Colegio Washington Center, La Florida.

Guía de autoaprendizaje de Filosofía.

Segundo Semestre. 1era Unidad, Clase N° 3

 

 

El origen del problema ético: Verdad y relativismo.

 

Introducción: 

La tradición nos ha impuesto que tanto la ética como la moral deben entenderse como sinónimos. Pero los hechos nos muestran algo distinto. La moral se presenta hoy como un conjunto de hábitos respecto al bien y al mal, jerarquizados en códigos y que difieren de un grupo social a otro. Esta definición hace necesario un análisis racional de los fundamentos de la conducta moral. Este es el rol de la ética o de la “filosofía moral”. Pero esta diferencia tiene un origen histórico anterior.

Sabemos de la dificultad o imposibilidad del ser humano para conocer la Verdad (universal y necesaria) y fundar en ella las decisiones morales. Es esta una condición para lo humano, no una dificultad. El problema –y el peligro– nace de quienes extreman esta ‘condición’ y postulan la inexistencia de la Verdad. Tal es el caso de la sofística.

En la Grecia del siglo V a. de C., la naciente democracia hacia necesarios a maestros de oratoria que enseñaran el arte de hablar en público. Los intereses económico que la obtención del poder político conlleva tergiversaron el noble origen de esta práctica y estos maestros –los sofistas– se convirtieron en instructores de ‘retórica’, en el sentido despectivo del concepto: convencer y "vencer", a través del discurso, sin importar la verdad o falsedad de lo que se habla. Aparece así el relativismo, especialmente en el ámbito de la moral. En definitiva –sostienen los relativistas– la Verdad no existe, las decisiones morales son buenas o malas en estricta relación con las circunstancias de cada caso. Sólo nos queda el ‘convencionalismos’, el acuerdo momentáneo de ciertas reglas que no necesariamente representan la verdad y que peligrosamente se podrían confundir con lo que meramente nos ‘conviene’.


 

Texto 1:

«Dos clases de discurso se hacen en Grecia por los filósofos en torno al bien y al mal. En efecto, unos afirman que uno es el bien, otro es el mal, y otros afirman que es la misma cosa y que esta sería para unos bien, para otros mal e incluso para un mismo hombre, ora es bien, ora es mal. Yo, por mi parte, me sumo a estos últimos. El mismo discurso se hace sobre lo bello y lo feo. Creo que, si se mandara a todos los hombres reunir en un montón las cosas que cada uno de ellos considera feas y después viceversa, no sería dejada ni una, sino que entre todos las tomarían todas, porque no todos creen en las mismas cosas. Nada es absolutamente bello ni absolutamente feo ni bueno ni malo, sino que tomando ciertas cosas, las hace feas y cambiándose, bellas.»

Escuela de Protágoras. Anónimo: discursos dúplices.

Texto 2:

«el hombre es la medida de todas las cosas»

Protágoras

 Texto 3:

«La verdad no existe. Si existiera no podría ser conocida. Si pudiese ser conocida no podría ser comunicada»

Gorgias

Texto 4:

«Los oradores sabios y buenos hacen que las cosas buenas parezcan justas a sus ciudades en lugar de las perniciosas. Cualquier cosa que se considere justa y admirable en una ciudad es justa y admirable en esa ciudad durante todo el tiempo que sea estimada así.»

Platón: Teeteto, 167c.

 

Actividad:
Responde, con tus propias palabras y basándote en el texto, las siguientes preguntas: 

  1. Según el texto 1 y 2 ¿en que consiste el relativismo ético?
  2. Si el texto 3 es correcto ¿cómo podríamos organizar nuestra convivencia en relación a las decisiones morales?
  3. Según lo planteado por el texto 4 ¿son suficientes los postulados del ‘relativismo moral’ para solucionar el ‘problema ético’? fundamenta tu respuesta.


Conclusiones:

  • La ética es el estudio racional de los fundamentos de la conducta moral.
  • El relativismo ético plantea la inexistencia de una verdad intersubjetiva y limita las conductas morales al convencionalismo.
  • Según una visión preliminar del sentido común, el relativismo moral no solucionaría el ‘problema ético’.

 

 

Para saber más: [actividad opcional]

Ética y moral desde la etimología: La palabra ética proviene del griego [êthos] y significaba, primitivamente, estancia, lugar donde se habita. Posteriormente, Aristóteles afinó este sentido y, a partir de él, significó: manera de ser, carácter. Así, la ética era como una especie de segunda casa o naturaleza; una segunda naturaleza adquirida, no heredada como lo es la naturaleza biológica. De esta concepción se desprende que una persona puede moldear, forjar o construir su modo de ser o [êthos].

