CAPRICHO
Escrútame
los ojos sorpréndeme la boca,
sujeta
entre tus manos esta cabeza loca;
dame
a beber veneno, el malvado veneno
que
moja los labios a pesar de ser bueno.
Pero
no me preguntes, no me preguntes nada
de
por qué lloré tanto en la noche pasada;
las
mujeres lloramos sin saber, porque sí.
Es
esto de los llantos pasaje baladí.
Bien
se ve que tenemos adentro un mar oculto,
un
mar un poco torpe, ligeramente exulto,
que
se asoma a los ojos con bastante frecuencia
y
hasta lo manejamos con una dúctil ciencia.
No
preguntes amado, lo debes sospechar:
en
la noche pasada no estaba quieto el mar.
Nada
más. Tempestades que las trae y las lleva
un
viento que nos marca cada vez costa nueva.
Sí,
vanas mariposas sobre jardín de Enero,
nuestro
interior es todo sin equilibrio y huero.
Luz
de cristalería, fruto de carnaval
decorado
en escamas de serpientes del mal.
Así
somos, ¿no es cierto? Ya lo dijo el poeta:
deseamos
y gustamos la miel en cada copa
y en
el cerebro habemos un poquito de estopa.
Bien.
No, no me preguntes. Torpeza de mujer,
capricho,
amado mío, capricho debe ser.
Oh,
déjame que ría. ¿No ves que tarde hermosa?
Espínate
las manos y córtame una rosa.
Alfonsina Storni