ESENCIA DE LA GÎTÂ
Este
universo aparece en el océano de la conciencia cósmica, en donde habitan catorce
especies de seres. Ha sido gobernado por Yama, Candra, Surya y otras deidades
que han establecido las normas de conducta adecuadas. Cuando, sin hacer caso
de estas normas, el pueblo se hunde en el vicio, Yama, el dios de la muerte,
entra en meditación durante algunos años, lo que provoca un crecimiento exagerado
de la población.
Los
dioses, preocupados por esta explosión demográfica recurren a diversos medios
para contenerla. Todo esto ha sucedido muchas veces en la historia del mundo.
El actual gobernante del mundo es Vaivasvata, que también tendrá que dedicarse
a la meditación por algún tiempo. Cuando la población crezca desmesuradamente,
los dioses llamarán en su ayuda al señor Vishnú, que se encarnará en Krishna
con su alter ego llamado Arjuna.
Su hermano
mayor será Yudishthira, el hijo del Dharma, la encarnación de la corrección
y la justicia. Su primo, Duryodhana, luchará en duelo con Bhîma, hermano de
Arjuna. En esta guerra morirán dieciocho divisiones de hombres armados, con
lo que el Señor Vishnu reducirá la carga de esta tierra.
Krishna
y Arjuna representarán papeles de seres humanos normales, aunque son la manifestación
de Nara y Naráyana. Cuando Arjuna ve los ejércitos dispuestos en el campo
de batalla con sus mejores guerreros preparados para combatir, se siente deprimido
y rehusa entrar en combate. En ese momento el señor Krishna le instruye en
la más elevada sabiduría y provoca su despertar espiritual, diciéndole:
ESENCIA
DE LA GÎTÂ
El ser
no ha nacido ni puede morir; es eterno y no muere cuando muere el cuerpo.
El que cree que mata y que es muerto, es un ignorante. ¿Quién puede aniquilar
a este ser uno y sin segundo más sutil que el espacio? Capta este ser infinito,
eterno, inmanifestado, cuya naturaleza es la conciencia pura que no tolera
mancha. ¡Tú eres innacido y eterno, amado Arjuna!
No eres
un verdugo, rechaza esa noción egótica; eres el ser carente de vejez y de
muerte. El que está libre del sentimiento del ego y cuya inteligencia no se
siente apegada a ninguna cosa, no mata ni puede sentirse culpable aunque destruya
el mundo entero. Abandona las erróneas nociones de yo y mío. Sólo por su culpa
piensas que puedes destruir o ser destruido y sufres por ello. Pero sólo una
persona egótica e ignorante piensa que es el agente de la acción, pues en
realidad todo es hecho por los distintos aspectos del ser o conciencia infinita.
Deja
que los ojos vean, que los oídos oigan, que la piel sienta, que la lengua
saboree. ¿Dónde está el yo en todos ellos?. En todas las nociones que la mente
concibe, no hay nada que pueda identificarse con un yo que las siente o percibe.
Cuando todos esos factores se implican en una acción, el yo asume el papel
de agente y eso le provoca sufrimiento. Por medio de la purificación del ego,
los yoguis practican la acción sólo con la mente y los sentidos. El que está
manchado por el sentimiento del ego o ahamkâra, ya sea un mero estudiante
o un hombre experto, es un malvado. Por el contrario, el que está libre del
sentimiento del ego y del sentido de posesión que éste implica, y siente lo
mismo ante el éxito o el fracaso, no está atado ni para hacer lo correcto
ni para realizar lo prohibido.
Arjuna,
tu deber en este momento es luchar, acción noble y correcta aunque implique
violencia. Tienes que cumplir con tu deber, aunque fuera miserable e incorrecto.
El que cumple con su deber en este mundo, consigue la inmortalidad. Hasta
la acción natural de un loco es noble en ese caso. ¡Cuánto más valor no tendrá
la acción de un hombre bueno! Disponte a pelear, con el espíritu firme en
el yoga y despreocupado por los frutos de tu acción; de este modo no te sentirás
atado por ellas.
Permanece
en paz y ejecuta tu acción, que es de la naturaleza de Brahman mismo. Ofreciendo
todo lo que hagas a Brahman, te convertirás inmediatamente en Brahman. El
Señor reside en todas las cosas. Practicando todas tus acciones como una ofrenda
a él, brillarás como el Señor adorado por todos. Transfórmate en un verdadero
sannyâsi por el decidido abandono de todos los pensamientos e ideas.
