Lecciones
de una joven enfermera
En
un articulo en Vida universitaria, una joven enfermera cuenta de su peregrinaje mientras aprendía a ver en un paciente la imagen de Dios bajo un "disfraz
muy perturbador".
Eileen
fue una de sus primeras pacientes, una persona que estaba completamente inútil.
Un aneurisma cerebral (ruptura de vaso sanguíneo en el cerebro) la había
privado del control consciente de su cuerpo, cuenta la enfermera. En opinión de
los médicos, Eileen estaba totalmente inconsciente, incapaz de sentir dolor ni
de percibir cosa alguna que la rodeara. El personal del hospital debía
darle vuelta en la cama a cada hora para impedir que le salieran escaras, y
alimentarla dos veces al día con una "papilla liquida a través de un tubo
hasta el estomago." Cuidarla era una tarea ingrata. Cuando la cosa es tan
mala (le dijo una estudiante de enfermería mayor que ella), tienes que
desentenderte emocionalmente de toda la situación... Como resultado de
eso, cada vez la trataban mas como si fuese una cosa, un vegetal...
Pero
esta joven estudiante decidió que ella no podría tratar a esta persona como
las otras lo habían hecho. Ella le hablaba a Eileen, le cantaba, la animaba e
incluso le traía regalitos. Un día, cuando las cosas eran especialmente difíciles
y hubiese sido fácil para la joven enfermera desquitarse de sus frustraciones
con la paciente, fue especialmente amable. Era el día de Acción de Gracias y
la enfermera le dijo a la paciente: Estaba de muy mal humor esta mañana, Eileen,
porque se suponía que este debía ser mi día libre. Pero ahora que estoy aquí,
me alegro. No me hubiera gustado dejar de verte hoy. ¿ Sabes que es el día de acción
de Gracias?. En ese preciso momento sonó el teléfono, y cuando la enfermera se
volvía para contestarlo, echo un fugaz vistazo a la paciente. De pronto
(cuenta) Eileen me estaba mirando... llorando. Grandes círculos húmedos
manchaban su almohada, y todo el cuerpo le temblaba.
Esa fue
la única emoción que Eileen mostró en todo el tiempo a cualquier miembro del
personal, pero fue suficiente para cambiar la actitud de todos hacia ella.
No mucho después Eileen murió. La joven enfermera termina su relato diciendo:
Sigo pensando en ella... pienso que le debo muchísimo. Si no hubiese sido por
Eileen, puede ser que nunca hubiera sabido lo que es darse a si mismo a alguien
que no puede corresponder.
Rebeca Manley Pippert