ANANDA K. COOMARASWAMY: KHWîJA KHAßIR Y LA FUENTE DE LA VIDA, EN LA TRADICIÓN DE PERSIA Y EL ARTE DE MUGHAL*

 

 

 

En la India, el Profeta, Santo, o Deidad conocido como KhwŒja (Kha¶ir), P´r Badar, o RŒja KidŒr, es el objeto de un culto popular que todavía sobrevive, común a los muslimes e hindúes. Su santuario principal está en el Indo cerca de Bakhar, donde devotos de ambas persuasiones le rinden culto; sin embargo, el culto está menos extensamente difundido en Bihar y Bengala. En el culto hindú, al KhwŒja se le adora con luces y con alimentos brahmanes en un manantial, e igualmente en la práctica hindú y muslim, se pone a flote en un estanque o río un pequeño bote que lleva una lámpara encendida. Iconográficamente a KhwŒja Khizr se le representa como un hombre viejo, que tiene el aspecto de un fak´r, vestido enteramente de verde[1], y que se mueve en las aguas con un «pez» como su vehículo.

 

La naturaleza de KhwŒja Khizr puede inferirse de su iconografía como se esboza arriba, y también de las leyendas indias. En la balada de Niwal Da´, que se localiza en Saf´dam[2], en el Pa–jŒb, Niwal Da´ es la hija de VŒsuki, el jefe de las Serpientes. El pŒö¶ava ario RŒjŒ Parik·it ha encontrado a VŒsuki, y le ha forzado a prometerle a su hija en matrimonio, aunque desde el punto de vista de VŒsuki ésta es una alianza desgraciada. VŒsuki es atacado entonces por la lepra, debido a una maldición pronunciada por el sacerdote S´j´ [3] cuyas vacas han sido picadas por las Serpientes. Niwal Da´ se compromete a obtener para su curación el Agua de la Vida (am¨ta), del manantial cerrado que sólo ella puede abrir, pero que está en los dominios de RŒjŒ Parik·it [4]. Cuando ella llega al manantial que está cubierto por pesadas piedras, las mueve con su poder mágico, pero las aguas se hunden fuera de su alcance; esto se debe a que KhwŒja Khizr, su dueño, no las soltará hasta que Niwal Da´, a quien nadie ha visto nunca todavía, excepto sus propios padres, VŒsuki y la reina PadmŒ, se permita a sí misma ser vista; cuando Niwal Da´ se mostró a sí misma, entonces KhwŒja Khizr «envió arriba las aguas borbollantes». RŒjŒ Parik·it, despertado por el ruido, galopa hacia el manantial, y aunque Niwal Da´ se oculta en su forma de serpiente, la fuerza a investir su aspecto humano, y después de una larga argumentación en el manantial, la convence de que ella está obligada por los esponsales previos, y de que en el curso debido se casará con ella[5].

 

La escena en el manantial puede haber sido también el tema original de la composición representada en un número de pinturas Mughal de los siglos XVII y XVIII, donde se muestra a un príncipe a caballo junto a un manantial, del cual ha sacado agua una dama[6]. El motivo de una dinastía que tiene su origen en el matrimonio de un Rey humano con una NŒgin´ está ampliamente difundido en la India, y en último análisis puede remitirse siempre al rapto de VŒc, la Apsaras o la Virgen de las Aguas, cuyo origen está con los poderes de la obscuridad, y a quien el Padre-Creador no ha «visto» antes de la transformación de la obscuridad en luz, in principio; en relación con esto es notable que en la balada, Niwal Da´ nunca ha visto el Sol ni la Luna, y ha sido mantenida oculta en un remolino (bhauºr´ ) hasta que ella procede a descubrir el Manantial en el Fin del Mundo, Manantial en el que están las Aguas de la Vida[7]. El hecho de que ella asuma una forma humana es su «manifestación». Se reconocerá, por supuesto, que de la misma manera que en los paralelos europeos, donde una sirena, o la hija de un mago, se casa con un héroe humano, así también en los antiguos cuentos y romances folklóricos de la India, el redactor puede no haber «comprendido siempre su material» completamente.

