No
desistas
Ignacio
Jan Paderewski, el famoso compositor y pianista, estaba programado para
presentarse en una gran sala de conciertos en Norteamérica. Era una velada para
recordar: smokings negros y largos vestidos de noche, una exorbitancia de alta
sociedad. Entre la audiencia de esa velada estaba una madre con su inquieto
retoño de nueve años Cansado de esperar, se revolvía constantemente en su
asiento. Su madre tenia esperanzas de que el niño se estimulara a practicar el
piano si pudiera escuchar tocar al inmortal Paderewski. Así que, contra sus
deseos, el había venido.
Mientras
ella se volvía a conversar con amigos, su hijo no pudo permanecer sentado por
mas tiempo. Se escurrió lejos de ella, extrañadamente atraído hacia el gran
piano negro "Steinway" de concierto y su banqueta de cuero relleno,
sobre el enorme escenario inundado de luces deslumbrantes. Sin ser notado por la
sofisticada audiencia, el chico se sentó en la gran banqueta, mirando con ojos
asombrados a las teclas negras y blancas. Coloco sus temblorosos deditos en el
lugar preciso y empezó a tocar "Los patitos". El rugido de la
multitud fue acallado mientras cientos de rostros fruncidos señalaban en su dirección.
Irritados y turbados, comenzaron a gritar: Saquen ese niño de ahí!, Quien traería
a un chiquillo tan pequeño ahí?, Donde esta su madre?, Que alguien lo detenga!
Entre
bambalinas, el maestro percibe los sonidos que salen de la sala y se imagina rápidamente
que esta sucediendo. A toda prisa, agarra su saco y corre hacia el escenario.
Sin una palabra de presentación, se inclina por encima del chico desde atrás,
extiende los brazos a sus dos lados, y empieza a improvisar una contra meldo que
armoniza y resalta "Los Patitos". Mientras los dos tocan juntos,
Padereski se mantiene susurrando en el oído del niño:
_ Sigue
adelante. No desistas. Sigue tocando... no pares... no desistas.
Y así
es con nosotros. Nosotros persistimos en nuestro proyecto, lo cual parece casi
tan importante como "Los Patitos" en una sala de concierto. Y cuando
estamos casi a punto de desistir, viene el Maestro, que se inclina sobre
nosotros y nos murmura:
_Sigue
adelante; no renuncies. Prosigue.. no pares; no desistas, en tanto improvisa en
favor nuestro, proporcionándonos justo el toque correcto en el momento preciso.
Charles
R. Swindoll