MARIPOSA DE OTOÑO

 

 

 La mariposa revolotea

y arde -con el sol- a veces.

 

Mancha volante y llamarada,

ahora se queda parada

sobre una hoja que la mece.

 

Me decían: -No tienes nada.

No estás enfermo. Te parece.

 

Yo tampoco decía nada.

Y pasó el tiempo de las mieles.

 

Hoy una mano de congoja

llena de otoño el horizonte.

Y hasta de mi alma caen hojas.

 

Me decían: -No tienes nada.

No estás enfermo. Te parece.

 

Era la hora de las espigas.

El sol, ahora,

convalece.

Todo se va en la vida, amigos.

Se va o perece.

 

Se va la mano que te induce.

Se va o perece.

 

Se va la rosa que desates.

También la boca que te bese.

 

El agua, la sombra y el vaso.

Se va o perece.

 

Pasó la hora de las espigas.

El sol, ahora, convalece.

 

Su lengua tibia me rodea.

También me dice: -Te parece.

 

La mariposa revolotea,

revolotea,

y desaparece.

 

Pablo Neruda