¿Como se adquiere o moldea éste êthos, ésta manera de ser? El hombre la construye mediante la creación de hábitos, unos hábitos que se alcanzan por repetición de actos. El êthos o carácter de una persona estaría configurado por un conjunto de hábitos; y, como si fuera un círculo o una rueda, éste êthos o carácter, integrado por hábitos, nos lleva en realizar unos determinados actos, unos actos que provienen de nuestra manera de ser adquirida.

La palabra moral traduce la expresión latina moralis, que derivaba de mos (en plural mores) y significaba costumbre. Con la palabra moralis, los romanos recogían el sentido griego de êthos: las costumbres también se alcanzan a partir de una repetición de actos. A pesar de este profundo parentesco, la palabra moralis tendió a aplicarse a las normas concretas que han de regir las acciones.

Así, pues, desde la etimología, hay poca diferencia entre ética y moral: una y otra hacen referencia a una realidad parecida. Pero hoy, pese a que a menudo se usan de manera indistinta como si fuesen sinónimos, se reconoce que tienen significados divergentes.

Ética y moral, hoy: dos niveles diferentes. Tan antiguo como la misma humanidad es el interés por regular, mediante normas o códigos, las acciones concretas de los humanos; en todas las comunidades, en todos los pueblos, sociedades o culturas encuentran prescripciones y prohibiciones que definen su moral.

Ahora bien, junto al nacimiento de la filosofía apareció otro tipo de interés, el de reflexionar sobre las normas o códigos ya existentes, comparándolos o buscando su fundamento. Estos dos diferenciados niveles de interés o de actividad humana constituyen lo que conocemos hoy, respectivamente, por moral y ética. Veamos.

La moral es un conjunto de juicios relativos al bien y al mal, destinados a dirigir la conducta de los humanos. Estos juicios se concretan en normas de comportamiento que, adquiridas por cada individuo, regulan sus actos, su práctica diaria. Ahora bien, ni las normas o códigos morales se proclaman como el código de circulación, ni cada persona asume o incorpora automáticamente el conjunto de prescripciones y prohibiciones de su sociedad, ni cada sociedad o cultura formulan los mismos juicios sobre el bien y el mal. Es por todo eso que la moral a menudo es un conjunto de preguntas y respuestas sobre qué debemos hacer si queremos vivir una vida humana, es decir, una vida no con imposiciones sino con libertad y responsabilidad.

La ética, por otro lado, es una reflexión sobre la moral. La ética, como filosofía de la moral, se encuentra en un nivel diferente: se pregunta por qué consideramos válidos unos y no otros comportamientos; compara las pautas morales que tienen diferentes personas o sociedades buscando su fundamento y legitimación; investiga lo qué es específico del comportamiento moral; enuncia principios generales o universales inspiradores de toda conducta; crea teorías que establezcan y justifique aquello por el que merece la pena vivir.

La moral da pautas para la vida cotidiana, la ética es un estudio o reflexión sobre qué origina y justifica estas pautas. Pero las dos, si bien son distinguibles, son complementarias. Del mismo modo que teoría y práctica interaccionan, los principios éticos regulan el comportamiento moral pero este comportamiento incide alterando los mismos principios. A menudo los conflictos de normas morales que aparecen cuando tenemos que tomar decisiones son el motor que nos impulsa a una reflexión de nivel ético. Es por ello que Aranguren, reconociendo la vinculación entre teoría y práctica, llama a la ética moral pensada y a la moral, moral vivida.

 

Estamos a nivel moral cuando:

Estamos a nivel ético cuando:

Cumplo una promesa hecha ayer pese a que hoy me doy cuenta de que su cumplimiento me crea problemas.

Razonamos que los pactos han de cumplir siempre, del contrario, en lugar de acuerdos entre amigos, tendríamos que hacer contratos legales.

Ayudo voluntariamente a un compañero de clase si bien me arriesgo a herir su orgullo.

Me pregunto sobre qué tiene más valor moral, la intención que inspira un acto o los resultados que con él se obtienen.

Decido si tengo que ser o no sincero con un compañero de clase que parece quiere ser amigo mío.

Reflexiono sobre valores, preguntándome si el valor de la autenticidad es preferible el valor de la amistad.

Rechazo robar la calculadora de un compañero de clase sabiendo que nadie me ve.

Tengo presente la máxima o regla de oro: "No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti".