EL PLACER DE EDITAR UN LIBRO


ASEDIO DE TINIEBLAS

Están ahí,
cualquiera los podrá reconocer por la mirada,
podemos verles
todas las mañanas
con un insomnio secular en las pupilas.

Están ahí,
se reconocen fácilmente por la tos
esputal de sus pulmones,
por la sonrisa amarga
por su idioma brutal y verdadero
cuando adjetivan la muerte o la injusticia.

Están ahí,
junto a sus mujeres montoneras
al acecho del pan,
y acechados a su vez por los demonios,
por los que piensan
que el morir certero
es oficio intransferible de mineros.

Están ahí,
firmes en la soledad
manejándose solos,
rodeados de tinieblas
con un sentido taumaturgo de la vida
y del futuro
se aferran a sus armas duramente,
duramente también señalan
que se han puesto a los hombros
como duros callapos sus rehenes extranjeros.

No les tiemblan las manos
cualquiera los podrá reconocer por la mirada:
Los rodea un brutal horizonte
de canes aulladores
con insignias de Patria en los pretines.
 

 

Héctor Borda Leaño (Oruro, 1928)
Al referirnos a Héctor Borda, las palabras no podrán ejemplificar o caracterizar su poesía, si vale una palabra: ¡extraordinaria!. Borda vive y denuncia el drama cotidiano del niño, del hombre y de la mujer bolivianos. Entre sus libros están: “El Sapo y la Serpiente”, “Con rabiosa alegría”, “Las claves del comandante”, “Chhalla”. (P.R.)

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