Colegio Washinton Center, La Florida.

Guía de autoaprendizaje de Filosofía.

Segundo Semestre. 2da Unidad, Clase N° 8

 

 

La prudencia o la inteligencia práctica: una virtud intelectual.

 

Introducción:

Ya sabemos que la felicidad es la acción en la cual alcanzamos un fin que es, a la vez, un "bien". Este bien se identifica con la "perfección" en cuanto es el "mayor bien" que se puede alcanzar. Este bien final es, por tanto, la realización de la naturaleza propia de algo; aquello para lo cual está naturalmente dispuesto: su "virtud". Llegamos así al segundo concepto que la Ética de Aristóteles pretende esclarecer.

Si la felicidad es la realización de la naturaleza propia del ser humano –su virtud– esta será el ejercicio de su razonamiento. Así, el hombre actuará bien y será un hombre virtuoso. Pero ¿en qué consistirá concretamente ser un "hombre virtuoso"?

Una virtud puede perderse por un vicio. Un vicio es siempre un extremo. Así por ejemplo, una virtud ética como la valentía puede perderse por un defecto: la cobardía; o por un exceso: la temeridad. En definitiva, lavirtud es un término medio entre un exceso y un defecto.

Este "término medio" –continúa Aristóteles– no es un medio "matemático", como si determinásemos que el medio entre 2 y 10 que es 6. La aplicación de una virtud debe considerar las características propias, únicas de cada sujeto y la situación concreta en la que está situado. Así por ejemplo, una virtud como la jovialidad o la alegría se manifestará en modo y grado diferente dependiendo de las circunstancias que nos rodean: en un templo debemos tender hacia la rusticidad (sin llegar a extremos, por cierto) y en una fiesta nuestra conducta se inclinará, más bien, a la bufonería

Es en este punto donde entra en juego la razón. La racionalidad determina que una acción es un acto virtuoso en cuanto se encuentra entre un exceso y un defecto. La razón nos dice, por ejemplo, que frente a las diversiones y los entretenimientos debemos ejercer la virtud de la templanza. Es esta misma racionalidad que nos indica que un actuar desenfrenado es siempre un exceso y por tanto un vicio. Pero también es racional pensar que una actitud rústica o insensible frente a las actividades recreativas es un defecto. La templanza es una virtud pues está entre estos dos extremos y sólo una decisión "racional" nos hará actuar de buena forma bajo este respecto.

A modo de conclusión podemos afirmar que –según Aristóteles– una virtud es "una disposición a actuar de manera deliberada, consistente en una mediedad, relativa a nosotros, determinada por la razón y del modo que la determinaría el hombre prudente".

Profundicemos ahora en el método (el camino) que el ser humano utiliza para aplicar esta facultad de juzgar y la importancia que acá tienen la "inteligencia práctica".

Aristóteles comienza dividiendo pedagógicamente las «partes del alma humana», o las facetas con las que el ser humano enfrenta el medio. Nuestra "alma", a diferencia de los animales inferiores, pose una parte racional y una parte irracional. La irracional, se divide a su vez, en apetitiva y en vegetativa. Esta última división, que compartimos con los animales inferiores, corresponde a los actos reflejos que no podemos controlar voluntariamente como la sed o los efectos del frío. La parte apetitiva se refiere a nuestros "apetitos", aquellos instintos básicos que se transforman en deseos. Esta parte apetitiva escucha y obedece a la parte racional que regula y determina la satisfacción de estos deseos. Así, en nuestra parte racional residen dos tipos de virtudes: las intelectuales y las éticas. Las virtudes intelectuales son aquellas que nos hacen comprender, conocer el mundo que nos rodea. Entre estas se encuentra la sabiduría y la prudencia. Las virtudes éticas tienen la tarea de regular nuestras acciones en función a que estas se acerquen lo más posible a lo correcto, a lo que debe ser, en definitiva: a la Verdad.

Tenemos hasta acá la estructura, veamos ahora su relación. Nuestros apetitos o lo que deseamos, el mero querer, está directamente influenciado por nuestra parte vegetativa, aquellos reflejos básicos e involuntarios que conservan nuestras funciones biológicas. Evidentemente, estos reflejos necesitan una regulación en cuanto el ser humano vive en sociedad y debe considerar el bienestar de los otros seres humanos con los que se relaciones. De lo contrario el ser humano actuaría mecánicamente en la satisfacción de sus deseos convirtiendo a los otros en medios para su conservación y satisfacción, sólo en función al "principio del amor a si mismo", lo que es contrario a toda conciencia moral. Las virtudes éticas regulan nuestros apetitos y deseos. Así por ejemplo, nos muestran que debemos ser solidarios, honestos, templados, etc. Pero, la aplicación de las virtudes dependerá de las circunstancias concretas en las que se encuentra cada individuo. La ética no es una ciencia exacta. Es acá donde nos encontramos con las virtudes intelectuales y entre ellas, principalmente, con la prudencia. La prudencia, también llamada "Inteligencia práctica" -pues es un conocimiento aplicado a las acciones- determina cómo y cuándo deben ser aplicadas cada una de las virtudes éticas. De esta forma la inteligencia práctica regula las pasiones (lo que nos pasa a nivel instintivo) que, de otro modo, se desatarían en la conducta humana sin ningún control.