La cesación
de todos los pensamientos e imágenes y el abandono de las pesadas tendencias
mentales, es Brahman o el ser supremo. La búsqueda tenaz de esa meta es lo
que se llama yoga o jñâna. La convicción de que todo es Brahman, tanto
el mundo como el yo, se conoce como Brahmârpanam, es decir, ofrecerlo todo
a Brahman.
Brahman
es vacío por dentro y por fuera, indiferenciado y homogéneo. No puede ser
objeto de observación pues no es diferente al observador. El mundo objetivo
brota en él como una parte infinitesimal de su conciencia, porque este mundo,
de hecho, sólo es una apariencia. En él, brota misteriosamente este sentimiento
del ego, infinitesimal si lo comparamos con el universo entero. El infinito
no se divide en nada de esto, pero parece estar dividido por este sentimiento
del ego, que paradójicamente no es diferente a la conciencia infinita, del
mismo modo que los objetos materiales no son distintos como objetos a los
seres vivos. ¿A quién le gustaría depender de un ego como éste? ¿Por qué no
depender de la conciencia que se manifiesta como mundo en virtud de su misteriosa
energía? La profunda comprensión de todo esto y el consiguiente abandono de
los frutos de las propias acciones, se conoce como sannyâsa, que es
la renunciación a todas las esperanzas y aspiraciones de este mundo. Cuando
uno siente la presencia del Señor en todas las cosas y en todos los cambios
y abandona toda ilusión de dualidad, eso se llama rendirse al Señor u ofrecer
el ser al Señor.
Yo soy
la esperanza, el mundo, la acción, el tiempo, el uno y también los muchos.
Deja que tu mente se sature de mí, me rinda veneración y me sirva devotamente.
Unido constantemente a mí y contemplándome como tu meta suprema, me alcanzarás
sin duda de ninguna clase.
Poseo
dos formas, Arjuna: la ordinaria y la suprema. La ordinaria es ésta que tiene
manos y los demás miembros, con la caracola, el disco y la maza. La suprema
forma no tiene principio ni fin y se conoce indistintamente como Brahman,
el ser, el supremo, etc... Mientras uno no ha despertado espiritualmente,
debe adorar mi forma ordinaria. Con esta adoración consigue despertar y entonces,
sabiendo que no va a volver a nacer, puede conocer mi forma suprema.
Considero
que tú ya has despertado y estás preparado para mi enseñanza. Permaneciendo
firme en el estado de yoga, capta el ser en todas las cosas y todas las cosas
en el ser. El que lo hace así, no vuelve a nacer de nuevo aunque continúe
practicando sus tareas habituales. El concepto de unidad se utiliza para negar
el concepto de pluralidad, el concepto de conciencia se utiliza para negar
el concepto de unidad. La conciencia no puede ser concebida como existencia
ni como inexistencia: sólo es lo que es. La luz interior que brilla en todos
los seres es el único ser designado por la palabra Yo.
La experiencia
de sabor que existe en todas las substancias no es más que el ser. La facultad
de sentir que poseen todas las criaturas sólo es el omnipotente ser, que existe
en todas las cosas como la mantequilla en la leche.
Como
en un conjunto de jarras, el espacio ocupa el interior y el exterior de todas
ellas como algo indiviso e indivisible, el ser penetra y envuelve los incontables
seres de los tres mundos de un modo semejante. Igual que no podemos ver el
hilo que enhebra un collar de perlas, el ser que todo lo conecta y lo mantiene
unido permanece invisible a nuestros ojos.
Cuando
en Brahman se produce una mínima agitación o manifestación que también es
Brahman, eso es lo que se conoce como ego y mundo por culpa de la ignorancia.
Puesto que todo es una ilusión, Arjuna, ¿cuál es el significado de expresiones
como muero o mato, o esto es bueno o es malo, o felicidad o desgracia, etc...?
El que sabe que el ser es el testigo inmutable de todos estos cambios y no
resulta afectado por ellos, conoce la verdad.