 

KhwŒj Khizr aparece de nuevo en otro cuento folklórico indio de un tipo muy arcaico, a saber, la Historia del Príncipe Maúbèb[8]. El rey de Persia tiene un hijo con una concubina, hijo que, en ausencia de cualquier otro hijo, deviene su heredero visible. Subsecuentemente, la reina verdadera queda preñada. El primer príncipe teme que será desplazado, invade el reino, mata a su padre, y usurpa el trono. Mientras tanto la reina verdadera escapa, y es cuidada por un granjero; nace un niño, a quien se llama Maúbèb, y el «Querido del Mundo». Más tarde, va solo a la corte, y deviene el vencedor en las contiendas atléticas, particularmente como arquero. El pueblo reconoce su semejanza con el difunto rey. Al regresar a su casa su madre le habla de su nacimiento, y los dos salen de viaje con objeto de evitar la sospecha del usurpador. Madre e hijo llegan a una tierra desierta, y allí en una mezquita junto a una montaña encuentran a un fak´r que les da pan y agua que son inagotables, y dos palos de madera, uno de los cuales puede servir de antorcha, el otro que posee la virtud de que en un radio de catorce codos desde el lugar en que se agarra, el mar más profundo deviene vadeable, y no más profundo de un codo. Cuando madre e hijo están vadeando el mar con el agua por las rodillas, se encuentran con una corriente cargada de rubíes. Cruzan el mar y llegan a la India, donde venden uno de los rubíes a un gran precio. El rubí llega a las manos del rey de aquel país. Averigua su procedencia, y busca al héroe, que mientras tanto ha construido un gran palacio nuevo a la orilla del mar. Maúbèb se compromete a conseguir más del mismo tipo. Se pone en camino solo, enciende la antorcha (esto muestra que está a punto de entrar en un mundo de obscuridad), y ayudado por el otro palo atraviesa el mar hasta que alcanza la corriente de rubí. La sigue corriente arriba hasta que encuentra su fuente en un remolino. Salta dentro y se hunde en la negra chimenea acuosa hasta que toca terreno sólido y encuentra que las aguas salen por la compuerta de hierro de un conducto. Pasando a través de ésta, se encuentra a sí mismo en un jardín maravilloso, en el que hay un palacio. En este palacio encuentra una habitación en la que hay una cabeza cortada recientemente, de la cual caen gotas de sangre en un estanque, gotas que son llevadas como rubíes con la corriente hacia el conducto, y desde allí al remolino que las sube al mar. Entonces aparecen doce par´s [9], descuelgan la cabeza, traen el tronco, juntan las partes, y tomando velas encendidas ejecutan una danza alrededor del diván, tan rápidamente que Maúbèb sólo puede ver un círculo de luz. Parándose entonces sobre el lecho, se lamentan «¿Cuánto tiempo, oh Señor, cuánto tiempo?… ¿Cuándo se levantará el sol de la esperanza sobre la obscuridad de nuestra desesperación? Levántate, oh Rey, levántate, ¿cuánto tiempo permanecerás en este trance como de muerte?»[10].

 

Entonces del suelo del palacio se levanta la forma del fak´r previamente mencionado, pero ahora vestido con prendas de luz. Las par´s se inclinan ante él, y preguntan «¿KhwŒja Khizr, ha llegado la hora?» El fak´r, que no es ciertamente otro que el inmortal KhwŒja Khizr, explica a Maúbèb que el cadáver es el de su padre, que había sido matado por el usurpador KassŒb; los antepasados de Maúbèb habían sido todos magi [11]; todos habían sido enterrados en el palacio debajo del agua, pero el padre de Maúbèb, había permanecido sin enterrar, pues nadie había cumplido sus ritos funerarios; como hijo, Maúbèb debía hacer esto ahora. Por consiguiente, Maúbèb hace la oración a AllŒh en beneficio del alma de su padre. Inmediatamente la cabeza se une al cuerpo, y el rey muerto se levanta vivo[12]. Khizr desaparece, y Maúbèb vuelve a la India con su padre, que se reúne así con la reina viuda. Cuando el rey de la India va a por los rubíes, Maúbèb pincha su propio dedo, y las gotas de sangre que caen en una copa de agua se convierten en las gemas pedidas, pues como Maúbèb sabe ahora, cada gota de sangre que corre por las venas de los reyes de Persia es más preciosa que los rubíes. Maúbèb se casa con la princesa de la India. Una expedición a Persia destrona al usurpador KassŒb, y su cabeza es cortada y colgada en el subterráneo del palacio, pero cada gota de su sangre se convierte en un sapo.

