UNA
OSCURA PRADERA ME CONVIDA
Una
oscura pradera me convida,
sus
manteles estables y ceñidos,
giran
en mí, en mi balcón se duermen.
Dominan
su extensión, su indefinida
cúpula
de alabastro se recrea.
Sobre
las aguas del espejo,
breve
la voz en mitad de cien caminos,
mi
memoria prepara su sorpresa:
gamo
en el cielo, rocío, llamarada.
Sin
sentir que me llaman
penetro
en la pradera despacioso,
ufano
en nuevo laberinto derretido.
Allí
se ven, ilustres restos,
cien
cabezas, cornetas, mil funciones
abren
su cielo, su girasol callando.
Extraña
la sorpresa en este cielo,
donde
sin querer vuelven pisadas
y
suenan las voces en su centro henchido.
Una
oscura pradera va pasando.
Entre
los dos, viento o fino papel,
el
viento, herido viento de esta muerte
mágica,
una y despedida.
Un
pájaro y otro ya no tiemblan.
José Lezama Lima