Aunque
utilizo expresiones que sugieren diversidad, la realidad es no dual. Todo
este ir y venir de la creación y la disolución, no es distinto al ser, que
es la verdadera naturaleza de todo lo existente, como la dureza es el carácter
específico de la roca y la humedad la naturaleza del agua. El que ve el ser
en todas las cosas y todas las cosas en el ser y ve que este ser no es el
agente, puesto que es no dual, conoce la verdad. Como la única realidad de
las joyas, sea cual fuere su forma y tamaño, sólo es el oro y la única realidad
de las olas es el agua, lo que parece ser un mundo de infinitas criaturas
sólo es el ser supremo o conciencia infinita. Lo que perece, lo que cambia,
no es otra cosa que los pensamientos de surgir o perecer. El ser eterno e
infinito jamás deja de ser, mientras que lo irreal jamás tiene existencia
propia. El ser que penetra y envuelve todas las cosas es imperecedero. Los
cuerpos tienen un fin inevitable, pero la infinita conciencia es eterna. Este
ser o conciencia infinita es uno y sin segundo. Cuando todo sentido de dualidad
se ha abandonado, sólo queda el ser, que es la verdad suprema.
Arjuna
preguntó en ese momento a Krishna: Entonces, Señor, ¿qué es lo que conocemos
como muerte y qué es el cielo y el infierno?
El Señor
contestó:
El jîva,
o alma viviente con sentimiento de individualidad, vive en la red de los cinco
elementos materiales tejida por la mente y el intelecto. Y este jîva se
siente arrastrado por las tendencias latentes, prisionero en la jaula del
cuerpo. Con el paso del tiempo este cuerpo envejece y muere, y el jîva
sale de ese cuerpo como el jugo de una semilla prensada; llevando con
él los sentidos y la mente, abandona el cuerpo y marcha lejos de allí, como
el perfume deja la flor y se aleja de ella. El cuerpo del jîva no es
otra cosa que las vâsanâs o impresiones residuales de cuerpos anteriores.
Cuando el jîva abandona el cuerpo, éste queda inerte y entonces decimos
que ha muerto.
Deambulando
sin cesar por el espacio, el jîva cuya naturaleza es el prâna
o fuerza vital, ve aquellas formas que imagina a partir de las vâsanâs
o impresiones previas. Estas vâsanâs sólo pueden ser destruidas por
un intenso esfuerzo de voluntad. No debemos abandonar este esfuerzo personal
aunque las montañas se pulvericen en la disolución final. El cielo y el infierno
no son más que la proyección de estas vâsanâs o impregnaciones latentes.
Las
vâsanâs surgen en la estúpida ignorancia y sólo cesan con el amanecer del
autoconocimiento. ¿Qué es el jîva, si le arrancamos estas vâsanâs
o recuerdos latentes, sino una vana imaginación o forma pensada? El que es
capaz de abandonar estas vâsanâs es un jîvan mukta o liberado
en vida. El que no abandona estas vâsanâs es un esclavo, aunque sea
muy erudito e instruido.
Permanece
como un alma liberada, abandonando los condicionamientos mentales, mantente
frío y tranquilo en tu interior librándote del sufrimiento causado por toda
relación sujeto-objeto. Abandona toda idea de vejez y de muerte, con una visión
expansiva como el cielo, libre de atracción y de repulsión. Haz lo que tengas
que hacer de modo correcto y natural. Nada perece en este mundo. Ésta es la
naturaleza del sabio liberado. Sólo el loco piensa que ahora debe hacer esto
y luego debe evitar aquello.
El sabio
tiene sus sentidos firmemente establecidos en el corazón. Es la mente la que
pinta el cuadro que conocemos como los tres mundos sobre el lienzo del ser
omnipotente. Ella crea la fragmentación y la división objetiva que observamos
en la creación, que sólo es una pintura de la propia mente. Aunque el espacio
está absolutamente vacío, en un abrir y cerrar de ojos el mundo objetivo surge
en la mente y desaparece de ella nuevamente. La creación parece real porque
el ser la penetra y envuelve por entero. Pero por medio de una investigación
correcta, esta creación se disuelve igualmente en el ser.
Ni esa
creación existe, ni tú mismo existes. ¿De qué tienes que lamentarte? En el
espacio puro no hay acción ni movimiento, porque esa acción y ese movimiento
son igualmente vacíos. El espacio no está afectado por los conceptos de tiempo,
acción, causa, etc... Todo eso sólo existe en la mente cuya idea se expresa
precisamente con esas representaciones. El espacio puro está vacío y no puede
ser dividido de ninguna forma.
