Páginas 341-345.-

Leyendo aquélla, para él, hasta ahora desconocida misiva, el cabeza de familia nota cómo sobre sus mejillas le resbalan unas lágrimas furtivas. En la medida en que va avanzando la lectura, más y más recuerdos, sobre lo narrado por su padre se le agolpan. ¡Por fin también a él se le aclaraban con nitidez los sacrificios y desventuras que junto a su compatriota, hubo de pasar quien le diera su ser!
¡Ahora cobraba sentido, cuanto sobre la política española, a su padre y a su padrino les había oído!
¡Al fin estaba seguro, de que fue el autor de esas letras -su distante padrino- quien sacó a flote a su progenitor de aquel calvario tan duro!



Pero y él... ¿Estaría aún vivo?... ¿Daría nuevas señales de vida?... ¿Le llevaría el destino, ahora que ya murió el dictador, a regresar a España y al pueblo en el que había nacido?
¿Yacerían sus restos para siempre... en la nueva tierra que les había acogido?
¿Se repatriarían cuantos exiliados habían sobrevivido?... ¿Seguirían los pasos de los sefardíes?
¿Se irían?... ¿Se quedarían?... ¿Volverían?... ¿Cuál sería finalmente su sino?... Demasiadas... demasiadas preguntas sin contestar.
En estas cavilaciones estaba, cuando el abuelo, levantando su mano a la altura del hombro, la fue a posar sobre la de su yerno que en la orejera del sillón tenía su acomodo. Éste, ni intentó retirarla; pues el viejo, como dardo certero, de pronto fue y la dijo:
Tranquilo hijo, tranquilo, yo también sé lo que se siente cuando uno descubre que quien sufrió de lleno las penurias del infierno, o es un allegado, o es un pariente, y en este caso que yo no descubrí antes por negligente, se te aunan los dos sufrimientos; y es por eso, que la emoción y las lágrimas se te hacen presentes.
-¡Sí abuelo, sí... y de qué manera aprietan las ausencias y los recuerdos de nuestras gentes!
¡Llevas... llevas razón en eso; pues yo también lo sufrí antes, cuando tras la vorágine de la guerra, comprendí que ya y para siempre quedaban atrás, el pueblo, las jóvenes morenas y mis sueños!
-Sí abuelo, sí... hubo de ser esa mierda de guerra, la que todo lo rompe, la que todo lo emputece y lo infecta, la que llevase a las familias hacia el odio y el desastre. ¡Ella... ella fue la que hizo, que ya nada fuese como antes!
¡Ah sí, ya sé!... fueron el misticismo, el fanatismo, la ambición, el dinero y el poder, quienes junto a la hipocresía y a la debilidad de aquella perversa sociedad, trajeron la muerte al pueblo otra vez.
-¡Pero abuelo!... ¿Por qué una guerra?
Pues... aparte de por lo que os acabo de decir, ¡no sé!... quizá porque ya no había ilusión; porque no se veía salida de futuro; porque faltaba un porvenir deseable; porque todo estuviera ya agostado y anticuado; porque no hubiese otro deseo; porque todo fuese hastío, extenuación y tristeza; porque a las derechas se les viese ya la furia de la garra o se les notase abiertamente la ambición, o la envidia por el carisma de otra organización, o por su apego a los palos, al insulto y a la propiedad improductiva de la tierra...
¡Qué sé yo!... Quizá fuese, porque las ideas estuviesen lasas, y al mantenerse rancios los abolengos y las instituciones ineficaces, las decisiones que se tomasen, además de ralas, fuesen provocadoras y montaraces... Quizá pudo ser, que la política, al ser más ciega y corta que larga, y más doméstica que propulsora, quedase ella misma acharcada y cocida, a causa de sus propios grilletes, cadenas y argollas.
En lo social, desde luego sí que pasaba, que el que tenía, tenía ya tanto que ni aparentar ya precisaba; y el que no, ya nada podía, ya nada anhelaba, ya todo lo veía oscuro, ya en nada confiaba; ya de nada ni de nadie esperaba.
También ocurría, que la masa que era cateta, se confundía con esos hidalgos pueblerinos; y que ambos, arremetían contra la burguesía provinciana y contra la aristocracia, que asentada en el terruño los explotaba y los esquilmaba... mientras unos alzaban el puño, y los otros, a Dios y a la Iglesia les daban las gracias.
