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Silencio...
en los oyentes todo es silencio y expectación; en el benjamín, todo
es sorpresa y tranquilidad; es nuevo en él, que nadie de su Familia
se atreva a hablar; en el abuelo todo es silencio y resignación, otra
vez y sin querer, se metió en camisas de once varas, y de su bien
guardado pasado habló; pero... qué se le iba a hacer, si así y de
pronto, de la conversación nació.
Lo acontecido sobre su persona, necesitaría de una larga y copiosa
explicación. Hasta que lo movilizaron, su vida discurrió cavando,
labrando y haciéndole al campo toda su labor; como era joven e inquieto,
siempre estuvo ávido de información; sabía de política, pero en ningún
bando militó.
Cuando se vio en filas, cumplió su misión guardando fidelidad a la
bandera que un día juró. Jamás empuñó un Fusil; con su aparato transmisor
en la espalda colgado, y con su pistola al cinto, siempre le bastó.
Fue honrado, valiente y eficaz, toda la información que transmitía
era la justa y cabal; y la que recibía, la ponía en conocimiento y
sin alterar ante su gran jefe, el General Escobar; el Frente de Extremadura
-el único que el doctor Negrín, jefe del gobierno republicano y legal,
tuvo a bien visitar- fue, junto con el de Teruel, uno de los más duros
de "pelar" y también, el último en caer. ¡Algo más de dos años de
infierno tuvo que aguantar!, y cuando éste ya dio las "boqueás" y
todos recibieron la orden de: ¡Sálvese quien pueda!, dejaron armas
y equipos en las trincheras abandonás, para salir campo a través,
buscando la paz de su hogar; ellos tuvieron la mala fortuna, de que
en el camino, con un pelotón de regulares se fueron a topar... ¡A
Córdoba con ellos!, dijo un cabo que a continuación añadió... ¡Y si
alguno se "escantilla" fuego en él!
Ahí le empezó un nuevo calvario, cuyo sufrimiento, rebosaría con creces,
el que ya vivió en tan infestas trincheras llenas de piojos, de barro,
de lluvia, de frío, de viento y de heces.
Así, imbuido en sus tristes recuerdos estaba, cuando Daniel, el que
aspiraba a ser parte de su familia, con prudencia y tacto, se atrevió
a insinuarle a él.
-¡Abuelo... perdone que le interrumpa pero... yo quisiera saber, qué
fue del Frente Popular aquel!
El viejo que acariciaba con ternura, la cabeza y la cara de su querida
criatura, paró en seco, les miró a todos como queriendo interrogarles,
y cuando la nieta le indicó que sí, que todos estaban dispuestos a
oír, él frunció el ceño y preguntó: ¿Y bien... me podríais decir,
en qué punto mi comentario quedó?
-¡Sí padre -le dijo su hija- te quedaste en que un Frente Popular,
a todas las fuerzas obreras quería aglutinar!
¡Efectivamente... así
fue, y ahora escuchad!
Aquella idea hizo que también se nos uniesen los pequeños burgueses,
y otros, aún no declarados como republicanos. Así íbamos a ir... ellos
por tener la suficiente preparación para conducir el "carro" de la
enmarañada España, y nosotros, los obreros, porque teníamos la fuerza
de los votos para barrer en las elecciones, sin necesidad de provocar
al "enemigo" en la campaña.
El que más y el que menos, suponía, que con los votos de los anarquistas,
se lograría un Parlamento de mayoría; y que, en las medidas políticas
y gubernativas, nuestros diputados y ediles, serían los primeros en
desarrollar el contenido del...