 

La naturaleza verdadera de KhwŒja Khizr se indica ya claramente en las dos historias resumidas arriba, así como en la iconografía. Khizr está en casa en los dos mundos, la obscuridad y la luz, pero sobre todo como señor de la corriente del Río de la Vida en la Tierra de la Obscuridad: es a la vez el guardián y el genio de la vegetación y del Agua de la Vida, y corresponde al Soma y al Gandharva en la mitología védica, y desde muchos puntos de vista a Varuöa mismo, aunque es evidente que, desde el punto de vista islámico o desde el punto de vista posterior hindú, no puede identificarse abiertamente con la deidad suprema. Encontraremos que estas conclusiones generales se confirman ampliamente por un examen complementario de las fuentes de las leyendas Islámicas de al-Kha¶ir.

 

En el Cor‡n (Sèra XVIII.59-81) se encuentra la leyenda de la búsqueda de MèsŒ de la MaÕjma Ôal-Baúrain[13], que probablemente ha de entenderse como un «lugar» en el lejano occidente en la confluencia de los dos océanos; MèsŒ es guiado por un «servidor de Dios», que los comentadores identifican con al-Kha¶ir, cuya morada se dice que está en una isla o sobre una alfombra verde en medio del mar. Esta historia puede rastrearse en tres fuentes más antiguas, a saber, la epopeya de Gilgamesh, los Romances de Alejandro, y la leyenda judía de Elijah y Rabbi Joshua ben Levi[14]. En la epopeya de Gilgamesh el héroe sale en busca de su «antepasado» inmortal Utnapishtim que mora en la boca de los ríos (ina pi narati ), como Varuöa, cuya morada está «en la fuente de los ríos», sindhènŒm upodaye, ôg Veda Sa×hitŒ VIII.41.2; su objetivo es informarse sobre la «planta de la vida», prototipo del haoma avéstico, o del soma védico[15], con el cual el hombre puede salvarse de la muerte. En los Romances de Alejandro, Alejandro sale en busca de la Fuente de la Vida, que se encuentra accidentalmente, y significativamente, «en la región de la obscuridad», pero no puede ser encontrada de nuevo. Una revisión de esta leyenda aparece en el ShŒh NŒma, donde Alejandro sale en busca de la Fuente de la Vida, que está en la Región de la Obscuridad más allá del lugar de la puesta del Sol en las aguas occidentales; Alejandro es guiado por Khizr, pero cuando llegan a la separación de las vías, cada uno sigue un camino diferente, y sólo Khizr da cumplimiento a la gesta. Los seguidores de Alejandro que traen con ellos piedras de la Tierra de la Obscuridad encuentran a su regreso que éstas son piedras preciosas[16]. La historia la cuenta de nuevo más extensamente NizŒm´ en Iskandar NŒma, LXVIII-LXIX; aquí Alejandro aprende de un anciano (probablemente Khizr mismo en forma humana) que «de cada tierra, la Tierra Obscura es la mejor, Tierra en la cual hay un Agua, que es un dador de vida» y que la fuente de este Río de Vida está en el Norte, debajo de la Estrella Polar[17]. En su camino hacia la Tierra de la Obscuridad, en todas las tierras yermas cae la lluvia y crece la hierba. «Se hubiera dicho que: “El rastro de Khizr estaba en aquel camino, que ciertamente, Khizr mismo estaba con el rey”»[18]. Entonces llegan al límite septentrional del mundo; allí el sol deja de salir y la Tierra de la Obscuridad se extiende ante ellos. Alejandro hace al profeta Khizr su guía, y Khizr, «moviéndose con verdosidad»[19], guía el camino; pronto descubre la fuente, de la que bebe, deviniendo inmortal. Mantiene su ojo en el manantial, mientras espera a que Alejandro le alcance; pero el manantial desaparece de su vista, y Khizr mismo desaparece, comprendiendo que Alejandro no tendrá éxito en su gesta. NizŒm´ prosigue narrando otra versión «según el relato de los ancianos de Rèm»; aquí es IlyŒs[20] quien emprende la Búsqueda, y Khizr, quien se sienta junto a una fuente a tomar su comida, que consiste en pescado seco; el pescado cae adentro de las aguas, vuelve a la vida, y así los buscadores se dan cuenta de que han encontrado la Fuente de la Vida, de la que ambos beben. NizŒm´ pasa entonces a la versión coránica, e interpreta la Fuente como una Fuente de Gracia, donde el verdadero Agua de la Vida es el Conocimiento de Dios. Una interpretación similar del material antiguo aparece en el Nuevo Testamento, (San Juan, Cap. 4). NizŒm´ atribuye el fracaso de Iskandar (Alejandro) a su impaciencia, mientras que en el caso de Khizr «el Agua de la Vida llegó sin ser buscada», con referencia al hecho de que el Agua se revela indirectamente por su efecto en el pescado, cuando Khizr, que no sospecha nada, ya la ha alcanzado.

