STALIN TOMA EL PODER

Cuando Lenin murió, en 1924, sus colaboradores más cercanos le tributaron en el Kremlin un último homenaje. El padre de la revolución de 1917, el que fue su guía y mentor durante el período subsiguiente de insurrecciones, guerra civil y hambre, el líder indiscutible, había desaparecido. Su sucesor natural era Troski. Sin embargo, casi todos cuantos velaban el cadáver coincidían en que el presunto heredero jamás debería acceder al poder. Ya en aquellos momentos de luto, la cumbre del Estado era un nido de conspiradores.

Para asegurarse la ausencia de Troski al funeral, Stalin telegrafió solícito al comisario de Guerra: Todo el Politburó piensa que tu estado de salud te aconseja desplazarte a Sukhumi… el funeral tendrá lugar el sábado 26 de enero. No podrás llegar a tiempo". En realidad, el funeral estaba programado para el día 27 y Stalin lo sabía; la ausencia de Troski, sería malintencionadamente interpretada por los soviéticos como una falta de interés por los asuntos del Estado y del Partido.

El común odio que los miembros del Politburó sentían hacia Troski era a la vez, político y personal. En los dos últimos años, Rusia había alcanzado cierta estabilidad económica mediante una atenuación de los principios comunistas y la tolerancia hacia formas de capitalismo en pequeña escala. Los jefes del Politburó temían que el ortodoxo Troski colectivizase la agricultura, nacionalizase la industria, acabase con la política moderna seguida tras la devastadora Guerra Civil y abriese un período de nuevos desórdenes. Sabían que Troski los despreciaba y era implacable. Temían en fin por sus privilegios y decidieron apartar a Troski del poder antes de que reuniera a sus fuerzas.

Kameneve (Jefe del Partido en Moscú), Zinoviev (Jefe de Petrogrado), Rikov (Antiguo Presidente del Consejo Supremo de Economía) y Bujarin (teórico y periodista político) ignoraban sin embargo que alguien entre ellos constituía una amenaza mayor que Troski. En la tranquila, paciente y al parecer juiciosa persona del Secretario General del Partido, Josif Stalin los miembros de la élite revolucionaría soviética descubrirían en breve un amo y un verdugo.

Josif Stalin era casi un provinciano comparado con el resto de los líderes revolucionarios soviéticos. Con excepción de tres breves salidas al extranjero entre 1905 y 1907, la vida de Stalin transcurrió siempre en la Unión Soviética. En los últimos años del siglo pasado se hizo marxista, pero ni el vigor intelectual ni el matiz humanitario subyacente sin duda en las obras de Marx iban mucho con su persona,

Nació en Gori, un pueblo de georgia, en 1879, y era hijo de un pobre zapatero y una lavandera. Su madre profundamente religiosa, proyectó que su hijo fuera sacerdote da la iglesia Ortodoxa Griega y, a costa de enormes sacrificios consiguió enviarlo a un seminario de Tiflis, capital de la provincia. Stalin, no soportaba las restricciones del seminario, distribuía panfletos revolucionarios entre sus compañeros y acabo siendo expulsado en 1899. Al año siguiente se unió a grupos políticos que operaban en la clandestinidad y trabajó en el Cáucaso con agitadores que fomentaban el descontento de los obreros en las ciudades industriales de la región. Entre 1902 y 1913, fue detenido siete veces y escapó otras tantas, hasta el punto de ser conceptuado por la policía secreta del Zar como elemento provocador y peligroso.

En 1913 fue deportado a Siberia y allí permaneció hasta su liberación en 1917. En compañía de Lev Kamenev, también liberado de Siberia, se traslado a Petrogrado, donde ambos publicaron un periódico llamado "Pravda" (verdad).

