ustedes: iniciar
el próximo siglo con un México exitoso. Considero que es
posible; sólo tenemos que aportar cada quien el esfuerzo que nos
corresponde. Sólo falta demostrar que este sueño es posible
y es necesario. Los mexicanos sabemos que podemos y debemos terminar con
la pobreza, la marginación y la falta de oportunidades que han hecho
que nuestro país sea el gran perdedor del siglo XX.
Te invito a trabajar con convicción y confianza. Debemos creer
en nosotros mismos, tomar con audacia nuestro trabajo y hacer de este país
una casa digna para nuestros hijos. Ese es el reto, en ti confío.