 

El descubrimiento de la Fuente por IlyŒs y Khizr aparece en el arte persa como el tema de miniaturas que ilustran el Iskandar NŒma [21]. Una de éstas, que procede de un manuscrito de finales del siglo XVI perteneciente a Mr. A. Sakisian, se reproduce en color como frontispicio a su La Miniature persane, 1929, y en monocromo por L. Binyon, Persian Painting, 1933, Lám. LXIa; aquí los dos profetas están sentados junto al Manantial en un paraje verde; se ven dos peces yacentes en un plato y un tercero, evidentemente vivo, está en la mano de Khizr; es evidente que está señalando a IlyŒs la significación del milagro. IlyŒs está vestido de azul, Khizr lleva una vestidura verde con un manto marrón. En otra versión sin publicar del siglo XVII, perteneciente a la Freer Gallery, la disposición es similar, pero sólo se ve un pez en el plato. Un tercer ejemplo, en el Museum of Fine Arts de Boston, y que data de finales del siglo XV, se reproduce en Ars Asiatica, XIII, Lám. VII, nº. 15; IlyŒs y al-Kha¶ir se ven en primer término junto a la corriente, en la obscuridad; Alejandro y sus seguidores arriba, como en el ejemplo de la Freer Gallery, donde la disposición de las obscuridades y de las luces está invertida. El ejemplo de la Freer Gallery parece ser el más correcto a este respecto, puesto que toda la gesta tiene lugar dentro de la Tierra de la Obscuridad, pero se comprende que la inmediata proximidad de la Fuente de la Vida está iluminada por el brillo de sus aguas corrientes. Ambos Descubridores del Manantial están nimbados.

 

En el Lay of Alexander sirio, y en la versión coránica, el pez se aleja, y posteriormente se dice que llega al mar. Puede predicarse una relación con la historia de Manu y el «pez» en el mito de Manu (êatapatha BrŒhmaöa I.8.1); el «pez» (jha·a) está vivo desde el comienzo, pero es muy pequeño, y está situado precariamente; por eso llega a las manos de Manu cuando está lavando, y le pide que le críe. Manu le proporciona agua, y después de que ha crecido lo suficiente, lo libera en el mar; y cuando llega el Diluvio, el pez guía al Arca a través de las Aguas por medio de una cuerda atada a su cuerno. En Jaimin´ya BrŒhmaöa III.193, y Pa–cavi×§a BrŒhmaöa XIV.5.15 aparece una variante notable de la leyenda de Manu, con un paralelo más cercano a la versión de Alejandro y a la versión coránica, en lo que respecta a la desecación del «pez»; aquí êarkara, el «§i§umŒra», se niega a alabar a Indra, a lo cual Parjanya le abandona en tierra firme y le seca con el viento del norte (así se indica la causa de la desecación del pez). êarkara compone entonces un canto de alabanza para Indra, Parjanya le devuelve al océano (como hace Khizr, aunque inintencionadamente, en la versión coránica), y por el mismo laude êarkara llega al cielo, donde deviene una constelación. No cabe duda de que la constelación a que se refiere aquí es la de Capricornio, sánscrito makara, makara§i. Makara, Jha·a, y §i§umŒra son así sinónimos[22]; y este Leviatán indio corresponde claramente al pez-kar, «la mayor de las criaturas de Ahuramazda», que nada en Vourukasha, guardando el árbol de la vida Haoma en el mar primordial (Bundahi§, XVIII; Yasna, XLII.4, etc.); y al pez-cabra sumerio, el símbolo y a veces el vehículo de Ea, el dios de las aguas (Langdon, Semitic Mythology, pp. 105-6). No debe sorprendernos el hecho de que en la iconografía india más reciente el vehículo de Khizr sea inconfundiblemente un pez, y no el cocodrilo makara, pues podrían citarse otros ejemplos procedentes de fuentes iconográficas indias del uso alternativo del makara y el «pez»; en algunas representaciones primitivas, por ejemplo, la diosa del río, GangŒ, se muestra soportada por un makara, pero en las pinturas más recientes por un pez.

