El exceso de peso puede afectar la salud del niño y traer problemas emocionales y sociales a medida que crece. Por ello es importante que los padres estén atentos para prevenir la obesidad.

El ponerse nervioso al notar que el niño no pierde peso, no es bueno pues le transmites la ansiedad a tu hijo. En caso de que él se dé cuenta del problema de peso, necesitará apoyo de parte de la familia para seguir una dieta, porque es normal que se sienta perturbado.

Lo primero que hay que considerar para comenzar una dieta es la suspensión de los alimentos poco nutritivos y ricos en calorías (azúcar, dulces, tortas, caramelos, galletitas, golosinas, bebidas con azúcar). Por lo general basta con cambiar los postres por fruta fresca y las gaseosas y jugos por agua, para que el niño comience a perder peso.

Las grasas también influyen en el incremento de peso, por lo que será conveniente reducir el consumo de manteca, margarina y aceites. En lo posible prefiere alimentos a la plancha a los fritos.

El ejercicio también es importante; la actividad física ayuda a quemar grasas en exceso. Estimula a tu hijo a practicar deportes y motívalo a participar en juegos que exijan movimiento. El ejercicio, tanto como la dieta, pueden ser parte de la rutina familiar. No hagas que tu hijo los sienta como un castigo; comparte con él las comidas y los juegos así obtendrás resultados satisfactorios en un corto plazo.

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