El papel de Stalin en la revolución de octubre fue mucho menos decisivo que el de Lenin o el de Troski, pero, tras la victoria, ocupó el cargo de comisario de Nacionalidades. Sofocó sangrientamente los movimientos nacionalistas de las minorías no rusas (entre ellas la georgiana, de la que era oriundo), por lo que se creo fama de carnicero. En marzo de 1922 fue elegido Secretario General del Partido Comunista, puesto despreciado por sus colegas más intelectuales que lo consideraron propio de un burócrata. Él, no obstante, acepto ávidamente el cargo, pues comprendió las inigualables oportunidades que brindaba como base del poder. Astutamente comenzó a llenar las filas del partido con ambiciosos arribistas que por defender sus posiciones le serían fieles.

En mayo de 1922 Lenin sufrió la primera hemorragia cerebral. Mientras estaba incapacitado, un triunvirato compuesto por Zinoviev, Kamenev, y Stalin se hizo cargo del gobierno. Lenin se recuperó en el invierno siguiente y demostró su desagrado ante la actuación del triunvirato, comprendió que habían de concentrarse enormes poderes en la oficina del secretario General y comenzó a dudar de la competencia de Stalin para ocuparse del cargo. En diciembre de 1922 escribió en lo que desde entonces habría de llamarse su testamento: "El camarada Stalin, en su puesto de secretario general, ha acumulado poderes exorbitantes en sus manos… No estoy seguro de que sepa siempre ejercerlos con la debida prudencia." En el siguiente mes añadió a lo anterior: "Stalin es demasiado tosco… convendría hallar el modo de destituirlo para designar a otro hombre más paciente, más leal y más precavido." Tras la muerte de Lenin, su declaración no fue dada a conocer con integridad, pues políticos como Kamenev y Zinoviev opinaban que Stalin sería útil en la lucha contra el peligroso Troski.

Asegurada la ausencia de Troski en el funeral de Lenin, Stalin acaparó la atención de todos haciendo solemnes declaraciones de lealtad a la memoria del fallecido lider que halaron amplio eco en la prensa soviética. "Te juramos, camarada Lenin," dijo, "que daremos la vida si es preciso por fortalecer y extender la unión de los trabajadores en el mundo entero." Después Stalin y sus aliados de aquel momento iniciaron la tarea de aislar a Troski y apartarlo definitivamente de los resortes del poder.

Stalin, Kamenev Y Zinoviev emprendieron una virulenta campaña contra Troski. Publicaron las declaraciones en las que se había opuesto a los programas de Lenin, se calificaron los planes de Troski como "aventurerismo de izquierdas" que conducirían al desastre económico y, en enero de 1925, se la destituyó en sus funciones de comisario de guerra.

Apartado Troski, Stalin procedió a eliminar también a sus propios aliados y a posesionarse de los poderes que otros asumían. Desde la Revolución de Octubre, constituía un dogma que el éxito del programa leninista dependía en última instancia de una revolución mundial, pues en virtud de ella las economías avanzadas de Occidente acudirían en apoyo del régimen soviético. Con este fin se había instituido desde 1919 la Tercera Internacional o Komitern, que unificaría a los partidos comunistas de todo el mundo y fomentaría la revolución en el exterior. Troski, Kamenev y Zinoviev, presidente del Komitern, fueron partidarios fervientes de la revolución mundial. Pero en los años de la postguerra, los solemnes vaticinios no se cumplieron por que las rebeliones proletarias no llegaron a producirse o, como en el caso de Alemania, Hungría y China fueron aplastadas. En 1925 Stalin abandonó la espera de una revolución mundial y para horror de Zinoviev y Kamenev, instauró la vía del "socialismo en un solo país" adoptando una decisión de trascendentales consecuencias.

Stalin acertó en sus cálculos, pues el nuevo lema halló eco entre los elementos más conservadores del Politburó y complació también en nacionalismo ruso, pues significaba que el país, sin ayuda de nadie, constituiría una nueva sociedad y que sería un paradigma para el mundo. Kameneve y Zinoviev combatieron el aislacionismo, pero todo fue en vano. A finales de 1925 se hallaban impotentes ante el nuevo gobierno colegiado que constituían Stalin, Rikov, Bujarin y Tomski.

Zinoviev y Kamenev formaron alianza con Troski y atacaron en todo momento la nueva jefatura. Stalin y sus nuevos compañeros emprendieron de inmediato la eliminación de sus adversarios y en 1927 los tres disidentes fueron expulsados del Partido. Troski marchó al exilio en 1929.

Con Troski fuera del país y los demás líderes de la oposición reducidos al silencio, Stalin se volvió ahora contra Rikov, Bujarin y Tomski. El bronco gregoriano, siempre había hecho burla de las ideas de Troski sobre la conveniencia de industrializar y colectivizar la agricultura. No obstante, en 1928 adoptó tal política como propia. Rikov, Bujarin y Tomski se opusieron con el Politburó, pero Stalin contaba ya con los hombres necesarios para ganar las votaciones y los tres oponentes fueron destituidos y condenados al ostracismo. Ahora Stalin poseía el dominio supremo y ningún obstáculo hallaría en su camino.

En 1928 anunció el primer plan quinquenal que pretendía transformar a Rusia en una importante potencia industrial mediante la nacionalización de todas las empresas privadas rurales y urbanas. El objetivo de Stalin se logró a costa de la vida de millones de seres humanos y el desplazamiento de poblaciones enteras, la mayoría campesinas que se oponían a la colectivización de sus granjas. Para 1935 se había producido un sorprendente incremento en la producción industrial y agrícola del país. El mundo contemplaba atónito cómo de la noche a la mañana la URSS se había convertido de país campesino a potencia industrial.

Entre tanto la propaganda del Partido Comunista calificaba continuamente a Stalin como "el nuevo Lenin", el salvador, el genio, y el santo viviente. Quienes protestaban eran detenidos o deportados a campos de trabajo .A mediados de los años treinta, Stalin desató tal ola de represión que dejo pálidos los antiguos abusos de las tiranías zaristas.

En 1934 se inician en Rusia las crueles y sangrientas depuraciones de Stalin con el asesinato de su amigo y aliado Sergei Kirov, jefe del Partido Comunista en Leningrado. Aunque se cree que el propio Stalin ordeno el asesinato de Kirov (que amenazaba convertirse en su rival) se culpó del crimen al exiliado Troski y a otros enemigos del dictador, calificados convenientemente de troskistas. Uniendo el engaño al absurdo, Stalin acusó a Troski (dedicado toda su vida a la causa comunista) de conspirar contra la URSS, en unión del dictador Adolfo Hitler y los japoneses. Todos los rivales y antiguos aliados de Stalin fueron encarcelados a continuación se les juzgó públicamente y para sorpresa del mundo todos admitieron ser parte de una conspiración troskista – nazi que se proponía derribar el comunismo en Rusia. Para expirar sus imaginarios crímenes se les obligó a la postrema humillación de solicitar la justicia de la pena de muerte. Stalin accedió graciosamente a la petición y los antiguos camaradas de Lenin fueron uno a uno aniquilados con un disparo en la nuca.

Ningun elemento de la sociedad soviética quedó a salvo. El ejército, única fuerza de Rusa que gozaba de relativa independencia, constituiría durante mucho tiempo una espina en el costado de Stalin. El 31 de octubre de 1937 comenzaron las depuraciones en el ejército. En menos de dos semanas, ocho máximos generales (entre ellos en jefe del Estado Mayor) fueron condenados y fusilados. Antes de concluir el año, la mayor parte de los integrantes del Consejo de Guerra Soviético y unos 30,000 oficiales fueron arrestados y muchos de ellos ejecutados.

En 1939 terminó lo peor de las depuraciones y el trauma de la industrialización. Stalin se hallaba solo, indiscutido e indiscutible, solidamente instalado en la dictadura absoluta que duraría hasta su muerte, 14 años más tarde. Pero aquel hombre, cruel hasta la perversión tenía que ajustar una cuenta. Y el 20 de agosto de 1940, en los alrededores de la ciudad de México la cuenta quedó saldada con el asesinato de León Troski, ejecutado por orden suya.


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