 

En la versión Pseudo-Callisthenes (C) de la leyenda de Alejandro, Alejandro está acompañado por su cocinero, Andrés. Después de un largo viaje en la Tierra de la Obscuridad, llegan a un lugar borbollante de aguas, y se sientan a comer; Andrés moja el pez seco, y viendo que vuelve a la vida, bebe del agua, pero no informa a Alejandro. Subsecuentemente Andrés seduce a Kale, la hija de Alejandro, y le da un trago del Agua de la Vida (de la que se ha llevado una porción); habiendo devenido así una diosa inmortal, se llama Nereis; el cocinero se arroja también al mar, y deviene un dios; ambos son así habitantes del otro mundo. No puede haber la menor duda de que Andrés es aquí el Idr´s del Cor‡n, Sèra XIX.57 sigs. y Sèra XXI.85, a quien la tradición islámica identifica con Enoch, IlyŒs, y al-Kha¶ir. Del relato de Idr´s en el TŒrikh al-ÞukamŒÕa de Ibn al-Qift´Õs (ca. 1200) se desprende que representa el papel de un héroe Solar, y que es inmortal.

 

Al-Kha¶ir presenta también algún punto de semejanza con San Jorge, y en relación con esto y como patrón de los viajeros, nos encontramos con una figura que es probablemente la de al-Kha¶ir en un relieve tallado sobre la puerta de una parada de caravanas en la carretera entre SinjŒr y Mosul, del siglo XIII; la figura está nimbada, y está clavando una lanza en la boca de un dragón escamoso[23].

 

La figura de un hombre sentado sobre un pez aparece visiblemente como una obra hindú construida dentro del bastión del fuerte de Raichur, en el Deccan; se afirma que tiene una «corona de caperuzas de serpiente de río», y, por consiguiente, se le ha llamado un «rey nŒga», pero estas caperuzas no se reconocen claramente en la reproducción publicada[24]. El arte medieval indio proporciona numerosos ejemplos de Varuöa sentado sobre un makara [25].

 

