Colegio Washinton Center, La Florida.

Guía de autoaprendizaje de Filosofía.

Segundo Semestre. 1era Unidad, Clase N° 6

 

 

CONOCIMIENTO, VIRTUD Y DEBER EN SÓCRATES

 

Introducción:
El que crea –nos dice Sócrates a través de ‘La Alegoría de la Caverna’– que el mundo sensible es real y determinante para nuestras decisiones morales, está engañado por el hábito y la apariencia; ignora la existencia del mundo de las Idas. Los conceptos que la razón puede conocer son la única realidad en cuanto son los mismos para todo individuo. Así por ejemplo, los conceptos geométricos como el triangulo o el punto y los conceptos éticos como el de dignidad y justicia, son siempre los mismos para todos los seres humanos. La razón –continúa Sócrates– puede, mediante la educación, conocer estos conceptos y situarlos como fundamento de su actuar moral. De esta manera, podemos sentencias que ‘el mal se hace por ignorancia’, por no ser capaces de identificar (definir) lo que es realmente bueno y por desconocer los medios para alcanzarlo. El hombre bueno es, por tanto, el ‘sabio’; aquel que, a través de la razón, logra conocer el orden de la existencia en su totalidad y actúa coherentemente con ello. El “deber”, la Justicia –no lo que físicamente nos conviene– debe ser la única motivación de nuestra conducta, incluso a riesgo de perder la propia vida.

 

TEXTO 1:

Creía Sócrates que las virtudes se identificaban con la razón, considerando que todas eran ciencias… Y hasta llegaba a afirmar, recurriendo a la razón, que donde hay ciencia no puede faltar el dominio de sí mismo pues nadie que tenga inteligencia obra en contra de lo mejor o, si acaso lo hace, es por la ignorancia

___________________
Aristóteles. Ética a Nicómaco 1145 – 1146

TEXTO 2:

Yo, pues, estoy casi seguro de esto, que ninguno de los sabios piensa que algún hombre por su voluntad cometa acciones vergonzosas o haga voluntariamente malas obras; sino que saben bien que todos los que hacen cosas vergonzosas y malas obran involuntariamente. […] Así el hombre bueno acaso también pueda convertirse en malo ya sea a causa de la edad o del cansancio o de la enfermedad o de otro accidente, pues sólo puede ser condición mala esta: quedar privado de la sabiduría […] Nadie que crea o sepa que hay cosas mejores que las que hace y que están a su alcance, cuando conoce la posibilidad de otras mejores sigue haciendo las que hace; y dejarse vencer por si mismos no puede ser sino ignorancia, y llegar a vencerse a si mismono es sino sabiduría. Ahora bien, ¿no decís que la ignorancia es esto tener falsa opinión y equivocarse en asuntos de gran trascendencia? ¿Y decía yo algo distinto al afirmar que nadie por propia voluntad va al encuentro de los males o de lo que cree que es un mal?

___________________
Platón. Protágoras 345; 348.

TEXTO 3:

–¿Prefieres, dije yo, guiar tú la investigación, o soy yo el guía?

–Es justo, que tú la conduzcas, dijo. Pues tú diste inicio al argumento.

–A ver si por este lado logramos que el asunto se aclare, dije yo. Del mismo modo que una persona, al realizar un examen con vistas a la salud o a cualquier otra operación corporal a partir del aspecto exte­rior, viendo el rostro y la parte de las manos, diría: «Venga, ahora descúbrete, por favor, y muéstrame el pecho y la espalda, para que te observe con más pre­cisión»; algo así deseo yo también para mi examen. Al ver que te mantienes en esa actitud, que expones, res­pecto de lo bueno y de lo placentero, tengo que decirte también algo parecido: «Venga, por favor, ahora Pro­tágoras, descúbreme este costado de tu pensamiento: ¿Qué opinas de la ciencia? ¿Es que tienes la misma opinión que la mayoría, o piensas de modo distinto?» La mayoría piensa de ella algo así, como que no es firme ni conductora ni soberana. No sólo piensan eso en cuanto a su existencia de por sí, sino que aun muchas veces, cuando algún hombre la posee, creen que no domina en él su conocimiento, sino algo distinto, unas veces la pasión, otras el placer, a veces el dolor, algunas el amor, muchas el miedo, y, en una palabra, tienen la imagen de la ciencia como de una esclava, arrollada por todo lo demás. ¿Acaso también tú tienes una opi­nión semejante, o te parece que el conocimiento es algo hermoso y capaz de gobernar al hombre, y que si uno conoce las cosas buenas y las malas no se deja dominar por nada para hacer otras cosas que las que su conocimiento le ordena, sino que la sensatez es suficiente para socorrer a una persona?

–Opino tal como tú dices, Sócrates, contestó; y, desde luego, más que para ningún otro, resultaría ver­gonzoso precisamente para mí no afirmar que la sabi­duría y el conocimiento son lo más soberano en las costumbres humanas.

TEXTO 4:

Quizá alguno de vosotros, en su interior, me esté recriminando:
«-¿No te avergüenza, Sócrates, el que te veas metido en estos líos a causa de tu ocupación y que te está llevando al extremo de hacer peligrar tu propia vida?»
A éstos les respondería, y muy convencido por cierto:
-Te equivocas completamente, amigo mío, si crees que un hombre con un mínimo de valentía debe estar preocupado por esos posibles riesgos de muerte antes que por la honradez de sus acciones, preocupándose sólo por si son fruto de un hombre justo o injusto.

___________________
Platón. Apología 28b.

 

Actividad:
Responde, con tus propias palabras y basándote en el texto, las siguientes preguntas: 

  1. Según el texto 1 y 2 ¿En qué condiciones el hombre causaría el mal? Fundamenta tu respuesta.
  2. En relación al texto 3 ¿Qué rol jugaría el conocimiento racional de lo real en las decisiones morales?
  3. Luego de leído el texto 4 reflexiona: ¿es legítimo soportar sufrimientos e incluso dar la vida por lo que consideramos justo? Fundamenta tu respuesta.

 

 

Conclusiones:

  • Para Sócrates, el mal se hace por ignorancia.
  • Lo bueno, en cuanto es un concepto, sólo puede ser conocido por la razón.
  • Un hombre bueno es aquel que actúa sólo por deber.
  • El desarrollo de la razón y por tanto el conocimiento y la sabiduría sólo pueden ser obtenidos a través de la educación.

 

 

 

Para saber más: [actividad opcional]

Lee “La apología de Sócrates” y reflexiona sobre los peligros y las ventajas de buscar las verdades y actuar únicamente por deber.