-Sí pero... ¿y los despiertos?...¿Dónde estaban los despiertos que a nada animaban?... ¿Qué hacían... qué hacían los capaces que no vislumbraban las maniobras de odio y de mal que se gestaban en aquella minoría avarienta y confidencial?
-¡Es que no vieron que ésta, tan disciplinada, siempre va detrás de hacerse con el poder y con el control social, sin exponer apenas nada!
¡Serenidad hijo... paciencia y serenidad!, pues de aquellos capaces, algunos, los más, en el centro y en las izquierdas andaban afanados en zurcir y en remendar lo que los extremos se empeñaban en romper y desbaratar. Además hay que tener en cuenta, que hasta la propia Ley Electoral era un remedo de aquella otra anterior; y que por sus propios efectos, centrifugaba los apoyos del núcleo, en favor de los partidos políticos periféricos, lo que hacía que éstos, tuviesen bastante más valor de lo que el pueblo, nunca jamás les dio.
Por otro lado, y según mi modesta opinión, la ruina de la República llegó, cuando una vez declarada la guerra y consumada la invasión franquista -comandando al "moro" bereber, al requetés, al falangista y a la legión, ante los atónitos ojos de las democracias liberales- Mussolini -el Duce- fanfarrón y provocador, ofreció su apreciable ayuda, a cambio de Mallorca, de Menorca o de Mahón. Éste ansioso del poder, quería controlar el tránsito por el Mediterráneo, hacerse aún más fuerte en Etiopía, ponerle las cosas difíciles al francés en Argelia y también ¡cómo no!, al inglés en las tierras del faraón. Tampoco hay que olvidar, que el nazi-soberbio e impertérrito, le prestó a los sublevados lo mejor de su aviación.
¡Quería ver sobre suelo ajeno, todo su poder de destrucción! ... Empezar, empezó por Guernica, a la que logró arrasar; pero su propósito de crear un foco de protesta y de insumisión hacia el legítimo gobierno y la guerra, fracasó.
El fracaso republicano tuvo mucho que ver con la cobarde actitud de la "Entente Cordiale" pues ésta sí que respetó el engañoso pacto de la no intervención; y lo hizo, incluso prohibiendo la entrada de material bélico en nuestra nación.
¿Temerían acaso que una República de Progreso, pudiera devolver a España toda la fuerza y el esplendor, de que en siglos pasados ya disfrutó?
¿Tendrían miedo, de que una vez conseguida en España la estabilidad, ella les pudiera, junto a sus hijos hispanoamericanos, fastidiar la primacía del comercio mundial?
¿No sería que una España fuerte, les podría "joder" el injusto negocio colonial?
Entre unos y otros... ¡vaya usted a saber lo que fue!.. pero mediada la guerra, sí que se pudo comprobar, que Stalin jugó fuerte su baza del Kommiten Internacional; que se infiltró hábilmente entre los mandos y los oficiales del ejército regular; que mandó liquidar al POUM por representar a un comunismo autogestionario y de libertad; que jugó a debilitar las fuerzas anarquistas, enfrentándolas a todos los que no eran tan idealistas. ¡Incluso con las armas, se enfrentaban en los frentes los cenetistas contra los ugetistas! Que logró radicalizar y cuasi "comunistizar" a los socialistas; y que todo fue, con la mira puesta en una posible revolución interior-exterior que le permitiera tener un país satélite en el sur, para gozar así de tan inmejorable y estratégica posición.
¿Sería por eso, por lo que ya, casi acabada la guerra, Casado -un declarado comunista- terminó dando un golpe de Estado?
¿Sería verdad aquello, de que quisieron ganar posiciones para negociar ventajas con Franco, dándole a éste cuanto quisiera a cambio de implantar en España su régimen?... ¿No sería lo contrario?... ¿No sería que deseaban otra partición como la de Portugal?... ¿No sería que pretendían separar una parte de la nación para independizarla y gestionarla, según su propio sistema e ideario?
De esto y aquello, de los unos y de los otros, mucho... demasiado se habló y se comentó; pero al final, el astuto y aguerrido general -como el perro rabioso que tiene a su presa bien apiolá- desoyendo las mediaciones para que la contienda diese paso a la paz, se puso el capote por montera, y nada de nada quiso soltar.
Así, siguiendo su instinto militar, rechazó la paz negociada e hizo avanzar a sus tropas... ordenó que la Condor con sus mortíferas bombas, sembrara la muerte y la destrucción.