Puede hacerse una breve referencia a paralelos Europeos que, en último análisis, derivan similarmente de fuentes sumerias. Kha¶ir corresponde al dios del mar griego Glaukos (Friedländer, loc. cit. pp. 108 sigs., 242, 253, etc., Barnett, loc. cit. p. 715). Kha¶ir pertenece al tipo del Judío Errante. Son notables los paralelos entre Glaukos y el Gandharva Védico; la designación avéstica del Gandharva como zairipŒsna «el de talones verdes» indica una relación del Gandharva con Kha¶ir. El Gandharva, como lo indica el Dr. Barnett puede corresponder a Kandarpa, es decir, KŒmadeva, y en relación con esto puede observarse que el motivo erótico común a Glaukos y al Gandharva-KŒmadeva aparece en relación con Khizr en la balada de Niwal Da´, donde Khizr no soltará las aguas a menos que tenga la visión de Niwal Da´, como podría esperarse si le consideramos a él como el Gandharva y a ella como la apsaras o la Doncella (yo·Œ ) de las Aguas, o, igualmente, si relacionamos a Khizr con Varuöa, cf. ôg Veda Sa×hitŒ VII.33.10-11 donde Mitra-Varuöa son seducidos por la visión de Urva§´, como se ratifica en el Sarv‰nukramaö´  I.166 urva§im apsarasa× d¨·ÊvŒÉ reto apatat, y SŒyaöa, reta§ caskanda, que sigue evidentemente a Nirukta V.13. La misma situación está implícita en ôg Veda Sa×hitŒ VII.87.6 con respecto a Varuöa sólo, que desciende como una gota blanca (drapsa) y a quien se llama un «atravesador del espacio» (rajasaú vimŒnaú) y el «gobernador de lo profundo» (gambh´ra-§aºsaú), epítetos que también podrían aplicarse a Khizr. Nos queda observar que en la iconografía cristiana la figura del dios-río Jordán[26], que se encuentra comúnmente en las representaciones del Bautismo de Jesús, guarda una cierta semejanza con la concepción de Glaucos y Khizr. En algunos casos el Bautismo se consideró como teniendo lugar en la confluencia de dos ríos, Jor y Danus. A veces se encuentra un dios-río masculino, y una figura femenina que representa el mar; ambos cabalgan en delfines, de la misma manera que los numerosos tipos de Yak·as enanos de la India cabalgan en makaras. En último análisis, todos estos tipos pueden remitirse a prototipos de los que nuestro conocimiento más antiguo es sumerio, en el concepto de Ea, hijo e imagen de Enki, cuyo nombre esencial Enki significa «Señor de la profundidad Acuosa». Ea era el gobernador de los ríos que brotaban en el Submundo, y que manaban desde allí para fertilizar la tierra; las piedras preciosas son igualmente suyas. En la iconografía, Ea tiene al pez-cabra, y sostiene en sus manos el vaso efluente, la fuente «del pan y del agua de la vida inmortal». Ea tiene siete hijos, de los cuales Marduk hereda su sabiduría y mata al dragón Tiamat. Otro hijo es Dumuziabzu, el «Hijo Fiel de las Aguas Frescas», el Pastor, la forma semítica de cuyo nombre es Tammuz, bien conocido como el «Dios Muriente» de la vegetación; comparable en muchos respectos con Soma, y, como el «Señor del Reino de los Muertos», con Yama. Los otros paralelos sumerios son muchos y muy próximos para admitir un examen adecuado aquí[27]. Basta haber demostrado la extensa difusión y el antiguo origen de la figura de KhwŒja Khizr como aparece en la iconografía persa e india. En relación con el arte Mughal puede citarse la observación de H. Goetz, que al comentar las fuentes del arte Mughal habla de una «teils absolute Identität teils engste Verwandschaft mit solchen der grossen altorientalischen Kulturen, und zwar zu gut Teilen schon der klassischen sumerischen Zeit»[28]. El hecho de que la figura de Khizr alcanzara una independencia destacada precisamente en el arte Mughal del siglo dieciocho —todos los ejemplos indios que he visto son de «Estilo Lucknow»— cuando se considera en relación con la adopción del pez como el emblema real de los gobernantes de Oudh, parece indicar que algún renacimiento del culto tuvo lugar en esta época y en esta región.

 

 

 

Traducción: Pedro Rodea



* [Publicado por primera vez en Ars Islamica I, Part 2, 1934, pp. 173-182.

[1] De acuerdo con el significado de al-Kha¶ir, el «Hombre Verde».

[2] Saf´dam, probablemente una alteración de sarpa-damana, «El Encantador de la Serpiente». Para la leyenda de Niwal Da´ ver Temple, Legends of the Panjab, I, pp. 414, 418-419.

[3] Usualmente SaºjŒ (quizás por el sánscrito Sa×j–a). Este sacerdote (brahman) que sirve a VŒsuki, pero que actúa contra él, sugiere a Vi§varèpa a quien en Taittir´ya Sa×hitŒ II.5.1 se le llama el Purohita de los Ángeles, y a U§anas KŒvya que en Pa–cavi×§a BrŒhmaöa VII.5.20 es el Purohita de los Titanes, pero que es atraído al lado de los Ángeles.