Ahora
esta creación imaginada se ha disuelto por completo, Arjuna. Su existencia
era una ilusión momentánea. Es irreal, pero la mente puede volver a crear
esa fantasía en un instante. La mente hace que un momento parezca un siglo,
que lo diminuto parezca gigantesco, que lo irreal parezca real: de ese modo
surge ante nosotros esta ilusión. Lo que a los ojos del ignorante parece una
realidad sólida e innegable, es esta ilusión momentánea que parece haber existido
eternamente.
Puesto
que el mundo objetivo sólo se basa en la realidad de la conciencia infinita,
todos los argumentos sobre su naturaleza real o irreal resultan inútiles e
indiferentes. Que este mundo de aparente diversidad objetiva surja en la indivisible
conciencia infinita es, por supuesto, algo maravilloso y sorprendente. Pero
no es más que el retrato de un danzante, cuyos miembros son los dioses y los
hombres y los distintos fenómenos naturales. Todo esto sólo tiene la realidad
que le concede el ser, que le sirve de substrato y fundamento y jamás sufre
cambio alguno, la conciencia indivisible e infinita.
Lo verdaderamente
maravilloso es que primero surge el retrato en su conjunto y luego brota la
fragmentación. El retrato sólo existe en la mente. Lo que hay sólo es un vacío
que construye otro vacío, después, ese vacío se disuelve en el vacío; además,
el vacío disfruta con el vacío, y por supuesto, el vacío penetra y envuelve
al vacío. El mundo objetivo es en suma una magnífica ilusión. Existe en Brahman
como una imagen existe en un espejo, intangible y sin fisuras ni divisiones,
idéntica al espejo mismo. Incluso las tendencias llamadas vâsanâs se
basan en la conciencia infinita y no son diferentes de ella misma.
El que
no se libera de los lazos de estas vâsanâs queda encadenado férreamente
a su ilusión. La menor huella de estas vâsanâs o tendencias mentales
genera inmediatamente la inextricable selva del mundo objetivo. Pero si estas
semillas de las vâsanâs se queman, con un esfuerzo prolongado y tenaz,
en el fuego del autoconocimiento, no vuelven a germinar nunca más. El que
ha quemado sus vâsanâs no está confundido por el placer y el dolor
y vive en este mundo como el loto en el agua estancada del pantano, sin resultar
manchado por ella.
Arjuna
dijo entonces a Krishna:
Señor,
mi ilusión se ha desvanecido por completo. Mi inteligencia se ha despertado
por tu gracia. Ahora estoy libre de dudas y desánimo. Hágase tu voluntad.
El Señor
concluyó su enseñanza con estas palabras:
Cuando
se detienen las modificaciones mentales, la mente queda en paz. Entonces,
brota satva y la conciencia se libera de su objeto. Sólo hay conciencia
pura, omnipresente, libre del movimiento del pensamiento, trascendental. No
puede ser alcanzada hasta que todas las vâsanâs no se han purificado
por completo. Esta conciencia pura disuelve la ignorancia como un objeto caliente
que se introduce en la nieve. Es todo lo que hay en el universo y también
el vacío de ese universo, lo inexpresable, la verdad suprema. ¿Con qué nombre
podríamos denominarlo?
Cuando
el Señor impartió esta enseñanza a Arjuna, éste quedó silencioso durante unos
instantes y luego dijo:
Señor,
con la radiante luz de tus consejos se ha abierto el loto de la inteligencia
en mi corazón.
Después de decir esto, Arjuna volvió a empuñar sus armas y se preparó para
la guerra como si fuera a un deporte o a un juego.
Toma
una actitud semejante, amado Râma, y conserva un total espíritu de renunciación,
considerando que todo lo que haces y las experiencias en este mundo es una
ofrenda al Brahman supremo. Entonces comprenderás y realizarás la verdad que
pone fin a todas las dudas y abatimientos.
Éste
es el estado supremo, el maestro de los maestros, el ser, la luz que ilumina
el mundo desde dentro, lo que concede a las substancias su substancialidad
y carácter especifico. La idea de mundo sólo aparece cuando este espíritu
de investigación está ausente. Si soy antes que el mundo, ¿cómo puede atarme
la idea de mundo? El que ha comprendido en profundidad esta verdad, no tiene
principio ni fin. El que está dotado del sentimiento de no dualidad y sigue
despierto como si estuviera profundamente dormido, no resulta perturbado aunque
se implique activamente en la vida. Tal persona es un liberado aquí y ahora,
un jîvan mukta.
Extracto de Yoga Vâsishtha. Un compendio, traducción castellana
de E. Ballesteros, Madrid, Etnos-Índica, 1995.