LA
MONJA GITANA
A
José Moreno Villa
Silencio
de cal y mirto.
Malvas
en las hierbas finas.
La
monja borda alhelíes
sobre
una tela pajiza.
Vuelan
en la araña gris
siete
pájaros del prisma.
La
iglesia gruñe a lo lejos
como
un oso panza arriba.
¡Qué
bien borda! ¡Con qué gracia!
Sobre
la tela pajiza
ella
quisiera bordar
flores
de su fantasía.
¡Qué
girasol! ¡Qué magnolia
de
lentejuelas y cintas!
¡Qué
azafranes y qué lunas
en
el mantel de la misa!
Cinco
toronjas se endulzan
en
la cercana cocina.
Las
cinco llagas de Cristo
cortadas
en Almería
Por
los ojos de la monja
galopan
dos caballistas.
Un
rumor último y sordo
le
despega la camisa,
y al
mirar nubes y montes
en
las yertas lejanías,
se
quiebra su corazón
de
azúcar y yerbaluisa.
¡Oh,
qué llanura empinada
con
veinte soles arriba!
¡Qué
ríos puestos de pie
vislumbra
su fantasía!
Pero
sigue con sus flores,
mientras
que de pie, en la brisa,
la
luz juega el ajedrez
alto
de la celosía.
Federico García Lorca