[4] Una localización del Manantial en los dominios del humano Parik·it es difícilmente «correcta», (pues el Manantial está realmente en la frontera de ambos mundos, en un bosque igualmente accesible a VŒ·uki y a Parik·it), pero se observará que las aguas no están protegidas sólo por la pesada piedra que las cubre, sino que, sujetas también a la voluntad de Khizr, no «manan». Las equivalencias védicas de la «pesada piedra» que impide el acceso a las aguas son abundantes, e.g. IV.28.5 apihitŒni a§nŒ, VI.17.5 adrim acyutam, IV.16.8 apaú adrim, IV.1.15 d¨dhram ubdham adrim, IV.18.6 paridhim adrim, y cuando se rompe el obstáculo pétreo, entonces «las aguas fluyen desde la roca preñada», s¨övantnv apaúbab¨hŒnasya adreú, V.41.12; cf. êatapatha BrŒhmaöa IX.1.2.4 en relación con el bautismo del altar del fuego, que comienza «desde la roca», porque es desde la roca de donde las aguas brotan, a§mano hy apaúprabhavanti. VŒsuki en la balada corresponde a Ahi, herido por Indra, pero «todavía creciente en la obscuridad sin sol», ôg Veda Sa×hitŒ V.32.6.

[5] En el tema condensado arriba, es fácil reconocer el mito de la creación védico del conflicto entre los Ángeles y los Titanes (Devas y Asuras), Indra y Ahi-V¨tra; la abducción de Niwal Da´ es el rapto de VŒc (ôg Veda Sa×hitŒ I.130, donde Indra vacŒm mu·Œyati ). KhwŒja Khizr, el señor de las aguas, los ríos de la vida védicos, es Varuöa.

[6] E. G. Blochet, Peintures hindoues de la Bibliothque Nationale, París, 1926, Láms. V y XXIII.

[7] El mundo bajo el agua, la casa de la estirpe de la serpiente (ahi, nŒga), «el origen acuoso» de Varuöa (yonim apyam, ôg Veda Sa×hitŒ II.38.8), «en la obscuridad occidental» (apŒcine tamasi, ib. VI.6.4), no está iluminado por el Sol, está «más allá del Halcón» (Jaimin´ya BrŒhmaöa III.268), pero el brillo de las Aguas es sempiterno (ahar-ahar yŒti aktur apŒm, ôg Veda Sa×hitŒ II.30.1).

[8] Shaikh Chilli, Folk tales of Hindustan, AllahŒbŒd, 1913, pp. 130 sigs., con una pintura moderna de KhwŒja Khizr como un hombre viejo bendiciendo a Maúbèb, Lám. XXXIII. La historia del Príncipe Maúbèb es esencialmente la narración de una hazaña de la Gesta del Grial por un héroe solar, a saber, el hijo de una madre viuda, y criado en retiro e inocencia de su verdadero carácter, como en el ciclo de Perceval. Maúbèb corresponde al Agni y Sèrya védicos; KassŒb a Indra.

[9] Apsarases; las doncellas del Grial.

[10] Las «mujeres plañideras» y el «trance como de muerte» del Rey Pescador son características esenciales del mito del Grial.

[11] Equivalente al sánscrito mŒhin, «mago», una designación especialmente aplicable a los Titanes, y secundariamente a los primeros Ángeles, particularmente a Agni. Los «antepasados» representan los héroes solares de los ciclos antiguos.

[12] La Gesta del Grial se ha logrado.

[13] Baúrain, una isla en el Golfo Pérsico, ha sido identificada por muchos eruditos con el Dilmun sumerio, donde moraba el jardinero Tagtug después del Diluvio: ver Delitzsch, Wo lag das Paradies, p. 178, y Langdon, Sumerian Epic, pp. 8 sigs.

