ÁNGEL...
Esta
es una historia real que ocurrió en 1994 contada por Lloyd Glenn:... A lo largo
de nuestras vidas recibimos bendiciones por medio de experiencias espirituales,
de las cuales algunas son muy sagradas y confidenciales, y otras, aunque
sagradas, deben ser compartidas.
El
verano pasado, mi familia y yo vivimos una experiencia espiritual que tuvo un
impacto largo y profundo en nosotros, uno que sentimos debe ser compartido. Es
un mensaje de amor.
Es
un mensaje para retomar la perspectiva de la vida, y de restaurar
el balance y renovar las prioridades de nuestras vidas. Con humildad,
pido a Dios que al relatar esta historia, pueda darte a ti el regalo que mi
pequeño hijo, Brian, le dio a nuestra familia un día el verano pasado.
El
22 de Julio iba yo camino a Washington DC. en un viaje de negocios. Todo era tan
ordinario, hasta que aterrizamos en Denver para un cambio de avión. Mientras
que yo recogía mis pertenencias, escuché un mensaje que pedía que el Sr.
Lloyd Glenn se reportara de inmediato con un representante de United.
No
pensé que fuera nada urgente hasta que llegué a la puerta del avión y escuché
a un caballero preguntándole a cada hombre si él era el Sr. Glenn. En este
momento supe que algo había pasado y mi corazón se hundió.
Al
salir del avión un hombre joven, con la cara muy solemne se acercó a mí y me
dijo: “Sr. Glenn, hay una emergencia en su casa. No sé cuál es la
emergencia, ni quién está involucrado, pero lo llevaré a un teléfono para
que pueda llamar al hospital.”
Mi
corazón latía, pero el deseo de estar tranquilo me calmó. Seguí al señor a
un teléfono distante donde pude hablar al número que él me dio del Hospital
Mission. Pasaron mi llamada de inmediato al centro de emergencias donde se me
informó que mi hijo de tres años había quedado atrapado debajo de la puerta
automática del garaje por varios minutos y que cuando mi esposa lo encontró él
estaba muerto. Un vecino que es doctor le había dado CPR y los paramédicos habían
continuado con el tratamiento mientras Brian era transportado al hospital.
En
ese momento, Brian había revivido y los doctores creían que iba a vivir, pero
no sabían cuanto daño habían sufrido su cerebro y su corazón. Ellos me
explicaron que la puerta se había cerrado completamente en su esternón
exactamente encima de su corazón. Él estaba severamente herido. Después de
hablar con los doctores, mi esposa estaba preocupada pero no histérica, y yo me
conforté con su tranquilidad.
El
vuelo de regreso pareció eterno, pero finalmente llegué al hospital seis horas
después de que la puerta del garaje se había cerrado. Cuando entré en la
unidad de cuidado intensivo, nada pudo haberme preparado para ver a mi hijo
acostado tan tranquilo en esa gran cama con tubos y monitores por todas partes.
Él
estaba conectado a un respirador. Miré a mi esposa quien me dirigió su mejor
sonrisa. Todo parecía una espantosa pesadilla. Me dieron todos los detalles y
el diagnostico. Brian iba a vivir y pruebas preliminares mostraban que su corazón
estaba bien; ¡¡¡dos milagros!!! Pero solo el tiempo diría si su cerebro había
sido dañado.
A
lo largo de las interminables horas, mi mujer estaba tranquila. Ella sentía que
Brian iba a estar bien. Me agarré a sus palabras y su fe como a una línea de
vida. Toda esa noche y el día siguiente Brian estuvo inconsciente. Parecía que
habían pasado años desde que salí la mañana anterior en mi viaje de trabajo.
Finalmente
a las 2:00 PM., Brian recuperó la conciencia y se sentó diciendo las más
hermosas palabras que he escuchado.
Él
dijo: “Papi, abrázame” y se me acercó con sus pequeños bracitos. (Lágrima,
descanso, sonrisa). Al día siguiente se le diagnosticó sin daño cerebral ni físico
y el cuento de su supervivencia milagrosa recorrió todo el hospital, No pueden
imaginar nuestra gratitud y felicidad.
Camino
a casa, sentimos una reverencia única por la vida y por el amor de nuestro
Padre Celestial que viene a aquellos quienes se acercan tanto a la muerte. En
los siguientes días había un espíritu especial en nuestra casa. Nuestros dos
hijos mayores estaban más cercanos a su hermanito. Mi esposa y yo estábamos más
cercanos el uno al otro y todos estábamos más cerca como familia.
La
vida tomó un paso menos estresado para nosotros. Nuestra perspectiva se veía más
enfocada y balanceada. Nos sentíamos bendecidos. Nuestra gratitud era
verdaderamente profunda.
Ahí
no termina la historia (sonrisa).Casi un mes después del accidente, Brian se
despertó de su siesta y dijo, "Siéntate mami". Tengo algo que
decirte.”A esta edad, Brian generalmente hablaba en pequeñas frases, así es
que mi mujer se sorprendió de la oración tan larga que usó. Ella se sentó
con él en su cama y empezó a narrar su historia maravillosa y sagrada. “¿Recuerdas
cuando quedé atrapado abajo de la puerta del garaje?" Bueno, estaba tan
pesada y me dolía mucho.
