Corría
junio de 1936. El Frente Popular había ganado las
elecciones y las izquierdas navarras aprovecharon el momento para
retomar el tema autonómico: «El Frente Popular
Navarro ruega a todos los integrantes del Frente Popular para que
no desamparen a las izquierdas navarras, no dejando otra
posibilidad para Navarra que el Estatuto aislado y al contrario
procurar facilitar la entrada de Navarra en el Estatuto Vasco,
proporcionando una mayor comunidad de fuerzas de izquierdas y de
afanes de democratización social entre las cuatro
provincias?». Firmaban el manifiesto el PSOE, las Juventudes
Socialistas, el PC, IR, ANV. Las mismas organizaciones continuarán
trabajando en el exilio por el retorno de la República, por
una Navarra autónoma unida a las otras tres provincias en
un Estatuto común. Con los matices que se quiera, ésta
y no otra es la tradición de la izquierda navarra con
respecto a la autonomía y al resto del País Vasco. Y
de esas fuentes mamaron los dirigentes que en 1974 refundaron el
Partido Socialista de Euskadi con la participación, por
supuesto, de Navarra. En el Congreso del PSOE de ese año se
aprobó que «la definitiva solución de las
nacionalidades que integran el Estado español parte
indefectiblemente del pleno reconocimiento del derecho de
autodeterminación de las mis- mas». Quién lo
diría. Cuando en 1976 se legalizó la ikurriña,
se colocó de forma permanente en la sede del PSOE de la
Plaza del Castillo. No fue «una etapa de confusión»,
como algunos dicen ahora, sino que respondía a una larga
tradición política. Además, la postura de sus
dirigentes no ofrecía dudas: en 1978 Gabriel Urralburu, en
nombre del Partido Socialista de Euskadi, declaraba: «El que
Navarra se incline al País Vasco depende de la fuerza que
adquiera el socialismo. Están perfectamente unidos los
intereses del socialismo y la vinculación de Navarra al
País Vasco...». Y el ínclito Víctor
Manuel Arbeloa, entonces sin bisoñé, lo remarcaba:
«Navarra es parte del País Vasco. Eso lo hemos dicho
siempre... Con cuatro apellidos vascos, ¿uno qué
es?». Y hasta lo decía en verso: «Aprendo
euskera, y renacen/ Las recias raíces de mi raza/ Se
ahondan en la tierra hundida de mi sangre/ Me alborotan la alboral
geología de mi pueblo/ Me sostiene el viento de banderas de
mi patria». La verdad es que ahora para a- prender vasco en
AEK ya no exigen tanto. Y, además de la prosa y el verso,
Arbeloa usaba la jota: «Si alguien duda que Navarra/ es
parte de Euskalherria/ que pregunte a los navarros/ a la Historia
y Geografía».

Cierto
es que Arbeloa, junto al futuro presidente del PSN Jesús
Malón, tuvieron en 1977 un escarceo con el Frente Navarro
Independiente, con el que pretendían una «sólida
vinculación con el resto del País Vasco, en la forma
que el pueblo navarro elija» conservando «su
personalidad histórica dentro del conjunto de Euskalerria».
Lo de siempre, vamos. Mientras, Carlos Solchaga brillaba como
parlamentario vasco en Vitoria y sus hermanos, luego altos cargos
del PSN, firmaban por que fuera colocada la ikurriña en el
Ayuntamiento de Tafalla.
En
1978, alguien mandó a parar y el PSOE comenzó el
largo camino de su desdecir histórico. El abandono de la
ideología a cambio de las treinta monedas trajo
consecuencias funestas: es como si, perdida la honradez, ya todo
les diera igual, y acabaron saqueando las arcas públicas.
Las hemerotecas, empero, siguen ahí: Urralburu cantando el
"Gernikako Arbola" junto al resto de parlamentarios
vascos; Castejón repartiendo ikurriñas en la UGT...
Si esto hacía la «familia socialista», fácil
es imaginar al resto de grupos de izquierda, con una postura más
radical en el tema vasco: Iturbe con su ORT; los Tajadura, Zufía
o Zabala Urra desde el Partido Carlista de Euskadi (EKA); Pascal y
Uriz desde el PCE; Elena Berruezo desde los aledaños de
ETA-pm Mientras, en la sede tudelana de las Juventudes Rojas de
Euskadi (EGG), un espigado joven llamado Juan José Lizarbe
hacía ikurriñas como un poseso. ¿Tantas como
hizo ordenará retirar cuando sea presidente del Gobierno de
Navarra?
Del
campo sindical, mejor no hablar. Todos los secretarios generales
que han tenido hasta ahora las gloriosas CCOO -”de Euskadi”
se bautizaron antes- han defendido sin ambages la unidad vasca:
Javier Zabaleta (PCE); José María Solchaga (LKI);
Jesús Garatea (PTE). Del Cabrero, secretario general de
UGT, no se comprende cómo puede hablar tanto contra el
concepto «inventado» de Euskal Herria. Su padre, ex
parlamentario del PSOE, colocó emocionado la ikurriña
en el balcón de Tafalla mientras él tocaba la gaita
lleno de pegatinas. Y es que parece que Euskal Herria existe o no
según uno sea peón en Victorio Luzuriaga o
secretario general de cualquier cosa.
Una
vez visto que en el tema vasco el comportamiento de determinada
izquierda sigue el mismo camino que la derecha, acabo con unas
conclusiones:
-Navarra
vive una situación nueva en toda su Historia: la negación
por buena parte de su clase política de su vinculación
histórica y cultural con el resto de Euskal Herria. Lo que
no negaron ni carlistas ni liberales, ni rojos ni azules, ni
españolistas ni vasquistas, lo ponen en duda gentes que,
como hemos visto, ayer mismo decían lo contrario.
Lo
que comenzó en el seno del sector más fascista del
franquismo en Navarra ("Diario"-Garcilaso-Aizpún-Del
Burgo) ha ido impregnando sectores del arco político,
obligándoles a desdecirse de la noche a la mañana,
de forma harto grotesca habida cuenta la cantidad de testigos.
En
gran medida, las razones de este cambio están generadas por
el interés de Madrid de frenar las potencialidades de un
País Vasco unido territorialmente. Algún día
sabremos cómo fueron aquellos «ruidos de sables»
que condicionaron este capítulo de la Transición
española, cuyas nefastas consecuencias arrastramos.
Será
casualidad, pero es evidente que los cambios ideológicos
van siempre ligados al medro personal o político.
Recordando a Patxi Larrainzar, diremos que mientras la Navarra
«sola» se reparte el pastel, a la Navarra «con
leche» le niegan la leche, el pan y la sal.
Estas
imposturas, en una cuestión tan crucial cual es reconocer a
un pueblo su propia identidad, lejos de acercarnos a escenarios de
paz, retuercen contra Natura la realidad de Navarra, cuyo tronco y
raíz siguen siendo vascos. Sea cual sea la chaqueta que en
cada ocasión lleven los políticos.
[Memoria
astintzen]
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