LIBROS
Libros,
urnas de ideas;
libros,
arcas de ensueño;
libros,
flor de la vida
consciente;
cofres místicos
que
custodiáis el pensamiento humano;
nidos
trémulos de alas poderosas,
audaces
e invisibles;
atmósfera
del alma;
intimidad
celeste y escondida
de
los altos espíritus.
Libros,
hojas del árbol de la ciencia;
libros,
espigas de oro
que
fecundara el verbo desde el caos;
libros
en que ya empieza desde el tiempo
el
milagro de la inmortalidad;
libros
(los del poeta)
que
estáis, como los bosques,
poblados
de gorjeos, de perfumes,
rumor
de frondas y correr de agua;
que
estáis llenos, como las catedrales,
de símbolos,
de dioses y de arcanos.
Libros,
depositarios de la herencia
misma
del universo;
antorchas
en que arden
las
ideas eternas e inexhaustas;
cajas
sonoras donde custodiados
están
todos los ritmos
que
en la infancia del mundo
las
musas revelaron a los hombres.
Libros,
que sois un ala (amor la otra)
de
las dos que el anhelo necesita
para
llegar a la Verdad sin mancha.
Libros,
¡ay!, sin los cuales
no
podemos vivir: sed siempre, siempre,
los
tácitos amigos de mis días.
Y
vosotros, aquellos que me disteis
el
consuelo y la luz de los filósofos,
las
excelsas doctrinas
que
son salud y vida y esperanza,
servidle
de piadosos cabezales
a mi
sueño en la noche que se acerca.
Amado Nervo