Te
llamé pero no podías oírme. Empecé a llorar, pero entonces me dolía más. Y
entonces llegaron los ‘pajaritos’.” “¿Los pajaritos?” Le preguntó
confundida mi esposa.
“Sí.”
Le contestó él. “Los pajaritos hacían un ruido especial y volaron hacia el
garaje. Me cuidaron.” “¿Te cuidaron?” “Sí”, dijo él. “Uno de los
pajaritos fue por ti. Te fue a decir que yo estaba atrapado bajo la puerta.”
Una
dulce sensación de reverencia llenó el cuarto. El espíritu era tan fuerte y a
la vez más ligero que el aire. Mi esposa se percató de que un niño de tres años
no tendría idea de la muerte y de espíritus, así es que se estaba refiriendo
a seres que venían del más allá, llamándolos ‘pajaritos’ porque volaban
en el aire como pájaros. “¿Cómo eran esos pajaritos?” Le preguntó ella.
Brian contestó, “Eran tan hermosos. Estaban vestidos de blanco, todos de
blanco. Algunos tenían verde y blanco. Pero algunos tenían solo blanco.” “¿Te
dijeron algo?” “Sí” le contestó. “Me dijeron que el bebé estaría
bien.”
“¿El
bebé?” Mi esposa preguntó confundida. Brian contestó “El bebé tirado en
la puerta del garaje”. Continuó, “tú saliste y abriste la puerta del
garaje y corriste a donde estaba el bebé. Le dijiste al bebé que se quedara y
no se fuera.” Mi esposa casi se desmaya al oír esto, ya que en efecto ella se
había inclinado junto a Brian y el ver su pecho herido y sus facciones,
sabiendo que ya estaba muerto, miró hacia arriba, alrededor y dijo, “No nos
dejes Brian, quédate si puedes.”
Al
escuchar a Brian decirle las palabras que ella había usado se dio cuenta que el
espíritu había dejado el cuerpo y había
estado viendo su cuerpo sin vida desde arriba. “¿Y qué pasó entonces?”
Preguntó ella. “Nos fuimos de viaje” dijo él, “lejos, lejos.” Se
comenzó a agitar tratando de expresar cosas para las cuales no conocía
palabras. Mi esposa trató de calmarlo y confortarlo. Él luchó con tratar de
decir algo que era obviamente muy importante para él, pero el encontrar las
palabras era difícil. “Volamos rapidísimo en el aire. Son tan bonitos
“mami” agregó él. “Y hay muchos muchos pajaritos.” Mi esposa estaba
impresionada.
Brian
continuó diciéndole que los ‘pajaritos’
le habían dicho que tenía que regresar y contarle a todos de los
‘pajaritos’. Él dijo que lo regresaron a la casa y que un gran camión de
bomberos y una ambulancia estaban ahí.
Un
hombre estaba sacando al bebé en una cama blanca y él trataba de decirle al
hombre que el bebé estaría bien, pero el hombre no podía escucharlo. Él dijo
que los pajaritos le dijeron que él tenía que ir en la ambulancia, pero que
ellos estarían cerca de él. Él dijo que ellos eran bonitos y llenos de paz, y
que él no quería regresar.
Entonces
llegó la luz. Él dijo que la luz era muy brillante y cálida, y que él amaba
la brillante luz muchísimo. Había alguien en la luz y puso sus brazos
alrededor de Brian y le dijo, “Te amo pero tienes que regresar. Tienes que ir
a jugar béisbol, y contarle a todos de los pajaritos.”
Entonces
la persona en la luz le dio un beso y le dijo adiós con la mano. Entonces un
sonido y entraron en las nubes. La historia continuó por una hora.
Él
nos enseño que los ‘pajaritos’ siempre están con nosotros, pero no los
vemos porque miramos con los ojos y no los escuchamos porque oímos con nuestros
oídos. Pero siempre están ahí, solo los pueden ver aquí (se puso la mano en
el corazón). Murmuran cosas para ayudarnos a hacer lo que está bien porque nos
aman tanto. Brian continuó diciendo “Yo tengo un plan mami". Tu tienes
un plan. Mi papi tiene un plan. Todos tenemos un plan. Todos debemos vivir
nuestro plan y mantener nuestras promesas. Los pajaritos nos ayudan a hacer esto
porque nos quieren tanto.” En las siguientes semanas, con frecuencia repetía
su historia en parte o completa una y otra vez. Siempre era la misma historia.
Nunca cambió los detalles ni los cambió de orden. A veces incluía más
información y clarificaba el mensaje que ya nos había dado. Nunca dejó de
impresionarnos como podía darnos tanto detalle y como podía hablar más allá
de su capacidad cuando hablaba de los ‘pajaritos’. A donde quiera que iba,
hablaba con extraños sobre los ‘pajaritos’.
Sorprendentemente,
nadie lo llegó a ver con extrañeza cuando él lo hacía. Por el contrario,
siempre ponían una cara dulce y sonreían. No es necesario decirles que no
hemos sido los mismos desde ese día, y rezamos que nunca volvamos a ser los
mismos.
Lloyd Glenn