EL
ENGAÑO
Soy
tuya, Dios lo sabe por qué, ya que comprendo
Que
habrás de abandonarme, fríamente, mañana,
Y
que, bajo el encanto de mis ojos, te gana
Otro
encanto el deseo, pero no me defiendo.
Espero
que esto un día cualquiera se concluya,
Pues
intuyo, al instante, lo que piensas o quieres.
Con
voz indiferente te hablo de otras mujeres
Y
hasta ensayo el elogio de alguna que fue tuya.
Pero
tú sabes menos que yo, y algo orgulloso
De
que te pertenezca, en tu juego engañoso
Persistes,
con aire de actor del papel dueño.
Yo
te miro callada con mi dulce sonrisa,
Y
cuando te entusiasmas, pienso: no te des prisa,
No
eres tú el que me engaña; quien me engaña es mi sueño.
Alfonsina Storni