ARS
VIVIENDI
Presentes
sucesiones de difuntos
Quevedo
Pasa
el tiempo y suspiro porque paso,
aunque
yo quede en mí, que sabe y cuenta,
y no
con el reloj, su marcha lenta
nunca
es la mía bajo el cielo raso.
Calculo,
sé, suspiro no soy caso
de
excepción y a esta altura, los setenta,
mi
afán del día no se desalienta,
a
pesar de ser frágil lo que amaso.
Ay,
Dios mío, me sé mortal de veras.
Pero
mortalidad no es el instante
que
al fin me privará de mi corriente.
Estas
horas no son las postrimeras,
y
mientras haya vida por delante,
serás
mis sucesiones de viviente.
Jorge Guillén