[14] Para la leyenda islámica, otros paralelos, y referencias complementarias ver Encyclopedia of Islam, s. v. Idr´s, al-Kha¶ir y KhwŒdjŒ Khi¶r; Warner, Shah Nama of Firdausi, VI, pp. 74-78 y 159-162; Hopkins, «The Fountain of Youth», Journal of the American Oriental Society XXVI; Barnett, «Yama, Gandharva, and Glaucus», Bull. School Oriental Studies, IV; Grierson, Bihar Peasant Life, pp. 40-43; Garcin de Tassy, MŽmoire sur des ParticularitŽs de la Religion Musalmane dans lÕInde, pp. 85-89. Wünsche, Die Sagen vom Lebensbaum und Liebenswasser, Leipzig, 1905; Friedländer, Die Chadhirlegende und der Alexander-Roman, Leipzig, 1913.

[15] Cf. Barnett, loc. cit., pp. 708-710.

[16] Cf. ôg Veda Sa×hitŒ VII.6.4 y 7, donde se dice que Agni da a luz a las Doncellas (los ríos de la vida) hacia el este desde la «obscuridad del oeste» (apŒcine tamasi ) y que recoge los «tesoros de la tierra» (budhnyŒ vasèni ) «cuando el Sol sale» (uditŒ sèryasya).

[17] El reino de Al-Kha¶ir, conocido como Yèú (también un nombre del Sol), donde él gobierna a santos y ángeles, está situado en el extremo Norte; es un Paraíso Terrenal, una parte del mundo humano que quedó inafectado por la Caída de Adam y la maldición (ver Nicholson, Studies in Islamic Mysticism, pp. 82, 124).

[18] Según UmŒrah, Khizr es «Verde» porque la tierra deviene verde al contacto de sus pies.

[19] Khazra, «verdor» o «cielo».

[20] El profeta Elías, con quien Khizr se identifica a menudo.

[21] Cf. Iskandar NŒma, LXIX.57, «el verdor crece más exuberante debido a la fuente». Ib. 22, el manantial se describe como una «fuente de luz», y esto corresponde a VendidŒd, Fargad XXI, donde la luz y el agua proceden de una fuente común; cf. también el Soma védico, a la vez como luz y como vida, una planta y un fluido (am¨ta, el Agua de la Vida, cf. Barnett, loc. cit., p. 705, nota 1).

[22] En Bhagavad G´tŒ, X.31, K¨·öa es jha·ŒnŒm makaraú; por consiguiente, el makara se considera como el primero entre los jha·as, o monstruos de la profundidad. La palabra makara aparece primero en VŒjasaneyi Sa×hitŒ XXIV.35; §i×§umŒra en ôg Veda Sa×hitŒ I.116.18. Para un estudio detallado del makara en la iconografía India (especialmente como el vehículo de Varuöa y el estandarte de KŒmadeva) ver mi Yak·as, 1931, II, p. 47 sigs. y las referencias adicionales citadas aquí. El «pez» como vehículo implica, por supuesto, la independencia del viajero respecto de toda moción local en el océano ilimitado de la posibilidad universal; de la misma manera que las alas denotan la independencia angélica respecto de toda moción local en los mundos efectivos.

[23] Sarre und Herzfeld, ArchŠologische Reise im Euphrat-und Tigris-Gebiet, Vol. I, pp. 13, y 37-38, Berlín, 1911.

[24] Annual Report, Archaeological Department, NizamÕs Dominions, 1929-30 (1933), p. 17 y Lám. 11, b.

[25] Ver mi Yak·as, II.

[26] Por ejemplo, en el Baptisterio de Ravenna (Berchem y Clouzot, figs. LII y 220); Aquí Jordán sostiene un vaso desde donde fluyen las aguas.

[27] Para las deidades sumerias ver S. H. Langdon, Semitic mythology, Cap. II; para el vaso que fluye, etc., Van Buren, The Flowing Vase and the God with Streams, Berlín, 1933, y en cuanto a la India, mi Yak·as, II. Para la relación iconográfica entre el vaso lleno asiático y el vaso del Grial cristiano ver Gosse, Recherches sur quelques reprŽsentations du Vase Eucharistique, Geneva, 1894.

[28] Bilderatlas zur Kulturgeschichte Indiens in der Grossmoghul-Zeit, 1930, p. 71.

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