CAMPESINO DE ESPAÑA

 

 

Traspasada por junio,

por España y la sangre,

se levanta mi lengua

con clamor a llamarte.

 

Campesino que mueres,

campesino que yaces

en la tierra que siente

no tragar alemanes,

no morder italianos:

español que te abates

con la nuca marcada

por un yugo infamante,

que traicionas al pueblo

defensor de los panes:

campesino, despierta,

español, que no es tarde.

 

Calabozos y hierros,

calabozos y cárceles,

desventuras, presidios,

atropellos y hambres,

eso estás defendiendo,

no otra cosa más grande.

Perdición de tus hijos,

maldición de tus padres,

que doblegas tus huesos

al verdugo sangrante,

que deshonras tu trigo,

que tu tierra deshaces,

campesino, despierta,

español, que no es tarde.

 

Retroceden al hoyo

que se cierra y se abre,

por la fuerza del pueblo

forjador de verdades,

escuadrones del crimen,

corazones brutales,

dictadores del polvo,

soberanos voraces.

 

Con la prisa del fuego,

en un mágico avance,

un ejército férreo

que cosecha gigantes

los arrastra hasta el polvo,

hasta el polvo los barre.

 

No hay quien sitie la vida,

no hay quien cerque la sangre

cuando empuña sus alas

y las clava en el aire.

 

La alegría y la fuerza

de estos músculos parte

como un hondo y sonoro

manantial de volcanes.

 

Vencedores seremos,

porque somos titanes

sonriendo a las balas

y gritando: ¡Adelante!

La salud de los trigos

sólo aquí huele y arde.

 

De la muerte y la muerte

sois: de nadie y de nadie.

De la vida nosotros,

del sabor de los árboles.

 

Victoriosos saldremos

de las fúnebres fauces,

remontándonos libres

sobre tantos plumajes,

dominantes las frentes,

el mirar dominante,

y vosotros vencidos

como aquellos cadáveres.

 

Campesino, despierta,

español, que no es tarde.

A este lado de España

esperamos que pases:

que tu tierra y tu cuerpo

la invasión no se trague.

 

Miguel Hernández