PARABOLA
I
Sombra
de la noche
yerra
por los álamos.
Su
secreto a voces
recorre
los ramos.
Altos
son los caños
de
la serranía,
donde
bala el aire
y el
águila anida.
Altos
son los caños,
donde
el agua suena
despertando
el duro
sueño
de la piedra.
Por
los altos caños
de
la noche fría,
donde
gime el agua
su
sueño de espiga.
Por
los altos caños,
norte
del balido
subía
buscando
la
flor del aprisco.
Por
los altos caños
donde
daba el agua,
batía
la luna
albricias
de plata.
Con
la noche oscura
se
alejaba el río.
Su
sombra de ciervo
creaba
el hechizo.
Creaba
el hechizo
pecho
de azucena,
isla
de la nieve
que
una flor gobierna.
II
Sombra
de la noche
corre
por los caños
altos
de la sierra.
Plata
de los álamos
sus
hojas preguntan;
suspiros
y pasos
suspenden
los aires
y
tiemblan los ramos.
El
agua callaba
silencio
de piedra.
A
golpes de alondras
brotan
cinco estrellas.
Cruzando
la noche
contra
las corrientes,
a
punta de zarzas
las
huellas florecen.
Cuando
la encontraba
por
la serranía,
de
la madrugada
brotaba
la espiga.
Cuando
la encontraba
por
los altos riscos,
puro
y reluciente
cuajaba
el rocío.
Cuando
la encontraba
y la
requería,
blanca
y colorada
la
rosa nacía.
Lucero
hechizado
disuelve
su nieve.
Raudas
hieren altas
gargantas
celestes.
Altos
son los caños
anchos
de la sierra,
donde
el agua canta
ganancia
de piedra.
Altos
son los caños,
altos,
que relumbran.
A
paso de ciervo
huía
la luna.
Por
las blancas selvas
que
el alba florecen.
A
paso de ciervo
huyen
las corrientes.
Agua
amanecida
cítara
de plata
canta
el aleluya
raudo
de la gracia.
Agua
amanecida
rauda
de la gracia,
mi
secreto a voces
por las ramas canta.
Angel Gaztelu