Concluyamos, muchas veces nos preguntamos por qué cometemos errores éticos si, de alguna manera, sabemos lo que debemos hacer y, por otro lado, ese error concuerda con lo que deseamos hacer. Aristóteles nos responde: además de ser seres inteligentes, en cuanto conocemos ciertas virtudes éticas, también somos seres sensibles, pasionales; tenemos deseos que, algunas veces, se oponen y perjudican a los demás. Sólo la recta razón, a través de la prudencia y en conformidad con las virtudes, nos mostrará, con relativa perfección, cuándo y cómo debemos moderar nuestros deseos para ser personas virtuosas. Una verdadera elección , una decisión conforme al deber, no es sólo la realización de un deseo, simplemente por que se quiere (según la espontaneidad de nuestras pasiones), sino que es un entrelazamiento entre el deseo (lo que se quiere) y la inteligencia. En palabras de Aristóteles una verdadera elección ética es «inteligencia deseosa o deseo inteligente».

Como vemos, la ética -desde sus orígenes- tiene como fundamento el ejercicio de la racionalidad, de nuestra capacidad de conocer profundamente la realidad y decidir nuestras acciones en función de una Verdad que se sabe. De acá la importancia de una educación centrada en el análisis lógico de nuestra realidad.


 

Texto:

¿Qué es la virtud?

Después de esto tenemos que considerar qué es la virtud [...] Pero es menester decir no sólo que es un hábito, sino además de qué clase. Hay que decir, pues, que toda virtud perfecciona la condición de aquello de lo cual es virtud y hace que ejecute bien su operación; Por ejemplo, la excelencia del ojo hace bueno al ojo y su función [...]; asimismo la excelencia del caballo hace bueno al caballo y lo capacita para correr, para llevar al jinete y afrontar a los enemigos. Si esto es así en todos los casos, la virtud del hombre será también el hábito por el cual el hombre se hace bueno y por el cual ejecuta bien su función propia. Cómo esto es así en parte los hemos dicho ya; pero se aclarará aún más si consideramos cuál es la naturaleza de la virtud. En todo lo continuo y divisible es posible tomar más o menos o una cantidad igual, y esto desde el punto de vista de la cosa misma o relativamente a nosotros; y lo igual es un término medio entre el exceso y el defecto. Llamo término medio de la cosa al que dista lo mismo de ambos extremos, y éste es uno y el mismo para todos; y relativamente a nosotros, al que ni es demasiado ni demasiado poco, y éste no es ni uno ni el mismo para todos.[...]Así pues, todo conocedor rehúye el exceso y el defecto, y busca el término medio y lo prefiere; pero el término medio no de la cosa, sino el relativo a nosotros. [...] Por tanto, la virtud es un término medio, puesto que apunta al medio. Además, se puede errar de muchas maneras [...], pero acertar, sólo de una. [...]

Es, por tanto, la virtud un hábito selectivo que consiste en un término medio relativo a nosotros, determinado por la razón y por aquella por la cual decidiría el hombre prudente.

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Aristóteles. Ética a Nicómaco, Libro II, 6 (Centro de Estudios Constitucionales, Madrid 1985, p. 25-26).

 

 

 

Actividad:
Responde, con tus propias palabras y basándote en el texto, las siguientes preguntas: 

  1. Da un ejemplo nuevo de una virtud como justo medio, señala el exceso y el defecto que corresponda.
  2. ¿Por qué se afirma en el texto que la ética "no es una ciencia exacta"?
  3. Relata una breve situación cotidiana donde se vea la relación entre la prudencia y una virtud ética en la determinación de una acción éticamente correcta.

 

Conclusiones:

  • La virtud se pierde por el vicio que siempre es un extremo (exceso o defecto)
  • La acción virtuosa es un justo medio entre un exceso y un defecto en consideración de las circunstancias del medio.
  • La racionalidad determina, en función de las circunstancias, la cercanía de la acción virtuosa al exceso o al defecto.
  • La prudencia determina la aplicación e las virtudes éticas.
  • La prudencia es una virtud intelectual como la sabiduría o la facultad de calcular matemáticamente.

 

 

Para saber más: [actividad opcional]

Revisa “El libro de las virtudes” de William Bennet o selecciones algunas virtudes destacadas en la literatura universal como la amistad, la solidaridad, o la perseverancia. Reflexiona sobre cuáles son los vicios que las corrompen y cómo debe ser la correcta (prudente) aplicación de estas en situaciones distintas.