NICOLÁS DE CUSA: "SOBRE LA TEOLOGÍA NEGATIVA

 

 

 

 

 

 

Puesto que el culto de Dios, que debe ser adorado en espíritu y verdad, se funda por necesidad en las cosas positivas que afirman a Dios, de ahí que toda religión asciende en su culto mediante la teología afirmativa, adorando a Dios como uno y trino; como sapientísimo, piadosísimo, luz inaccesible, vida, verdad y otras cosas más, y siempre le alcanza dirigiendo el culto por la fe, el cual es alcanzado con más verdad por la docta ignorancia; es decir, creyendo que éste, a quien adoran como uno, es todas las cosas juntamente; y al que rinden culto como luz inaccesible, no es ciertamente una luz, en cuanto cosa corporal, a la que se oponen las tinieblas, sino la más simple e infinita, en la cual las tinieblas son luz infinita, y que esta luz infinita luce siempre en las tinieblas de nuestra ignorancia, pero las tinieblas nunca podrán abarcarle.

Y así la teología de la negación es tan necesaria a la de la afirmación que sin ella no se le rendiría culto a Dios en cuanto Dios infinito, sino antes en cuanto criatura, y tal culto es idolatría, pues tributa a la imagen aquello que sólo conviene a la verdad. De ahí la utilidad que tendrá tratar un poco acerca de la teología negativa.

La sagrada ignorancia nos enseña que Dios es inefable, porque es infinitamente mayor que todas las cosas que pueden ser nombradas, y esto porque sobre lo más verdadero hablamos con más verdad por medio de la remoción y de la negación, como hizo el gran Dionisio, el cual no pensó que Él fuera ni verdad, ni entendimiento, ni luz, ni cualquier otra cosa de las que pueden ser dichas, y al cual le siguió el rabí Salomón y todos los sabios. Por lo cual, según esta teología negativa, no es Padre, ni Hijo, ni Espíritu Santo, en cuanto que es sólo infinito. Y la infinidad no es, en cuanto infinidad, ni generante, ni engendrada, ni naciente. Por lo cual, Hilario Perictavensis dijo sutilísimamente, mientras distinguía las personas: "In aeterno infinitas species in imagine, usus in numere", queriendo decir que aunque en la eternidad no podemos ver sino la infinidad, sin embargo, la infinidad, que es la misma eternidad, siendo negativa, no puede entenderse como generadora, sino como eternidad, y que la eternidad es afirmativa de la unidad o presencia máxima, por lo que es principio sin principio. Species in imagine significa principio por un principio. Usus in numere significa procesión de uno a otro. Todo ello es muy evidente según las cosas dichas anteriormente, pues aunque la eternidad sea infinita, de tal modo que la eternidad no sea más causa del Padre que lo sea la infinidad, sin embargo, según el modo de la consideración la eternidad se atribuye al Padre y no al Hijo o al Espíritu Santo. La infinidad, sin embargo, se atribuye tanto a una persona como a las otras, puesto que la propia infinidad, según la consideración de la unidad, pertenece al Padre; y según la consideración de la igualdad de la unidad, al Hijo; y según la consideración de la conexión, al Espíritu Santo. Según la simple consideración de la infinidad ni al Padre, ni al Hijo, ni al Espíritu Santo. Y aunque la propia infinidad y eternidad sea cualquiera de las tres personas y, viceversa, cualquier persona sea la infinidad y la eternidad, no es, sin embargo, según la consideración anterior. Puesto que, según la consideración de la infinidad, Dios no es ni uno ni varios, y no se halla en Dios, según la teología de la negación, otra cosa que infinidad. Y no es según ella cognoscible en este siglo, ni en el futuro, ya que toda criatura, en cuanto que no puede comprender la luz infinita, está en las tinieblas con respecto a ella, la cual sólo es conocida por sí misma.

Por esto se manifiesta cómo las negaciones son verdaderas y las afirmaciones insuficientes en las cuestiones teológicas, y por lo mismo las negaciones que remueven las cosas más imperfectas de lo que es perfectísimo son más verdaderas que las otras. Y porque es más verdadero que Dios no es piedra, que no es vida o inteligencia y que no es ebriedad más que no es virtud, pues es más verdadera la afirmación que dice que Dios es inteligencia y vida que tierra, piedra o cuerpo. Todas estas cosas resultan clarísimamente de todo lo expuesto antes. De todo ello concluimos que la exactitud de la verdad luce incomprensiblemente en las tinieblas de nuestra ignorancia. Y ésta es la docta ignorancia que investigamos, sólo mediante la cual, según explicamos, podemos alcanzar el máximo Dios unitrino, de infinita bondad, según los grados de la propia doctrina de la ignorancia, para que con todas nuestras fuerzas podamos alabar siempre al que siempre se nos muestra como incomprensible y que sea bendecido sobre todas las cosas en los siglos. Amén.

(cap. XXVI del Libro I de La docta ignorancia).

Existe una traducción castellana en Aguilar, Buenos Aires, 1981.

 

 

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